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¡Hay hambre!. Colombia

Esta
pobreza no es una simple palabra. Está reflejada en falta de trabajo, ingresos insuficientes para
que en los hogares no falte lo básico, deserción escolar, déficit de vivienda, desatención en salud,
discriminación, hambre. En la presente edición presentamos divesos artículos que así lo indican y
ejemplifican.

Entre resignación y rabia

Realidad sobrellevada
con paciencia, siempre, por miles de familias. Pero también con rabia y resistencia por multitud de
hogares. En unas y otras está latente el deseo de que la vida sea mejor, de que por fin los adultos
y los infantes, pero también jóvenes, puedan gozar de la vida.

Para que el deseo se haga
carne, decenas de habitantes de Popayán, radicados en varios asentamientos de los “sin techo”, han
decidido emprender una marcha para hacer patente esta situación ante los ojos del país pero asimismo
para sembrar la semilla que permita el surgimiento de una coordinación nacional de asentamientos, de
gentes sin techo, a la par que una plataforma de lucha y una red de pobladores que la
lidere.

La iniciativa no es poca cosa. Es el resurgir de los movimientos de pobladores
urbanos en Colombia, los cuales fueron vitales en los años 70 y 80 del siglo pasado, alrededor de lo
que se conoció como “movimientos cívicos”, venidos a menos por la acción criminal del Estado pero
también por la Constitución de 1991, que enterró en el localismo las luchas sociales.

La
marcha, que arranca el 28 de agosto, terminará en Bogotá el 12 de septiembre para incorporarse al
Encuentro Nacional de Organizaciones Sociales y Populares que sesionará durante los días 13 y 14,
como un espacio para repensar las luchas brindadas en los últimos tiempos, así como los errores y
aciertos que las han caracterizado, tratando de dilucidar el porqué de la dispersión de las
múltiples agendas sociales que tienen asiento en el país, tanto como la debilidad de las distintas
formas de dirección. Será crucial la precisión de ejes temáticos que permitan la articulación de las
variadas agendas sociales.

Marcha y Encuentro se han sintonizado. Ahora son una especie de
marcha-encuentro que tiende manos y pies para recorrer palmo a palmo el país, pero también para
brindarse abrazos y procurarse calor entre quienes anhelan y se esfuerzan por que la pobreza, el
hambre, la indignidad, el desempleo, la exclusión y la negación sean por fin cosas del
pasado.

“Venga esa mano, país”, para que recorramos y reconstruyamos, paso a paso, como un
solo cuerpo, nuestros territorios y nuestras vidas.
Colombia


El hambre de cada día

Cifras fehacientes precisan la difícil
realidad que vive un sinnúmero de colombianos a causa del hambre. Las políticas gubernamentales para
remediarlo son ineficaces. La guerra no reconocida por el actual gobierno, con el multiplicado
desplazamiento de campesinos y la implementación en sus terruños abandonados –bajo presión– de
monocultivos para la exportación, agrava el presente de miles de familias. El futuro es
incierto.

Una realidad dolorosa y escandalosa se presenta en el país: entre 1998 y 2002
murieron de hambre cerca de 40.000 personas. Así lo revelan cifras que hacen alusión al crecimiento
del hambre en Colombia. Se habla de un aumento por encima del promedio del mundo en desarrollo y,
mirando hacia otras latitudes, mayor que el sufrido por el África Subsahariana, a la cual supera por
más de tres veces y media (ver gráfico Nº 1). Las políticas para subsanar esta realidad son
débiles, cuando no inexistentes, situación agravada por el ocultamiento que del problema hacen los
grandes medios de comunicación.

Gráfico Nº1. Ritmo de crecimiento de hambre en Colombia
vs. países envías de desarrollo (PVD) y África Subsahariana, años
1996-2002(1996=100).

Incremento del número de
hambrientos en Colombia vs. PVD, en el lperiódo 1996-2002 (millones de
personas)

Falta de cobertura y continuidad son
las principales causas de la ineficiencia de tales políticas, que, además, se alejan de garantizar
el suministro de los apoyos nutricionales a todas las poblaciones (indígenas y afros con alta
vulnerabilidad, desplazados, personas en indigencia, etcétera), lo que propicia la constante
violación del derecho alimentario de sus pobladores(as).

Por cifras absolutas se descubre
que, entre 1996 y 2002, el incremento de hambrientos en Colombia promedió los 114.000 nuevos
casos-año, en un porcentaje de variación cinco veces superior al ocurrido en el mundo en desarrollo,
números que también nos dicen que Colombia es el séptimo país, entre 24 latinoamericanos, observados
por la FAO, con mayor crecimiento en la cantidad de hambrientos (ver gráfico 2).

En la
Encuesta nacional de la situación nutricional en Colombia, 2005 (Ensin), se muestra que al menos el
41 por ciento de los hogares colombianos se encuentra en estado de inseguridad alimentaria, con un
aumento del 58,3 en las zonas rurales.

La gravedad de la crisis alimentaria es mayor desde
el punto de vista de los menores. Si se toma como indicador del hambre en Colombia la desnutrición
de niños y niñas menores de 5 años, el 20 por ciento padece de hambre y el 12 por ciento de
desnutrición crónica (baja estatura para la edad), 7 de desnutrición global (déficit de peso
para la edad) y 1,3 con desnutrición aguda (bajo peso para la talla). Las cifras son aún más
escandalosas en las zonas rurales, donde la desnutrición crónica, por ejemplo, casi duplica a la
urbana (17,1% vs. 9,5%). En las mismas cifras, el Obsan da cuenta del comportamiento en el tiempo de
la desnutrición crónica en menores de 5 años (2000 y 2005), la inseguridad alimentaria, el
porcentaje de niños y niñas con el esquema completo de vacunación, y la prevalencia de la Enfermedad
Diarreica Aguda (EDA) y la Infección Respiratoria Aguda (IRA), patologías estas últimas muy
asociadas a la desnutrición.

Gráfico Nº2. Tendencia del hambre en América Latina
(porcentaje de variación 1996-2002)

Entre las personas adultas, la
situación no es menos preocupante, pues las estadísticas también muestran que al menos el 46 por
ciento de los connacionales con edades entre 18 y 64 años padecen alguno de estos problemas
(sobrepeso: 32,3%; obesidad: 13,7%). En el caso de los menores de 5 años, los(as) niños(as) entre 6
y 10 años, y los(as) niños(as) o jóvenes entre 11 y 18 años, presentan sobrepeso así: 3,1 por
ciento, 4,3 por ciento y 10,3 por ciento, respectivamente.

Se trata de una realidad alarmante
pero que continúa. Basta con percatarse de los resultados que en materia de muertes ha dejado la
hambruna en los últimos años. Entre 1998 y 2002, la probabilidad de pérdida de vida por desnutrición
en los niños(as) fue de 252/100.000 nacidos vivos, a la vez que ascendía a 7.500 en algunos
municipios del país. Si se considera al hambre como la causa básica de muerte en ese lapso,
ocurrieron 6,5 defunciones/100.000 habitantes.

Distribución regional de
la desnutrición crónica – menores de cinco años en Colombia. Año 2005 (en
porcentaje).

Otro hecho que agrava la situación es la
amenaza a la despensa nacional, multiplicada por el desplazamiento del campo a las urbes. Es así
como varias de las otrora zonas productoras de alimentos tienen ahora que comprar los suyos en otras
regiones del país [ver recuadro], panorama que obliga a miles a pasar por un plato de comida a los
comedores comunitarios. A no pocos, a rebuscar entre la basura; a otros, a mendigar. En un país con
todos los climas, con agua que fluye por todos sus costados y tierra abundante, ni una persona
debiera sufrir por falta de alimento.

Fuente: Informe “El derecho a la alimentación
en Colombia: Situación, contextos y vacíos”. Campaña nacional por el derecho a la
alimentación.

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