Home » Pare Ci Era UN CUENTO. Una revolución revitalizante desde la humanidad urbana

Pare Ci Era UN CUENTO. Una revolución revitalizante desde la humanidad urbana

Pare Ci Era UN CUENTO. Una revolución revitalizante desde la humanidad urbana

Una revolución revitalizante desde la humanidad urbana
 
“Los últimos años han venido marcados por crisis alimentarias progresivamente agudas. Desde el llamado síndrome del aceite de colza en la década del 1980, los escándalos de la carne hormonada, de las vacas locas, de los pollos con dioxinas o el simple reconocimiento de que la alimentación (pesticidas, herbicidas, conservantes y toda clase de aditivos) se ha convertido en una fuente inequívoca del lento envenenamiento de las poblaciones…”1
 
Ante la creciente necesidad de revolucionar nuestras ciudades en el sentido de frenar el ritmo tortuoso de desarrollo inconsciente, que las convierte en sistemas devoradores de materias primas y focos de degradación y devastación, surgen del más puro sustrato núcleos urbanos donde la humanidad se propone iniciativas –formas de vida– que buscan sostener y alentar el valioso potencial que hay en cada ser vivo y cada elemento de la Naturaleza y del entorno artificial.
 
Esta historia comienza al interior de las cocinas. No por la izquierda ni por la derecha, sino a través de la ventana, frente al espejo, donde todos somos iguales en nuestras diferencias… Se trata de una cocina limpia y transparente, acogedora, transformadora, sencilla y vitalizante, que nos nutre, nos deleita y nos fortalece, e implica nuestra salud física y mental repercutiendo positivamente en nuestros comportamientos y sentires.
 
Una historia viva y deliciosa que no concibe cambios violentos sino la siembra constante de inquietudes y respuestas que nos ayuden a esclarecer el porqué de nuestros comportamientos destructivos e inconscientes con nosotros mismos y el entorno Naturaleza que nos rodea, y no la relación armoniosa que permita la realización de una vida digna, plena. 
 
Cocina y alimentación vitalizantes
 
Dice un refrán popular que: “de lo que se come se cría” (2)
 
La capacidad para producir, conservar y transformar alimentos sanos, nutritivos y vitalizantes fue desarrollada –tanto que se convirtió en arte– y priorizada por los pueblos nativos de este territorio, que en conjunto con aquellos que han sido extirpados de sus pródigas tierras, nos han ido dejando por el camino sus tesoros más preciados… 
Es así como en este territorio indioafroamericano la agricultura cuidadosa, que anticipa peligros y se preocupa por la producción y conservación del alimento (físico y espiritual) para sus pueblos, es la cuna de la cocina y la alimentación vitalizantes, que se convierten en una rica fuente de posibilidades vitales donde el proceso completo es importante: “desde la siembra hasta cuando el alimento llega al umbral de nuestros labios para llegar a nuestros estómagos y corazones…”
 
Bajo la sombra tutelar de los Cerros que guardan el centro urbano de Bogotá, tres mujeres han dedicado su vida a la valiosa labor de investigar, experimentar y promover la cocina y alimentación vitalizantes: Marcela Abreu, Magdalena Barón y Claudia Mejía.
 
Ellas han llegado a este conocimiento y práctica por diferentes caminos como la curiosidad, la necesidad, el deseo, el trabajo, y nos cuentan acerca de cómo la cocina transparente, la alimentación sana y nutritiva, el comercio entendido como intercambio justo y solidario, y el trabajo de creación colectiva, son un campo de acción muy favorable para encontrarnos y cambiar la deriva desenfrenada de nuestras vidas citadinas, e influir directamente sobre las decisiones propias y sociales ante las graves problemáticas que sufrimos a diario, directa o indirectamente, como el flagelo del hambre, el envenenamiento lento y silencioso de un consumo inconsciente, el destierro, el abuso, entre otras tantas miserias que nos ha dejado un sistema demencial…
 
¿Cuáles son los principios concretos de esta labor “vitalizante”? Les preguntamos
 
Son importantes la transparencia, el cuidado, el bienestar propio y social, así como el trabajo colectivo, el reconocimiento y la conciencia clara para tomar nuestras propias decisiones… por ejemplo enterarse de cómo se produce lo que comemos y cómo es que lo comemos…
 
Nosotras procuramos que los alimentos y productos que difundimos y consumimos tengan una relación estrecha con la salud física y espiritual. Creemos que lo primero es ser conscientes de que los alimentos nos pueden causar bienestar o malestar, y que por lo tanto, la decisión de “consumirlos” no se debe tomar sólo con base en la mera dependencia del mercado bajo control de las mega-empresas productoras y las grandes plataformas de distribución.
 
En cuanto al tema de la alimentación sana y nutritiva, hemos encontrado que es muy importante conocer y estimular los alimentos y productos locales, reconocer las necesidades y tradiciones en cada región, así como las características y funciones de los ciclos naturales del territorio. Compartir, y no imponer, con las culturas nativas y foráneas.
 
Establecer relaciones con base en el reconocimiento y la confianza mutuas, para tener plena libertad y ahínco en nuestra posibilidad de autoeducarnos. De esta manera se puede ser autónomo y próspero, desarrollando conscientemente su propia misión y virtud en pro de la vida y el bienestar.
 
Marcela Abreu nos comenta: Yo crecí en una casa donde la cocina era lo principal… A mí siempre me encantó la cocina… Y en gran parte la influencia de mi padre, que vivió muchos años en la India y nos hizo conocer las verduras, contribuyó mucho en este proceso… En un momento de mi vida, cuando nace mi hija Manuela, es cuando decido dedicarme a la nutrición… Eso es hace como 26 años…
 
Lo fundamental en la cocina y la alimentación vitalizantes es una actitud amorosa, transparente y organizada. Se trata de tener siempre presente el ideal de alcanzar un 100% de excelencia, para lograr aunque sea un 80%… no importa mucho cómo vaya a ser el resultado, sino más bien el cuidado del proceso para llegar a este. 
 
Como en todo proceso, así sea de elaboración, de conservación o aprendizaje, hay ciertas cosas que debemos estudiar y experimentar para poder cocinar y alimentarnos de esta manera, podemos empezar, por ejemplo, por tener más confianza en lo que hacemos y en lo que hacen los demás.
 
En la culinaria son muy importantes las combinaciones, pero con base en la conciencia clara de que cada alimento, cada elemento, tiene una función. No se trata de mezcolanzas, sino de combinaciones que se ayudan y se potencian… Así también ocurre en el cuerpo humano: no encontramos un ojo que quiera ser hígado, ni una nariz que quiera ser oreja; cada órgano, cada célula, etc., comprendiendo su interrelación con el resto, cumple su propia función.
 
En Colombia existe una riqueza enorme en diversidad de alimentos, así como de otros reconocidos y cultivados a nivel mundial, como es el caso de la soya. Pero por ejemplo, en este territorio que está bañado por mares y por ríos, las algas serían una rica fuente de nutrientes, sabores y colores…
 
Yo he experimentado directamente los beneficios de la cocina y alimentación vitalizantes. Han sanado mi cuerpo y en 26 años no he vuelto al auxilio de los médicos… en el alma me han brindado bondades, y también he tenido la posibilidad de enseñar y compartir con muchas personas este maravilloso, sencillo y alquímico mundo de la culinaria y la alimentación vitalizantes…
 
Magdalena Barón, gestora y actual directora de Quinua & Amaranto, estuvo vinculada al Ministerio de Educación donde por varios años se dedicó a la educación ambiental y a la realización de estudios sociales. En este recorrido que también la lleva por varias regiones del país, en la década del 90, se encuentra con la cocina popular, campesina, de los pueblos nativos, y es en el Cauca donde con un agrónomo experto en agriculturas ancestrales, conoce las maravillas de la Quinua. Desde entonces inicia su labor de investigación y difusión.
 
“Fue como reconocer otro país… siempre encontraba en las distintas regiones la buena utilización que hacía la cocina popular, campesina, de lo que producían y hacían los ecosistemas, y comparaba eso con la cocina urbana que cada vez recurría más a lo industrializado, o a recetas muy ajenas a la realidad de estos territorios…
 
Surgió la preocupación y la inquietud acerca de la realidad de un país tan rico, con tantas posibilidades, pero donde aún el hambre sigue siendo un problema… A nivel personal, tuve una hija cuando tenía 43 años y la preocupación de buscar para ella otra forma de alimentación me hizo entrar en contacto con el centro macrobiótico, y a pesar de que en el primer día tuve que comer cebolla rehogada, que no me gustaba para nada en ese entonces, encontré una culinaria fascinante que me atrajo, donde pude experimentar ese proceso de ser consciente de lo que comía, y de por qué se preparaba de una manera y no de otra. 
 
Desde que conocí la quinua pensé que era un grano maravilloso. En ese momento no se reconocía como ahora, pero fuimos haciendo hallazgos… Por ejemplo, en una Feria de la Quinua que hicimos a mediados del año noventa, apareció un médico pediatra quien decía que él siempre recomendaba a las madres implementar el consumo de quinua durante el embarazo y después de este.
 
A partir de este tipo de experiencias y de otras muy tristes, como por ejemplo la de conocer que el ICBF de Quibdó daba a los hijos de pescadores atún enlatado, o la de las madres alimentando a sus hijos con “los paqueticos de papas y jugos o gaseosas de caja”, de que los comedores populares hayan entrando en “el carrusel de las contrataciones”, el deseo de que la gente conozca este poderoso grano y los valores que posee se ha enraizado en mi labor…”
 
A Claudia Mejía no le atraía una cocina tradicional con base en la carne y los lácteos. Siempre le interesó más la culinaria como un laboratorio de nuevas formas de preparación… Y sobre todo, le atrajo una visión integral y una postura clara frente a la relación estrecha que tenemos con la naturaleza… Una culinaria que guarda la relación justa con sus funciones de nutrición y sanación, y que potencia la fortaleza de los órganos, de la sangre, de la mente. Una culinaria y alimentación que requieren de medidas apropiadas y equilibradas para lograr mantener en buen estado nuestra salud física y mental.
 
“Producir, transformar y consumir nuestros alimentos de tal manera que nos favorezcan y no nos envenenen como ha venido aconteciendo.”
 
Entre los frutos del extraordinario trabajo de estas tres mujeres y de los colectivos a los que están vinculadas como la iniciativa del Centro de Autoeducación Vitalicia Colombia3, encontramos dos fabulosos puntos al interior de Bogotá: ReverdeSer y Quinua & Amaranto, espacios de comida vitalizante, vegetariana y orgánica; tiendas solidarias de comercio justo; y lugares donde se promueven la enseñanza de la culinaria y alimentación vitalizantes, así como la educación ambiental y la alimentación como vía de sanación a los problemas de salud4.
 
La labor de estas mujeres nos habla y nos propone, no sólo de un abastecimiento alimentario a través de modelos y prácticas sostenibles, sino de una alimentación nutritiva y consciente que nos puede conducir a una forma de vida próspera y sana donde el don de la reciprocidad, la cooperación, la justa medida, la realización, prevalecen…
 
Si consideramos todo lo anterior y apreciamos que la alimentación y la cocina son un campo de acción al cual todos asistimos cotidianamente, resulta muy atrayente la idea de la alimentación y la cocina como una resistencia frente a la presión urbana y fuente de soluciones ante las crisis que estamos sufriendo a nivel planetario. 
 
Y que al regazo de lo femenino están brotando otras forma de vida que luchan por el integral y no de unos cuantos…
 
1 Con la comida no se juega. Alternativas autogestionarias a la globalización capitalista desde la agroecología y el consumo. Primera edición 2003. Daniel López García, José Ángel López López. Gente del B.A.H, proyecto Bajo el Asfalto está la Huerta, Traficantes de Sueños.
2 Con la comida no se juega. Alternativas autogestionarias a la globalización capitalista desde la agroecología y el consumo. Primera edición 2003. Daniel López García, José Ángel López López. Gente del B.A.H, proyecto Bajo el Asfalto está la Huerta, Traficantes de Sueños.
3 El Centro de Autoeducación Vitalicia de Colombia fue fundado en 1986 bajo la orientación del profesor Tomio Kikuchi, quien reside en Sao Paulo, Brasil. Desde entonces nuestras actividades se han concentrado en el desarrollo de un proceso educativo basado en la autoeducación y autorrealización del ser humano a través del autocontrol de su alimentación psicosomática, la cual incluye un nivel fisiológico (alimentación bucal), un nivel sentimental (relacionamiento humano) y un nivel intelectual (alimentación mental, conocimiento). Hoy en día el Centro de Autoeducación Vitalicia de Colombia está compuesto por la Escuela de Nutrición Comedor Transformación, la Escuela Musso de Aikido, la Corporación para la Educación Vitalicia -Corpovital-, la Editorial Existencia, la Comunidad Escuela La Cima, el centro agroecológico Purificación Tolima y la Reserva Natural Yumaque. http://autoeducacionvitaliciacolombia.wordpress.com/about/
4 ReverdeSer: Calle 17 No 2.46. Quinua & Amaranto: Calle 11 No 2.95. Bogotá, Colombia. Zona C.
 

Información adicional

Autor/a: Zabrina Molina
País:
Región:
Fuente:

Leave a Reply

Your email address will not be published.