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Ley de alternatividad. Crónica de una impunidad anunciada

El ambiente

El panel fue anunciado con bastante antelación y el público no falló. Allí, en las afueras de la Facultad de Derecho, los estudiantes esperaban. Entre el humo de los cigarrillos y las preguntas por el libro por leer, se escuchaban opiniones encontradas. El tema no era para menos. Comentado todos los días por los distintos medios de comunicación y debatido en distintas clases, dejaba en los estudiantes la aurora para poder discernir con propiedad.

Un estudiante habla a su compañero del lado:”La Ley de alternatividad penal no es una estrategia de reconciliación o paz, es una maniobra de guerra del gobierno Bush-Uribe”. Tal vez, responde su acompañante, y le inquiere, ¿y qué afán tienen de acabar con los paramilitares? Su amigo no duda en mantener su raciocinio: “Es que ya no son tan útiles, ya no cumplen con su función histórica: ser instrumento eficaz en la lucha contra todo aquel que se rebele ante el régimen capitalista”. Quien le preguntó, lo mira con cierta malicia y le inquiere: “Creo que más bien se han convertido en un instrumento incomodo, ahora estorban. No es casual, han ganado mucha autonomía y son a su vez ejército mercenario de los narcotráficantes. Como se ve tienen una doble personalidad: ejército antisubversivo, pero a su vez –producto de la procedencia de muchos de sus mandos- grandes comerciantes de la coca. Como se sabe, como para-militares son moralistas y conservadores, pero como negociantes capitalista, se transforman totalmente, inventan trucos para meter grandes cargamentos de droga a todos los mercados, corrompen toda la sociedad, amenazan, asesinan. De ahí proviene el problema que tiene la política y el ejército, muchos de sus mandos terminaron seducidos por el dinero….”

“Bueno –le sigue su contertulio- eso es lo que vemos todos los días por los medios de comunicación, de ahí que no sea casual las ganas de los Estados Unidos por matar dos pájaros de un solo tiro. Si lo logra se queda con todo el negocio”. Su amigo le salta de inmediato, “Pero eso mismo es lo que hace agua en ese proceso, y lo que nos permite divisar sin dificultad que nuestra soberanía es pura quimera, que los organismos de control y represión nadan entre el “allá y el acá”, ganando según todo indica “el acá”, lógicamente, por la plata. Así seguirán, tal vez reventándose entre policía y ejército, tal vez llegando a una convivencia mal aparentada”.

Las opiniones iban ganando en calentura e interés, pero en eso se hizo urgente entrar al auditorio que iba ganando en asistencia. Entonces empezaron otras voces:

Alirio Uribe Muñoz Colectivo de abogados José Albear Restrepo

“El paramilitarismo es una estrategia de terrorismo de Estado auspiciado por leyes estadounidenses, constituidos para defender el status quo. En Colombia, durante los años sesenta, fue una actividad legal, reconocida y amparada por normas de Estado de Sitio como la Ley 48 de 1968.

En 1989, bajo la presidencia de Virgilio Barco, una sentencia de la Corte Suprema de Justicia criminaliza la actividad paramilitar. En el gobierno de Pas-trana, de nuevo, se dio piso legal a esa actividad, y en la gobernación de Antioquia (a cargo de Álvaro Uribe Vélez) se crearon y promovieron las “Convivir”. No es casual que desde 1992 los informes de la comisión de derechos humanos de la OEA traigan recomendaciones acerca del desmonte de los paramilitares.

A pesar del seguimiento y control de los organismos internacionales, el gobierno de Uribe emprende otro intento para legalizar la actividad paramilitar como estrategia de guerra. Bajo el amparo del Decreto 128 del 2003, individuos amnistiados con supuesta dejación de armas se vincularían institucionalmente a la guerra (creación de la red de informantes, el programa de soldados campesinos y el de familias guardabosques). Sin embargo, este decreto no alcanza a cubrir los sectores que se quiere proteger pues sólo funciona para individuos y entre estos, para mandos medios y bajos. Por ello se impulsa desde el gobierno el proyecto de alternatividad penal, buscando, al mismo tiempo su legitimación con audiencias públicas.

Todo iba bien, pero al presentarlo en primera instancia ante el Congreso se evidencia el descalabro del proyecto en temas claves como verdad, justicia y reparación. Por lo tanto se realiza un nuevo proyecto con un maquillaje más resistente, ahora incorporan nuevos conceptos como víctima, reparación, etc, retomando estos temas de las recomendaciones de Naciones Unidas y tratando de hacerlo más presentable al relacionarlo con el tema del acuerdo humanitario. Sin embargo el proyecto sigue siendo el mismo: no hay negociación y no hay acto de constricción de quienes defienden el status quo.

¿Qué se espera en un futuro inmediato?

Los Estados Unidos y sus demás auspiciadores no los necesitan más, quieren oxigenar la clase política, por lo que serán solicitados en extradición dentro de los programas de testigos en Estados Unidos o simplemente asesinados o dados de baja en una u otra purga interna.

Como es apenas obvio, todos tenemos derecho a saber la verdad, a conocer cómo fueron los hechos reales de los miles de asesinatos que han enlutado al país, pero en este proceso no puede haber verdad pues llegar a los que manejan los hilos de esos sucesos será muy difícil. Por ello debemos tratar de llegar a sancionar a los paramilitar, lograr estigmatizar la guerra sucia y las estrategias de guerra del Estado, y lograr que las responsabilidades sean proporcionales.

¿Qué harán todos esos personajes si llegan a ser protegidos por cualquier norma? Una cosa si es clara, no se puede permitir que ingresen al ejército nacional, pues ello sería un absurdo, eso sería llenar esa institución de criminales, por demás, sin haberla purgado antes.

El tema es difícil y polémico, pero necesitamos defender los principios de verdad, justicia, reparación y responsabilidades claras, tanto en los militares como en los civiles. Hay que mirar esto con optimismo, vigilantes, y no renunciar a construir un mejor país.

Alfredo Molano Sociólogo, investigador, escritor Reseña histórica del paramilitarismo

Desde las guerras civiles del siglo XIX, incluyendo la mal llamada guerra de independencia, los “ejércitos” estaban conformados por peones de los grandes hacendados, ligados por relaciones patrimoniales. Para los años 50‘s del siglo XX, los chulavitas y los “pájaros” son ejércitos organizados por los directorios políticos, hacendados y grandes comerciantes. Mantienen la lealtad partidista y patrimonial y reciben como contraprestación, por su actividad criminal, las tierras de las víctimas.

Pero en los años 60´s se incluyen nuevos elementos: Dentro del contexto de la guerra fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética, el primero establece una estrategia contrainsurgente, así las guerrillas entran a ser parte del enemigo “interno”, se legaliza desde 1968 las guardias nacionales y se mantiene un estrecho vínculo con el ejército oficial, para acabar con la “amenaza comunista”.

En los años 80‘s entran a escena los nuevos capitalistas, los narcotraficantes. El narcotráfico es tolerado por el gobierno y las élites del poder, a cambio piden que acaben con la UP, el PC y las guerrillas comunistas. Empiezan a golpear la insurgencia, no con golpes militares sino a sus bases sociales, en palabras de la inteligencia norteamericana “quitarle el agua al pez”.

Luego se crea el MAS (Muerte a secuestradores), en una decisión que involucra narcotraficantes, paramilitares y militares. Se combinan dos objetivos: quitar la base política a la guerrilla y apropiarse de las tierras.

La actividad paramilitar se centra en la Sierra Nevada de Santa Marta, el Magdalena y los Llanos Orientales. Podemos trazar una línea imaginaria en Colombia y nos quedaría: un país noroccidental dominado por lo paramilitar, ganadero y caballista y un país suroriental campesino y guerrillero.

1. ¿Por qué es en el gobierno Uribe que se presenta la posibilidad de negociar con los paramilitares ?

La respuesta más fácil, es decir que por sus vínculos con el parami-litarismo. Pero hay otro elemento, la identidad cultural de los paras con lo que podríamos denominar una cultura caballista, determinada por la acción intrépida, en defensa de intereses capitalistas, de la ganadería, con un elemento fuerte de territorialidad y un modo de ser tosco, vulgar. Identidad que por otra parte comparte gran parte del país, seducidos por la promesa de la “seguridad”.

2. ¿Cuál es el trato dentro de la negociación ?

El trato de fondo es la legalización del capital del narcotráfico y legalizar la adquisición de la tierra, con impunidad total.

3. ¿Cuáles son los mayores obstáculos?

La intervención de los Estados Unidos solicitando la extradición de varios de los líderes de este proceso. A pesar de que los paramilitares son un instrumento creado en la Escuela de las Américas, hoy tienen un cierto grado de autonomía que no soporta el gobierno de los Estados Unidos.

4. ¿Cuál es la contradicción dentro del paramilitarismo

como estrategia de control?

Un futuro posible es que el paramilitarismo reaccione en contra del propio Uribe, por sentir una gran traición al no cumplirles las promesas. El resultado: más sangre derramada, como forma de presión política, pues es la violencia la que les dio un papel político.

Nosotros debemos insistir en las tesis de verdad, justicia y reparación. Pero esto tiene que trascender de un movimiento civil de ong´s y estudiantes, para convertirse en un movimiento político con fuerza que ayude a realizar el transito que el país necesita.

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