La crisis política tunecina, precipitada por el asesinato de un líder de izquierda de creciente popularidad, provocó la renuncia de tres ministros y dos secretarios de Estado de uno de los partidos laicos que cogobierna junto a la formación islamista Ennahda. Se trata de los ministros de Empleo y Formación Profesional, de Patrimonio y de Asuntos de la Mujer y la Familia, así como dos secretarios de Estado pertenecientes al Partido Congreso por la República (CPR), que junto al Partido Socialdemócrata constituye la coalición oficialista en torno a Ennahda. La renuncia fue elevada al primer ministro, Hamadi Yabali, según informó Samir Ben Amor, uno de los consejeros del presidente de Túnez y líder del CPR, Moncef Marzuki, y fue aceptada durante la madrugada de ayer por Yabali, tras una prolongada reunión.
Ben Amor destacó que con esta dimisión el CPR repudiaba el plan que lanzó la semana pasada el jefe del Ejecutivo de formar un nuevo gobierno tecnocrático y apolítico, que fue rechazado hasta por su propio partido de pertenencia, Ennahda. El partido islamista mayoritario está tratando de organizar, junto con el CPR, un gobierno técnico-político donde buscan incluir otros partidos, agregó Ben Amor. Por su parte, el líder de Ennahda, Rachid Ghannouchi, hizo declaraciones publicadas ayer en la prensa argelina, donde diferencia tajantemente la situación actual de la vigente dos años atrás, cuando se inició la Primavera Arabe.
“Ni (Chukri) Bel Aid es (Muhamad) Buazizi –dijo al diario argelino Al Jabar– ni yo soy (Zinedine) Ben Ali.” La Primavera Arabe se inició justamente en Túnez, cuando hace dos años Muhamad Buazizi se suicidó a lo bonzo y disparó las protestas masivas que culminaron con la caída del presidente Zinedine Ben Ali.
Ghannouchi rechazó toda equiparación entre esa situación y la crisis política desencadenada ahora por el asesinato de Chokri Bel Aid, y consideró absurdo suponer que su partido estuviera detrás del crimen. Bel Aid era un líder izquierdista laico y nacionalista árabe, cuya creciente popularidad se asentaba en la continuidad de las dificultades económicas y su oposición a lo que cada vez más tunecinos ven como la progresiva islamización del país a partir del gobierno de Ennahda. La oposición acusa al partido salafista de estar detrás del atentado.
En una línea similar, el presidente de Túnez, Moncef Marzuki, insistió en celebrar elecciones parlamentarias y presidenciales en el transcurso de este año, según dijo en una entrevista con la televisión árabe Al Jazeera. Marzuki describió un Túnez dividido entre masas islamistas que desean salir de su pobreza y otros grupos sociales más preocupados por la islamización del país, y afirmó que ambas partes tenían que llegar a algún consenso para evitar una guerra política muy dañina.
Por su parte, los once principales partidos de la izquierda tunecina aliados en el Frente Popular afirmaron que rechazarán al gobierno de tecnócratas que prepara Yabali, según declaraciones de Nizar Hamami, miembro de la dirección. También dijo que el gobierno de alianza ha fracasado y subrayó que hundió al país en una crisis política, social y económica, que calificó de total.
“Aún no hay nueva Constitución ni (el gobierno) ha organizado una hoja de ruta para la próxima fase de la transición”, criticó el vocero. El líder izquierdista aseguró que sólo apoyarán la formación de un gabinete de crisis formado por políticos, muy limitado, como única solución de evitar la guerra civil que, a su juicio, aún puede asolar el país.
Durante las marchas del fin de semana a favor del gobierno se pudieron ver banderas negras, símbolo de un islamismo radicalizado que tuvo mucha aceptación en los sectores más afectados por los ajustes fondomonetaristas que en los últimos años llevó adelante Túnez. Pero los oradores trataron de aplacar los crecientes temores sobre una islamización profunda del país.
Leave a Reply