Pensamiento crítico (4)*. Conciencia integral, nuevo paradigma**

Valores. Los valores son los universales de sentido y significado ligados a la condición humana y al “intelecto social general”, resultado de la historia y su acumulación filogenética (origen y desarrollo evolutivo) de la especie. La existencia humana tiende siempre a ir más allá de sí misma, a la realización de valores en tanto productos espirituales universales. Para ello, la conciencia es fundamental en la medida en que se trata de la capacidad humana de percibir totalidades llenas de sentido y significado en cada situación concreta de la vida. El sistema ser social, conciencia crítica, elección y realización de valores, filosofía de la praxis, es una relación dialéctica que genera la historia a la manera de un intelecto social general, esto es, facultad y potencia de la especie humana (ver gráfico).

Valores humanos. En general, los valores surgen en el proceso de socialidad y sólo así consiguen mantenerse; también por eso se debe renunciar a la validez eterna de los mismos. El carácter histórico de los valores, su posición y existencia, por consiguiente, hacen parte del entramado de las tensiones sociales. No obstante, Marx considera como valores humanos –valores que nacen exclusivamente del devenir histórico y sólo existen en él, pero que, de todos modos, son valores objetivos y universalmente válidos– los momentos de la evolución humana que expresan y promueven subjetiva y objetivamente ese despliegue y esa realización del “ser humano”. La conciencia aparece, según la teoría crítica, como la “producción espiritual” de los fines, los ideales, las ideas y los valores que se realizan por medio de la actividad vital humana.

Toda concepción de la vida está axiológicamente (9) configurada, esto es, los valores se encuentran en un sistema jerárquico y dinámico, y entre si están mutuamente condicionados (no simple menú de valores singulares de libre elección).

Los valores no son pensados ni pronunciados; son vividos, y surgen de los mismos nexos de vida material y de relaciones materiales que nuestras ideas. Un examen materialista de los valores debe situarse no junto a proposiciones idealistas sino frente a la morada material de la conciencia y la cultura: el modo de vida de las personas, y, sobre todo, sus relaciones productivas, familiares y comunitarias.

3. Formas y niveles de conciencia

La espiritualidad profunda es la ciencia amplia de los niveles más elevados del desarrollo del ser humano. Y el único nivel auténticamente integral es el kosmos no-dual, que es, al mismo tiempo, el nivel más elevado de conciencia.

Hay una espiral del desarrollo de la conciencia tanto en la historia humana como en la biografía particular por la cual debe atravesar todo individuo. Aquélla se inicia en un nivel más bajo, el arcaico-instintivo, en el cual predominan los instintos y los sentidos innatos (nivel de la supervivencia básica); pasa por el pensamiento animista y por una extrema polarización entre el bien y el mal; por la emergencia de un yo ajeno a la tribu, egocéntrico; por un orden impuesto por un ‘otro’ todopoderoso; por la búsqueda científica de la verdad; por un yo sensible, centrado en la comunidad, en la relación entre los seres humanos, en las redes y en la sensibilidad ecológica; y culmina en la conciencia sistémica-integral-holística y universal, nivel en el que se integran el sentimiento y el pensamiento con los múltiples niveles entrelazados del desarrollo en un sistema consciente. No obstante, existe reacción contra esta conceptualización de la conciencia.

De acuerdo con la posición posmodernista, la única visión aceptable del mundo es el relativismo pluralista, una concepción de vida según la cual toda verdad está culturalmente determinada. No hay verdades trascendentales, se desdeña como opresiva y marginadora a toda jerarquía o clasificación jerárquica de valor, y no hay verdades universales. En consecuencia, no hay niveles ni evolución o desarrollo de la conciencia sino formas de conciencia, condicionadas histórica y culturalmente, al igual que libremente elegidas, y por lo mismo todas tienen igual validez y legitimidad. En general, todas las filosofías posestructuralistas repudian explícitamente tales ‘totalizaciones’ en nombre de la diferencia, el flujo, la diseminación y la heterogeneidad. Si bien, como lo ilustra Frederic Jameson, el capitalismo emergente logró ‘construir’ un sujeto ‘integrado’ al sistema, de acuerdo con su posición en las relaciones sociales de producción clasistas, en su fase tardía presenta una desintegración esquizofrénica, abstracta y ficticia del sujeto, dando lugar a estas reacciones posmodernistas (10).

Si nos quedamos en la sola celebración de la diversidad, estaremos promoviendo, como advierte Ken Wilber, la fragmentación, la alienación, la separación y la desesperación. Lo único que haremos será ahondar nuestra locura colectiva.

Albert Einstein. Tal vez quien más hermosa y profundamente ha expresado esta necesidad es el científico Albert Einstein (1879-1955): “El ser humano forma parte de la totalidad espacial y temporalmente limitada a la que denominamos universo y, en una especie de ilusión óptica de la conciencia, se experimenta a sí mismo, a sus pensamientos y sus sentimientos, como algo separado del resto. Esta ilusión es un tipo de prisión que nos circunscribe a nuestros deseos personales y al afecto por las personas que más cerca se hallan de nosotros. Nuestra tarea es liberarnos de esa cárcel y ampliar el círculo de la compasión hasta llegar a abrazar a todas las criaturas vivas y la totalidad de la naturaleza, en todo su esplendor”.

En fin, para recuperar nuestra plena humanidad, advierte el físico teórico austriaco Fritjof Capra, debemos reconquistar nuestra experiencia de conectividad con la trama de la vida. Esta reconexión –religio, en latín–, es la esencia misma de la base espiritual de la ecología profunda (11).

4. La conciencia, una cualidad emergente del ser

La esencia de la conciencia estriba en que se trata de procesos mentales internos, cualitativos, subjetivos. Y, por tanto, “el problema de la conciencia” es el problema de explicar exactamente cómo los procesos neurobiológicos en el cerebro causan nuestros estados subjetivos de advertir, de sentir y de pensar; cómo exactamente esos estados se realizan en las estructuras cerebrales (12); cómo exactamente funciona la conciencia en la economía global del cerebro y en nuestras vidas en general.

Teoría neurobiológica. Hasta la actualidad, la teoría neurobiológica más original y profunda acerca de la conciencia pertenece al neoyorquino Gerald Edelman, Premio Nobel de Fisiología (1972) y actual director del Instituto de Neurociencias de La Jolla. Las condiciones necesarias y suficientes, según Edelman, para la emergencia de la conciencia primaria, son las siguientes: i) el cerebro debe disponer de sistemas de categorización; ii) debe poseer una memoria, no como proceso pasivo de almacenamiento sino como proceso activo de recategorización que tiene lugar sobre la base de categorizaciones anteriores, iii) debe tener un sistema de aprendizaje que implique necesariamente procesos de valoración, iv) y capacidad de distinguir lo propio de lo ajeno, esto es, el sistema nervioso debe ser capaz de distinguir el organismo del que forma parte, del resto del mundo, v) deben existir además unas estructuras cerebrales capaces de seriar los sucesos en el tiempo, vi) por último, el cerebro requiere canales de reentrada globales que permitan conectar las distintas estructuras anatómicas. La conciencia superior se desarrolla cuando ciertos animales, por ejemplo, los seres humanos, son capaces no únicamente de sentir y percibir sino también de representar simbólicamente la distinción entre lo propio y lo ajeno, es decir, de formar una idea abstracta de sí mismo, lo cual sólo es posible mediante la interacción social.

Esto, según Edelman, es lo que conduce al desarrollo de la sintaxis y la semántica, que implican una capacidad de representar simbólicamente las relaciones entre el pasado, el presente y el futuro para poder formar proyectos no del todo determinados por la experiencia presente inmediata. Así, la conciencia superior solamente puede desarrollarse sobre la base de la conciencia primaria.

Experiencia consciente primaria y autoconocimiento. De acuerdo con recientes estudios, la experiencia consciente primaria, común a todos los vertebrados superiores, no está localizada en un área específica del cerebro ni puede ser identificada en términos de estructuras neuronales específicas. La manifestación de un determinado proceso de cognición, según Francisco Varela, representante de la escuela chilena de biología, es una pasajera sincronización de diversos circuitos neuronales que oscilan rítmicamente.

Según John R. Searle, profesor de filosofía en la Universidad de California, en Berkeley, a pesar de los avances en neurociencia de la conciencia, subsiste el problema de pasar de todas estas estructuras y sus funciones a los estados cualitativos mentales y de conciencia que todos conocemos, a los cuales los filósofos denominan qualia. El problema de la explicación de los estados cualitativos, estados mentales o de conciencia, los llamados qualia, es el problema mismo de la conciencia.

Para la emergente teoría de los sistemas vivos, la mente no es una cosa sino un proceso. Es cognición el proceso del conocimiento que se identifica con el proceso mismo de la vida. Esta es la esencia de la teoría de Santiago de la cognición, propuesta por Maturana y Varela. El cerebro es la estructura específica a través de la cual opera este proceso. Además, el conocimiento del entorno, según la teoría de Santiago, es una propiedad común a todos los niveles de vida. En consecuencia, para una completa comprensión del proceso general de cognición en los sistemas vivos, es importante entender cómo la conciencia humana, con su pensamiento abstracto y sus conceptos simbólicos, emerge del proceso cognitivo común a todos los organismos vivos.

El término “conciencia”, según Fritjof Capra, describe un nivel de mente o cognición caracterizado por el conocimiento de sí mismo. El autoconocimiento se da únicamente en los animales superiores, manifestándose en toda su plenitud en la mente humana. Como humanos, no sólo somos conscientes de nuestro entorno; igualmente de nosotros mismos y de nuestro mundo interior. En otras palabras, somos conscientes de que somos conscientes. No sólo sabemos sino que también sabemos que sabemos. La “conciencia” es esta capacidad especial de autoconocimiento. Ser humano es estar dotados de conciencia reflexiva: “Al saber que sabemos, nos damos luz a nosotros mismos”.

Desde la perspectiva de la teoría de Santiago, están condenados al fracaso los intentos actualmente en boga de explicar la conciencia humana en términos de efectos cuánticos en el cerebro o de otros procesos neurofisiológicos. La autoconciencia y el despliegue de nuestro mundo interior de ideas y conceptos son inaccesibles a explicaciones en términos de física o de química, y ni siquiera pueden ser entendidos desde la biología o la psicología de un organismo aislado. Según Maturana, sólo podemos comprender la conciencia a través del lenguaje y del contexto social en el que está inmerso. Como su raíz latina (con-scire, “saber juntos”) parece indicarlo, la conciencia es esencialmente un fenómeno social.


Notas
*    Artículos relacionados y que anteceden la presente nota:“Teoría crítica, la necesidad de volver a pensar”, periódico desde abajo Nº 143, febrero 20 – marzo; “Condición humana e izquierda darviniana”, periódico desde abajo Nº 145, abril – mayo; “Eugenesia, el retorno de un antiguo y vital debate”, periódico desde abajo Nº 146 mayo – junio de 2009.
**    Para el pensamiento crítico es fundamental darles respuesta a los siguientes interrogantes: ¿Qué es la conciencia? ¿Cómo se desarrolla y cómo evoluciona? ¿Qué relación existe entre ser social y conciencia? ¿Cuál, entre pluralidad de formas y niveles de conciencia? ¿Qué lugar ocupa la conciencia en el pensamiento crítico y el cambio social?
1    Grinberg, Miguel, (2005), Ken Wilber y la psicología integral, Editorial Campo de Ideas, Madrid, p. 7.
2    Ontología, dícese del estudio del ser en cuanto significado social y lo o construido.
3    Una cualidad emergente de un sistema es una propiedad que se puede explicar causalmente por la conducta de los elementos del sistema; pero no es propiedad de ninguno de los elementos individuales, y no se puede explicar simplemente como un agregado de las propiedades de esos elementos. La liquidez del agua es un buen ejemplo: la conducta de las moléculas de H3O explica la liquidez, pero las moléculas individuales no son líquidas; o, como en el caso del azúcar, si bien este hidrato de carbono está conformado por carbono, hidrógeno y oxígeno –C12H22O11–, ninguno de sus elementos por separado tiene la cualidad de ser dulce. Por tanto, aceptando que la conciencia es una parte real del mundo, no puede eliminarse, o reducirse o sustituirse por alguna otra cosa.
4    Francis Crick, físico y biólogo, codescubridor con James Watson de la estructura en doble hélice del DNA, Premio Nobel de Fisiología y Medicina 1962, afirma que “nosotros, nuestras alegrías y nuestras penas, nuestros recuerdos y nuestras ambiciones, la idea que nos hacemos de nuestra identidad personal y de nuestro libre albedrío no son otra cosa que el comportamiento de un vasto agregado de células nerviosas y de moléculas a ellas asociadas” (“La búsqueda científica del alma, revolucionaria hipótesis para el siglo XXI”).
5    A pesar de la ilimitada barbarie, consecuencia de la irracionalidad y la deshumanización del todo, que genera el inexorable sufrimiento, los francfortianos confían en la vocación irrebasable de una conciencia autónoma, que es necesidad indeclinable de emancipación. El ideal de un ser humano reconciliado con la naturaleza, con el otro y consigo mismo, es un postulado indispensable para mantener la esperanza, sin la cual claudicaría la filosofía misma. La filosofía crítica, según el alemán Max Horkheimer (1895-1973), está obligada, en virtud de su interés crítico, a hacerle frente al “máximo peligro”, esto es, que injusticia y sufrimiento constituyan la última palabra.
6    Toda investigación ontológica de carácter concreto indica que la conciencia sólo es posible en un estadio relativamente elevado de la evolución. La conciencia es una propiedad emergente del ser, producto de su totalidad dinámica y evolutiva, esto es, unidad de complejidad y procesualidad. Etiológicamente, la conciencia fue despertada del inconsciente en algún momento del curso de la evolución.
7    Thompson, E. P. (1981), Miseria de la teoría, Editorial Crítica, España.
8    Mariátegui, José Carlos, (2007), Ensayos de interpretación de la realidad peruana, Fundación Biblioteca Ayacucho, Venezuela.
9    Axiología es la parte de la filosofía que estudia la acción humana y sus valores, en su relación estructural, sistémica, jerárquica e histórica.
10    Jameson, Frederic, (1989), Documentos de cultura, documentos de barbarie, Visor Distribuciones, España.
11    Capra, Fritjof, (2006), La trama de la vida, Anagrama, España, p. 305.
12    La estructura del cerebro humano es extraordinariamente compleja. Contiene alrededor de 10 mil millones de células nerviosas (neuronas), interconectadas en una vasta red a través de un billón de conexiones (sinapsis). Puede ser dividido en subsecciones o subredes que se comunican entre sí en forma de enrejado. Todo ello origina patrones intricados de tramas interconectadas, redes que anidan en el seno de redes mayores.

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