La noticia fue como un baldado de agua fría para los habitantes de Jardín, como también a muchos otros pueblos del suroeste antioqueño: grandes empresas internacionales están a punto de iniciar la explotación minera en su territorio, poniendo en riesgo el hábitat y la tranquilidad de la zona. La herencia de los abuelos está amenazada.
A mediados del mes de agosto de 2011, no sólo volaban cometas en el cielo del municipio de Jardín, también lo hacía un helicóptero con una caña de guadua pegada a su parte delantera (1). El suceso alertó a la comunidad: ¿quiénes son?, ¿de dónde vienen?, ¿qué quieren?; estos fueron los interrogantes que durante no menos de un mes se escuchaban una y otra vez en las casas, en las escuelas, en los tintiaderos del parque, en el atrio de la iglesia, pero también en las veredas. Hasta que finalmente, como llegados del mismo cielo, aparecieron los delegados de la firma Júpiter S.O.M. con dos títulos para exploración minera (2): uno de 1.200 hectáreas y otro de 1.100, de las 22.200 –98% de su territorio– solicitadas en concesión al municipio.
Jardín, al igual que el resto del suroeste antioqueño, se ha caracterizado desde la colonia por su vocación agrícola destacándose en su economía el café (con el cultivo de 1.700 hectáreas), seguido del plátano (con proporciones iguales), la caña de azúcar (con 45 hectáreas), el lulo (con 42), y el fríjol (con 35), aunque también se continúan cultivando el maíz, la yuca y la papa, alimentos de tradición indígena. Además, hoy en día, el turismo viene a representar un porcentaje importante en su economía.
Por otra parte, la subregión está situada en un corredor biológico fundamental (selva andina (3) y bosque alto andino), donde nace un gran número de cuencas hídricas, entre ellas, el río San Juan (afluente del río Cauca), y en donde se conservan especies de fauna y flora en vía de extinción como la palma de cera, el loro orejiamarillo, el oso de anteojos, entre otros. Pedro Pablo, habitante del pueblo de Jardín, resume magistral y enfáticamente, estas características de su territorio: “es que nuestro oro es verde”.
1 Aeronave de la empresa Helyfly, con un sistema de rastreo de metales o magnetógrafo, usado en la fase de exploración minera para detectar la cantidad de metal que existe en el suelo.
2 De oro, plata y sus respectivos concentrados.
3 También llamado bosque de niebla. Es el ecosistema más diezmado en Colombia, del cual sólo queda un 4%. Entre la biodiversidad de estos bosques se destacan ranas y aves, dos grupos en los cuales Colombia es el primero del mundo. Tomado de: http://www.parquesnacionales.gov.co/
Recuadros
“Aquí se gana poco, pero se vive bueno”
Con toda seguridad tiene sentido para muchos, el hecho de que vivir tranquilamente no puede ser pagado con ningún metal, más aún cuando toca pagarlo con el trajín de las grandes ciudades. Sin embargo, en estos pueblos del suroeste antioqueño, la falta de oportunidades y las desigualdades siguen siendo abismales. De ahí la paradoja: en una tierra tan bella y de tan abundantes recursos naturales, hay gente aguantando hambre.
Para concluir, el tema de la minería es una amenaza para muchos; esperanza de una mejor calidad de vida para otros. El reto está en mirar más allá de los intereses propios y en hacer valer, pacíficamente, las decisiones que se tomen desde la subregión. Y, como diría el filósofo, lo positivo que trajo esta noticia es que ha puesto a reflexionar a una región entera. El camino a seguir depende de todos.
Organizaciones que trabajan en defensa de estos territorios
Mesa Ambiental Jardín –Codeate–; Comité por la Defensa Ambiental del Territorio, Támesis; COA –Cinturón Occidental Ambiental–; Mesa Ambiental Andes: Resguardo indígena de Cristiana; Censat agua viva; Reclame Universitario; Organización Caminera –Oca–; Guardia indígena Karmatarúa, Jardín; Biabuma; Asociación Agropecuaria de Caramanta –ASAP–; Jóvenes por la defensa del territorio, Caramanta –JODETE–; Mesa Ambiental de Jericó–; Agrupación de Caminantes de Támesis –ACATA–; Resguardo indígena Marcelino Tascón, Valparaíso; Resguardo indígena Miguel Cértiga, Támesis; Resguardo indígena Bernandino Panchí, Pueblorrico.
“La sed de oro nos está dejando sin agua”
Usted, amiga/o lector, probablemente habrá visto aquel mapa de Colombia que circula por internet, donde muestra a través de cuadros rojos el territorio otorgado en concesión para la explotación minera. Si toma esa imagen y la ubica a una distancia de metro y medio o dos de usted, notará que el mapa queda todo rojito, como si le hubieran dado una buena cachetada.
Tomando esta imagen, así fue como Daniel Ochoa, integrante de la sociedad civil del municipio de Jardín, incrédulo frente a los retos de la minería responsable, en el Simposio de Bosques y Minería Responsable (realizado los días 27 y 28 de agosto del año pasado), le formuló a la directora del Jardín Botánico de Medellín, Clara Inés Restrepo Mesa, la pregunta: “Doctora, ¿está dispuesta usted, a que el Jardín Botánico sirva como proyecto piloto para arrasar toda esta capa y que vuelvan a ponerla tal y como estaba?”.
Vale la pena recordar que entre las entidades y empresas presentes en el simposio se encontraban el Ministerio de Minas y Energía, Gramalote Colombia Ltda., Continental Gold y AgloGold Ashanti; esta última nominada en el 2011 al título de la peor empresa del año, por su labor contaminante en Ghana, en el concurso anual organizado por Green Peace.
Por otra parte, Alfonso Luis, habitante del pueblo de Jericó, dice: “la mal llamada <>, por más responsable que sea, no debería competir, en lo más mínimo, contra la vida”. Mensaje que a su vez dejaron los estudiantes de la Institución Educativa San Antonio del municipio de Jardín a Sergio Fajardo, actual gobernador de Antioquia, en su visita al municipio en agosto del año pasado: “La tierra para sembrar comida, el agua para la vida”.
A propósito del Sistema Nacional de Áreas Protegidas
“Para mí hay un gran vacío en la legislación ambiental. El Código Nacional de Recursos Naturales Renovables y del Ambiente que nos rige es del año 1974” afirma Orlando Marulanda, biólogo y ambientalista. Plantea, además, que una posible vía para conservar el territorio es declararlo área protegida, zona de Reserva Forestal Regional, asegurando que hasta la fecha no hay ninguna en Antioquia. Por su parte, dice Orlando, el decreto N° 2372 del 1 de julio de 2010 lo reglamentó Álvaro Uribe Vélez antes de terminar su gobierno, debilitando la legislación ambiental y fortaleciendo, por el contario, el Código Minero, en el cual trabajó de manera simultánea. Finalmente, el ambientalista concluye enfatizando: “necesitamos poner a discutir en toda la sociedad una legislación ambiental que nos amarre con la Constitución, construida desde la base”.
Cifras refritas. Datos espeluznantes
El suroeste antioqueño (1) ha sido solicitado en casi el 90% de su territorio para la exploración y explotación minera. Actualmente existen 602 títulos mineros sobre la subregión y más de 74.088 hectáreas solicitadas.
Para recordar:
– En lo que se conoce hoy como los departamentos de Antioquia, Caldas y Chocó se dieron las primeras legislaciones mineras, que fueron la ordenanza de Rodas 1600, y la de Mon y Velarde 1770. Toda la producción fue llevada a España y, por medio de la piratería, a Inglaterra.
– En el año 1825, Simón Bolívar expidió una legislación minera, pero sólo hasta el año 1886, Colombia tuvo un Código de Minas: el del Estado soberano de Antioquia.
– A mediados del siglo XX, la legislación minera tuvo otra reforma.
– En los años noventa, los países de América Latina, por influencia del Banco Mundial, cambiaron sus legislaciones a favor de las multinacionales que abogaban por la apertura de los mercados.
– Durante las últimas dos décadas, a causa de la intervención de la banca financiera internacional -muchas veces accionista mayoritaria de estas empresas- se asesoraron nuevos cambios legislativos, todos a la medida de los acuerdos bilaterales y multilaterales. Cambios y acciones garantizados por el control militar del Estado, para “garantizar las inversiones” (2).
1 Comprendido por los municipios de Jericó, Pueblorrico, Andes, Támesis, Jardín, Caramanta, Venecia, Valparaíso, Tarso, además de los resguardos indígenas asentados en estas poblaciones.
2 Estas ayudas para garantizar las inversiones han producido hasta ahora: tres millones de desplazados, más de mil homicidios en zonas mineras, cientos de desaparecidos, comunidades afrodescendientes e indígenas al borde de la desaparición y un alto porcentaje de miseria a causa de lo anterior. Tomado de: La gran minería en Colombia: Ganancias del exterminio. Sintraminercol.
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