Una respuesta comunitaria de jóvenes de diferentes barrios de la localidad de Suba, a la escases de escenarios culturales, a los altos índices de deserción escolar y a la falta de acceso a la educación superior en Bogotá.
La inteligencia colectiva es un concepto que toma relevancia en las sociedades del conocimiento contemporáneas, influenciadas por la internet y diversidad de tecnologías. La inteligencia construida colectivamente se refiere a la capacidad humana de generar reflexiones, contenidos y nuevos paradigmas del saber en comunidad, colaborativamente y por voluntad propia de los individuos.
Esta capacidad de sumar los saberes en función de un bien colectivo ha sido el motor principal del Centro de educación popular Chipacuy desde el año 2013 en el barrio Compartir de la localidad de Suba en Bogotá (Ver recuadro). Este lugar se ha consolidado como un escenario cultural que, en sus cinco años de trabajo que ahora conmemora, ha vinculado a cientos de personas en torno a talleres gratuitos, círculos de la palabra, seminarios, entre otros, creando así un espacio de pensamiento alternativo que articula áreas del conocimiento artístico, cultural y científico.
El Guardián-Curí rescatando el territorio
Un salón comunal abandonado era el foco de inseguridad, microtráfico y consumo de sustancias psicoactivas en el barrio Compartir de Suba; fue ese mismo espacio el que algunos jóvenes del sector decidieron revivir mediante la acción colectiva; lo pintaron, lo amoblaron con mesas, sillas de todos los tipos –sofás, de plástico, butacas de madera– y cualquier mueble que estuviera en buen estado; se abrió una biblioteca, empezaron a realizar talleres con niños y niñas, jóvenes y así, aquel salón comunal abandonado se volvió un centro cultural barrial, hoy en día el Centro de educación popular Chipacuy, referente de educación popular a nivel Distrital, por la continua participación de jóvenes de la localidad y por las estrategias pedagógicas que se emplean para compartir con la comunidad conocimientos tradicionalmente asociados a las universidades o colegios.
Chipacuy es una expresión muisca: “Guardián–Curí”, que hace referencia al protector del territorio representado en el Curí como animal sagrado. En la actualidad el Cavia Porcellus (nombre científico del Curí) habita algunos humedales como la Conejera, Tibabuyes, Guaymaral y Torca; sistema hídrico milenario conocido en la actualidad como la Reserva Thomas van der Hammen.
Chipacuy y la educación popular
En el año 2013 el Chipacuy inició un proyecto de educación popular gratuita de duración semestral, con clases de alemán, música, artes plásticas y fotografía, orientadas por profesores voluntarios. Con el trascurrir de los años, se sumaron diversos colectivos, individuos y redes que aportan nuevos profesores en áreas como pre-icfes, pre-universitario, teatro, comparsa, agricultura urbana, cineclub, literatura, educación política, yoga, entre otros.
Los compartires son diversos. Allí, de manera gratuita, han enseñado idiomas como inglés, portugués, francés, y también realizado ferias, bici-recorridos, trueques, mingas, círculos de la palabra y seminarios con universidades. Muchos de los profesores voluntarios son estudiantes de universidades públicas o privadas que enseñan de manera altruista lo aprendido en sus respectivos entornos académicos. La actividad cultural gira en torno a los jóvenes de la localidad y está basada en el conocimiento, lo que permite la generación de nuevos escenarios de gestión e intercambio como foros distritales, encuentros de sabidurías ancestrales, publicación de investigaciones con universidades, y prácticas de estudiantes de múltiples profesiones que desarrollan sus proyectos de tesis con el Chipacuy.
El centro de educación es un eje dinamizador del pensamiento cultural del barrio, y ha requerido muchos ajustes a la metodología de trabajo, que es básicamente colaborativo y voluntario; siendo del mayor interés común procurar el saber cómo patrimonio social, que construye ciudadanos en autonomía y que controvierte el modelo tradicional cultural hegemónico.
Con las nuevas miradas sobre el devenir del barrio, los jóvenes y profesores participantes ejercitan también la convivencia, la reflexión y complejizan sobre temas cotidianos de incidencia local. En la construcción de un saber colectivo de la localidad de Suba (1), Chipacuy enfatiza en el tema del patrimonio cultural muisca, planteando algunas estrategias alternativas de pedagogía como círculos de palabra y trabajo en red. El asunto del agua y la defensa de los ecosistemas presentes en la localidad, también son parte de debate y publicaciones de investigación.
El lugar de enunciación en la educación popular pone de protagonista al ser humano, y tiene una gran capacidad emancipatoria; hay miles de experiencias semejantes a lo largo de nuestro continente, en formas de casas de la cultura, bibliotecas comunitarias o semejantes. Los movimientos de educación popular latinoamericanos han estado influenciados por los legados de Paulo Freire, Orlando Fals Borda, Eduardo Galeano, Enrique Dussel, entre otros pensadores regionales, que han sembrado horizontes de sentido fundamentales para los debates vigentes en la actualidad.
En el caso de Chipacuy, el conocimiento es dinámico, la comunidad genera los relatos de pertenencia y tradición cultural que controvierten las ideas clásicas y prestablecidas. Chipacuy hace parte de los tiempos de la sociedad del conocimiento libre, de la globalización, de internet, redes sociales, Copyleft (en contrasentido del modelo tradicional de copyright), software libre, es decir, que nuestros tiempos influyen marcadamente los relatos, somos herederos de unas epistemologías desde el sur, desde el contexto periférico que habitamos, y que plantea también una controversia con el mundo de las clásicas ideas hegemónicas eurocéntricas.
Voluntad para otro mundo posible
La educación popular ha contribuido para el cambio vivido en los últimos 30 años en muchos territorios del continente, y son varias las generaciones que han tenido diferentes problemas que resolver por su conducto, según sus condiciones de vida. Antaño desvelaban a los grandes educadores como Freyre la alfabetización y la lectura crítica, en la actualidad nuevos asuntos como las artes, la sostenibilidad ambiental, el género, las semillas nativas, el animalismo, el acceso a la educación superior, entre otros, son temas que determinan el tipo de educación popular que la comunidad encuentra de interés y relevancia. El centro de educación popular Chipacuy es un ejemplo de colombianos/as trabajando en equipo por el bien del saber común, de un patrimonio cultural colectivo.
Para los cinco años del Chipacuy en 2018, habrán pasado más de 500 estudiantes por el proceso, en diversas áreas del conocimiento. Pueden participar gratuitamente en el centro de educación todas las personas de la ciudad que quieran asistir.
El trabajo voluntario de jóvenes bogotanos que han asumido un rol protagónico en la construcción de alternativas para los problemas sociales del día a día, es también la posibilidad de muchos individuos de empoderarse de sus propios proyectos de vida y sumar en colectivo. El mensaje final, tal vez el más contundente de esta experiencia, es que la inteligencia colectiva y la educación popular pueden replicarse como metodología en cualquier barrio de la ciudad, del continente, solo se requieren algunas voluntades.
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