Israel se define como el “Estado nación del pueblo judío”.
Con la aprobación de la nueva y controvertida ley del Estado nación, Israel oficializó la discriminación de su población de origen palestino.
A la estrategia de colonización rampante en los territorios palestinos ocupados, a la anexión unilateral de Jerusalén Este y el cerco a la Franja de Gaza, el gobierno del primer ministro israelí, Biniamin Netaniahu, suma ahora otra humillación a los palestinos que lograron permanecer en sus tierras cuando se fundó Israel en 1948.
El parlamento israelí –Knesset– aprobó recientemente la ley que define oficialmente al país como “Estado nación del pueblo judío”, limitando el derecho a la autodeterminación solamente a esta colectividad, decretando además que el único idioma oficial será el hebreo, en detrimento del árabe, hablado por la población de origen palestino, que representa el 20 por ciento del total.
“El derecho a ejercer la autodeterminación nacional en el Estado de Israel es exclusivo del pueblo judío”, sentencia la nueva ley. Por otra parte declara que “Jerusalén unida e indivisible” es la capital de Israel, desconociendo los acuerdos alcanzados con la Autoridad Nacional Palestina, y refrendados por resoluciones de las Naciones Unidas, de que el estatus de la ciudad, cuya parte oriental los palestinos reivindican como capital de su futuro Estado, debe ser negociado entre ambas partes.
El proyecto fue aprobado por una estrecha mayoría de 62 diputados contra 55, obtenida luego de dejar de lado disposiciones como la que habilitaba a los municipios a excluir a residentes con base en su nacionalidad o religión.
“CIUDADANOS DE SEGUNDA CLASE”
Días antes Netaniahu había afirmado que “una mayoría absoluta quiere asegurar el carácter judío de nuestro Estado para las futuras generaciones”.
Una vez aprobada la ley, Netaniahu declaró ante el Knesset que la resolución marca “un momento fundamental en la historia del sionismo”, estableciendo “por ley el principio básico de nuestra existencia”. “Este es nuestro Estado. El Estado judío… Este es nuestro país. Este es nuestro idioma”, reafirmó el mandatario.
El árabe, que hasta ahora era también idioma oficial, pasó a tener un “estatus especial” con la aprobación de la ley.
Además, esta aprobación provocó la cólera de los legisladores árabe-israelíes, que en la sesión parlamentaria acusaron a la mayoría de legalizar un sistema de apartheid. El líder de la coalición árabe-israelí Ayman Odeh afirmó que la ley legitima la “supremacía judía y nos dice que nosotros siempre seremos ciudadanos de segunda clase” (The Guardian, 19-VII-18).
Más grave aun, esta ley pasará a integrar las denominadas leyes básicas del país, sólo pasibles de ser enmendadas por otra de la misma naturaleza, ya que en Israel cumplen la función de una Constitución, algo que el país no tiene.
CON EL APOYO TOTAL DE ESTADOS UNIDOS
Debe recordarse que la ley es aprobada en una coyuntura que pauta las relaciones más estrechas en décadas entre Israel y Estados Unidos, cuyo presidente no escatima esfuerzos para complacer a su único aliado, al que no considera merecedor de la más mínima crítica.
“Es una decisión en la línea de la doctrina Trump. No hay un plan de paz público del presidente estadounidense, pero el traslado de la embajada a Jerusalén, el recorte de fondos de ayuda a los palestinos y su falta de crítica hacia los asentamientos refuerzan la política de hechos consumados de Netaniahu”, declaró Nabil Shaath, asesor en política exterior del presidente palestino, Mahmud Abbas (El País, 19-VII-18).
Uno de los propulsores de la ley, el diputado Avi Dichter, del partido Likud, liderado por Netaniahu, enfrentó las críticas de sus opositores, declarando a los medios: “Hemos aprobado esta ley fundamental para impedir la menor veleidad o tentativa de transformar el Estado de Israel en una nación de todos sus ciudadanos”.
En la víspera el Knesset había aprobado otra ley destinada a castigar a quienes den una visión negativa del Ejército o que critiquen la ocupación. La norma fue propuesta por el ministro de Educación, Naftali Bennet, y en la práctica abre la puerta a la persecución legal de las organizaciones israelíes como Paz Ahora o Rompiendo el Silencio, que denuncian abusos cometidos por Israel en los territorios palestinos ocupados.
La Unión Europea expresó su rechazo implícito a la ley. “Hemos sido muy claros en lo que respecta a la solución de dos estados, creemos que es el único camino a seguir, y cualquier paso que complique o impida que esta solución se convierta en realidad debería evitarse”, declaró en Bruselas la portavoz de Federica Mogherini, la alta representante de la Unión para Asuntos Exteriores.
PEDIDO DE SUSPENSIÓN DE LA ONU
La Autoridad Nacional Palestina (Anp) advirtió en un comunicado que la nueva ley “allana el camino para una limpieza étnica”. El Ministerio de Información de la Anp en Ramalah afirmó, el día en que se aprobó la ley, que esta es “una declaración de guerra contra la tierra palestina, sus derechos, su identidad y su idioma”.
La Autoridad Palestina evalúa la posibilidad de solicitar una resolución de la Asamblea General de la Onu para suspender la integración de Israel –que reconoció como Estado en 1948– a la organización.
“Israel es un país que viola íntegramente la carta de la Onu. ¿Merece ser miembro de la Onu y de cualquiera de sus agencias o no?”, preguntó el 19 de julio pasado el dirigente de la Organización para la Liberación de Palestina Saeb Erekat, durante una visita a la localidad beduina de Khan al Ahmar, en Cisjordania, amenazada de demolición por Israel (véase “Allanar un sueño”, Brecha, 20-VII-18).
El cotidiano israelí Haaretz constató en su editorial del 30 de julio que “la aprobación de la ley reavivó también la brecha política en Israel, entre quienes favorecen la discriminación y los que la rechazan. Los ciudadanos árabe-israelíes fueron discriminados desde la fundación del Estado, tanto por los gobiernos de derecha como de izquierda. Pero las liberales leyes básicas y los dictámenes de la Alta Corte de Justicia durante la pasada generación avanzaron hacia la igualdad y la integración de la minoría, algo que Netaniahu busca destruir ahora”.
VERGÜENZA
Pero “la ley de Estado nación judío es solamente la frutilla de la torta”, señaló el analista palestino Ramzy Baroud. “Ahora no se puede escapar al imperativo moral. Quienes insisten en apoyar a Israel deben saber que están apoyando a un régimen desembozado de apartheid”, advirtió.
Advertencia que pareció confirmar el ministro de Defensa, Avigdor Lieberman, quien expresó en un twit el viernes pasado que “la mejor respuesta al terrorismo es la expansión de las colonias” en los territorios palestinos. Lieberman anunció la construcción de 400 viviendas en el asentamiento de Adam, al norte de Jerusalén, luego de que un adolescente palestino apuñalara a muerte a un israelí e hiriera a otros dos.
En la vereda de enfrente se situó el internacionalmente renombrado dirigente de orquesta Daniel Barenboim, quien en una carta pública –que se viralizó y fue publicada tanto en El País, de Madrid, como en Clarín– lamentó que 70 años después de la fundación de Israel “el gobierno acaba de aprobar una ley que sustituye el principio de igualdad y valores universales por el nacionalismo y el racismo”. “¿Encaja la situación de ocupación y dominio sobre otro pueblo en la declaración de independencia?”, se interrogó.
“No creo que el pueblo judío haya vivido 20 siglos, la mayor parte de ellos sufriendo persecución y soportando crueldades sin fin, para ahora convertirse en el opresor que somete a los demás a sus crueldades. Precisamente esto es lo que hace la nueva ley. Por eso hoy me avergüenzo de ser israelí,” admitió el músico argentino-israelí y militante en favor de la paz junto a pacifistas palestinos.
AHED LIBERADA. En medio de este panorama sombrío, los palestinos recibieron una buena noticia. Tras cumplir una pena de ocho meses de prisión en Israel por haber abofeteado a un militar israelí, la activista palestina de 17 años Ahed Tamimi fue liberada días atrás y recibida victoriosamente por una multitud en Cisjordania.
La joven explicó que había increpado a los militares porque, días antes, ellos habían disparado balas de goma a un primo suyo, hiriéndolo en el cráneo y deformándole la cara. Tamimi se declaró culpable de cuatro de los 12 cargos presentados en su contra: asalto a un soldado, incitación a la violencia y otras dos acusaciones por perturbar las operaciones del Ejército. La adolescente pasó un mes menos en la cárcel que el soldado israelí Elor Azaria, quien mató a un atacante palestino mientras se hallaba en el suelo, herido e inmóvil, en 2016.
En un encuentro con periodistas realizado días atrás en su casa en Cisjordania, Tamimi dijo que estudiará derecho para “llevar los casos de los presos políticos ante los tribunales internacionales”. Su abogada israelí, Gaby Lusky, dijo por su parte que “si Israel esperaba que en prisión se quebraría su determinación, logró el efecto contrario. Ahed nunca se rindió”.
Por Jorge Angeloni
3 agosto, 2018
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