Ayer, leyendo la prensa me enteré, que la revolución había fracasado. Que Marx, era un actor de cine, y que la lucha de clases no tenía validez. Insistían los discursos de las grandes prensas que los pobres eran un cuento pasado de moda, y que asistíamos al bienestar de todos.
Ayer, solamente ayer, supe que todo estaba perfecto: La historia llegaba a su fin, la ley del equilibrio se imponía en el planeta y el mundo marchaba a la maravilla del mercado.
Me dijeron ayer: Cuán equivocados estábamos, que perdimos nuestros tiempos por otros. Lo que veíamos y decíamos del mundo eran puras dislocaciones ópticas; que nuestros lenguaje, ¡vaya! Apología al panfleto.
Ayer supe, por un notable escritor, que la pobreza es una invención de sociólogos y revolucionarios, y que ser pobres es una opción individual, porque en el mercado todos podemos acceder a la riqueza. O si no, miren a Soros y Gates.
Además escriben que el mundo va por buen camino, la economía crece, y los ricos son más ricos ¿Les parece poco? “Es decir, si los ricos, son más ricos, el mundo marcha”.
Fácil esa lógica. Esto dicen:
–Asesinatos en Colombia… ¡Qué va!… En este país no ha pasado nada. Que la literatura de denuncia es puro realismo mágico, sueños, invenciones de la oposición, resentimientos de izquierdistas.
Todo eso, estuve a punto de aceptarlo, si no hubiese sido por un amigo, un convencido del bien del capitalismo. Cuando este, preguntó: ¿Por qué tan caro? Le dijeron: “¿señor en qué país vive?” “¿No sabe usted que la gasolina aumentó y la carestía también ha llegado a la cerveza?”
En ese preciso momento sospeché, que el mundo de miel sin ideología; el equilibrio del mercado al fin de la historia, era otra ideología más; engrasada en los talleres de las grandes transnacionales para pescar incautos en un momento de augurios apocalípticos.
Entonces, decidí reconciliarme con mi pasado, y desde ese momento, opté por no olvidarlo, y lo cargo conmigo, como talismán, cuando pienso en el futuro.
* La palabra poética de Alfonso Román Cera tiene el acento de la costa caribe colombiana, con su irrefrenable alegría, su forma de sentir profunda y una indómita bravura de siglos. Los cantos a la amistad y al amor siguen siendo las alas que precisamos para remontar abismos
Leave a Reply