La palabra justicia es muy profunda. No sólo está en los estrados judiciales –cuando tenemos querellas– sino que debe permanecer en la vida misma, en las relaciones que tengamos con nuestros amigos, en nuestras casas, con nuestros semejantes y no semejantes, con todo el género humano, con la naturaleza, con la vida.
Según la creencia judeocristiana, nuestra promesa, lo que nos tiene apalabrado, el gran espíritu del Padre-Madre de la creación, destruirá al que destruye la naturaleza y la vida (Ap.11.13) y transformará nuestros corazones (Ez.36/26).
La riqueza y las relaciones injustas
La palabra justicia tiene mucho que ver con nuestra forma de ser, de trabajar. Si somos codiciosos y queremos abarcar todos los días más, apoderarnos de lo que no nos pertenece, engañar con nuestro trabajo, con nuestros productos, explotar a nuestros semejantes (no pagándoles lo justo), y, lo peor de todo, justificar estas actitudes como una bendición de Dios, es claro que estamos rompiendo las bases de la justicia.
Cometemos injusticia al ver a la otra persona como objeto de negocios, proveedor de utilidades. Pero también cuando desatamos la avidez de tener más, de consumir y consumir, de ser ricos a costa de lo que sea, pasando por encima de los demás, sin determinar el daño que podamos ocasionarles. El signo de la injusticia reposa en el núcleo que sustenta la sociedad de consumo, que es una fábrica de pobreza y miseria, la misma que está acabando con el ser humano y con la vida.
Hacia la búsqueda de la dignidad
La palabra justicia debe ir unida a la reconstrucción del hombre. A la construcción de una nueva comunidad, de una nueva sociedad. Una donde el hombre y la mujer sean respetados por ser imagen y semejanza del Creador del universo. Una sociedad en la cual edificaremos nuestras casas para habitarlas dignamente. Donde en nuestra hermosa tierra cultivaremos y nos dará su fruto esperado. Donde disfrutaremos del trabajo porque nos permitirá vivir con dignidad y sobriedad. Donde tendremos menos pero seremos más.
La palabra justicia viene unida con amor, perdón, compasión, sinceridad, con la remisión de nuestras deudas. La justicia será parte de nuestra liberación.
¡A luchar por la justicia!
La justicia tiene que ser el pilar de la nueva sociedad. De las nuevas relaciones que tengamos. Del amor solidario que soñamos y que realizaremos. Entonces seremos bienaventurados si luchamos por la justicia, y haremos justicia porque de nosotros será el gobierno de Dios-Padre de la vida, aquí en nuestra tierra.
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