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Una aproximación al maestro. Fernando González

Controvertido siempre; capaz de ver la magnificencia de Dios en “esas pelusas del cuello de las muchachas”; reflexionó, cuestionándose a sí mismo acerca de su estilo de “vivir a la enemiga”:


 


“Y así como me odio a mí mismo, odio a la Colombia actual; y así como amo al santo que podría ser, amo a la Colombia que sueño. En consecuencia, mi lema será: “Padezco pero medito” (El remordimiento).


 


La mejor forma de conocer su pensamiento es recorrer su obra. Una buena aproximación a ella es el documento “Fernando González visto por sí mismo”, del cual hay una edición de la Universidad Pontificia Bolivariana; otro libro de referencia es Fernando González, filósofo de la autenticidad, de Javier Henao Hidrón.


 


Complejo de bastardía


 


Dice que es el único que ha escrito en Colombia acerca de este tema. En el libro Los negroides, desarrolla el concepto. Los colombianos tienen un complejo de inferioridad porque se consideran hijos del pecado, del cruce violento, extramatrimonial, no bendecido por la fe, entre los europeos y las indígenas. No son raza pura. Así actúan y ponen sus ojos en lo extranjero, a lo que quiere semejarse e imitar; carecen de autenticidad, son una careta sin contenido, es la vanidad (de lo vano). Por eso, en la vida corriente, un producto es más apreciado si es ‘americano’ o importado. No hay nación. “¡Por Dios, Padre, que esto que llaman Colombia sí está en los mapas y dizque es república unitaria, capital Bogotá, y ha publicado leyes, pero no es cosa viva: no es un pueblo; realmente no es un organismo vivo…!”.


 


Al comienzo del libro deja explícito su pensamiento: “Esos animales que habitan la Gran Colombia, parecidos al hombre…”.


 


La teoría del gran mulato


 


Es la expresión del futuro, de lo que vendrá. El pueblo suramericano será grande cuando obre por sí mismo, cuando tome conciencia de sus valores, cuando recoja lo mejor de la mezcla de razas. Cuando no se avergüence de su madre, de lo que es. Es el más profundo patriotismo que supera la ironía del complejo de bastardía.


 


A mi manera de ver, un mulato es algo sí como una mula que no llega a serlo, como un conato de incendio, de ese fuego latente que romperá las cadenas que lo atan a la inferioridad. Todo este despertar latinoamericano puede ser el nacimiento del Gran Mulato si las traiciones regionales, los intereses mezquinos, las presiones coloniales o los desenfoques, no lo impiden. ¡Gloria al Gran Mulato! Criollos impuros identificados con su pueblo. ¿No escuchan el batir de tambores ni ven los tenues rayos de luz de la mañana, no huelen la fragancia de la justicia ni sienten en la piel la voz popular que se levanta con decisión?


 


El problema del ser


 


Deslumbra encontrar en Fernando González como pensador solitario, teorías milenarias y modernas acerca de la forma como el individuo interpreta la realidad.


 


Es posible hallar en él pensamientos como los expuestos por Edgar Morin en Los siete saberes. Sólo se puede ver la realidad a través de uno mismo; esto vicia la interpretación del mundo porque depende de los intereses y la condición de la persona.


 


También se hallan semejanzas o influencias de la filosofía hindú en lo que respecta a las presencias, la identidad vital con los animales, la búsqueda interior. Fue lector de Nietzsche. “Todos seremos señores, dioses”.


 


Si se acepta que el verdadero fin de la filosofía es encontrarse a sí mismo y se extiende el concepto a todas las personas, llegamos al pluralismo, la tolerancia, el compartir. Un seguimiento de estas reflexiones nos conduce a ver que en Fernando González se encuentran la filosofía, la política y el amor.


 


Téngase presente que se está hablando de una persona nacida en el siglo XIX. Su pensamiento va dirigido a la juventud y sigue vigente. El país tiene una deuda de valoración ante el maestro. Léanlo.

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