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Cables de alta tensión en el Paisaje Cultural Cafetero

Cables de alta tensión en el Paisaje Cultural Cafetero

El proyecto energético de “subestación Armenia a 230 Kv” que se llevará a cabo en zonas declaradas como paisaje cultural cafetero, tiene con los pelos de punta a sus habitantes, quienes temen por las repercusiones ambientales del proyecto.

El verde se encrespa a lo lejos con el inmenso y ordenado ‘río’ de plantaciones de café. Distante, tal como un pesebre, se alcanza a ver una casa de bahareque y arquitectura colonial. Un poco más abajo de la montaña se divisa una pequeña silueta de un recolector de café y de vez en cuando la de la chapolera de piernas fuertes que recoge la cosecha de café arábico y café castilla, acoplados ya al filo de las montañas del Eje Cafetero. Sus sombreros y vestuarios campesinos fueron congelados en el tiempo, junto con los surcos de verde oscuro que adornan la montaña, convirtiéndose en el símbolo de la cultura de la región andina colombiana. Quien observa este paisaje detalla una tradición centenaria que aún sigue viva.

Fue precisamente por todo lo que representa el encanto de este paisaje, por ser un ejemplo del asentamiento humano tradicional que pervive, aunque frágil por las condiciones económicas que le afectan y las culturales en transformación, que para el 2011 la Unesco decidió incluirlo en la lista de Patrimonio Mundial de la Humanidad. El mar de verde, las chapoleras y el café visibles en el Quindío, Pereira y parte de Risaralda, ya no son solo un símbolo de esta región del país sino que también representan la tradición cafetalera del mundo.

Sin embargo, dos años antes de que la Unesco otorgara ese título, en una oficina de la Unidad de Planeación Minero Energética (Upme) del Ministerio de Minas y Energía, se aprobó la realización del proyecto “Subestación Armenia a 230 kV y líneas de transmisión asociadas”, que pretende repotenciar enérgicamente al Eje Cafetero, y en especial al Quindío.

Lejos estaban de saber los habitantes de las zonas de Circasia y Finlandia, en el Quindío, y de Dos Quebradas y Santa Rosa de Cabal en Risaralda, que en parte de sus tierras sería construida y operada una servidumbre de 32 metros de ancho, emplazándose 83 torres del alta tensión de entre 30 y 50 metros de altura.

En febrero de 2012, al siguiente año de que el Paisaje Cultural Cafetero fuera reconocido como Patrimonio Mundial por la Unesco, la Upme le adjudicó la ejecución del proyecto a la Empresa de Energía de Bogotá (EEB). Y para el cinco de junio de ese mismo año ya la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (Anla) tenía lista la licencia ambiental para el desarrollo del proyecto que se había fijado como fecha de inicio de operación el 30 de noviembre del 2013. Todo en el más absoluto silencio.

Solo hasta finales del 2012 las organizaciones medioambientales de la región y la comunidad allí asentada supieron del proyecto. Desde esa misma fecha, con protestas creativas y acciones simbólicas: aullidos, marchas, pancartas, documentales y muestras culturales, distintos sectores de la comunidad del Eje Cafetero tratan de frenar el proyecto que, según ellos, es innecesario y amenaza, además del Paisaje Cultural Cafetero, a los proyectos de vida de más de 165 familias por las restricciones al ejercicio de la propiedad privada y la desvalorización de sus predios pues “¿quién querrá comprar un predio con cables de alta tensión encima?”, pregunta la Fundación Cosmos del municipio de Calarcá, Quindío.

A cambio de la licencia ambiental, ese martes cinco de junio en el que la Anla otorgó la licencia ambiental, la EEB se comprometió a cumplir una serie de condiciones como “tener un programa especial para las emisiones electromagnéticas, así como la protección y conservación de hábitats de la fauna, presentar alternativas para el cruce de cuerpos de agua y adelantar un programa de capacitación y concienciación ambiental tanto con la comunidad como con el personal vinculado al proyecto”.

Sin embargo, según Néstor Ocampo –líder de la fundación Cosmos–, la EEB procedió de manera agresiva, desconociendo los tramites necesarios ante las autoridades locales y los propietarios de las zonas de afectación. “En Bogotá se tomó la decisión sin consultar a nuestras autoridades gubernamentales locales y regionales, sin consultar a las asambleas departamentales o a los concejos municipales, sin consultar a las autoridades ambientales (CRQ y Carder), sin consultar nuestros Planes de Ordenamiento Territorial, Planes de Desarrollo o el Plan de ordenación y manejo de la cuenca hidrográfica del río La Vieja”.

Zonas de posible afectación

 

Según cifras de la Fundación Ecológica Cosmos, la subestación Armenia estaría ocupando 165 predios en 26 veredas de estos dos departamentos. Entre ellos el Distrito de Conservación de Suelos de Barbas-Bremen, un complejo natural integrado por el bosque del cañón del río Barbas, el bosque de Bremen y los cinco corredores biológicos creados por el Instituto Alexander von Humboldt hace diez años.

Todo este complejo se conecta, por los cañones de los ríos Otún y Quindío y con el Parque Nacional Natural de los Nevados donde intervendría el proyecto en 2,22 km. Además de esto, según declaraciones de Ocampo, el proyecto podría afectar “el Distrito de Conservación de Suelos “La Marcada”, Risaralda, el Parque Regional Natural “Alto del Nudo” y la Reserva Forestal Central.

Conforme con el artículo décimo noveno del acuerdo firmado por la Anla y la EEB, en caso de presentarse efectos ambientales en el proyecto la empresa deberá suspender los trabajos e informar de manera inmediata a la Anla, para que determine y exija la adopción de las medidas correctivas que considere necesarias.

No obstante, esto no tranquiliza a los líderes, quienes se encuentran confrontando sus argumentos con las instituciones del Estado.

Por un lado, está el argumento de la población que como en el caso de Julio Cesar Londoño, presidente de la Asamblea de Risaralda, piensan que este tipo de proyectos están en contravía con el Paisaje Cultural Cafetero, proyectos que en otras latitudes –como es el caso europeo– están prohibidos por las posibles afectaciones a la salud humana.

Por otro lado, y de manera contradictoria, está la decisión del Ministerio de Cultura quien avala el proyecto argumentando para distintos medios que “no atenta contra los criterios y valores de integridad especificados en la declaración de la Unesco”.

 

¿Desabastecimiento de energía en el Quindío?

 

La premisa retomada por el Ministerio de Minas y Energía para aprobar la Subestación Armenia en aquella oficina de la Unidad de Planeación, fue el hecho de que, según el Ministerio, el departamento del Quindío podría estar en riesgo de posibles desabastecimientos y racionamientos de energía.

Argumento apoyado por el gerente del proyecto, el ingeniero Mauricio Acevedo, quien el diez de julio de este año en diálogo con el periódico La Crónica del Quindío, aseguró que el suministro de energía eléctrica del departamento “se veía amenazado ante fenómenos climáticos como ‘El Niño'”. Un fenómeno climatológico que luego de tantos anuncios quedó reducido a simple especulación.

Afirmaciones desmentidas por las organizaciones ambientales del Eje Cafetero, como la Fundación Cosmos, al declarar que “El Quindío cuenta con una capacidad instalada de 180 kV de los cuales solo utiliza 90 kV en hora pico. No tiene una demanda represada que se haya demostrado y, además, exporta energía para el Tolima”.

Si las aseveraciones de esta Fundación son ciertas, ¿por qué la EEB desea aumentar el abastecimiento energético? “Lo que sospechamos, es que esa energía no es para nosotros, que es energía de exportación y que, por el camino, se proporcionará energía para la consolidación de grandes proyectos de minería en la región como el proyecto La Colosa, de la Anglo Gold Ashanti”, asegura Ocampo.

Por lo pronto, el vicepresidente de Transmisión de la EEB, Ernesto Moreno, comentó para el periódico El Tiempo que el proyecto tratará de tocar lo menos posible el Paisaje Cultural Cafetero y el área de reserva forestal, “No hay más alternativas” dijo, y aseguró que la ubicación de las 83 torres no afectan en nada los cultivos de la región. “Lo único es que no sean cultivos más altos de dos metros”.

Declaraciones que dan cuenta de un funcionario y una empresa sin sentido ni valoración cultural ni ambiental. Olvidan, en efecto, que ser Patrimonio Mundial de la Humanidad otorga un enorme reconocimiento mundial al Paisaje Cultural Cafetero y delega una serie de responsabilidades a las entidades estatales como integrar la protección de ese patrimonio en los programas de planificación general y adoptar las medidas jurídicas, científicas, técnicas, administrativas y financieras adecuadas, para identificar, proteger, conservar, revalorizar y rehabilitar ese patrimonio, para que no sea estropeado por cualquier proyecto que lo ponga en juego.

Por lo que la EEB tiene la responsabilidad de dialogar con la comunidad y rendirle cuentas de las verdaderas intenciones de un proyecto que está dirigido a la zona que representa además de un patrimonio, una fuente de ingresos económicos para los habitantes que viven del turismo. Las condiciones ya están puestas y los habitantes dispuestos a seguir protestando cada vez que las entidades estatales permitan el extravío de sus deberes.

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Medio ambiente, cultura y negocios
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