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Sahara Occidental. Un viaje a la memoria de la ocupación

«Si el pueblo algún día aspira a la vida,
inevitablemente sucederá lo que tiene que ocurrir
inevitablemente desaparecerán las noches,
inevitablemente se romperán las cadenas».

La historia del Sahara Occidental se ha mantenido bajo diversos silencios, especialmente aquel que surgió al momento en que Marruecos se anexionó una parte de su territorio hace ya más de treinta años. Sin embargo, no es sino hasta el 2005 que se produce un golpe de timón que transformará a la palabra en su principal actor. La palabra empieza a escucharse; se inicia un nuevo proceso en el que, el pueblo saharaui derriba el muro del silencio. Incorpora elementos que les permitirán configurarse como un solo frente: la comunidad saharaui que resiste, se enfrenta al desafío del fuerte, camina con un semblante único y especial,  su carácter cultural

La palabra, elemento vital en la comunidad saharaui

Los saharauis existen a través de la vitalidad que les otorga la palabra, pero no la palabra como unidad del discurso o de la retórica, sino como símbolo verbal que abre la puerta a la cosmovisión. Un movimiento que lleva al ser y  las diferentes culturas a la interioridad de la propia comunidad saharauis. Para comprender la definición del concepto de la palabra es necesario estar al tanto que su análisis no es una tarea simple. La palabra representa la unidad gramatical de una lengua, donde se toman las formas conciencia de las cosas, pero para aquellos que son ajenos a esa palabra les representa un desconocimiento que impide ver la riqueza del otro. La mayor dificultad al aprender un idioma radica en separar los grupos de sonidos, hallar las unidades a partir de las que se construyen las frases gramaticales. La palabra es de la misma manera, la unidad lógica del pensamiento completo que corresponde al mundo conceptual de la experiencia filtrada a través de los sentidos esta se complementa con el sendero bidireccional en la intercomunicación. La palabra está viva, ella se responde al movimiento y el cambio de la sociedad, tiende a modificar o ampliar sus significados. Cuando crece la necesidad de definir el pensamiento con valores más rígidamente establecidos la palabra se vuelve menos útil.

 “Allí donde la escritura no existe, el hombre depende de su expresión oral, de su palabra.  Ella le vincula y le compromete.  Él es su palabra y su palabra da fe de lo que él es.  La cohesión misma de la sociedad descansa en el valor y el respeto de la palabra.”. 
En sociedades de tradición oral, la palabra lo es todo: es lo que permite explicar a los individuos  de dónde son y quiénes son.  Cada pueblo posee un lenguaje de símbolos propio, pero en los pueblos que dependen de la tradición oral, la palabra es tal vez uno de los símbolos que mayor significado tiene pues está ligada al origen y fin de las cosas, a su creación pero también a su destrucción. Es la que sustenta y da forma al origen de su existencia, la que permite afianzar su identidad la que encara el destino de la comunidad.
En este sentido, la palabra, y por ende el lenguaje, es una de las claves más valiosas para entender una sociedad, para descubrir sus orígenes y su esencia.  Basta con partir de palabras claves o esenciales para cada pueblo en la descripción de su entorno para empezar a entender su cosmovisión.  Los usos de la palabra y su rol nos permiten descubrir cómo pueblos de tradición oral aprehenden y explican su entorno, creando un sentido de la vida. 

Las historias que llegan a través de la memoria oral tienen la función de enseñar y de entretener. La palabra no es solo la portadora de estas historias sino que también puede ser uno de sus personajes o elementos esenciales.  La palabra en el mundo africano esta viva y en el saharaui en particular, es parte de su memoria histórica. Las fronteras coloniales y la posterior crisis con Marruecos y Mauritania han dado como resultado otra separación de este pueblo la cual ha sido superada en gran medida por la memoria histórica y el reconocerse más allá de cualquier frontera. La palabra da permanencia a su cultura, la palabra es.

Tiempo y espacio en la comunidad saharaui

Dentro del conocimiento histórico, toda sociedad está situada en el tiempo y espacio y tiene un vocabulario preciso. El estudio del pueblo saharaui en una época tan determinante en el desarrollo y cambio de sus estructuras sociales, políticas y culturales, nos ha planteado la utilización exacta de términos políticos e históricos, especificando su temporalidad aunque ya no son considerados “correctos” pero en la práctica se mantiene. Los conceptos de espacio, tiempo, clan, frontera, tributo, autonomía, nación o autodeterminación, adquieren nuevas acepciones si los situamos dentro de la sociedad saharaui o la marroquí. Las diferencias semióticas de términos universalmente conocidos varían en función de las sociedades que los utilizan, siendo esta variante un rasgo característico de las mismas.

La concepción del espacio y del tiempo del hombre sahariano es propia del ámbito particular en que se desarrolla su existencia. Según Julio Caro Baroja “El saharaui de la nube” mira al cielo, no a la tierra. Para el saharaui, la intención general de toda narración histórica es la de situarlo en el espacio, cosa que hace casi siempre, procurando realizar RESALTAR su propia unidad social frente a otras. De ahí su interés por remarcar sus diferencias frente a otros grupos tribales o sociales como los marroquíes y los propios mauritanos.

Estos dominios refuerzan el hecho de que no se puede hacer un estudio general del conflicto saharaui, ya que debemos tomar en cuenta los procesos colonizadores por los que ha atravesado la población, así como los cambios que ha sufrido a lo largo del mismo. La presencia española y posteriormente la marroquí ha reforzado muchos los elementos culturales y han fomentado una cultura de resistencia. 

En este tenor no debemos olvidar la relación entre la estructura social y cultural de una forma de organización social específica: el clan; en una coyuntura histórica que parece reorientar su evolución: la lucha de liberación nacional y la reivindicación de una identidad nacional específica.

Si seguimos el concepto de clase de E.P. Thompson, se puede pensar que los grupos sociales (incluidas las formas comunitarias) se conforman mediante un proceso histórico en el que las relaciones de producción se constituyen en cruciales, pero no en únicas, y en donde los sujetos que integran los grupos participan activamente en su formación.

La estructura social saharaui tenía como unidad básica el clan. Si los clanes se forman mediante alianzas entre los grupos familiares amplios, principalmente por parentesco, como opina Víctor Pérez Díaz, podemos pensar que esta alianza no es estática y en el clan se debe considerar esta condición dinámica, que afecta al igual las referencias primigenias míticamente establecidas por los miembros del clan. A partir de ahí, los lazos sociales son amplios y sólidos lo que les permute actuar mas allá de las fronteras impuestas.

Los análisis sobre los modelos de resistencia coinciden en señalar que existe una conexión entre la estructura social y la guerra. Un proceso que puede incidir en la transformación de sus usos y costumbres y hay un elemento que permite la consolidación de una resistencia cultural: la memoria histórica. Hecho en el que la oralidad, elemento crucial de este pueblo, es la fuente fundamental de su historia y su propia identidad.

El paso del silencio a la palabra. La memoria oral.

El Sahara Occidental se convirtió en colonia del Estado español en 1884 tras la Conferencia de Berlín. A partir de este momento la Confederación Saharaui quedó dividida entre la parte francófona y la hispanófona. Esto no impidió a los saharauis conservar muchos de los elementos de su cultura, las relaciones de parentesco y determinadas ascendencias, y por encima de todo, la solidaridad agnática. Más allá de cualquier frontera impuesta estaba el hecho de concebirse como un mismo pueblo.

La colonización española tuvo un carácter distante con la población, no así con la economía, hasta 1958, cuando se declararla provincia del estado español. A partir de este momento España mueve tropas y estamentos administrativos a la zona con el fin de replantear su presencia en el área. La resistencia saharaui se hace presente y en 1973 nace el Frente POLISARIO logrando cohesionar a los saharauis de dentro y fuera del territorio español.

Con el abandono progresivo de la tradicional vida nómada, los lazos y las relaciones tribales comenzaron a disgregarse, aunque la administración colonial mantuvo latente la división tribal mediante el reconocimiento político de los shiuj (jefes de clanes) y notables de las diversas agrupaciones tribales. El Frente POLISARIO rompería con este discurso. Más que tribus se habla de individuos, se reactiva el discurso comunitario, de unidad nacional. Aunque la memoria histórica esta latente y en ese tenor su líder el Uali Mustafa Sayed, mediante referéndum, cierra ese proyecto de unidad nacional cuando su pueblo se define como saharauis.

En tanto las reivindicaciones marroquíes y mauritanas sobre el territorio se hacen presentes en el escenario internacional. España, tras la muerte de Franco en 1975, firma un Tratado con ambos países entregando la administración del territorio. A partir de este momento inicia una nueva guerra y una nueva división, una parte del pueblo saharaui sale rumbo a Tindouf en tanto la otra se queda atrapada en la zona invadida. Poco se sabe de lo que ocurría en las zonas ocupadas hasta que en 2005 se habla de una Intifada y las denuncias sobre violaciones  los derechos humanos se escuchan en todo el mundo. La población comienza a romper el silencio, desea contar su historia. 

Desde los inicios de la ocupación ha habido una oposición conciente, están buscando lo que parecen ser metas incompatibles. La oposición del pueblo saharaui frente a la monarquía alauita, se da en el momento en que este último trató de imponer un nuevo sistema administrativo, mediante el cual se ha impuesto un nuevo orden político donde se ha marcado, de forma clara, la diferencia étnica y social. El discurso tribal se hace presente.

Los saharauis se organizan en un momento clave “[…] cuando todos estamos dispersos y parecemos extraños en nuestra propia tierra, cuando nuestra identidad nacional, tradiciones,  formas de ver el mundo y nuestras garantías como individuos son violados a cada instante; qué hacer para no perder el criterio de coger iniciativas a un nivel político, económico, social  o en nuestra propia vida. A cada momento está presente una cruda sensación de perder la vida, la familia, y los bienes; todo está en constante amenaza; te sientes inseguro¨. ¿Qué hacer? Bajar la cabeza o gritar la verdad hasta que todo el mundo la escuche”. Sus palabras empiezan a ser escuchadas.

La invasión sobre el territorio creó roces dobles que hicieron cambiar en más de una ocasión la política administrativa que se llevaba a cabo. Claro es que ha habido enfrentamientos entre civiles y fuerzas de seguridad. Sorprende que los entrevistados coincidan en señalar que la ocupación tiene un transfondo mayor, es del día a día, es desde el momento en que naces. Ahí se marca la diferencia.

“La infancia es la pavimentación hacia el futuro, un futuro de muchos colores, pero el odio de la ocupación ha hecho una amarga infancia y la caracterizado de un solo color, el color negro”.Entrevista a Hammada, e proyecto de unidad nacional cuando su ppueblo sed define como saharauis.
 
La memoria histórica esta presente, a pesar del muro, hay un discurso integral. Los lazos con su pueblo y su cultura se mantienen y preservan.

El crecimiento del descontento en la población  esta basada en un extenso sentido de la privación relativa o completa de la libertad, y trata de mostrar cómo puede extenderse. En este caso la resistencia pacífica o la supervivencia diaria. Algunos entrevistados señalan que decidieron permanecer en el Sahara cuando se dio la invasión pero que la respuesta represiva de Marruecos no es la respuesta “no importa bajo que bandera este, Marruecos, la RASD o la israelí, solo deseo vivir dignamente…”. A lo largo de mas de 30 años eso no ha ocurrido.

Marruecos reactivó el discurso tribal y una política represiva en varias fases. La respuesta es clara. Los saharauis se presentan señalando su pertenencia a las diferentes facciones saharauis. En muchos casos hacen hincapié en esto en un intento de marcar la diferencia con los pueblos del norte. Este último concepto abre la puerta a la discusión sobre las fronteras coloniales y el espacio geográfico donde se movía la Confederación saharaui antes de la llegada de España.

Los saharauis han hecho frente a una fuerza disgregadora. Las políticas del reino alauita aunadas a la presencia de un Organismo como CORCAS han dado como resultado que los saharauis reaccionen reagrupándose. Utilizando, en cierta forma, el discurso tradicionalista para consolidar su resistencia cultural frente al ocupante.
   
“Las clases subalternas mantienen las estructuras económicas de los grupos sociales preexistentes, conservando, por un cierto tiempo, la mentalidad y la ideología de las mismas, tratando de influir y conseguir sus objetivos a través de la estructura impuesta por el grupo dominante. Todo lo cual influye en los diferentes momentos de descomposición, renovación y nuevas formas de las clases subalternas. El grupo dominante una vez debilitada su estructura tiende a reconfigurar su influencia por medio de la constitución, una alternativa política, con el fin de mantener el control de los grupos subalternos”. Lo expuesto por Antonio Gramsci se ratifica en el momento en que Marrueco crea CORCAS y la administración territorial. De esta manera los saharauis se replantean sus relaciones con el ocupante reestructurando su propia identidad. Los pasos dados por la potencia ocupante se pueden calificar de miméticos de los definidos por Gramsci acerca del grupo dominante. Así como los pasos de los saharauis por retomar su rol protagónico en los asuntos territoriales, sociales y económicos de su única y directa incumbencia.

En este tipo de sociedad, en donde hay un enfrentamiento entre clases o grupos antagónicos se origina un proceso de constitución o consolidación de una identidad propia; es decir, la constitución de su propia conciencia social que les permite actuar como grupo.  Esta identidad social se va a manifestar a través de su cultura, en los comportamientos y en las mentalidades, así como en las relaciones que se establecen entre los grupos subalternos en contra de los dominantes.

La presencia de Marruecos en el Sahara Occidental no supuso una gran influencia en la forma de vida de la sociedad saharaui, ya que la misma continuó muy ligada a su cultura tradicional.

Pensar en crear una nación saharaui implica tomar en cuenta las transformaciones tribales, la descomposición del artesanado tradicional, la transformación de la economía y el contexto geopolítico en el que se desarrolla. Por ello, debemos primero pensar en la  autodeterminación, o bien, considerar la definición de Juan Jacobo Rousseau cuando dice que la nación es la determinación de un grupo de individuos de permanecer juntos y alcanzar objetivos comunes.

Los saharauis se consideran a sí, ciudadanos vinculados por los diversos lazos de solidaridad, unión de esfuerzos, formas mentales colectivas, y por la división de tareas. Por lo tanto, pasar a depender de una identidad territorial de diferente definición política, como un reino, les haría perder y retroceder teóricamente en el tiempo en su identidad individual y grupal. El pueblo saharaui en función de la evolución y desarrollo de su idiosincrasia y particularidad política, económica, social y cultural asume el concepto de ciudadanía como propio saltándose la fase de monarquía e imperio que otras identidades nacionales todavía mantienen.

En la actualidad, el problema esta presente. Los saharauis, más allá de organizaciones políticas, siguen reivindicando su derecho a una nación y a la autodeterminación. Se encuentran en una constante lucha para que su historia sea conocida.
           
En el ámbito regional, los saharauis han sido generadores de un fenómeno de resistencia  contra regímenes como el marroquí que no permite su autodeterminación y autogestión. Nuevas incidencias se han generado como la brutal ocupación marroquí a diez ciudades saharauis. Esta brutal ocupación es poco conocida para la luz pública. Los atropellos contra los derechos humanos de los saharauis no han mermado su condición de lucha y reivindicación.

Existe una identidad saharaui que se complementa con un sentimiento de nación árabe que se ha reflejado en las protestas civiles en defensa de los derechos más elementales como lo son la autorregulación, autodeterminación y fronteras seguras.

Las protestas del 2005 y las del año pasado son una clara respuesta de las condiciones de los saharauis en sus propias tierras. Una lucha que se ha gestado desde hace 35 años y que busca un espacio para que sean escuchadas sus historias. Aquellas que reclaman lo que por derecho les pertenece. El reconocimiento que la lengua, las tradiciones, la cultura y la cosmovisión les otorgan a la comunidad saharaui. El sentimiento de pertenencia a una sociedad que no encuentra identidad con la marroquí. La sociedad saharaui ha hecho suya la idea de pertenecer sólo a su pueblo cuyo sentimiento no se soslaya con armas ni con ocupaciones. Se ha trazado una guerra de ocupación más allá de las arenas del desierto y está destinada a la derrota. No hay guerra que se gane frente a una ocupación. Las vidas perdidas seguirán aconteciendo, pero el espíritu de la determinación de una sociedad encontrará la manera de seguir su auge natural, la manifestación de una cultura que determina una identidad, la saharaui.

Marzo 2011

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