Una serie de documentos secretos y Top Secret han avanzado información que puede tener efectos inmediatos sobre la guerra de Ucrania
Una serie de 50 documentos filtrados en redes sociales y generados aparentemente en el Pentágono, sede de la inteligencia militar estadounidense, ha abierto una crisis sin precedentes en lo que va de siglo en la relación que Estados Unidos mantiene con algunos de sus socios.
El Departamento de Justicia y la Oficina Federal de Investigación ha iniciado las pesquisas para encontrar el origen de la filtración que ha mostrado esos documentos –clasificados y de alto secreto– al mundo y a los Gobiernos de Canadá, Israel o Corea del Sur, algunos de los afectados por el contenido de esos informes que tienen especial relevancia en cuanto a lo que muestran sobre la guerra de Ucrania y el conocimiento de la posición rusa en la misma.
Los medios estadounidenses no han verificado la autenticidad de los documentos –que son fotos de presentaciones de Powerpoint y folios A4– pero señalan que la respuesta dada por el Pentágono es una evidencia de que tienen la suficiente credibilidad como para poner en una situación de crisis el sistema militar del país. Además, medios como Wall Street Journal quieren creer que se trata de un “solo episodio” y confían, pero advierten de las consecuencias que podría tener, que no aparezcan nuevos cables.
Entre esta información revelada, que saltó desde el servicio de mensajería Discord, está la sospecha por parte del departamento de Defensa de EE UU de que las fuerzas aéreas ucranianas podrían ser derrotadas a lo largo del próximo mes de mayo por un problema de falta de misiles.
La filtración evidencia que el despliegue de sistemas Patriot anunciado a finales de año por EE UU no llegaría a tiempo para socorrer al ejército ucraniano. Cualquier “corrección” de la política oficial para evitar esta derrota, como por ejemplo el envío de cazas F-16, involucraría a la administración estadounidense más de lo que ya lo está en la guerra.
Escandaliza el efecto que esa sospecha puede tener sobre el curso de la guerra, como también ha generado problemas la divulgación de información de los avances del ejército ruso que solo puede proceder de fuentes de inteligencia que ahora se verían expuestas a las represalias por parte del Kremlin. Para el Gobierno de Ucrania todo forma parte de una campaña de desinformación por parte de la Defensa rusa, pero nadie más ha seguido ese camino a la hora de desacreditar los cables filtrados.
Además, los documentos han generado un pequeño incendio diplomático con un socio longevo de Estados Unidos como Corea del Sur, que estudia cómo responde a la filtración de que el Pentágono pinchó una conversación telefónica entre mandos militares sobre la autorización de la venta de armas a EE UU y el temor de que estas lleguen a Ucrania y rompan el principio de neutralidad que hasta ahora ha defendido Seoul respecto a este conflicto. El secretario de Estado de Defensa, Lloyd Austin ha llamado hoy, 11 de abril, a su homólogo surcoreano para dar explicaciones. El Gobierno de Yoon Suk Yeol sostiene que las conversaciones de sus oficiales se han manipulado.
Entre los documentos también aparecen supuestas escuchas a líderes del servicio de inteligencia israelí en el extranjero, el conocido Mossad o un cable en el que el Pentágono señala que Egipto estaría dispuesto a proporcionar material bélico a Rusia. El Gobierno de Al-Sisi ha negado cualquier intención de intervenir de esta manera en el conflicto.
En el caso de Israel, los documentos filtrados, que pertenecerían a la CIA, han atizado el fuego sobre la posibilidad de que el Mossad instigara las protestas que están teniendo lugar contra el Gobierno de Benjamin Netanyahu con el propósito de aumentar el descrédito del poder ejecutivo, algo que han negado las propias fuentes gubernamentales, responsables de los servicios secretos. Actualmente Israel está en medio de una crisis interna sin precedentes recientes
La Izq diario
Una filtración del Pentágono daña el poderío de EE. UU. y evidencia su papel en Ucrania
La filtración de documentos secretos del Pentágono y otras agencias estadounidenses, difundida por los medios los últimos días, deja en evidencia el rol de Estados Unidos y la OTAN en la guerra de Ucrania, el espionaje de EE. UU. a sus aliados, pero también las fallas en la inteligencia estadounidense, que dañan su poderío ante el mundo.
Martes 11 de abril
En 1967 el entonces secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert McNamara, creó un grupo especial de investigadores para escribir la historia de la participación de Estados Unidos en la guerra de Vietnam. Lo que nunca se imaginó el jefe del Pentágono es que esa historia, llena de mentiras que involucraban a cuatro presidentes, desde Harry Truman hasta Lyndon Johnson, iba a salir a la luz pública.
En 1971, Daniel Ellsberg, un joven historiador que integraba la “task force” encargada de fabricar una gesta gloriosa en la historia del imperialismo norteamericano, copió unas 7000 páginas de esos escandalosos archivos militares, y entregó una copia a Washigton Post y The New York Times, que los publicó amparándose en la primera enmienda.
La publicación de los llamados “papeles del Pentágono” tuvo un efecto electrizante para el movimiento antiguerra que venía desarrollándose en el marco de un hartazgo generalizado con una guerra cada vez más impopular. Faltaban aún cuatro años para la derrota de Estados Unidos en Vietnam (1975) pero sin dudas ese fue un punto de inflexión.
A más de 50 años, en una entrevista a Daniel Ellsberg realizada por New York Times a fines de marzo, el periodista le pregunta, casi de manera profética, por qué no había habido más “Dan Ellsbergs”, teniendo en cuenta que cientos o quizás algunos miles de personas tienen acceso a documentos probatorios de la actuación del estado imperialista norteamericano, reñida con la moral del ciudadano medio.
Esto con las contadas excepciones de Chealse Manning que filtró miles de documentos sobre las atrocidades cometidas por Estados Unidos en las guerras de Afganistán e Irak –incluidas las torturas de Abu Ghraib- conocidos como “Wikileaks”. Y unos años más tarde, la publicación por parte de Edward Snowden de los documentos de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, que entre otras cosas mostraban cómo el imperialismo norteamericano espiaba no solo a enemigos sino a aliados, entre ellos Angela Merkel.
Este enigma, que Ellsberg no pudo responder con certeza –citaba el temor a ir a prisión, lo que efectivamente le ocurrió a Chealse Manning y a Julian Assange que los publicó- parece haber sido resuelto por la realidad.
Sin la épica setentista y con la velocidad y el anonimato de Internet y redes sociales, ha ocurrido una nueva filtración masiva de documentos clasificados del Pentágono, principalmente sobre la guerra de Ucrania.
Estos archivos comenzaron a circular por Twitter, Telegram, 4chan, Discord, y quién sabe cuántas otras plataformas, a fines de febrero, aunque la filtración tomo estado de calamidad para la administración Biden recién en abril. El nivel de confidencialidad es variado, desde algunos menos sensibles hasta los superclasificados que siguen llevando el sello “Top Secret” o “NOFORN” (es decir, que no pueden ser conocidos por funcionarios extranjeros).
Poco se sabe hasta ahora de la fuente de la filtración, por estas horas discretamente buscada por el departamento de Justicia y el Pentágono. De igual modo, los motivos y sobre todo los objetivos – y en última instancia a quién beneficiará- son objeto de especulaciones varias. Al igual que la dimensión del desastre.
Aparentemente se trataría de documentos fotografiados cuyo rastreo en las redes sociales conduce a usuarios de Discord. La lista de sospechosos, que incluye streamers y comunidades de gamers (en particular del popular Minecraft) habla por sí mismo de la desorientación de las agencias de inteligencia e investigación norteamericanas.
Después de negar el hecho, el gobierno de Joe Biden activó el modo control de daños. Aunque el libreto oficial es tratar de bajarle el precio e insistir con la supuesta adulteración de algunos documentos para “beneficiar a Rusia”, lo cierto es que el nivel de preocupación de la cúpula del poder político y militar imperialista, es objetivamente una admisión de que en gran parte se trata de información auténtica sobre las perspectivas de la guerra de Ucrania generada durante fines de febrero y principios de marzo para el Pentágono, la CIA, la Agencia Nacional de Seguridad y otros organismos estatales. Por esto los funcionarios norteamericanos ya hablan de que está en riesgo la seguridad nacional.
Los documentos contienen información sobre la evaluación del mando militar norteamericano sobre la marcha de la guerra en Ucrania, que en gran medida, como sucede muchas veces con la información de inteligencia, confirma lo que ya estaba prácticamente a la vista.
Para decepción de Zelensky, y en contraste con el discurso público guerrerista de que “Ucrania puede ganar”, los documentos expresan la profunda preocupación por la debilidad del ejército ucraniano para enfrentar una nueva ofensiva rusa. Entre otras cosas, se prevé que la capacidad de defensa aéra de Ucrania estará agotada para mayo.
El Kremlin encontró “interesantes” los archivos aunque en los blogs y canales de chats de los grupos más guerreristas y simpatizantes de Putin sospechan que puede tratarse de una “campaña de desinformación” de Estados Unidos.
Quizás uno de los elementos más reveladores es hasta qué punto la inteligencia norteamericana ha infiltrado las altas esferas del poder militar, y quizás también político, de Rusia. Entre los archivos hay información sobre posiciones rusas que permitieron ataques militares exitosos por parte del ejército ucraniano. Además de discusiones sobre planificación militar de los servicios de inteligencia rusos (el temido GRU) con el grupo Wagner.
Los archivos incluyen reportes sobre conversaciones de líderes mundiales, a los que Estados Unidos espió con tecnología satelital, como la negociación entre Rusia con Egipto y Turquía (este último miembro de la OTAN) para la compra de armamento, drones y municiones. E informes de inteligencia tanto sobre enemigos –como Irán y Corea del Norte- como sobre aliados, que van desde Gran Bretaña y Canadá, hasta Corea del Sur e Israel.
En cuanto al carácter de la guerra, la filtración no agrega ninguna novedad. Se trata de una guerra reaccionaria. El bando ucraniano bajo el comando de Zelenski está completamente dirigido por la OTAN, en particular Estados Unidos, que la usa como una “proxy war” para debilitar a Rusia, recomponer su liderazgo y alistar a sus aliados para un eventual enfrentamiento con China. Aunque también han quedado en evidencia los límites que encuentra para esta política. Mientras que Putin busca al menos restaurar su estatus de “gran potencia” al servicio de los oligarcas rusos. La alianza entre Rusia y China, se opone a la hegemonía norteamericana pero para defender un orden imperialista “multipolar”.
Todavía no está claro la dimensión que tiene la filtración, sobre todo, si además de la guerra de Ucrania incluye otros temas como los planes militares con respecto a China, en un momento de máxima tensión por Taiwán. Pero incluso si no siguieran apareciendo nuevos archivos, el daño al poderío norteamericano es la filtración en sí misma que deja expuestas las líneas de falla del estado imperialista.
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