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Crisis económica Irlandesa

La mal llamada crisis económica irlandesa ya es noticia internacional. Sin embargo, las causas de esa crisis y su naturaleza se discuten en muy pocos ámbitos fuera de la prensa burguesa del propio país. Aquí, el ex ministro de hacienda Alberto Carrasquilla atribuía la crisis a un aumento del gasto público en los “buenos tiempos”. Ese gasto ya no es sostenible y he aquí la crisis. Nada más lejos de la verdad, y Carrasquilla lo sabe. Le conviene a la banca internacional y sus apologistas esconder la realidad de la crisis.

Sin embargo, es una crisis muy fácil de comprender, pues nada tiene de secreto: sencillamente, unos banqueros, alemanes, ingleses y franceses (en menor medida) especularon en el sector inmobiliario y financiero de Irlanda y perdieron miles de millones. La crisis comenzó en 2008 en el sector bancario. Inmediatamente, el gobierno introdujo un aval bancario, asumiendo y garantizando el pago por parte del Estado de todos los depósitos, nacionales y extranjeros. Era evidente que un país con poco más de cuatro millones de personas no tenía la capacidad de cubrir semejante deuda.

Empero, Irlanda es una neocolonia. Su proceso de independencia quedó truncada con el norte del país bajo el dominio británico y el sur, tan independiente de los británicos como Colombia de los Estados Unidos. Nunca en la historia, sus gobiernos han hecho otra cosa que arrodillarse ante el capital internacional. Tanto, que era uno de los países más rentables para las multinacionales estadounidenses (una tasa de 31 por ciento sobre los ingresos en 2005). ¡En el mismo año, las empresas norteamericanas reportaron ganancias de 48 mil millones de dólares para sus operaciones en Irlanda! En el Reino Unido reportaron ‘sólo’ US$ 37,01 mil millones, en Alemania US$ 11,22 mil millones y en Francia US$ 9,52 mil millones. Esas economías son enormes comparadas con la irlandesa y son los principales países imperialistas de Europa; sin embargo, la pequeña Irlanda, entregada al imperialismo desde la fundación del Estado, es más rentable para el capital internacional. Nunca hubo dudas de que Irlanda socializaría las pérdidas de los capitalistas europeos.

Cuando el entonces ministro de Hacienda Brian Lenihan anunció su rescate financiero en septiembre de 2008, dijo que costaría apenas tres mil millones de euros y salvaría a un solo banco, el Anglo Irish. Hoy día sabemos que el rescate cubre a todos los bancos le ha costado al erario unos 100 mil millones de euros hasta la fecha, y por eso “se requiere” la intervención del Banco Central Europeo (BCE) y el FMI.

El escenario es el siguiente: los poseedores de bonos alemanes, ingleses y franceses perdieron en Irlanda, creando así una crisis financiera internacional. El gobierno irlandés promete cubrir esas deudas, y los europeos vienen con un paquete para rescatar a un gobierno que no puede con la crisis. El BCE pide en los mercados internacionales el dinero para prestarle a Irlanda, que a la vez se lo entrega a los bancos alemanes e ingleses, etcétera. El BCE consigue la plata a una tasa de interés de 3 por ciento y se lo da a Irlanda al 6,4, duplicando así los intereses que se deben pagar. Pero el BCE pide la plata de los propios bancos y poseedores de bonos que perdieron en el mercado irlandés, y el gobierno lo devuelve a esos mismos bancos en forma de pago para socializar sus deudas; lo devuelve también como el préstamo mediado por el BCE, y luego les paga a esos mismos bancos una tasa del 3 por ciento. Reciben el pago tres veces y se socializan las pérdidas. Además, a cambio del ‘rescate’, el gobierno irlandés acepta entregar la soberanía del país al BCE y el FMI, y ambas instituciones deciden ya por ley las políticas principales del país.

No hay una crisis en Irlanda sino que el país ha asumido la cuenta para evitar una crisis del euro. Angela Merkel ha dicho que Alemania es solidaria con Grecia e Irlanda, y así presenta la crisis. Lo que nunca le explica a la clase obrera alemana es que el rescate es de banqueros alemanes y utiliza la excusa de la ‘solidaridad’ para justificar recortes en el presupuesto social en Alemania.

La oposición

En medio de semejante crisis, la pregunta natural es: ¿Dónde está la oposición? La respuesta a esa pregunta se veía claramente en una de las pancartas de las movilizaciones griegas en 2008, que rezaba: “No somos Irlandeses”, pues los griegos no estaban dispuestos a aceptar lo que los irlandeses habían aceptado.

La burocracia sindical es la más corrupta del mundo. Los presidentes de los sindicatos reciben sueldos de entre 120 y 180 mil euros por año, y el sindicato de telecomunicaciones, por ejemplo, promovió la privatización de Eircom y compró más del equivalente de 100 millones de euros en acciones de la empresa privatizada. Han dado su apoyo al ‘rescate’ con alguna que otra queja pequeña, alegando que es justo que la clase obrera pague las pérdidas de los bancos, pero de pronto hay una forma menos dolorosa de hacerlo. Después de 14 años de pactos sociales con la patronal, era de esperarse.

Las elecciones pasadas ofrecieron la posibilidad de un cambio de gobierno. El electorado irlandés castigó fuertemente a los miembros de la administración saliente, de Fianna Fáil, y lo reemplazó con una coalición del derechista Fine Gael y el partido laborista. Sin embargo, el programa político de esa coalición es el mismo del gobierno anterior. Uno de sus primeros actos legislativos era otorgarles 24 mil millones de euros a los bancos, o sea, a los capitalistas ingleses y alemanes. Los resultados electorales son una muestra de la ira del pueblo y constituyen un acto de venganza. La resistencia aún no comienza. La única fuerza electoral que se opone totalmente al rescate y la austeridad es la Alianza de la Izquierda Unida (ULA), que obtuvo cinco curules de un total de 165 que hay en el Parlamento. Sinn Féin, el otrora brazo político de la organización armada IRA, sacó 17 curules pero también da su apoyo al rescate con algunas discrepancias.

Lo que queda por ver es si la ULA se puede convertir en una fuerza extraparlamentaria, y moviliza contra los recortes y la austeridad, pues, a pesar de los resultados electorales, hay disgusto entre la gente, acompañado de impotencia. Históricamente, los irlandeses emigran a otros países en busca de una solución particular en vez de luchar. La reputación de un pueblo luchador es más mito que realidad, pero no tiene por qué ser así. Una vez más, Irlanda del Sur es una colonia, pero esta vez del FMI y el BCE, que deciden la política económica y por tanto el futuro del pueblo irlandés. Después de 800 años de dominación británica y las luchas por liberar el país, de nuevo estamos bajo el dominio del capital extranjero, británico y alemán. La historia se repite, dijo Marx, la primera vez como tragedia y la segunda como farsa.

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