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Crece el porcentaje

Crece el porcentaje

La foto del momento en el cual delegados del Gobierno y del Eln informan la etapa pública de su agenda negociadora, desde el próximo 27 de octubre en Quito, es una buena noticia. La exigencia con actores juveniles en varias ciudades –que el Acuerdo con las Farc no se dilate–, evidencia un brote de disposición social para la discusión pública acerca del presente y futuro del país, es justo: esencia del método a tres bandas puesto en puja por el Eln. La foto pone de presente la ausencia de dos caras: Frank Pearl, del Gobierno, y Antonio García, del Eln.

 

En el tema de paz, Santos pone basa con la familia. En el caso de las Farc, la avanzada fue su hermano, con el Eln es su cuñado Mauricio Rodríguez, quien asumió los gajes de un segundo acercamiento. En tanto, la firma anunciada en marzo pasado de una agenda guía de la negociación quedó congelada, ante la intempestiva exigencia oficial de que la conversación no tomaría curso sino hasta cuando el Eln liberara a los civiles que tenía bajo su poder. Imposición no aceptada por los insurgentes, ya que no era parte de la hoja de ruta firmada entrado el tercer mes del 2016.

 

Seis meses debieron pasar para que el Gobierno aceptara la postura del Eln: “los gestos de buena voluntad deben ser de las dos partes, no solo de una de ellas”. Entre tensiones y conversaciones reservadas, asumidas por Mauricio Rodríguez, con la encomienda de Santos de recomponer el ambiente producto de la emboscada por él liderada, Rodríguez buen componedor, en condición provisional, encabezó la idéntica delegación gubernamental, junto con el general (r) Eduardo Herrera Berbel, José Noé Ríos y Jaime Arévalo. Pablo Beltrán –tercero en jerarquía del Eln, tras Nicolás Rodríguez Bautista, Gabino (Comandante, encargado político) y Antonio García (Comandante, encargado militar)– encabeza el lado insurgente, acompañado por Aureliano Carbonel, Gustavo Martínez, Bernardo Téllez y Consuelo Tapia. Uno de ellos, responsable militar en la Serranía de San Lucas y otro, con responsabilidad en el frente internacional. El ambiente lució distensionado.

 

Tal vez, el resultado del plebiscito y el Acuerdo logrado con las Farc por parte del gobierno Santos y la comunidad internacional, así obliga. O tal vez, el igual a igual en cuanto a la liberación por parte del Eln de los arroceros Pablo Emilio Sánchez Vargas y Ricardo Castellanos, y de presos de la fuerza levantada en armas por parte del gobierno, así lo permitía. Avance por redondear antes del 27 de octubre, con la puesta en libertad, entre otros, por parte del Gobierno, de Juan Carlos Cuellar Victoria y Eduardo Martínez, detenidos en la cárcel de Bellavista de Medellín.

 

De esta manera, aunque así no se reconozca en público, el primero de los ítems acordados para iniciar la negociación en Ecuador –gestos humanitarios– ya tomó un inicio. El otro acordado –participación ciudadana–, tendrá concreto, a través de un itinerario y mapa que indique temáticas, municipios, y fechas donde se concite a la sociedad civil a discutir y presentar propuestas. Ideas y medidas para resolver y avanzar en la concreción de vida digna en sus territorios.

 

Discordias en Palacio

 

Cuando el pasado 1 de abril Frank Pearl llegó a la Casa de Nariño para presentarle a Santos el texto de agenda suscrito con el Eln, quedó frío. El Primer mandatario manoteó de inconformidad. Entre razones, explicaciones e interrogantes, el desautorizado delegado oficial dejó sentada su renuncia a encabezar la delegación oficial. Desde aquel día, hasta el pasado 10 de octubre, cuando de nuevo las partes comparecieron en público, las veces que Pearl respondió a preguntas sobre esta negociación, fue de manera esquiva y personal.

 

Esta realidad, sumada al desconocimiento –de hecho– por parte del Gobierno del acuerdo firmado el 30 de marzo en Caracas, llevó al Eln a cambiar la cabeza de su delegación. Reservó a Antonio García para otro momento. ¿Aparecerá de nuevo el 27 de este mes? ¿Así lo exigirá su contraparte? ¿Mantendrá su cautela la organización insurgente?

 

Puede preverse que en Quito habrá rostros nuevos. Al menos, en la delegación oficial. El bajo perfil de la delegación que asistió el 10 de este mes, permite preverlo. ¿Vencerá Humberto de La Calle sus reticencias, ante la reiterada oferta de Santos? ¿Asumirá esta delegación Gustavo Bell? ¿A quién pondrá Santos para desprevenir a su contraparte. Para convencerla de que la negociación no caerá en los juegos comunicativos a que la sometió el Gobierno en los últimos seis meses?

 

La iniciativa

 

Sea cual sea la decisión y maniobra oficial, es conocido el contrato que firmó con una firma especializada para que diseñe una propuesta que de curso al ítem de participación ciudadana. La pretensión de Juan Manuel Santos con este contrato es agresiva: estructurar un plan para concretar tal participación en no menos de 1.000 municipios. Un plan que aboque a su contraparte a un esfuerzo imposible de cumplir. Aventajar con la realización de asambleas ciudadanas que superen y no coincidan con las que emanen de los municipios donde los insurgentes tengan alguna ascendencia. Confrontadas las memorias de unos y otros eventos, ¿cuál lectura prevalecerá? El pulso no será ni simple ni sencillo.

 

El tiempo durante el cual sesionará la Mesa, tampoco es posible determinarlo. Santos aspira a precisar acuerdos en el menor tiempo. Para él, con el sol a cuestas, parte del avance en La Habana debe refrendarse y reducir la discusión a pocos puntos. El deseo puede más que la razón, ¿qué dirá el Eln?

 

Son conocidas sus críticas al acuerdo firmado por las Farc, de lo cual puede deducirse, por tanto, que hará respetar todos y cada uno de los puntos de la agenda. La parte oficial está obligada a una nueva discusión sobre justicia, verdad, víctimas, armas, etcétera, que, sumada a la agenda ciudadana, permite concluir que la discusión ni será sencilla ni de pocos meses. En el correr de los mismos, con las luces que arroje la renegociación de los Acuerdos de La Habana, exigidos por los promotores del No en el plebiscito del pasado 2 de octubre, podrá visualizarse si el 2017 será el año definitivo para la paz en Colombia, o si el mismo vaya más allá, incluso del año 2018, año electoral y por lo tanto obstáculo politiquero para un suceso tal. En medio de esos avances, tensiones y porvenires, un sector de la Iglesia Católica hace gestiones para que la agenda con el Eln no sufra más interrupciones, y para que se abran otras negociaciones.

 

Los tiempos del deseo no parecen coincidir con los de la realidad, en la cual también existe el Epl, con una posible agenda de negociación, así como la necesaria discusión para el sometimiento de los paramilitares. Paquete por resolver en algún momento. En estas circunstancias, tal vez la exploración de la paz llegue hasta el 19, con una memorable conmemoración del Bicentenario. Doscientos años atrás las armas sentaron la base para la independencia, la soberanía, la libertad, proceso de difícil concreción. Doscientos años después, las armas dan paso al diálogo para cerrar el ciclo de confrontación armada abierto desde hace varias décadas, por acción de la exclusión y represión oficial, y por reacción y lucha por su vida y derechos el campo popular.

 

¿Podrán encontrar piso real, ahora sí, la independencia, la soberanía, la libertad, pero además, la justicia, la democracia, y un liderazgo regional necesario para impulsar la integración en pos de otra oportunidad para Nuestra América?

Información adicional

NEGOCIACIÓN GOBIERNO-ELN
Autor/a: EQUIPO DESDEABAJO
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