Inducidos a proceder como animales, como patos, negados en su derecho a la protesta, miles de ciudadanos bogotanos resisten a una campaña de control anti-evasiva. Motivados por varias fallas del sistema de transporte público conocido como Transmilenio, los phatos resisten desde décadas atrás.
Van a ser la cinco de la mañana, algunas personas invaden el ambiente con sus perfumes y otras dejan entrever el cansancio en sus caras todavía adormecidas; el Transmilenio que los llevará a su lugar de trabajo aún no llega. Todavía no asoma el alba en el portal de El Dorado, donde continuas corrientes de aire frío lo cruzan de punta a punta.
Al frente de la parada, la calle 26 en su sentido oriente-occidente, un largo muro de tubos metálicos de 1.80 metros de altura, bloquean el paso de la calle hacia las instalaciones del portal. Varios hombres saltan el muro apoyándose sobre las cabezas de los tubos. Las mujeres, por su parte, caminan menos de una cuadra hacía donde termina el muro, lo pasan sin ningún inconveniente.
Todas las personas que esperan el articulado observan por lo menos una docena de phatos que se colaron al sistema en menos de 10 minutos; un vigilante miró la acción, y sin reacción alguna prosiguió en la charla que lo distrae. Ese vigilante. como todos los demás funcionarios del sistema, no saben que desde el inicio de operaciones hasta su final, una rebelión empieza su curso en los nueves portales del sistema Transmilenio y en las casi 150 estaciones que lo integran.
Un método contraproducente
No les dio resultado. Bajo los lemas: “Si hay colados todos pagamos el pato” o el “el pato paga”, enarbolaron en los medios oficiosos de comunicación, con publicidad dentro de los buses articulados, y en las estaciones, una campaña que in-justifica una acción de protesta induciéndola a una acción animal. En las estaciones y portales del sistema, carpas con personal policial o alguna persona disfrazada de pato, encarnan una disputa que desde el mes de abril de 2017, Transmilenio S.A., en alianza con la Secretaría Distrital de Seguridad, Convivencia y Justicia y la Policía Metropolitana, implementan.
La meta de la campaña es lograr que los ciudadanos dejen de justificar a los evasores y empiecen a tomar una posición activa de rechazo de tal práctica. Pero la campaña no encuentra aceptación. Su principal error fue encasillar a los evasores como animales y no como seres humanos que evaden el sistema impulsados a ello por las afujías económicas que agobian a miles de habitantes de la capital del país, o simplemente como rechazo por el mal servicio que presta la empresa.
Alusión filosófica. Aristóteles, en su libro Retórica, nos dice: “De los argumentos procurados por el discurso hay tres especies: unos residen en el comportamiento del que habla; otros, en poner al oyente en una determinada disposición; otros, en el propio discurso, por lo que demuestra o parece demostrar”. A los argumentos del comportamiento los llama “ethos”, a los relacionados con los oyentes “pathos” y a los que convencen por el propio discurso “logos”.
Los argumentos relacionados al “phatos” están ligados a los sentimientos, a las pasiones o a los estados de ánimo que bien se podrían categorizar en las pasiones del dolor, y las del placer, y son las causantes de que el ser humano cambie de juicio. En palabras de Aristóteles: “por los oyentes: cuando se ven inducidos a un estado de ánimo por el discurso. Pues no tomamos las mismas decisiones afligidos que alegres, ni como amigos, las mismas como enemigos”.
En este sentido, es probable que los discursos utilizados por la campaña de Transmilenio lograran un efecto contrario al pretendido con la ciudadanía. El periódico desdeabajo envío un formulario vía internet a Catalina Hoyos –gerente del proyecto y de la campaña–, para conocer los resultados de la campaña y su trasfondo.
Ante la pregunta ¿Qué resultados ha dado la campaña de prevención ‘Todos pagamos el pato’?, Catalina Hoyos respondió: “En la fase I: todos pagamos el pato, se refuerza el imaginario de la sanción moral. En la fase II: el pato paga, refuerza la norma mediante el Código Nacional de Policía.
La estrategia de la campaña se encuentra reforzada con una medición de encuesta realizada a 684 personas entre los meses de marzo, junio y julio de 2017. Con la encuesta le preguntaron a las personas: Si usted se colara en Transmilenio qué sentiría: culpa, miedo o vergüenza. Es claro, la encuesta devela los tres discursos que buscan generar tres emociones negativas, ligadas al dolor, donde el objetivo es que los futuros colados interioricen esas pasiones y no evadan el sistema.
Miremos como opera cada discurso en el manejo de estas emociones
La culpa: ¿Cómo afecta la culpa el colado al sistema? Por medio de publicidad y ayuda de medios de comunicación nos dicen que el fenómeno de la evasión le genera grandes pérdidas económicas al Sistema Transmilenio. Los colados aumentan la necesidad de generar transferencias por parte del Distrito para evitar un mayor déficit en la operación, lo que impide que los recursos que salen de los bolsillos de los bogotanos puedan invertirse en mejorar la calidad del servicio.
La vergüenza: se trata de que quien evada el pago del sistema de transporte, llegue a sentir vergüenza. Para ello la propaganda difundida por todo el sistema, más los medios masivos de comunicación, enfatizan en el daño que hace al sistema la evasión, medios que rechazan al mismo tiempo las acciones de inconformidad ciudadana y legitiman el control gubernamental de la no protesta. Se motiva, al mismo tiempo, el apoyo al personal de la empresa de vigilancia contratada por Transmilenio S.A. Al mismo tiempo, la Policía Metropolitana apoya o verifica, de forma aleatoria y con ayuda tecnológica, las tarjetas de ingreso al sistema, para establecer las validaciones de pago de pasajes.
El miedo: el pato paga, lo que Catalina llama reforzar con la norma (Código Nacional de Policía), estuvo acompañada con el propósito de continuar combatiendo los colados en el Sistema de Transporte Público de Bogotá. Para tal propósito, la Secretaría Distrital de Seguridad, Convivencia y Justicia; la Policía Metropolitana de Bogotá y Transmilenio S.A. pusieron en marcha, en ocho Portales del Sistema, la medida de cursos pedagógicos para infractores. Además de la multa que asciende a $196.720 pesos, quienesingresen al Sistema Transmilenio sin pagar su pasaje, son trasladados por la Policía Metropolitana a las carpas habilitadas para dictar los cursos pedagógicos que contempla el Código de Policía y Convivencia, cuando se comete este comportamiento contrario a la convivencia.
El discurso de la campaña “Si hay colados, todos pagamos el pato”, está basado en miedo, vergüenza y el estigma de ser juzgado como un mal ciudadano, pues si usted se cola será multado con dinero, será considerado como un ciudadano sin cultura, culpándolo, además, por la falta de presupuesto para que el sistema pueda arreglar la infraestructura y el servicio.
La acción en masa, diaria, de no pago, por parte de miles de usuarios, se convierte en una rebelión. Esta campaña no ha funcionado, si usted es un asiduo pasajero de Transmilenio o pertenece a la rebelión de los phatos, verá diariamente a miles de personas que evaden el sistema de distintas maneras, lo que podría verse como una forma de resistencia y de protesta ante los discursos de control y persuasión opresiva que emite el sistema. Una protesta que nace desde una inconformidad individual contra un sistema de transporte inequitativo puede evadir, como es en este caso, cualquier campaña de desprestigio.
La revuelta de los miserables
En el cuestionario dirigido a la funcionaria de Transmilenio, tratando de entretejer y develar esta rebelión que se prolonga en el tiempo, también preguntamos:
da. ¿Qué simboliza el animal Pato en la campaña?
CH. Es el Pato Patán. Un personaje al que no le importa transgredir las normas dentro del Sistema.
La campaña anti evasión se convierte en una estrategia fallida porque considera al ciudadano que evade el pago del servicio como a un animal sin la facultad de la interpretación, pero la reacción, al final, es todo lo contrario, pues el pato pertenece a la misma familia del ganso, y como Aristóteles nos dice en su libro Investigación de los animales, los animales presentan diferencias relativas al carácter […] así mismo, unos son astutos y malvados como la zorra; otros esquivos y cautos como el ganso; otros envidiosos y presumidos como el pavo real. Pero el hombre es el único animal capaz de reflexión. Muchos son los animales que poseen la facultad de la memoria y el aprendizaje; sin embargo, sólo el hombre es capaz de recordar. Y recordar es lo que hacen los miles de phatos todos los días, antes de ser inducidos a convertirse en “patos”.
Jaime Sánchez, estudiante de gastronomía en el Politécnico Internacional y jefe de cocina de la panadería El Trigal, demuestra su elasticidad cada vez que corre por la calle 80 y con mucha agilidad, yde un solo impulso, ya está colado sobre la puerta de la estación Minuto. “Yo me colo con orgullo, sino tuviera que trabajar 12 horas diarias para pagar el millón doscientos mil pesos mensual para pagar mi estudio no me colaría, pero como son $4.600 pesos diarios que me equivalen al 15% de mi sueldo al mes, me parece injusto pagar ese porcentaje por un transporte pésimo”.
La calle 80 también es un motivo justificable de recordación para los phatos, puesto que allí, un domingo 26 de agosto de 2001 se realizó el primer bloqueo contra Transmilenio. Estando Bogotá dominada por los buses piratas, con más de 400 rutas ilegales, Transmilenio no suplió las necesidades de transporte. Como lo data el dominical de El Tiempo de la fecha en mención, cerca de 100 personas taponaron la estación de la calle 80 con Av. 68 en protesta por sobrecupo y mal servicio (Ver imagen 1).
Pero esta realidad de los colados, no es un fenómeno reciente, como lo hacen ver determinados medios de comunicación, expertos en movilidad y las directivas de Transmilenio. El problema de un servicio paupérrimo, carísimo e injusto, con su falsa promesa de que mejorará, lleva 17 años y los phatos vienen protestando desde el 2001.
La edición de El Tiempo de mayo 19 de 2002, contó que la Secretaría de Tránsito en marzo de 2002 hizo la propuesta de bajar las tarifas que cobran a los usuarios, basada en los resultados de un estudio que contrató esta entidad con el CED de la Universidad de Los Andes. Dicho informe demostró que los pasajeros estaban pagando más de la cuenta por un servicio lleno de fallas y mala calidad. Nada ajeno a una realidad en la cual el problema de los altos costos de la tarifa se prolonga 16 años después de identificado, y en donde la alcaldía de Enrique Peñalosa incrementó la tarifa en 500 pesos en solo 3 años. Por lo demás, tarifas diferenciales, como a las que debieran tener derecho estudiantes y adultos mayores, brillan por su inexistencia.
ES una realidad que se prolonga. Las malas administraciones no han dado tregua a los millones de usuarios del sistema con su salvaje gestión y los phatos han respondido con su resistencia. La rebelión se justifica cuando, por ejemplo, una madre soltera que gana el salario mínimo –781.242 pesos– y realiza dos viajes diarios durante todo el mes –138.000 pesos equivalente al 17 por ciento de su salario–, evade el pasaje para pagar sus deudas o alimentar a sus hijos.
José Rincón*, funcionario del sistema, vive la rebelión todos los días en la estación de calle 57, mientras se para en los torniquetes de entrada y salida. Validando los pasajes y siendo también guía de rutas de viaje, con el pelo crespo y unas gafas de montura delgada, le dice a cada phato que encuentra en rebelión: “vecino, valide el pasaje”, y a la par cuenta: “Yo los veo; cuando se cola uno y empieza una reacción en cadena”, trato de llamarles la atención, y les reclamo que deben validar el pasaje, ante lo cual no es raro que me digan, como lo hizo con coraje un phato hace poco: “caballero, no le llene los bolsillos a los que tienen plata”.
El abuelo del Transmilenio
La ineficiencia de la alcaldía, mal servicio, tarifas carísimas, sistema mal diseñado, son más que evidentes en el caso que nos ocupa, mucho más si un problema tan básico como la congestión que se vive en Transmilenio no ha sido solucionada tras 2 décadas de reclamos. Y hablando del tiempo, nos podemos remontar al ‘abuelo’ del Transmilenio, y demostrar cómo fueron las emociones, y en consecuencia los phatos originarios de la primera huelga de tranvías en Bogotá, contada por el Diario Gráfico Mundo al Día un 21 de abril de 1924 (Ver imagen 2).
La humillación al trabajador y las pasiones negativas ligadas al dolor conllevaron a la huelga. Era un lluvioso abril de los años 20 del siglo XIX, y en principio los conductores de los tranvías habían firmado un memorial contra el Superintendente del tranvía, de origen español, Emilio Castillo y García. “Ellos decían que la principal causa era el carácter violento del señor Castillo y el mal trato que les daba”.
A la siguiente nómina cuarenta y cinco conductores fueron destituidos, todos ellos habían firmado el memorial contra Castillo. Al enterarse del despido “a las tres de la tarde la línea de Chapinero estaba casi paralizada” y en medio de la huelga el superintendente terminó disparando un fatal proyectil a la sien del joven conductor Plinio Cárdenas. A la huelga se sumaron estudiantes, obreros y simpatizantes, quienes marcharon hasta la plaza de Bolívar donde atronaron el espacio con gritos similares a los abuelos de la independencia: “¡Abajo los chapetones!” “¡Muera España!”
La huelga de tranviarios terminó con un acta firmada con el Ministerio de Industrias, donde los empleados sustituidos conservaban sus puestos, no habría represalias por el paro y se hizo la destitución y arresto del Superintendente Emilio Castillo y García.
Una realidad de ayer y de hoy, del pasado lejano y del presente. Inducidos los ciudadanos por las fallas del sistema, y por la ineficacia de sus instituciones, presionados a pensar como animales, para renegarlos a las pasiones del dolor, distintos phatos se rebelan demostrando que la audacia, la alegría, la añoranza y el placer están por encima de los que creen y piensan que controlan al ser humano opacando su derecho a la protesta y a la organización.
Yo también me he colado, yo también soy un phato.
* Nombre de la persona y de la estación cambiado a petición de la fuente.
Retórica, Aristóteles. pp. 53–54. Traducción Alberto Bernabé Alianza Editorial. 2007.
Investigación sobre los animales, Aristóteles p. 48. Traducción Julio Pallí Bonet. Editorial Gredos. 1992.
Diario Gráfico Mundo al Día (21 de abril de 1924).
El Tiempo (19 de mayo de 2002).
El Tiempo (26 de agosto de 2001).
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