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Masacre de las bananeras: Ochenta años de violencia e impunidad

Masacre de las bananeras: Ochenta años de violencia e impunidad

 

¿Qué es esto? El interrogante lo expresaban el pasado 10 de diciembre, una y otra vez, peatones que cruzaban por la Plaza Botero, ubicada entre la Calle 52 y la Carrera 52, en Medellín.

No era para menos. Con ocasión de la conmemoración del Día Internacional de los Derechos Humanos, una parte del paisaje urbano de su ciudad había cambiado. En medio de las esculturas, contrastando con su inmenso volumen y su color oscuro, se levantaba un blanco cementerio.

Al acercarse a la representación de las tumbas, el frío llegaba al cuerpo. Frío de muerte e impunidad. El caminante desprevenido, acostumbrado a las obras del famoso artista, se encontraba sin esperarlo con un disimulado hilo de sangre que corría por el cemento. Sangre que, gota a gota, caía sobre cabezas que representaban a los miles de asesinados anónimos, hombres y mujeres del pueblo, sepultados donde nadie sabe, llenando son sus restos infinidad de fosas comunes sembradas por toda Colombia.

¿Qué es esto? En las tumbas se leían apartes del texto de Gabriel García Márquez sobre aquella masacre, la que nunca ha parado en nuestro país. Al fondo, el equipo de sonido permitía escuchar la voz de Jorge Eliécer Gaitán, que con su voz grave acusaba al establecimiento colombiano por los sucesos donde fueron asesinados, según el Embajador de los Estados Unidos de la época, no menos de 1.000 obreros del banano. De aquel debate en el Congreso Nacional quedaría para la memoria una lapidaria expresión: “Dolorosamente, sabemos que en este país el Gobierno tiene la metralla homicida para los hijos de la patria y la temblorosa rodilla en tierra ante el oro yanqui”.

El 10 de diciembre el aire soplaba con rabia en esta parte de Medellín. Los curiosos, llevados por el interés o el dolor, con ojos incrédulos escrutaban las siluetas que sobre el suelo representaban a esos y otros muertos. En torno al cementerio, un conjunto de racimos de banano, blanco, brinda el contexto del territorio y el oficio de quienes fueron masacrados.

¿Qué es esto? Durante ocho horas, paso a paso, gota a gota, los peatones y la escenografía recordaron y supieron que en 1928 la violencia oficial marcó y manchó con sangre patria la historia nacional. Sangre derramada impunemente, por la cual ha debido responder Miguel Abadía Méndez, presidente de la época, muerte plácidamente, sin investigación ni inculpación alguna.

Asimismo, de manera impune, otros muchos presidentes que le sucedieron mueren protegidos por el poder, sin responsabilidad por la guerra que prosigue en el país ni por la infinidad de asesinados que mantienen en luto sus familias.

¿Qué es esto? Grito de denuncia y de esperanza. Deseo de paz y de justicia. ¿Cuándo se romperá la impunidad en Colombia? 

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