Gonzalo Arcila (GA). En los periódicos desde abajo y Le Monde diplomatique hemos seguido y participado del debate propiciado por la propuesta que el Gobierno ha hecho para reformar la Ley 30. Sabemos que usted está vinculado como parlamentario, como representante y como miembro de la Comisión Sexta, en este tema de la política educativa en general y obviamente de la política universitaria. La idea es, entonces, tener una conversación partiendo de los nuevos desarrollos que se han dado en el debate.
Wilson Arias (WA). Empiezo por comentarles que no soy ponente de la ley y no lo he sido. Lo que va a ocurrir es que el proyecto de ley ingresa por la Cámara de Representantes, Comisión Sexta, de la que hago parte. A raíz de ello, nos hemos dispuesto para el debate, y, en función de ese propósito, convocar unos eventos que tienen que ver con el tema educativo del cual nos encontramos muy cercanos por varias razones, entre otras porque provengo del sindicato del Sena.
Para nosotros, el tema no es una sino dos reformas muy importantes que conjuntamente van a imponerle un ritmo nuevo y muy agresivo a la institución educativa: la articulación de la educación media y lo que se pretende hacer en materia de reforma universitaria.
Leopoldo Múnera (LM). Hay un nuevo proyecto de reforma que todavía no ha sido radicado pero ya está estructurado: es el proyecto del 5 de junio, resultado o síntesis de las mesas que convocó el Gobierno. Es un proyecto que tiene algunas modificaciones, pero que no toca lo esencial de la propuesta inicial. Tiene modificaciones en términos de financiación, gobierno y universidad. Se vuelve a incluir el Consejo Académico como parte del gobierno de la Universidad, suprimen el FONVEST, que es el Fondo para Inversión Privada de Educación Superior, pero en términos generales no hay cambios sustanciales. Aún no lo presentan y puede que corresponda a la intencionalidad de no presentarlo; puede ser que algo están cambiando.
W.A. Es bueno que haya cambios, pero recordemos que el asunto medular del debate no ha sido recogido. Me refiero al restablecimiento de los Consejos Académicos.
Articulación y subsidio a la empresa privada
G.A. El hecho de que en el primer proyecto de ley no hubieran considerado los consejos académicos es un índice de la voluntad que movía al núcleo del Ministerio de Educación al presentar el proyecto. Para ellos, el asunto académico era marginal; lo central era la idea de las universidades con ánimo de lucro. El hecho de que en el nuevo proyecto hayan incorporado el Consejo Académico no modifica la intención con la que se presentó.
W.A. La idea de desplazar a las autoridades propias del mundo académico, por los gerentes, es grave. Pero comparto que el restablecimiento del Consejo Académico –hay que mirar en que términos– no resuelve los problemas de fondo.
La mayoría de las críticas que se le hacen a la propuesta de reforma apuntan al propósito oficial de entregar la solución de ampliación de cobertura a las fuerzas del mercado. Precisar que en el centro de sus propósitos está la pretensión de ajustar la legislación colombiana a las exigencias del Tratado de Libre Comercio: montar el mercado educativo y su instrumental, hacia un tratado de competencia perfecta donde teóricamente hay muchos oferentes y consumidores de un servicio. Mirando factor por factor de esa ecuación, se puede deducir por qué se empeñan en los créditos educativos: para que haya una mayor cantidad de consumidores. De ahí el subsidio a la demanda.
Algo sobre lo que también llamo la atención es sobre el tema del subsidio a la oferta, siempre que sea en el sector privado. Este cambio va mucho más allá, pues, de acuerdo a sus impulsores, los agentes privados estarían interesados en un subsidio a la oferta siempre que no sea a la educación pública.
Esta realidad la vemos en lo que llaman articulación: en nombre de la articulación de la educación media técnica con las universidades privadas y con el Sena, el Estado está dispuesto a subsidiar la oferta privada, es decir, estas instituciones recibirían fondos estatales a condición de que se haga con una fórmula hipercápita, pero, además, que complementen el sistema educativo de la educación media.
Por eso digo que estamos ante un continuum en el cual vale la pena detenerse, esa parte del subsidio a la oferta privada, subsidio a la demanda, créditos educativos, en fin. El capítulo tan importante que aparece y que ha sido objeto de crítica por parte de las universidades privadas sobre el tema del seguimiento, del aseguramiento de la calidad, de cierto monitoreo del mercado, todo ello hace parte del discurso con el cual tratan de dotar al Estado de un instrumental, que a juicio del propio gobierno propiciaría un mercado perfecto. Todo ese instrumental se ve en estos dos proyectos de reforma.
Desnacionalización de la educación y universidades mixtas
L.M. Hay cosas que son más complicadas: una es la desnacionalización de la educación superior, con lo cual quien realmente asume el negocio de la educación superior son las transnacionales. Entonces, la apertura del mercado en términos de instituciones con ánimo de lucro no es una apertura que se vaya a hacer para el capital nacional, que ya sería problemático, sino para el capital internacional. Ese punto es muy importante.
Ahora, ¿en qué sectores se invierte? Hay algunos claramente no rentables para el mercado: los de las ciencias básicas, por ejemplo, los de artes. Los sectores más rentables son aquellos que están hipertrofiados en Colombia: más facultades de Derecho, Economía, Administración. Creo que ese punto hay que tenerlo en cuenta en términos de una desnacionalización de la educación superior, que es lo que se nos viene.
El segundo punto que me parece importante resaltar es un fenómeno de privatización inédito en Colombia: las universidades mixtas. Asistiremos en los próximos años, si la financiación sigue de la misma manera que trae, a una crisis profunda de la universidad pública por falta de recursos. Esto ya lo denuncian los rectores porque los gastos aumentan más que los ingresos. Ante la crisis de financiación que tendrán las universidades públicas, éstas tendrán que transformarse en instituciones mixtas, giro permitido por la ley. Y se verán forzados los concejos, las asambleas y el Congreso de la República mismo a convertirlas en mixtas para que sobrevivan.
Un tercer punto por resaltar: la educación técnica y tecnológica. Sabemos de la manipulación de las estadísticas de matrícula en Colombia para aumentar los indicadores con la matrícula del Sena, incluso con un fallo del Consejo de Estado, que dice que el Sena no cumple los requisitos para ser una institución de educación superior. No importa, manipulan y aumentan la matrícula, y los recursos per cápita en los indicadores internacionales con los estudiantes del Sena.
Si se compara el incremento del presupuesto del Sena con el sufrido por las universidades públicas, pues no hay proporción alguna; pero además no quieren invertir en una educación técnica y tecnológica de alta calidad, que normalmente tiene más inversión que una universidad. Entonces, todos estos elementos hacen que la reforma camine por diferentes sendas de privatización y de desnacionalización que son terriblemente preocupantes.
Experiencias semejantes vive México, donde las multinacionales de la educación han penetrado al punto que la mayor universidad privada del país es propiedad de una transnacional, penetración que se da en todos los niveles de Centroamérica con universidades por franquicia, la universidades corporativas. Entonces, estamos en las puertas de un escenario inédito en Colombia, con riesgo de perder el control nacional de la educación superior. Entonces, me parece que ahí hay un escenario, y que ese es el punto en que el gobierno considera que es inflexible, que no va a modificar la reforma.
La correlación de fuerzas
G.A.: Una referencia al papel que puede jugar el parlamento en este debate, recordando que la idea de apertura educativa viene del gobierno de Gaviria. Cuando estaba terminando su mandato, se percató de que había metido la pata, para hablar en términos coloquiales, entonces convocó la Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo, integrada por importantes personalidades del país, los mismos que fueron muy críticos con la iniciativa del Presidente. De allí quedan documentos como “Al filo de la oportunidad”.
En ese trabajo, Rodolfo Llinás Riascos hace una propuesta muy ambiciosa que tiene que ver con la idea de una nueva civilización. El científico plantea que la educación debe pensarse no como asunto de ajustes sino en términos de un proyecto adecuado al siglo XXI.
Luego viene la Ley 115, la Ley General, que fue posible gracias a que por parte del Parlamento del momento hubo un debate muy amplio, y esa ley neutralizó el proyecto de apertura educativa y abrió unos campos de opciones interesantes. Claro, el debate y la acción parlamentaria estuvieron presionados y animados por Fecode, con la revista Educación y Cultura, con cantidad de actos y variadas propuestas.
Creo que hoy se puede alcanzar un proyecto de ley que favorezca la sociedad, retomando esa experiencia de movilización ciudadana. Por eso me parece tan importante rescatar la idea de Llinás de pensar la educación en el horizonte de un nuevo proyecto civilizador.
W.A. Soy menos optimista en relación con la última parte, pero quiero decirlo a título de provocar otras discusiones adicionales. Pienso que todo lo que ocurrió alrededor de la Constitución del 91 es la consolidación de una nueva versión del Consenso de Washington. La Constitución es bifronte en ese sentido: al tiempo que recoge un capítulo de derechos, también dispone un régimen económico que podría ser el ordenamiento superior de lo que después fue el neoliberalismo educativo, es decir, las funciones estatales reducidas, la financiación de la educación a cargo ya no sólo del Estado sino también de la familia.
Comparto lo de la Ley 115, y le hago anotar otra: la Ley 119 de 1994, que tiene que ver con el Sena. Las dos tuvieron un signo positivo, pero obedecieron, más que a los desarrollos de la propia Carta Política, a una especie de momentum de una correlación de fuerzas muy particular. Por ejemplo, para el caso del Sena, se trataba de inaugurar la iniciativa legislativa popular, y fueron trabajadores y estudiantes quienes, en reacción a la privatización gaviriana, presentaron un proyecto de ley que encuentra esa especie de momentum y una movilización que se desplegó impresionantemente.
Creo que hubo una correlación de fuerzas en su momento que lo permitió, pero ahora veo que la relación de fuerza es sumamente adversa, más allá de la movilización portentosa de los estudiantes contra esta reforma, correlación adversa pese a la victoria relativa de los lecheros ante el tema de las imposiciones fitosanitarias; pese a la lucha de los camioneros, a la pelea de Santurbán en materia ambiental. Pero, no obstante esos conatos de lucha que pueden incluso tender a generalizarse, al mismo tiempo enfrentan un nuevo consenso social del Gobierno, consenso político y social que hace casi invulnerable su proyecto, por lo menos hasta estas fechas. Lo logrado por Santos con la Comisión Nacional de Televisión es evidencia de ese consenso. Recuérdese que Uribe nunca logró tal triunfo.
Este gobierno se ha atrevido a formular propuestas en materia judicial que son muy agresivas. En materia del agro, acaba de aprobar la contrarreforma más brutal y ambiciosa que hubieran podido tener. Uribe confesaba en su momento que no tenía posibilidades de tramitar el desmonte de la Unidad Agrícola Familiar. Santos acaba de lograrlo en el Plan de Desarrollo, es decir, lo que no pudo Uribe por la vía de la confrontación lo está logrando Santos por la vía del consenso.
Esta realidad resume un debate muy importante en el seno de la izquierda. Pero, para puntear un poquito, creo que el Gobierno reconoce su gran capacidad de trámite ante el Congreso, que hace que esté muy triunfalista ante este proyecto de reforma universitaria.
G.A. Leopoldo, ¿qué piensa de eso, del momento político?
L.M. Estoy plenamente de acuerdo. Sólo hago una anotación: creo que el Gobierno ha sido cauteloso porque, por primera vez, las universidades privadas de calidad se han opuesto a la reforma. Se ha logrado un bloque de universidades privadas de calidad, y públicas, algo nuevo y que tiene a un personaje como José Fernando Isaza al frente de la Jorge Tadeo Lozano, jugando un papel importante. Este punto es central en términos de la posición.
El otro problema es que el Gobierno abrirá el negocio de venta de universidades porque, como funciona el mercado universitario en el mundo, no es que una transnacional se presente al Ministerio de Educación para que le aprueben una nueva institución. No. Eso es demasiado costoso, demasiado largo. Lo que hacen las transnacionales es comprar instituciones ya existentes. Hay un mercado que les interesará a muchas universidades de mediana y baja calidad; un mercado enorme que encontrará apoyo en esas instituciones porque subirán su valor; habrá un mercado institucional como tampoco hemos conocido.
Entonces, estoy de acuerdo en que la coyuntura no es favorable, no para los estudiantes; pero adicionalmente a lo que ocurre en Chile y Argentina, la educación pública superior en Colombia no es masiva sino en buena medida de élite, de grupos pequeños de estudiantes, lo cual hace que, en términos de la mayoría de la población, las reformas de la educación superior no la toquen; y, con frecuencia, más si le dan acceso a un hijo en una institución, sea buena o mala. Entonces, tampoco hay apoyo de la población. Claro, lograrlo depende mucho de las estrategias que desarrolle el movimiento universitario.
G.A. Yo insistiría en esa experiencia. Fecode se interesa en ser protagonista fuerte en este debate. De otro lado, y esto lo señaló Leopoldo, nunca antes hubo cierto consenso crítico sobre lo negativo de la propuesta oficial. El Gobierno se está moviendo para salir de ese aislamiento. Incluso a la Ministra misma le da mucho trabajo argumentar la propuesta. Entonces, son hechos muy valiosos. De otro lado, la juventud universitaria ha estado muy activa, aunque no sé hasta que punto actuará con un sentido más que de pura movilización; con un sentido que se sintonice con el debate.
L.M. Lo está haciendo y hay producción de documentos de reflexión y análisis en todas las organizaciones estudiantiles.
El Sistema Universitario y las Instituciones de Educación Superior
G.A. Ese dato me parece básico. Adicionalmente, está el catalizador de la crisis general que plantea interrogantes sobre las sinergias y la forma cómo se viene haciendo la política pública, a pesar de que en términos algo inmediatistas uno diría, como en la época de la Thatcher, que no hay opción. Pero tenemos la primera respuesta contra el proyecto de reforma, la movilización que la aísla y muestra disposiciones. Hay posibilidades de potenciar y catalizar, y una vía para ello es la posibilidad de coordinar el trabajo parlamentario con la movilización ciudadana. Ahí tenemos algo por explorar.
También quiero hacer énfasis sobre algo que inicialmente no estaba en el debate, y que el Gobierno se vio obligado a recoger: el Sistema Universitario, del cual no tenía una idea muy elaborada. En el nuevo proyecto se habla de organizar tal sistema, y, como bien lo dice Leopoldo, la manera como ellos lo plantean es perversa porque hablan de Instituciones de Educación Superior (IES) y Universidades. Ahí hay algo muy interesante desde el punto de vista lógico, porque una universidad es una IES, pero una IES no es necesariamente una universidad. Entonces, hay que asumir esta ambigüedad lógica. Si se trata de organizar el sistema universitario, ha de haber una tipología precisa, con universidades que forman en artes, ciencias, profesiones.
Considero que debe haber una universidad que forme en profesiones técnicas, tecnológicas y oficios, y que esa formación no sea terminal, como lo es, por ejemplo, en Alemania, donde la formación en profesiones técnicas o en oficios es terminal. Quien culmine ese ciclo no puede pasar a la universidad. Aquí se puede organizar de tal manera que quien termine ese ciclo y tiene voluntad pueda pasar a la universidad.
Para terminar con esto, hay ver las figuras jurídicas que tienen las universidades creadas en estos últimos 40 años: Fundación y Corporación. La de Fundación crea muchas dificultades para la venta de una universidad, lo cual no sucede con la de Corporación, figura que permite su venta, como el Instituto Gran Colombiano, ya vendido, o la Universidad Los Libertadores, que avanza en un acuerdo para ser vendida. Leopoldo, ¿qué dice sobre esto?
L.M. El nuevo proyecto quita esas restricciones porque una Fundación puede entrar en una nueva empresa y aportar todo lo que tiene, y sencillamente para esa Fundación el ingreso que entra en el negocio se distribuye a una actividad sin ánimo de lucro. Es decir, la Fundación no se puede convertir en una sociedad con ánimo de lucro, pero sí puede entrar a ser parte de una sociedad con ánimo de lucro. Eso está en el último proyecto.
G.A. Entonces, este aspecto legal se debe subrayar porque también las instituciones privadas que no han logrado una total consolidación, como la Universidad Autónoma en Bogotá, o la Universidad Santiago de Cali, pueden ser adquiridas por las multinacionales.
L.M. Pero si yo fuera empresario, entraría a invertir. Por ejemplo, le propondría a la Universidad de Córdoba, hoy en situación lamentable, que se convierta en institución mixta y que como tal funcione. No me metería con fundaciones ni con nada. Me meto con la Universidad de Córdoba y la transformo de pública en mixta.
G.A. Ese punto es importante, como asunto de debate, es decir, no dar por realizado, por cristalizado ese recurso institucional y legal, sino convertirlo en tema que se debe derrotar.
W.A. Gonzalo introduce dos asuntos diferenciables en lo que acaba de decir: uno tiene que ver con los ciclos, los niveles y el carácter formal o informal de la educación; el otro es el tipo de persona jurídica que resultaría más funcional para la penetración del capital privado en lo público, en lo relativo a la financiarización o la transnacionalización de la educación.
Lo segundo es de fácil solución. Hay personas jurídicas que demandan los proveedores transfronterizos. Entonces han dicho: tienen que permitirme el ánimo de lucro, que es lo que les falta para irrumpir. Comparto en esto la apreciación de Múnera. Respecto a ese tema, la ley da todas las salidas, es decir, la posibilidad de que fundaciones y corporaciones se maticen, se mixturen. Ahí está todo el discurso de la alianza público-privado, también presente en el Plan de Desarrollo, en el discurso santista de la ‘tercera vía’.
Donde la ley es más que confusa, y concuerdo con Gonzalo, es en esto de los ciclos, niveles de carácter formal; digamos, la discusión para el trabajo, que es otra discusión, además muy interesante, muy apasionante. Sobre el tema sostengo lo siguiente: de un lado, se desmonta la institucionalidad de lo que llamamos no formal, desinstitucionalización que hace parte de un cálculo del mercado y tiene que ver con ofrecer ahora como nivel superior para los estratos 1 y 2 (y por eso hablo de la articulación) una especie de nivel superior –el Sena–, que no es al que aspiraban hasta ahora las masas populares (ir a la Universidad, la del Valle o la Nacional), y se ofrece como educación superior.
Quiero decirles que fui estudiante de trabajador calificado del Sena. Durábamos tres años, y era un programa más completo que lo ofrecido hoy como educación superior. Se supone que el medio era un trabajador calificado normal, pero ahora se presenta el nivel técnico-profesional y tecnológico como si fuera educación superior. De ahí que sostenga que este es el nuevo nivel superior de la amplía población. Quien quiera ir a una educación de mayor calidad, tendrá que hacerlo con paga o con crédito. Por eso se estimulan tanto los créditos.
Pero aparece otra discusión adicional para entender el tema: si el país ya no aspira a grandes desarrollos industriales sino que vamos tras la idea de la reprimarización con la locomotora minera, de la agroexportación, que no demanda gran desarrollo de las fuerzas productivas y los talentos humanos, lo que se requiere es formar para las maquilas, para peones de la nueva gran plantación, para corteros de la caña o trabajadores de la palma de aceite o de la altillanura, que será la nueva gran plantación, proyecto que casa perfecto con convertir ese ciclo del Sena y la educación técnica: la nueva educación superior. La Universidad está reservada ahora para las élites.
L.M. Es una total dualización del sistema educativo.
La financiarización de la educación
W.A. Quisiera, Leopoldo, introducir otro aspecto, relativo a lo que dice Gonzalo en el tema de los nuevos actores que vendrían a comandar y copar el mercado interno: el papel del sector financiero y lo concerniente a la financiarización de la educación. Hago aquí otro paréntesis para enfatizar en lo que está en proceso: la reforma de la Unidad Agrícola Familiar y las nuevas disposiciones en materia de transabilidad de la tierra están muy en la lógica de la especulación con la tierra, muy cercana a la especulación de las mineras con los títulos mineros, ¿Por qué lo traigo a colación?
L.M. Y a la lógica de la Ley de Tierras para la especulación de la tierra.
W.A. La ley de restitución, que aparece como una reivindicación democrática de las víctimas, inclusive esa ley permite la especulación con el precio de la tierra. Es el dominó del rentismo, del parasitismo, que antes era el atesoramiento de la tierra hecho por los terratenientes. Ahora el sector financiero va a derrotar al terrateniente, entre otras cosas en un reacomodo del poder donde cada vez pesa menos el terrateniente, estigmatizado y disciplinado, al servicio del sector financiero, que ahora también irrumpe en lo educativo.
Educación técnica y tecnológica. Los ciclos
L.M. Es uno de los sectores más rentables en términos financieros. Los trabajos de Roberto Rodríguez son impresionantes en eso, y demuestran la rentabilidad respecto a otros negocios, incluso mayor que la del petróleo, siempre y cuando los capitales financieros entren y fortalezcan las instituciones y después las vendan, porque no pueden quedarse con la institución, pues dejaría de ser rentable.
Quiero aclarar que no estoy de acuerdo con Gonzalo en lo de la formación por ciclos, cuando la formación inicial no es terminal sino el primer ciclo para una formación que sigue. Donde eso ha funcionado, hay una parte de formación teórica muy fuerte, que aquí es débil. El estudiante con esa buena formación teórica tiene bases para continuar la formación universitaria, pero eso hace que la inversión para la formación técnica y tecnológica sea muy alta. Tenemos un sistema de inversión bajo en formación técnica y tecnológica, porque así nos hemos desarrollado, pero en Alemania tal formación requiere a veces más inversión que la universidad, aquí baja, entre otras cosas porque no se da formación teórica alguna ni se experimenta ni se trabaja en laboratorios. Entonces, si hacemos eso, rebajaremos la calidad de la educación universitaria porque estaremos obligando a que las universidades reciban estudiantes carentes de formación para ingresar en ellas.
Eso, además, tiene una concepción epistemológica detrás, porque supone que quien ha aprendido a hacer ya aprendió a pensar, lo cual no es necesariamente cierto. Entonces, ahí hay una gran discusión relativa a la formación por ciclos, que en Colombia, como se plantea, lo único que hará es acabar con la educación terciaria y la educación superior.
G.A. Leopoldo: creo que no tenemos discrepancias. Me remito a la historia. En los 60, la Universidad, como venía funcionando, entra en crisis. Hay que recordar, además, que la Universidad siempre fue una institución de élite. En los 60, el debate del movimiento estudiantil se debía a que la Universidad tendía a convertirse en ciclo de formación: así como en el siglo XIX la formación básica era la primaria, en el XX son nuevos años, y ya en la década del 60 se visualiza la inclinación que lleva en el XXI. Pensando en una perspectiva de época, la tendencia es que las nuevas generaciones, para actuar en la sociedad compleja de hoy, requieren mínimo formación profesional. Entonces, en los últimos 20 años, y eso es Bolonia, se busca retrotraer la idea de universidad hacia una institución de élite, pero una institución de élite donde quien ingresa tiene recursos familiares. Este es un asunto relacionado con la formación de las nuevas generaciones.
En lo señalado por Wilson y Leopoldo, la formación técnica y tecnológica aquí realmente no es formación; es entrenamiento. ¿Para qué se entrena? Para una tarea, y eso hizo el Sena durante Uribe, para inflar estadísticas. Por ejemplo, un curso de seis meses, en un entrenamiento para contestar en un call center. Eso no tiene que ver con la formación.
L.M. Pero hay que tener presente, Gonzalo, que el Gobierno confunde habilidosamente la formación terciaria con la educación superior y la mete en el mismo saco. Lo que se presenta aquí como educación superior, técnica y tecnológica es educación terciaria; y si uno dice que vienen ciclos, el ciclo empieza por esa educación superior que supuestamente es técnica y tecnológica, y que en realidad es una educación terciaria, para el trabajo, muy diferente de la educación superior. Entonces, cuando uno habla de ciclos debe tener mucho cuidado porque hay una lógica gubernamental de los ciclos que se ha tratado de imponer, a la cual como movimiento estudiantil y profesoral nos hemos opuesto con patas y manos.
G.A. No. No es una lógica ideal de ciclos. Tal vez por mi formación como psicólogo, en la biografía de las personas uno vive ciclos biográficos: no es lo mismo un muchacho de ocho años que un joven entrando en la adolescencia. Quiero llamar la atención sobre la idea de ciclos con la que se trabaja desde el Sena y el Gobierno, idea operativa. La idea de los ciclos a que aludo es formativa, y por eso hago la distinción entre formar en una profesión técnica o un oficio, y formar, por ejemplo, en carpintería. Eso es distinto de entrenar a un muchacho para que raspe o corte madera, simple entrenamiento para ejecutar una tarea.
La destrucción del acervo pedagógico del Sena
W.A. Los asuntos se han complejizado más desde cuando se echó por la borda la institucionalidad que se traía, lo cual no ha sido fortuito sino calculado. Ahora se pretende que los cursos del Sena sean concebidos como un ciclo propedéutico; por eso se habla de formación formal sujeta a ciclos, que ofrece titulaciones, en que, además, su culminar de alguna manera son las disciplinas, no las ocupaciones y oficios del Sena, que es distinto.
El propósito disciplinar de la formación académica formal está meridianamente claro, pero cuando a la ocupación del Sena se le pretende atribuir la condición de ciclo, se destruye hasta el acervo pedagógico que tenía. El Sena certificaba, no titulaba, pero un buen día se decidió tomar prestada la ley orgánica general española, la ley obce o loxe e imponerle al Sena sus terminachos con la finalidad de presentarlo como lo que no podía ser.
El Sena era una institución no formal que hacía formación profesional en los términos indicados por la OIT. Profesional para la OIT era formación para obreros y campesinos. Lo que pasa es que la OIT reconocía que a esos obreros y campesinos no se les tenía sólo que habilitar, capacitar –un caso instrumental– sino que esos jóvenes tenían derecho a acceder al arte, la cultura y la teoría, sin que por ello se debiera hablar de ciclo propedéutico.
Insisto en el tema para volver a una clave que planteaba inicialmente: destruir las categorías que se tenían, para diferenciar ese sistema educativo, que además no tenía vergüenza, decía: yo formo obreros y campesinos, pero no me los vendan como solución a los niños y los jóvenes que están en la educación formal. Le agrego otra cosa: ahora que pretenden presentar como propuesta alternativa de educación superior, lo que ocurra será exactamente lo contrario: se logrará una laboralización temprana de los jóvenes, que no regresarán al sistema educativo formal; en tal sentido, es más perversa la determinación. Los llevan al terreno de la laboralización temprana para que sean carne de cañón de las maquilas.
G.A. Entrenar para una labor, no formar para el trabajo. Creo que son distinciones clave.
W.A. Me gusta que lleguemos a ese campo, porque es la preocupación que hemos querido introducir. Que no se mire la reforma universitaria aisladamente sino entendida también como modelo económico, papel de la educación superior, cualquiera que sea la denominación que se le dé, que, entre otras cosas, fuerza a que la Universidad se desenfoque de su misión, y ahora los proyectos de ley quieren estimular la regionalización y la mayor oferta de universidad en materia de educación tecnológica y técnica profesional, para llegar a la universidad de élites. De ahí la financiarización del sector, el otorgamiento de créditos, la bancarización. Se logrará que las familias se endeuden al infinito, otra parte que le faltó a Gonzalo cuando hacía su lectura optimista sobre la movilización. Si hay una fuente de optimismo respecto a la protesta, tiene que ver con la mirada juvenil hacia Chile.
Autonomía, control y vigilancia
L.M. Con un contexto muy diferente del desarrollo de la educación superior en Chile. Quiero mencionar dos puntos que juzgo importantes: uno, la autonomía. Creo que el trabajo de Patricia Linares es muy bueno en este campo. Ella arranca de una hipótesis: que la Ley 30 parte de abajo de los estándares de autonomía establecidos en la Constitución. Como la ley fue tan reciente respecto a la Carta Política, quedó por debajo de los estándares establecidos por ésta, y eso lo demuestra en gran medida la jurisprudencia desarrollada y la legislación. Por eso, el Sistema de Universidades Estatales (SUE) presenta una ley estatutaria de autonomía como opción, con dificultad para realizarla, pero el SUE está por ese lado.
Entonces, lo primero es entrar a determinar si realmente la Ley 30 está o no con los estándares constitucionales de autonomía. ¿Por qué es importante esto? Porque la reforma de la Ley 30 los baja aún más, incluso contra fallos de la Corte Constitucional. Por ejemplo, aquellos relativos a la financiación de la educación pública, cuyas universidades tenían que cumplir ciertos requisitos establecidos por el Estado de acuerdo con el SUE, para que les aumentarán su presupuesto. Eso es de las pocas cosas buenas que hizo Marco Palacio. En su época se demandó esa norma porque se consideró inconstitucional, pero de nuevo esta ley establece requisitos para el aumento de la financiación. Podría mencionar otra cantidad de elementos con los cuales se va el estándar de autonomía, pero dejemos con lo dicho.
El segundo punto tiene que ver con el control y la vigilancia. Hay un artículo muy bueno de Martha Inés Espinosa que vamos a publicar ahora en la revista Pensamiento Jurídico. En él se demuestra que los mecanismos de vigilancia y control son de intervención y no de vigilancia y control, y que hay diferenciar entre vigilancia, control e intervención. de tiempo atrás el Gobierno ha implementado mecanismos de intervención en las instituciones, y entonces hay que dar el debate sobre qué implica vigilancia y control, porque también ahí está por debajo de los estándares constitucionales. Me parece que hay que tener en cuenta estos dos puntos en la discusión, porque son útiles a la hora de posibles demandas que caigan sobre la nueva norma, si se considera inconstitucional.
El reto de los estudiantes
G.A. Insisto en que no son sólo los estudiantes en Chile. Son también los indignados de Europa. Hay una coyuntura en la idea de coordinación entre movilización y debate parlamentario. En una tradición perdida en Colombia por el descrédito del Congreso, puede dar resultados. Pero no se puede llegar a la idea de que no hay nada por hacer porque todo está cocinado. Creo.
L.M. Gonzalo, siempre que las organizaciones estudiantiles saquen el tema universitario de la lógica autorreferente. Si aquéllas no logran comunicarle a la ciudadanía que el gasto en educación de los hogares aumentará por esa ley, que éstos van a quedar empeñados hasta el cuello con la nueva ley; si no logran comunicar que esto es integral con la educación básica, media y terciaria, y que los afecta a ellos; en fin, si el movimiento estudiantil no saca esto de la simple referencia universitaria, la movilización será muy pobre.
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