Según el informe presentado por la Contraloría General de la Nación el 26 de enero del 2017, hechos de corrupción pueden tener relación con problemas de eficiencia y eficacia en el cumplimiento de los objetivos para los cuales fue creado el Fondo de Ciencia, Tecnología e Innovación (FCTeI). En este artículo conectamos la denuncia que devela el informe con una reflexión sobre el papel de la tecnología en la sociedad, con la intención de ahondar más allá de este hecho específico.
La ciencia al garete. No solo es irrisorio el escaso 0,6 por ciento del total del PIB destinado a tal área en Colombia, sino que ahora el 10 por ciento del Sistema General de Regalías que constituye el FCTeI, y que fomenta su estímulo, se pierde en las regiones en ineficiencia, amiguismo y clientelismo.
Así lo deja al descubierto un reciente informe de la Contraloría General de la Nación al precisar que la evaluación sobre el funcionamiento de este Fondo entre 2012 y 2015, llevada a cabo mediante una Actuación Especial de Fiscalización, reveló la pervivencia de un fuerte rezago en la aprobación de los proyectos y una extrema lentitud en su ejecución. Según el informe, en departamentos como Córdoba, de los $160 mil millones asignados para financiar proyectos de ciencia y tecnología, se identificó un presunto detrimento al patrimonio público por más de $29 mil millones.
Precisa el informe, que la forma en la toma de decisiones sobre el gasto del FCTeI, da un peso preponderante a los intermediarios y los funcionarios del Estado a nivel regional, desencadenando una cadena de subcontrataciones y clientelismo en la ejecución de los proyectos. Según el contralor Edgardo Maya Villazón, de todas aquellas personas o instituciones que tienen proyectos aprobados solo el 6 por ciento de los proponentes cuentan con registrados en Colciencias; de los 1.430 proyectos en marcha, 1.014 están en manos de personas naturales y solo 61 en registro; incluso algunas universidades subcontratan la ejecución de importantes proyectos con otras universidades, como ocurrió en Córdoba y La Guajira. Mediante un promedio general, entre los años 2012 y 2015 los recursos asignados al FCTeI ascendieron a $3,3 billones, de los cuales solo se ha ejecutado $1,11 billones.
Según la ley (Art. 29, Ley 1530 de 2012) el FCTeI tiene como objetivo incrementar la capacidad científica, tecnológica, de innovación y de competitividad de las regiones, mediante proyectos que contribuyan a la producción, uso, integración y apropiación del conocimiento en el aparato productivo y en la sociedad en general. El Acto Legislativo 05 de 2011 y la Ley 1530 de 2012, crearon y reglamentaron el FCTeI, asignándole el 10 por ciento de los ingresos del Sistema General de Regalías. Para quienes no lo sepan, éste es un sistema presupuestal propio, independiente del Presupuesto General de la Nación y del Sistema General de Participación, acordado periódicamente por un esquema de negociación en el que participan los gobiernos regionales, los representantes de las universidades y el gobierno nacional a través del Órgano Colegiado de Administración y Decisión (Ocad).
La Contraloría recordó que mientras en Colombia la inversión nacional en Actividades de Ciencia, Tecnología e Innovación para el año 2015 constituyó el 0,627 por ciento del PIB, en países como Brasil dicha inversión es del 1,2 por ciento del PIB (50 por ciento financiado por el sector privado), en Venezuela el 2 por ciento del PIB y en los países de la Ocde del 3 por ciento.
De igual manera, si se tienen en cuenta otros indicadores internacionales de ciencia, tecnología e innovación, como registro de patentes y publicaciones científicas per cápita, Colombia se sitúa por debajo de países con niveles similares de desarrollo. Por ejemplo, para el año 2014 el país contaba con 112 patentes, según datos de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), mientras que Argentina tenía 260. Asimismo, Colombia registró 6.708 publicaciones científicas según el Institute for Scientific Information (ISI), frente a 8.324 de Argentina, 11.510 de México y 38.114 de Brasil.
El informe de la Contraloría permite concluir que la debilidad que sobrelleva el país en esta área de la actividad científica, económica y social es producto de la inexistencia de un proyecto de país. La baja inversión en ciencia, tecnología e innovación, la improvisación, la falta de prioridades para orientar el gasto, etcétera, así lo reafirman. Para quienes detentan el poder es suficiente resolver el día a día, sin proyectar ni el mediano ni el largo plazo, y sin diseñar un liderazgo geopolítico a ningún nivel.
Entre el perfeccionamiento humano y la acumulación de capital
Para llevar el caso de corrupción en el fondo de ciencia y tecnología a la reflexión, es menester destacar las contradicciones que conlleva el desarrollo tecnológico en el progreso de la humanidad, sin caer en determinismo tecnológicos, pues dichos procesos van de la mano con factores políticos y socio-culturales. En el mundo contemporáneo, la innovación y el avance de la técnica instrumental se ven ampliamente determinados por el proceso de valorización del valor y la acumulación de capital, hecho que se encuentra en lo profundo de nuestra relación con el conocimiento, la ciencia y la tecnología, cuando de políticas públicas se trata.
Habitualmente, y de manera atávica, los colombianos en su inmensa mayoría estudiamos 4 áreas: ingeniería, medicina, administración y educación, áreas caracterizadas por el hacer, es decir no necesariamente en el sentido primero de la palabra: áreas del pensar. Recordemos que para Marx el conjunto de los medios de producción, las tecnologías, constituyen el campo instrumental de toda la sociedad, el marco de posibilidades que tiene de transformar la naturaleza para sus propios fines. Pero, ¿qué aspectos inter-subjetivos conlleva?, ¿cuáles son estos fines? Si dicho proceso no está acompañado por la reflexión, el desarrollo tecnológico puede estar subordinado a la reproducción económica, política y cultural del sistema imperante, es decir, no es bueno, ni malo per se. Aldous Huxley retrata claramente en su novela Un mundo feliz las implicaciones de la tecnocracia.
Es un hecho que actualmente, gracias al avance informático y la Internet, caminamos hacia una mayor democratización del conocimiento. Más la amplia capacidad de acceso no significa que se abra al servicio del crecimiento personal y colectivo, si sus lógicas siguen enmarcadas en la concentración de las riquezas en manos de unos pocos, por ejemplo las élites regionales, nacionales y extranjeras, y sus intereses (visibles en los tratados de libre comercio y en las leyes de protección de patentes), a pesar de que estas se repartan entre diferente entidades para la distribución del sistema general de regalías.
Hasta el año pasado, el presupuesto en educación nunca había superado el presupuesto militar, lo cual fue motivo de celebración. Es necesario que la ciudadanía se interese por el desarrollo en ciencia y tecnología, así como en el cabal cumplimiento del presupuesto en los proyectos de investigación; sin embargo, cuidado, tal interés no significa un adelanto en sí mismo, pues la técnicas de control pueden ser mucho más sutiles y efectivas a través del libro o el celular, que a través del fusil. Por más migajas que nos dé el estado, o las mismas empresas multinacionales de actividad extractiva para su desarrollo, sin una verdadera democratización del poder y de la riqueza, la ‘democratización’ del conocimiento no deja de ser un simbolismo que termina por sumir en el conformismo al conjunto social, convencido de que todo está mejorando.
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