La antesala a la cumbre del G-20 vuelve a poner en descubierto las dificultades para impulsar una acción global coordinada entre los países europeos y el papel secundario que jugarán las economías periféricas en la reunión. Los gobiernos de Estados Unidos e Inglaterra están presionando a las autoridades francesas y alemanas para que impulsen nuevos y mayores planes de estímulo fiscal. En los últimos días, Barack Obama y Gordon Brown afirmaron casi con las mismas palabras la urgencia para realizar “todo lo necesario para estimular el crecimiento”. El presidente norteamericano aseguró que acordó con Angela Merkel y Nicolas Sarkozy la necesidad de coordinar nuevos planes fiscales. Los alemanes continúan mostrándose reacios a impulsar más medidas de esta índole.
Por Tomás Lukin
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