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Las transformaciones de la marcha del Primero de Mayo en Bogotá

Las transformaciones de la marcha del Primero de Mayo en Bogotá

Actuar solos nos hace frágiles, juntos y organizados somos fuerza y poder.

 

Papas bomba, gases, ladrillos, Esmad, tropel y muerte. Un ritual sacro santo. Ese ha sido el panorama de las noticias en Bogotá durante más de una década de movilización en el día internacional de los/as trabajadores/as, día en el cual miles de manifestantes salen a las calles para exigir los derechos laborales perdidos –tras las políticas de flexibilización–, para repudiar las nuevas lógicas de esclavitud del capital, con jornadas laborales continuas, diarias, de 12-15 horas, sin derecho a pensión, prestaciones y garantías sociales; día en el cual se exigen condiciones para tener una vida digna.

 

Fecha de memoria y conmemoración de aquellos obreros anarcocomunistas que fueron asesinados en Estados Unidos por defender los tres ochos –8 horas de trabajo, 8 de ocio y 8 de descanso–, convertidos en iconos mundiales de dignidad y resistencia. Día para ¿construir alternativas?, ¿repudiar el sistema? o, para ¿encender llamas de fuego en el centro de la ciudad?

 

Marchodromo habitual

 

Fotografía. La tradicional marcha de Bogotá inicia en la Carrera Séptima con 26, en el Planetario Distrital. Su destino simbólico es el centro tradicional del poder político: la Plaza de Bolívar, donde se encuentran la Casa Presidencial, el Congreso de la República y la Alcaldía Mayor. En el punto de encuentro se reúnen: centrales obreras, sindicatos, partidos políticos autodenominados de izquierda, estudiantes, anarquistas, antifascistas y toda la pleyade de lo que puede denominarse organizaciones o movimientos sociales. Allí poco de mayorías sociales, poco de pueblo, de gente del común, pues para el imaginario dominante (producida por los medios de comunicación y el mensaje desprendido de las acciones de años anteriores) esta marcha es violenta, por lo cual toman este día como un festivo para descansar y no como un referente para luchar.

 

La organización del recorrido es un desfile donde cada organización, partido, movimiento, etcétera, demuestra su capacidad de movilizar la mayor cantidad de gente uniformada para presumir en los clubes sociales alternativos de izquierda. Dentro del recorrido son tradicionales los tropeles causados por infiltrados, o por jóvenes con los ánimos a flor de piel, producto de lo cual van escindiendo la marcha desde la 19 con séptima, lo que genera que la misma llegue fraccionada a la Plaza.

 

Al llegar junto al monumento de Bolívar, en el evento central, se escuchan consignas usuales y gastadas, así como los habituales discursos de los burócratas sindicales, los que solo escuchan las palomas. Cada partido, organización o movimiento expresa su imaginario ideológico y político, que se convierte en diálogo de sordos, pues nadie escucha, ya cada quien va por su lado. Para cerrar el evento, el rito policivo: la planeada gaseada del Esmad, quienes se divierten y alegran dando bolillo y pata, tanto así que hace unos años, embriagados por la euforia, emoción y sevicia de su rol represivo, mataron a Nicolás Neira.

 

“El sur se moviliza”

 

Esta desgastada escenografía fue la que motivó a diversidad de activistas de varias localidades bogotanas a replantearse la lógica del marchodromo del centro, planteándose marchas en otras partes de la ciudad. Así, desde hace aproximadamente nueve años, las localidades de Bosa, Ciudad Bolívar, Usme, Kennedy, acompañadas de personas de localidades del norte –como Suba y Engativá–, se reúnen para marchar juntas hasta algún territorio local previamente seleccionado, proceso que lleva por nombre “El sur se moviliza”. Cabe resaltar que este proceso de articulación genera una titánica movilización de cientos de personas que recorre más de media ciudad para llegar al punto previamente acordado, sin embargo existen opiniones que cuestionan este desgaste anual.

 

Por su parte, en la localidad de San Cristóbal construyen desde hace 4 años un proceso de movilización local que parece más un carnaval, por sus colores y actores; los cientos que concurren recorren su territorio desde el barrio Tiguaque –parte alta de la localidad– hasta el parque central de Villa Javier –parte baja de la misma–. Todo el recorrido transcurre a través de los barrios populares, consolidando un ejercicio de territorialización de la movilización, sintonizando con las mayorías sociales, marginadas, que habitan esta periférica localidad. En este carnaval, los vecinos se asoman por las ventanas intrigados por lo que sucede afuera; por su parte las organizaciones comunitarias tratan de concretar una corta explicación de la razón por la cual se movilizan. Sin embargo, aún hace falta consolidar la conexión directa con la inmensa mayoría.

 

Un notorio avance

 

El pasado 1 de mayo, estos dos ejercicios (“El Sur se moviliza” y Movilización de San Cristóbal) se articularon para consolidar una marcha conjunta, un accionar donde niños, niñas, abuelos y abuelas, jóvenes y adultos, festejaron el Día Internacional de los/as Trabajadores/as. Las organizaciones sociales provenientes de Bosa, Ciudad Bolívar, Usme y Kennedy, llegaron hasta la localidad de San Cristóbal que, siguiendo con el proceso de movilización local, caminó nuevamente por su territorio. Para finalizar la jornada con un almuerzo para las más de dos mil personas que participaron, así como un evento central, con danzantes y músicos de diferentes géneros que dieron paso a un concierto que llenó los ánimos. Finalizó la jornada de memoria, apropiación del territorio y encuentro de diversos, con una fiesta popular. De igual manera, tomó forma el primer ejercicio de movilización del norte, que articuló las localidades de Suba, Usaquén y Engativá. Más de cien personas acudieron al llamado.

 

Todo el trabajo de articulación se unificó en la propuesta denominada: “Bogotá Popular se Moviliza”, la que produjo una unidad gráfica para todas las localidades, piezas comunicativas comunes y un comunicado conjunto, que cobijaba tanto al norte como al sur. Las localidades marcharon por justicia, dignidad, trabajo y paz. La agenda de reivindicaciones resaltó 6 puntos: 1. Mejores condiciones laborales, con urgencia de cambiar el modelo económico y desarrollar otras formas para la economía; 2. Acciones en favor de la protección del medio ambiente y justicia ambiental, donde se construya un POT que vincule a los sectores populares para adecuar los territorios a sus necesidades; 3. Paz urbana territorial y derecho a la ciudad, para que todo/a trabajador/a tenga las garantías para vivir dignamente; 4. Revocatoria del alcalde Enrique Peñalosa; 5. Modificaciones racionales frente a la movilidad, el espacio público y una ciudad pensada para sus pobladores; 6. Promoción de la cultura, dignificación del trabajo de lxs artistas y valoración al arte popular.

 

¿Tiempo de mirar hacia otros rumbos?

 

Estamos en el periodo de transformar las movilizaciones y las concepciones de percibir el poder; es momento de mirar hacia otros rumbos para conseguir las transformaciones sociales; tiempo de abrir la mirada y entender que el poder está más allá de las instituciones. Es el instante de transitar el camino para encontrar la conexión con las mayorías sociales, las mismas que malviven al día, sufriendo las consecuencias de la economía de la acumulación y las injusticias de la mezquindad de unos pocos. Por lo tanto, hay que territorializar nuestras luchas, lo que implica generar procesos de reconocimiento mutuo (en los espacios de vida y de reproducción biológica y material), entre organizaciones, parches, grupos culturales, ambientalistas, comunicadore/as, muralistas, grafiteros/as, educadores/as, entre otros/as. Hay que arriésgarnos a involucrar a personas amigas, familiares, conocidos/as y vecinos/as. Muchos de ellos, expresión del nuevo tipo de trabajador producido por el capitalismo de finales del siglo XX e inicios del XXI.

 

Se trata de generar un proceso con los mayores, con adultos, jóvenes, niños y niñas, consistente en sensibilizar barrio por barrio, a partir de las necesidades concretas que aquejan los espacios vitales de encuentro social y de vida: el jardín comunitario, el transporte, el parque deteriorado, la escuela, el colegio, pero también las problemáticas que agobian a las familias: las tarifas de los servicios públicos, las del transporte, la inseguridad, las ollas, la actitud hostil de la policía.

 

Buscar sintonizarnos con la cotidianidad popular. De esta manera será posible vestirnos de fiesta y denunciar las problemáticas con otras estéticas que rompan el estigma de la movilización del tropel, para que así se sume a la protesta la mayor cantidad posible de vecino/as que se sientan identificadas con lo reivindicado, hasta llegar al sueño de justicia y libertad.

 

Actuar así, para que el 1 de Mayo no sea solo un día, sino mucho más que ello: un punto de partida, pero también de tránsito para rememorar y educar, para reflexionar y encausar energías, para construir imaginarios comunes y darnos la fuerza necesaria para hacer sentir que el país debe regirse en su modelo económico y político de acuerdo a las necesidades de las mayorías. Esas que habitan en las localidades populares de Bogotá y de todo el país.

 

Un Primero de Mayo para el presente y para el futuro. Hay que cambiar de imaginarios y de procederes. Hay que disponer el corazón y la sonrisa para el otro/a; hay que compartir la alegría de soñar en colectivo, de romperle el cuello a la indiferencia y sentirnos parte del sueño en conjunto. 1886-2017: un solo sueño que debemos hacer realidad.

Información adicional

DECAÍDA Y NACIMIENTO:
Autor/a: TOÑO MARTÍNEZ Y FELIPE MARTÍNEZ
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