Este mes se inauguró en nuestro país el dispositivo que, a manera de brazalete electrónico, se instala en quienes han sido condenados por la comisión de un delito y que, después de permanecer privadas de la libertad, pretenden recuperarla, o para quienes buscan que el lugar de reclusión sea su domicilio y no la cárcel: lo que se conoce como prisión domiciliaria.
Las autoridades dicen que el dispositivo electrónico no sólo se instalará en los casos citados sino que se utilizará en los sindicados, es decir, personas bajo presunción de inocencia, pues no han sido condenadas y el proceso penal apenas se adelanta, pero se deben mantener ‘controladas’.
El Ministro del Interior y Justicia explica que por ahora se utilizará únicamente en casos de delitos menores, y que al menos durante el primer año se realizará una prueba piloto del sistema en Bogotá. Se pretende establecer las deficiencias del sistema y mejorarlo. De otro lado, por ahora no se tienen los necesarios recursos económicos para ampliarlo a otras ciudades.
La vigilancia de quienes porten el brazalete se realiza por satélite, sistema que permite mantener ubicado al usuario, pues un chip incrustado en el adminículo siempre estará monitoreado. Si existen restricciones en la movilización de las personas, el aparato reporta si hay transgresión en el límite de desplazamientos concedidos.
Con este dispositivo se busca disminuir el hacinamiento carcelario, y con toda seguridad sus ‘clientes’, los condenados o sindicados que no alcancen a ser conectados al brazalete, tutelarán para que sean tenidos en cuenta. En principio, la libertad se prefiere a cualquier discusión en torno a la privacidad y el control total.
No dudamos de que en pocos meses el chip se modernice para que no sólo se registre la localización de quien lo utiliza sino también la presión arterial y el ritmo cardiaco, es decir, los signos relacionados con la agitación nerviosa y el miedo, incluso con el despertar sexual.
La utilización de los microcircuitos de identificación implantados en el cuerpo humano para su control se ha difundido en todo el mundo. El ingreso de las personas a determinados lugares o zonas de seguridad son cosa de cada día. El tamaño del chip no supera el de un grano de arroz. Se instala subcutáneamente y funciona como una especie de tarjeta de acceso, como las tarjetas débito o crédito que conocemos.
El miedo y la seguridad han estimulado la idea de utilizar esta monitorización. A los niños de alto riesgo de secuestro ya se les instala. Recordemos que en pleno debate inmigratorio en los Estados Unidos se le propuso a Bush que se implementara este dispositivo, y un senador de ese país dijo que el presidente Álvaro Uribe estaría dispuesto a instalar el aparatito en los inmigrantes hacia la potencia del Norte.
*El debate sobre la invasión de la privacidad y del control total de cada aspecto de la existencia está al orden del día. Esas minúsculas partículas instaladas en el cuerpo pueden generar mayores horrores que los que produce la cárcel.
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