El grito de ¡Hernando! ¡Hernando! rompió los diálogos y alegatos que alrededor de las 8 de la noche del domingo 8 de julio aún sostenían a la salida del Hotel Tequendama decenas de activistas del Polo Democrático Alternativo (PDA). Eran militantes de las distintas campañas que se habían disputado la candidatura a
El grito de reconocimiento a la propuesta liderada por Hernando Gómez Serrano se combinaba con brazos que lo estrechaban o lo abrazaban, y le decían con toda sinceridad: “Continúe. Usted era la mejor propuesta pero tuvimos que votar por Samuel”.
Iguales palabras y gritos de reconocimiento ya se habían vivido en el piso 17 del hotel desde las 6 de la tarde, cuando Hernando llegó a reconocerle el triunfo a su contrincante. Eran decenas de voces que entonaban con energía e inmensa fuerza y cariño: ¡Hernando! ¡Hernando! ¡Dignidad! ¡Dignidad! Eran tantos los gritos y las voces que reconocían la justeza de la propuesta que reivindicó una Bogotá pública y para todos, la defensa de los bienes estratégicos de la ciudad y la concreción de una propuesta abiertamente de izquierda para la capital, que cualquier desprevenido podría pensar que estaban vitoreando al triunfador.
Voto útil
Con un discurso desprevenido, fresco, incluyente, soportado en el conocimiento de la ciudad y un sinnúmero de propuestas para ejecutar de inmediato (ver recuadro), la campaña que lideró Hernando buscó llevar el debate al centro de la problemática que vive la ciudad: el modelo urbano en ejecución desde hace 15 años, que ha facilitado la concentración de la riqueza y la multiplicación de la pobreza, proponiendo su reversión a través de una Estatuyente.
Era un debate sensato pero sin espacio. Por un lado, y contrario a la necesidad de difundir las ideas en juego en el Polo, la ausencia de reglas y obligaciones permitidas desde la dirección del partido en el momento de orientar la contienda permitió que no se realizaran debates públicos entre los candidatos, sin faltar el tradicional argumento de que “yo no asisto a debates públicos”. Por el otro, la preferencia de los medios de comunicación creó la imagen en la ciudadanía de que sólo eran dos y no cuatro los candidatos que tenía el partido para regir los destinos de la ciudad desde 2008 hasta 2011, ocultando sin vergüenza alguna –además de distorsionar la realidad– (ver recuadro) las propuestas que no hacen parte de sus intereses. En estas condiciones, el debate nunca prendió.
El ambiente y las decisiones creaban una malla muy difícil de romper por parte de quienes no tenían recursos económicos ni acceso a los grandes medios de comunicación. Con este contrapeso para algunos, enfrentados desde un principio al argumento “A usted no lo conocen”, la favorabilidad dentro del partido se iba definiendo. El 13 de mayo marcó una de las fechas fundamentales en esta dinámica. En efecto, la decisión tomada ese día por los delegados de la ciudad, precisando que no habría consulta abierta para el Concejo, determinó en gran medida la historia de estas elecciones.
Esa decisión implicó que los concejales (y los ediles en las localidades que habían optado por lo mismo) no harían campaña por
Con este antecedente, el esfuerzo hecho para estructurar su lista al Concejo por la campaña Bogotá pública y para todos volvía a su punto inicial: a pesar de estar estructurada, ahora había que volver a precisar con todos y cada uno de los candidatos su pertenencia a la campaña y su apoyo real a la misma. Igual con los senadores y otras personalidades. No haberlo hecho, demandando y logrando compromisos de parte de cada uno, permitió que algunos de éstos emigraran cuando vieron que sus intereses personales estaban en juego.
Fue una realidad fortalecida por la decisión hecha pública el 14 de junio por Gustavo Petro de apoyar a María Emma Mejía, hecho que, contrariamente a lo deseado por el senador, potenció el temor de muchos militantes del Polo de que ésta, y los intereses que representa, fueran elegidos como los ganadores dentro de la consulta.
La fecha de la consulta se acercaba y las maniobras de los senadores adscritos a la campaña de Samuel Moreno Rojas, favorecidos por la decisión del senador Petro, comenzaban a producir resultados. Entre el 16 y el 22 de junio, cada día se producía una nueva baja en la campaña que encabezaba Hernando Gómez Serrano. Desde ese momento, por la acción de diversos senadores, concejales y otras personalidades, se evidenció que en la elección en marcha se impondría el voto útil, el voto de temor, el voto contra María Emma Mejía.
Y eso fue lo que primó el 8 de julio, con un pobre resultado para el conjunto del partido, que, a pesar de las inmensas cifras de dinero invertidas por las campañas del Sí Bogotá y SamuELalcalde, sólo alcanzó algo más de cien mil votos, un poco más que lo obtenido en octubre pasado (97.000), cuando no se invirtió en propaganda política. De esta manera, los militantes del Polo optaron por el mal menor: Samuel Moreno y no María Emma. Lo hicieron a pesar de que un sector no despreciable de la base de las organizaciones que las conforman tampoco comparte la propuesta que éste presentó en los meses de campaña, en la cual no fue suficientemente claro frente a temas como privatizaciones, modelo de ciudad, transporte público, relaciones con los procesos de transformación que está viviendo el continente, partido por construir y otros más.
No son casuales, por tanto, aunque sí contradictorios, los gritos que en la noche del 8 de julio se escucharon a favor de Hernando en el Hotel Tequendama. Eran y son gritos y reconocimientos sobre la necesidad de un partido de izquierda y de una propuesta de igual talante para la ciudad. Por ahora, se impuso el miedo.
Construyamos una Bogotá pública y para tod@s. Con su voto haremos realidad:
1. Nuevo Modelo de participación y decisión para los habitantes de Bogotá. Para que así sea, a través de una Estatuyente reformaremos el Estatuto Orgánico vigente en la ciudad.
2. Construcción colectiva de un nuevo Plan de Ordenamiento Territorial. Garantizaremos que tod@s l@s ciudadan@s decidan sobre el modelo de ciudad, con sus vías, servicios públicos, zonas comerciales e industriales, y la protección de sus ríos, humedales y su importante zona rural.
3. Conservación, como bienes públicos, de los recursos estratégicos de la ciudad. No habrá más privatizaciones. Las empresas de energía, agua, teléfonos y otras serán fortalecidas para que profundicen su capacidad de atención a los habitantes de la ciudad, con tarifas accesibles a todos y cada uno de ellos.
4. Estrategias incluyentes para reducir la brecha entre los habitantes que viven en el norte y los que viven en el sur de Bogotá.
5. La cultura como eje de vida, identidad y felicidad para tod@s l@s que habitan
6. Creación de bancos públicos distritales para propiciar y fomentar el empleo y la construcción de empresas solidarias.
7. Profundización de los logros obtenidos por la actual administración de la ciudad en educación, salud, defensa de los derechos humanos y seguridad ciudadana.
8. Alianzas inmediatas de hermandad con las ciudades capitales de toda América Latina, para que las fortalezas de cada una de éstas lleguen a las familias de tod@s l@s bogotan@s.
9. Condiciones para que los movimientos sociales y comunales ganen mayor espacio en la ciudad, de suerte que todos ellos encuentren espacio para hacer realidad sus proyectos de vida.
La ciudad es de tod@s. Hagámoslo realidad.
Ética y política, Sub Comandante Marcos
“Según las encuestas electorales, mis enemigos pueden ser mis amigos”
osé Martí dijo alguna vez que el hombre verdadero no mira de qué lado se vive mejor, sino de qué lado está el deber.
Ahora se podría decir que el hombre y la mujer de abajo y a la izquierda no miran de qué lado van las encuestas, sino de qué lado está el deber. Y el deber, para nosotros los zapatistas, es nuestra ética, la ética del guerrero. (sobre el particular), ahora sólo quiero recordar lo siguiente:
La ética del guerrero se podría resumir en los siguientes puntos:
1. Estar siempre en disposición de aprender y hacerlo. Dos son las palabras fundamentales en el andar del guerrero: “no sé” (…) el guerrero se asoma a lo desconocido con la misma capacidad de admiración que se tiene ante algo nuevo. (…) no repartimos juicios y recetas. Escuchamos y miramos para aprender. No para suplantar o dirigir, sino para respetar. El respeto al otro, a la otra, es como nosotros decimos “compañero”, “compañera”.
2. Estar al servicio de una causa materializada.
3. Respetar a los antecesores. La memoria es el alimento vital del guerrero. El agua donde abrevamos es nuestra historia. (…). Donde otros leen y repiten derrotas, para así justificar rendiciones, nosotros leemos enseñanzas. Donde otros ven personajes, líderes y héroes, nosotros vemos pueblos enteros cumpliendo la función de maestros a la distancia, en tiempo, geografía y modo. La historia de abajo no es sino una inmensa memoria colectiva.
4. Existir para el bien de la humanidad, es decir, la justicia. Ojo: no dije “para tomar al poder”, ni “para llegar a un cargo público”, ni para “pasar a la historia”, ni “para desde arriba solucionar lo de abajo”. Digo, en cambio, nombrar y traer acá a esa otra gran ausente en el camino del de abajo: la justicia. (…) algo que se construye como se construye todo lo que nos hace seres humanos, es decir, en colectivo.
5. Para esta batalla que sabemos difícil, e interminable agregaría yo, debemos dotarnos de armas y herramientas que nada tienen qué ver con lo que ahora se encuentra en las páginas de cualquier periódico o en los noticieros televisivos. Armas y herramientas que no son sino las ciencias, las técnicas y las artes. Y de entre todas ellas, la de la palabra.
Lo más importante (y lo más olvidado) es que el guerrero debe cultivar la capacidad de ver hacia delante, prever los subes y bajas del camino, los contratiempos y su solución.
El guerrero debe poner atención y dedicación a las cosas pequeñas y a las grandes, las superficiales y las profundas, y trazar así una especie de mapa tridimensional donde cada parte adquiere un sentido preciso según lo dicta el todo, y el todo sólo adquiere razón y legitimidad en cada una de sus partes.
Así, el guerrero debe buscar el ritmo, es decir, el acompañamiento entre las partes del todo. Y no la velocidad que termina por dejar lo importante por atender lo urgente.
En nuestra ética, entonces, se trata de no pensar indignamente, para no actuar deshonestamente.
No es al hoy, a lo inmediato, a lo efímero, que vemos. Nuestra mirada llega más lejos. Hasta allá, donde se ven a un hombre o a una mujer cualquiera, despertarse con la nueva y tierna angustia de saber que deben decidir sobre su destino, que caminan por el día con la incertidumbre que da la responsabilidad de llenar de contenido la palabra “libertad”.
Hasta allá miramos, hasta el tiempo y el lugar donde alguien le regala a alguien algo. Y es tan lejos que no se alcanza distinguir si es una flor roja o una estrella o un sol lo que de una a otra mano se tiende. Nuestra ética tiene ese destino.
No sólo por eso, pero también por eso, es que sabemos que vamos a ganar.
¿Por qué seguir con Hernando Gómez Serrano?
Según Samuel Moreno Rojas, él ganó la consulta interna del PDA para ser su candidato único a
Es la ‘izquierda’ de la mayoría de senadores, representantes, concejales y ediles del Polo, quienes respaldaron la candidatura de Samuel. ‘Izquierda’ de casi todos los dirigentes sindicales. La ‘pesada histórica’ del Polo; la maquinaria clientelista del partido que de elección en elección sueña con la “victoria final”. Sí, la victoria final para no cambiar nada, como ha sucedido durante estos cuatro años con la administración de Lucho Garzón. ¿Cómo van a cambiar algo si ni siquiera han cambiado su propia vida? ¿Si de sus altos ideales, al decir de Saramago, no queda nada?
Buenaventura de Souza, refiriéndose a esta ‘izquierda’ en el Foro Social Mundial de Caracas de 2006, decía que llegaba el poder en América Latina precisamente cuando estaba viviendo la mayor crisis. Peor crisis aún cuando la dirigencia no quiere verla. El debate ideológico y la producción de pensamiento han dejado de importar. No hay una propuesta de un modelo diferente de ciudad. Es esta misma, la ciudad moderna-capitalista, ligeramente retocada con el maquillaje de ‘lo social’. El eslogan de la “Bogotá sin indiferencia” se quedó en eso, un simpático y atractivo eslogan. No tocó las estructuras productoras y legitimadoras de la ciudad escindida en un minúsculo Norte opulento y egocéntrico, y un gigantesco Sur hundido en la pobreza y la criminalización. El modelo no se discute; no se cuestiona. Se asume, se administra, se maquilla. El eslogan, que exigía un debate a fondo sobre la formación humana y la formación social, sobre la humanización transformadora de lo urbano, sobre ética y educación ciudadana, sobre redistribución de riqueza y de poder, sobre paradigmas urbanos desde las y los excluidos, sobre globalización y ciudad… sencillamente no se ha hecho. El eslogan quedó grande; demasiado grande.
¿Y qué decir del talante patriarcal y autoritario? ¿Cómo podemos aceptar la abominable inequidad de género que se ha empotrado en la cultura política de izquierda? ¿Qué es esa misoginia que lleva a considerar a las mujeres como ‘enemigas’ y ‘desestabilizadoras? ¿Y esa homofobia que impide tomar en serio al Polo de Rosa?
Dice Saramago que ser de izquierda es “un estado del espíritu”. No es una cartilla. Es una espiritualidad. Es decir, una actitud vital, talante de lucha, de rebeldía, de estudio, de sospecha creativa, de convicción interpelante, en continuo movimiento, en permanente cambio, que sostiene aunque te derroten, que insiste aunque te desprecien.
La espiritualidad puede secarse y morir. Entonces comenzamos a ser personas y organizaciones superficiales, mezquinas, caprichosas. Las ‘obras’ dominan al ‘espíritu’, las instituciones a los seres humanos, las leyes a las libertades. Dentro del cada vez más laxo espectro ideológico del Polo, es indispensable sostener el espíritu de izquierda. Más que una ‘fuerza’, un ‘espíritu’ que dinamice la controversia, que incentive la pregunta, que ahonde la crítica, que aprecie el disenso, que construya horizontalidad, que promueva sinergias, que innove propuestas. Frente a los grandes desafíos de la reconstrucción de la democracia y la reconstrucción del Estado, tal espíritu nos convoca a reactivar con mayor imaginación el debate de las ideas políticas y asimismo afirmar con nuevo entusiasmo el compromiso ético-educativo junto a las comunidades y organizaciones con las que trabajamos.
Los partidos de izquierda alimentarán el espíritu de izquierda si asumen inteligentemente los desafíos e interpelaciones que vienen del rico dinamismo de los movimientos y las luchas sociales. Sin este aprendizaje vital, los partidos dejarán de interesarse por la gente y ésta dejará de interesarse por la política. Señal contundente de este raquitismo democrático lo constituye la gigantesca apatía electoral en la consulta interna del domingo 8.
Hernando Gómez Serrano ha venido constituyéndose en un símbolo aglutinador y agitador del espíritu de izquierda dentro del Polo. Somos 4.782 ‘focos’ en Bogotá, juntas y juntos (esto de “juntas y juntos” tenemos que trabajarlo mucho más), sosteniendo una luz sin la cual la oscuridad sería aún más intensa.
Para que esa luz, con otras que las hay, no deje de brillar, sigamos en pie de testimonio –en pie de esperanza–, insistiendo –como sabemos hacerlo– con alegría, sabiduría y tenacidad.
Fernando Torres M.
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