Pero el verdadero símbolo de la India ante el mundo, es el de la pobreza. Se trata del segundo país, después de China, más poblado del planeta. India tiene un poco más de 1.050 millones de habitantes, es decir 26 veces más que Colombia, aunque su área es sólo tres veces más grande que la de nuestro país: 3.200.000 kilómetros cuadrados. El 72 por ciento de la población es campesina y el índice de analfabetismo asciende al 56 por ciento. Las estadísticas que cualquiera las puede leer en los documentos informativos, se constatan fácilmente por el visitante. Pareciera como si toda la pobreza del mundo se hubiese trasladado a la India. Es extensa y profunda. Se trata de la pobreza explosiva en un país de pobres, pero a su vez de castas que desaparecieron en la Constitución de la Independencia de la India, pero no de la realidad social. Todavía perviven los sacerdotes, los guerreros, los comerciantes y los cultivadores de la tierra, y una quinta, que está por fuera del sistema por ser la de más bajo rango, la de los intocables, denominada dalit. La cuarta parte de la población, es decir, unos 250 millones de habitantes están por debajo del índice de pobreza. De éstos, la mitad pertenecen a la casta de los dalit.
El Foro Social Mundial de Mumbai, puso a los miembros de este evento en contacto con esa realidad. En las grandes ciudades de la India no hay necesidad de decirle al taxista o al guía de turismo, que lleven al visitante a los cinturones de miseria, porque ésta se encuentra localizada en todas partes. Del aeropuerto al centro de la ciudad de Mumbai, y de éste al lugar del FSM, la pobreza se halla presente. Parte de las calles y avenidas, los puentes y los parques, han sido invadidas por las familias, no sólo para poner sus ventas, sino para levantar sus cambuches de hule y cartón que les sirve de vivienda.
Los hoteles con pisos y columnas de mármol, pero rodeados de miseria hasta sus mismas puertas, y los propios edificios de esas empresas superpoblados de trabajadores, tal vez para ganarse algo de comida y el uniforme: hasta tres empleados atendiendo un mismo ascensor y pidiéndole dinero al huésped. Al sur de Mumbai, está la ciudad moderna, de elevadas torres, donde se hallan ubicadas las sucursales y agencias de las transnacionales. En una de estas torres está la empresa de aviación Alitalia. Aquí los contrastes no pueden ser más ofensivos: el parqueadero del edificio linda con un tugurio de latas, cartones y escombros de construcción; en la espalda de esas chabolas está escrito el nombre del ejecutivo, a quien se le ha asignado un puesto para parquear su carro.
Del Imperio británico, quedaron algunas costumbres, como el timón de los carros al lado derecho, pero sin la disciplina y pulcritud londinenses. En Mumbai guerrean taxis, buses, motos, triciclos y autos particulares, y a cual más combate con el pito y el acelerador como armas. Esto afea y empobrece más la ciudad. Y claro, no pueden faltar las legendarias vacas sagradas tumbadas en los andenes, mientras que los bueyes como medio de transporte, compiten en las calles con los automotores.
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