En Colombia, los estudiantes matriculados en grado 11° son alrededor de 1.1 millones. De estos, cerca de 800 mil pertenecen al sector oficial y más de 300 mil al sector privado1. Tan solo 550.0002, en promedio, consiguen terminar la educación media. Y, del total de bachilleres, tan solo el 48 por ciento3 logra ingresar a una carrera profesional, técnica o tecnóloga al año siguiente de recibir el grado. Negocio. En las universidades e instituciones de educación superior, la matrícula de pregrado en cada semestre cuesta entre los $2 y los $21 millones de pesos, cifras que rebasan la capacidad adquisitiva del obrero y de la clase media colombiana. En nuestro país es claro, terminar y obtener un título profesional constituye un privilegio.
Como verdad de a puño, tan solo el 25,5 por ciento de los hogares colombianos cuentan con ingresos mensuales iguales o superiores a tres salarios mínimos legales (2.462.571 pesos o más). El 42,1 por ciento logra ingresos mensuales entre los 820.857 pesos y 2.462.571, el 32,4 por ciento restante percibe apenas un salario mínimo ($820.857) o menos. Con este ingreso, ¿Los hijos de quiénes logran estudiar?
Cada año cientos de miles de bachilleres enfrentan la realidad de un país asfixiado por sus gobernantes, empeñados cada vez más en mantener ignorantes y empobrecidos a las clases populares. Así las cosas, el acceso a la educación superior anda restringido por causa de tres factores: i) la oferta de cupos en las instituciones públicas, ii) el costo de la carrera, iii) y el nivel académico del estudiantado.
En cuanto a la disponibilidad de cursos, cada año acuden a la Universidad Nacional 120 mil aspirantes; y sólo puede ingresar el 10 por ciento. Por su lado, cada año, el Sena abre cerca de 90 mil cupos en todo el país. En cuanto al problema del dinero, es visible que de los 550 mil nuevos bachilleres, 480.000 son de los estratos 1, 2 y 3, es decir, no cuentan con los recursos para entrar a una universidad privada. En su aspiración dependen por completo de sus familias, de los subsidios del Estado manejados por instituciones como el Icetex a través de programas como “ser pilo paga”, SPP –que sólo favorece a 10 mil estudiantes, aproximadamente el 2 por ciento del total de bachilleres egresados cada año– con sus efectos a favor de la universidad privada o, de las ayudas a cargo de diferentes fundaciones.
A los necesitados el dinero no les alcanza…
Es un hecho que, las familias colombianas gastan apenas y en promedio el 5.7 por ciento de sus ingresos en la educación de sus hijos. Un rubro pequeño del gasto, pues destinan la mayor parte en vivienda (30,1 por ciento), alimentación (28,22 por ciento) y transporte (15,19 por ciento)4. A pesar de que es muy poca la inversión, esta cifra está lejos de representar un alivio en el bolsillo de sus hogares. Es todo lo contrario. La poca inversión que las familias hacen en educación, obedece a los altísimos costos de las matrículas universitarias. Pues, no tienen con qué pagarlas.
Desde Abajo consultó los portales web de 20 instituciones de educación superior, IES (ver cuadro 1) y encontró que el precio de las matrículas para el primer semestre de este año varía entre la accesible suma de 1,8 millones de pesos y la exagerada de 22 millones de pesos. Con mucho esfuerzo, algún número de familias podrían enviar a sus jóvenes a una IES, siempre y cuando oferte programas académicos con valores cercanos a los dos millones de pesos. Pero, conseguir 5 o 10 millones de pesos es un privilegio de pocos para acceder a una carrera, y mucho más: es un lujo desembolsar 22 millones de pesos cada seis meses, una ostentación que sólo los hijos de las élites pueden saborear. Al fin de cuentas, el Estado no cubre toda la demanda de bachilleres egresados.
Aun sumando los cupos de las 32 universidades públicas del país, con la oferta del Sena y los programas del Gobierno, incluido el SPP, más del 50 por ciento de jóvenes estudiantes no logra proseguir sus estudios. Si no hay cupos en las IES públicas, si el joven hombre o mujer no pertenecen a una familia acomodada, o no pasan como un estudiante sobresaliente y no consiguen entrar a la Universidad Nacional, o no tiene la fortuna de adquirir un crédito-beca de “Ser pilo paga”, acceder a la educación superior no sólo es una falsa promesa hecha por el Estado sino que es un imposible.
Por esta razón, sin profundizar en la situación de las familias campesinas, buena parte de las madres y parejas colombianas están obligadas a enviar a sus menores a centros educativos poco reconocidos y de baja calidad. En la expectativa y deseo por “superar” en la familia, deben hipotecarse y acceder a créditos bancarios o a que los jóvenes bachilleres tengan que trabajar de día –en algunos casos, de noche–, para pagar sus estudios o, simplemente, resignarse a que sus hijos e hijas no estudien.
Dentro de este marco injusto, las universidades de los ricos no sólo aseguran el incremento de su riqueza, sino que establecen las pautas que rigen el sistema educativo y señalan a dedo, quienes de los pobres podemos gozar del derecho de aprender. Entonces, ¿qué opciones quedan para el resto de estudiantes que también desean aprender?
¿Cuáles opciones?, cuando estudiar una carrera es una prerrogativa de ricos o de jóvenes “excepcionales” que son premiados con el ingreso al sistema educativo que imponen las élites bajo un currículo y una capilla de formación en la doctrina neoliberal.
‘Tú eliges’ …cómo endeudarte
El Icetex ofrece cinco opciones de crédito y permite optar por la línea que cada estudiante prefiera pagar durante la carrera. Contrario a las propagandas del Gobierno que promocionan estos créditos con cero por ciento de interés, los créditos educativos para adelantar estudios de educación superior tienen una tasa de interés variable ajustada cada año. La base de dicha tasa es el Índice de Precios al Consumidor, IPC, certificado por el Dane al cierre de diciembre de cada año. La tasa de interés que aplica en esta línea de crédito, depende del puntaje que tenga el estudiante en el Sisbén (ver cuadro 3).
1 Dane
2 http://www.semana.com/educacion/articulo/ser-pilo-paga/505771
3 http://www.eltiempo.com/bogota/estudiantes-colombianos-que-ingresan-a-la-educacion-superior/16656094
4 https://desdeabajo.info/ediciones/30298-la-bolsa-o-la-vida.html
Recuadro 1
Recuadro 2
¿“Ser pilo paga”?, con sus consecuencias
La Constitución de 1991 garantiza la educación como un derecho para todo joven colombiano. Sin embargo, en el nivel universitario es toda una falsa promesa. El programa SPP del Ministerio de educación, entrega becas a los mejores bachilleres y a los de menos recursos, para su ingreso a la educación superior. Este programa contempla la financiación del total de la matrícula durante toda la carrera, y un apoyo de máximo 4 salarios mínimos por semestre. Una vez el beneficiario termine sus estudios y obtenga el título, el crédito será condonado. De lo contrario, deberá pagar el total del préstamo. Ante todo, el SPP potencia a las instituciones privadas.
En efecto, es la universidad privada la instancia que absorbe hasta un 98 por ciento de los jóvenes de alto nivel académico, en tanto cuentan con los créditos-becas. Con un mayor desbalance y perjuicio frente a la universidad pública, esta política al respecto de la educación superior, preserva, mantiene y amplía la calidad de los establecimientos privados. Como no, pagándoles matrículas entre los 5 y 22 millones de pesos el Gobierno desconoce la necesidad del sector público. De su desangre. ¡Con 22 millones de pesos invertidos en un único estudiante, podrían estudiar como mínimo, 10 bachilleres en una universidad pública! El Estado paga el 100 por ciento del valor de las 10 mil matrículas, equivalentes a 155 mil millones de pesos.
Para el año 2018, aproximadamente son 3.3 billones de pesos los recursos girados al programa SPP. Un costo similar a la transferencia que reciben las 32 universidades públicas nacionales y regionales, que con idénticos recursos deben atender a 655.000 estudiantes1. Aun en medio de estas circunstancias, Iván Garzón, director del programa de Ciencias Políticas de la Universidad de la Sabana, indica que “lo más relevante es la política de Ser Pilo Paga, aunque es muy pronto2”. Una declaración más que obvia, por parte de un docente que representa a una institución beneficiaria de 15.659 millones de pesos con el programa (ver cuadro 2). Frente a estas palabras, el Observatorio de la universidad colombiana, OUC, opina diferente.o para evaluarla. Creo que generó condiciones de mayor equidad en la educación superior y tendrá unos resultados en mediano plazo que pueden ser interesantes
“La manera como está concebido y funcionando el programa genera consideraciones en torno de la inequidad e indebida distribución de recursos. En primera medida, el programa sería una verdadera política de Estado si se convirtiera en un esfuerzo permanente y no sujeto a decisiones políticas del Ministerio de turno o a la disponibilidad presupuestal. A partir del momento en que deje de funcionar el programa, se generará un desequilibrio (¿injusticia?) con los mejores bachilleres que comiencen a graduarse y no cuenten con ese beneficio. Indudablemente habrá un impacto social, que se traducirá en críticas de la oposición y malestar, frente a los casos de aquellos estudiantes que, por desempeño académico o situaciones personales, muy seguramente derivadas de la no adaptación o de suficientes recursos para sostenerse en las grandes universidades alejadas de sus ciudades de origen, lleven a la deserción de algunos de los mejores bachilleres. Para algunos, no será fácil para un estudiante de provincia, por ejemplo, vivir en Bogotá con 4 salarios mínimos al semestre para su sostenimiento por semestre3”.
1 http://www.semana.com/educacion/articulo/ser-pilo-paga/505771
2 http://www.lapatria.com/nacional/asi-va-la-gestion-de-santos-bien-en-paz-equidad-y-educacion-pero-305820
3 http://www.universidad.edu.co/index.php/informes-especiales/12768-las-10-mil-becas-un-exito-entre-la-opinion-publica-pero
Recuadro 3
Recuadro 4
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