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Costa Rica en referendo. TLC:


Motivos para el No


 


Además de las consecuencias en la producción agrícola y el medio ambiente, este posible TLC, a pesar de que se promueve como un tratado meramente comercial, traería amplias repercusiones en el sistema jurídico (tribunales internacionales, propiedad intelectual, UPOV) y en la organización institucional del Estado.


 


En lugar de ser una herramienta que promueva el desarrollo social, su aplicación atentaría de manera directa contra las instituciones que han hecho posible que Costa Rica sea un país diferente de los de la región, exponiéndolas en desventaja a la competencia. El Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) y el Instituto Nacional de Seguros (INS), por ejemplo, fueron fundados siguiendo un principio de solidaridad por medio de la subvención de ciertos servicios básicos, y por tanto son animados por la democratización progresiva de los mismos. Tal principio no es compatible con los intereses privados y corporativos de las empresas que compartirían el mercado una vez realizada la apertura en materia de producción de energía, telecomunicaciones y seguros.


 


Aun peores son sus efectos si se toma en cuenta que el TLC pone a disposición de las empresas multinacionales toda la infraestructura estatal. Hablamos de instituciones que, a pesar de que la generación de utilidades no es su razón de ser, son ejemplo en Latinoamérica en calidad de servicio y cobertura. En el caso del ICE y las telecomunicaciones, éste ha hecho posible que Costa Rica sea el segundo país en América Latina con mayor densidad telefónica, apenas superado por Chile. Colombia, por ejemplo, se encuentra en el puesto 8. Costa Rica cuenta también con las tarifas más bajas de Centroamérica en telefonía fija US$ 4, la tarifa básica celular US$ 7, con una tarifa de US$ 0,062 el minuto. Además, Costa Rica ocupa el tercer lugar en el mundo en consumo de celular por persona debido a los bajos precios ¿Por qué arriesgar entonces una institución estatal que demuestra tal eficacia?


 


Entre ventas y contracciones


 


Los argumentos en contra del TLC se confirman además entre las organizaciones sociales que observan sus efectos, una vez ratificado por sus vecinos centroamericanos. Según Juan Manuel Villasuso, economista y catedrático, el ritmo de las ventas de los cuatro países de la región a la economía norteamericana, lejos de aumentar, se contrajo, pasando de un 5,5 por ciento anual en 2003-2005 a menos del 2 en 2005-2006, negando las expectativas de quienes respaldan este Tratado. En cuanto a las importaciones, las cifras indican que éstas se elevaron de manera significativa en los cuatro países donde está vigente el TLC. La tasa de variación de la entrada de productos provenientes de Estados Unidos se incrementó del 7 por ciento anual (2003-2005) a casi un 19 en 2005-2006.


 


Comités patrióticos contra el TLC


 


Ante la confirmación de que la ruta trazada no es la adecuada, y como continuidad de las movilizaciones sociales del 2000 contra la privatización del ICE, la iniciativa popular impulsa y concreta el referendo. A partir de su aceptación por el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), en los últimos meses más de un centenar de organizaciones barriales, denominadas Comités Patrióticos contra el TLC, se han organizado de manera espontánea para promover un proyecto de país más incluyente y democrático. Su objetivo es defender el modelo solidario que se ha visto amenazado desde principios de los 80 con los Programas de Ajuste Estructural, entre otras medidas ejecutadas por recientes gobiernos. Por otro lado, el reto es demostrar y convencer a una población cansada de truncadas promesas electorales de que el referendo no es una elección partidaria sino una expresión participativa en la que se elegirá el modelo de desarrollo que guiará al país. Se discute por ello, además, la necesidad de supervisar las mesas de votación, el financiamiento de las campañas publicitarias y el comportamiento del TSE y de los partidos políticos.


 


Los Comités Patrióticos son una muestra de democracia participativa en constante experimentación y un éxito de la actividad autogestionaria; en la práctica son espacios deliberativos de intercambio comunitario sobre los problemas del país y de las localidades, y su potencialidad va más allá del referendo. Una evidencia que así lo confirma es que el movimiento contra el TLC es el responsable de la cuantificación y cualificación del debate sobre el Tratado y la necesidad del No, innovando argumentos, creando foros y debates, organizando visitas a comunidades, mientras el trabajo de la campaña del Sí (o del Yes), que cuenta con espacios de televisión y páginas de periódicos, ha subestimado a los costarricenses y se basa en promover el miedo entre la población, desenterrando en forma innecesaria adjetivos de la guerra fría.


 


Por el momento, las encuestas realizadas dan cuenta de que los millones de dólares invertidos en la campaña del Sí no han sido suficientes para difundir y consolidar una opinión favorable acerca del TLC. Lejos de eso, el No al TLC aumenta y demuestra que se alimenta de luchas que simplemente esperaban su oportunidad.



 


Recuadro


Un Presidente a la medida


 


El impulso y defensa del TLC con Estados Unidos demandaba un presidente fuerte. Óscar Arias fue el personaje que encontraron los gremios económicos. Presidente de Costa Rica dos décadas atrás, Premio Nobel de Paz y hombre de prestigio entre importantes segmentos de la opinión internacional, parecía ideal para los objetivos trazados.


 


Pero su candidatura traía un escollo por superar: la reelección en Costa Rica no estaba vigente desde 1969. Sin embargo, el poder encontró la vía para revivirla: en 2003 elevaron una consulta a los magistrados de la Sala Constitucional. Contra toda expectativa y obviando todo procedimiento popular, dieron nuevo aire a la reelección.


 


Los efectos de esta decisión no se dejaron esperar. La desconfianza sobre los políticos, los partidos y los poderes del Estado, se difundió con gran energía. Suceso que no es de poca monta, pues Costa Rica se caracterizó por décadas por contar con una democracia centenaria y ejemplar. Desconfianza intensificada a partir de los sucesos que llevaron al ex presidente Rafael Ángel Calderón (1990-1994) a su detención, acusado por tráfico de influencias, corrupción y enriquecimiento ilícito. Al igual que al ex presidente y por un mes Secretario General de la OEA en 2004, Miguel Ángel Rodríguez (1998-2002), por cobrar comisiones durante su mandato a la transnacional Alcatel. Ambos casos develados en 2004 y que comprometen a figuras del Partido Unidad Social Cristiana (PUSC), lo colocan en un punto crítico, favoreciendo ‘coincidentemente’ la candidatura de Óscar Arias Sánchez, del Partido de Liberación Nacional (PLN).


 


Pese a la favorabilidad del establecimiento, la elección no fue fácil para Arias. Debió someterse a segunda vuelta, pero además debió aguardar el reconteo de papeletas que se tomó un mes más, para al final ganar con el 40,92 por ciento de los votos, contra el 39,80 obtenido por Ottón Solís, del Partido Acción Ciudadana (PAC), es decir, un triunfo con escasos 18 mil votos de diferencia.


 


La derrota electoral del PAC aplazó la ilusión de amplios sectores de la sociedad civil que anhelan el triunfo de una opción renovadora y emergente en el escenario político hegemonizado por el PLN y la PUSC.

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