Luis Evelis Andrade, presidente de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC), con la parsimonia que dan las experiencias de la vida, mira el recorrido de esta gesta indígena sin precedentes, que se erige hoy como opción real para la articulación de los distintos sectores organizados del país. Habla sobre la participación de la ONIC en esta iniciativa, los pueblos que participaron y la importancia de la unidad de todos los sectores sociales del país.
Una Minga que se plantea hoy como propuesta concreta de gobernabilidad propia. Prospectiva programática de exigibilidad que encarna las expectativas de la gran mayoría de la sociedad colombiana. Luis Evelis advierte sobre las dificultades que se han presentado desde esta gesta y la participación de los pueblos indígenas asociados a la ONIC.
Julián Carreño: ¿Qué expectativas tenían con la Minga y qué se logró en concreto?
Luis Evelis Andrade: Primero, teníamos como expectativa generar un proceso de afianzamiento de la unidad de los pueblos indígenas. Creo que en parte eso se logró. Segundo, queríamos generar un proceso de relacionamiento y diálogo con muchos otros sectores sociales del país. Incitar a todos estos sectores a que nos pronunciemos en temas fundamentales que afectan a los indígenas, así como a toda la población colombiana, por lo menos a una gran mayoría, como son los derechos humanos, el tema del territorio, la necesidad de una reforma agraria, la revisión de los tratados comerciales, en cuanto también son decisiones que afectarán la soberanía nacional y asimismo a muchos otros sectores en materia de salud, educación, y en el campo laboral a los sindicalistas.
Creemos, de alguna manera, que se logró poner en escena y dar a conocer con mayor claridad la realidad que viven los pueblos indígenas: su territorio, el genocidio, la exclusión, la falta de atención por parte del Estado, además de la grave situación humanitaria que atraviesa por efectos del conflicto armado.
Se logró dejar sentadas las bases para toda una estrategia de unidad del movimiento social y construir una agenda hacia el futuro. Sin embargo, tenemos que reconocer que hubo muchas dificultades en relación al Estado, a pesar de que en alguna de las reuniones los Ministros de comprometieron con las exigencias peticionarias, entre otras invitar al relator de las Naciones Unidas para los derechos fundamentales de los indígenas.
Pero quedó clara la falta de voluntad política por parte del Gobierno para resolver problemas concretos que ya están totalmente documentados, como el tema del territorio, la no asunción de la Declaración de los Derechos Humanos para los pueblos indígenas en el marco de las Naciones Unidas. El gobierno colombiano continúa negándose a esta responsabilidad y también a asumirla bajo reserva. Como pueblos indígenas, no podemos aceptar reserva alguna porque estos derechos son esenciales para la vida de nuestros pueblos, y para nuestro futuro y nuestra supervivencia.
JC: ¿De los pueblos asociados a la ONIC, cuántos participaron, y en qué actividades en concreto se comprometieron?
LE: Alrededor de unos 50 pueblos de todo el país. Más de 16 organizaciones indígenas del orden regional y local estuvieron presentes en la Minga, marchando y reivindicando, poniendo sobre el tapete diferentes acuerdos que el Estado ha incumplido, a través de los distintos gobiernos, con los pueblos indígenas. Y hay que resaltar que todos estos acuerdos incumplidos son resultado de negociaciones que se han dado, lo que nos permite reiterar que lo que hay aquí es falta de voluntad política por parte del Estado colombiano para resolver problemas.
Las organizaciones quedan motivadas para seguir trabajando con las bases, ante la necesidad de fortalecer la unidad y la capacidad de exigibilidad, pero también la de fortalecer la movilización en el futuro.
JC: ¿Hubo pueblos que no participaron?
LE: Sí. Aquí hay que entender dos cosas. Primero, hay pueblos indígenas que no están asociados a la ONIC, y respetamos sus decisiones, su dinámica. Quizás ellos no ven en este momento la necesidad de movilizarse, de unificarse con otros sectores, a pesar de que padecen la misma problemática. Pero, por otro lado, hay que entender una situación que es real: no todos viven en regiones que les permitan salir a los poblados, como es el caso de la Amazonia y la Orinoquia; otros no tienen condiciones económicas para hacerlo. Y algunos viven el temor de que venir a estas movilizaciones implica su eliminación.
Son elementos que hay que tener en cuenta. Sin embargo, desde la ONIC, lamentamos que algunas organizaciones no se hayan pronunciado, cuando saben que esta es una realidad que nos afecta a todos.
JC: ¿Cuál es su percepción sobre el efecto de la Minga en el historial de los movimientos sociales colombianos?
LE: Creo que esta Minga está convocando a la unidad, así como en la vida cotidiana nos unimos para ayudar a algún compañero a construir una casa o recoger una cosecha, para luego disfrutar en fiesta. Estamos convocando a todo el pueblo colombiano a que pongamos sobre la mesa nuestros intereses y preocupaciones, y entre todos construyamos un país distinto, en justicia, paz y dignidad. Para ello es necesario revisar el actuar de nuestros movimientos sociales, para que no se dividan por intereses políticos o económicos. Yo digo que se debe tener mucha claridad respecto a un asunto muy importante: ¿hacia dónde vamos?, para no dejarnos confundir por distintas personas, grupos o cuestiones ideológicas, que a veces, en vez de construir la unidad, lo que hacen es separarnos.
Llegó el momento en el que cada uno, desde su posición, desde su diferencia, aporte a la unidad. Yo creo que ese es el llamado que estamos haciendo. Una crítica que se le ha formulado al movimiento indígena es que está muy sectorizado, que toda nuestra agenda es indigenista. Estamos hablando de temas que son de preocupación para nosotros, pero también para toda la sociedad colombiana, y esperamos que así lo entiendan los demás sectores. Es necesario levantarnos, recomponer nuestro tejido social y fortalecernos como movimiento para buscar cambios. Si no podemos realizar los de carácter sustantivo, en términos de redireccionar los rumbos de este país, sí resulta factible encontrar respuestas a las reivindicaciones esenciales.
JC: Esta Minga reúne a dos organizaciones que son muy fuertes en términos de las resistencias indígenas del país, el CRIC y la ONIC. ¿Cree usted que los sectores organizados de la sociedad colombiana captaron ese mensaje de unidad de la Minga? ¿Cree que ha habido una transformación de lo que usted mismo estaba criticando hace un rato?
LE: Los movimientos sociales saben que es necesaria la unidad. Entre el CRIC y la ONIC hay diferencias en cuanto a los enfoques, pero igualmente el CRIC hace parte de la ONIC, y lo que hemos hechos es sumar todas las voluntades en las distintas regionales. El movimiento indígena está mostrando las diferencias que puede haber en torno a temas o situaciones, que son insoslayables, pero por encima de eso está la urgencia, yo digo el imperativo, de trabajar unidos y definir agendas estratégicas que nos permitan hallar respuestas para todos. Eso es lo que queremos que entiendan los movimientos sociales, y creo que es el interés de muchos sectores sociales que quieren construir propuestas en sus regiones. Lo que pasa es que no son perceptibles. Aquí llegó la hora de unificarnos, pero también de visibilizar lo que todos soñamos y queremos.
JC: En el transcurso de La Minga se habló de la instalación de un Parlamento de los Pueblos, que puede tener lugar el 12 de febrero del 2009. ¿Ha habido algún avance al respecto?
LE: Se viene trabajando y discutiendo con las bases. Yo no lo llamo tanto un parlamento, por lo que implica este término, una cuestión multitudinaria, con mucha elaboración teórica, con una construcción de propuestas. Yo lo llamo un primer encuentro entre los distintos movimientos sociales que permita sentar las bases de un proceso de unidad hacia el futuro y ahora sí –en un tiempo, digo yo, octubre próximo, cuando estemos más preparados en cuanto a logísticos, contenidos, propuestas para nosotros y el país– ir a un parlamento de pueblos.
JC: ¿Qué problemas se han presentado a partir de la Minga? ¿Han recibido amenazas a partir de esta movilización?
LE: Durante la Minga recibimos muchos señalamientos por parte del Gobierno. Ha tachado a los organizadores de terroristas. Nuestros líderes han recibido muchas llamadas y amenazas de muerte. Ha habido seguimiento por vehículos y personas extrañas en las comisiones, en las casas de nuestros dirigentes y en las de los asesores, y queremos llamar la atención en esto. Que se tomen medidas de prevención para evitar que algo trágico ocurra con nuestra gente.
No hemos actuado en la delincuencia, en el marco de la ilegalidad; hemos actuado en la legalidad, poniendo la cara, eso sí, de frente. Queremos responsabilizar al Estado colombiano y su gobierno si algo llega a pasarles a nuestros dirigentes en términos de seguridad, de violación a sus derechos, de la libre movilización. Esa es la situación. Venimos hablando con muchos sectores, y defensores de derechos humanos de nivel nacional e internacional, haciendo un trabajo de incidencia con el cuerpo diplomático para socializar todas las demandas que planteó nuestra Minga, las razones por las cuales la hicimos, pero también para pedirle vigilancia a la comunidad internacional, en términos de nuestra seguridad y nuestra protección.
Al cierra de la edición
Atentado dirigido contra Aida Quinqué: ¿Castigo por la Minga indígena?
La noticia es devastadora. Este martes 16 de diciembre, alrededor de las 4 a.m., se llevó a cabo un atentado dirigido contra la Consejera Mayor del Cric, Aida Quinqué. Suponiendo que ella se desplazaba en el carro destinado a su servicio, cuando éste recorría la carretera entre los municipios de Inza y Totoró, exactamente en el sitio San Pedro de Gabriel López, fuerzas del Ejército descargaron sus armas de dotación oficial, impactando 17 veces en distintas partes el automotor.
Minutos después, Justo Eliseo Peña, general a cargo de la Tercera División del Ejército, confirmaría el hecho, explicando que todo ocurrió por una confusión, pues, a la voz de ‘pare’, el conductor del vehículo no atendió la orden, versión desmentida por Manuel Rosenthal, asesor del tejido de comunicaciones de la ACIN, quien asegura que “no hubo retén ni orden de ‘pare’”.
De otro lado, en entrevista telefónica, Feliciano Valencia, consejero del Cric, precisó que, si bien los disparos son del Ejército, “el directamente responsable de los hechos es el Presidente de la república”.
¿Tiros de la ‘seguridad democrática’?
Los impactos dieron en el blanco pero no cumplieron su cometido, pues en el vehículo, dispuesto para su seguridad, no viajaba la Consejera sino su marido, Edwin Legarda quien siempre le prestaba el servicio de conductor, comunero que lamentablemente murió.
La Consejera, quien fue vocera en la reciente Minga indígena que conmovió al país, dejó un sello indeleble en la misma por sus convicciones, su seguridad y sus contundentes respuestas, en cada una de las cuales quedó la impronta de la nueva dirigencia con que cuentan los pueblos indígenas.
En momentos en que se concretó el atentado, Aida Quinqué viajaba para Tierradentro a participar en la Junta Directiva de la Consejería del Cric, citada para el 16 y 17 de diciembre en el resguardo de Tobaima.
De esta manera se refrenda una vez más, y se hace aún más evidente, la denunciada criminalización a que está sometido todo aquel que levante su voz en Colombia. Ya Luis Evelis, Presidente de la Onic, había anticipado sobre la posibilidad de atentados, responsabilizando por los mismos al establecimiento. (ver págs. 14 – 15).
Pero hay esperanza. La respuesta de la Guardia Indígena, que con prontitud cercó a la unidad militar responsable de los hechos, y la demanda de justicia pronta y certera, siembra el antecedente que no pueden seguir sucediéndose estos hechos en total impunidad. La solución total, como lo han demandado los mismos pueblos indígenas, es que los actores del conflicto despejen los territorios donde viven los pobladores históricos de nuestro país.
La demanda debe ser cumplida.
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