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Veganismo popular, pongámoslo de moda

Veganismo popular, pongámoslo de moda

El pasado 25 de agosto se llevó a cabo la II Marcha por el fin del especismo en la ciudad de Bogotá. En ella múltiples organizaciones y activistas nos manifestamos contra la explotación y la violencia que sufren los animales no humanos por ese capricho, esa costumbre de asesinarlos para consumirlos por la industria alimenticia, peletera, cosmética, científica y de entretenimiento.

La intención de esa manifestación y de muchos otros escenarios de activismo antiespecista o vegano es cuestionar las violencias que creemos son naturales y visibilizar en diferentes comunidades que es posible terminar con la explotación que perpetua la idea especista de que los humanos son superiores a los animales y que esa es la razón para someterlos a explotación, masacre y consumo.

Una vez alcanzada la soberanía alimentaria, es claro que es posible llevar una alimentación completa mediante el vegetarianismo o veganismo, que no solo contempla la necesidad de dejar de ver en los animales cosas o mercancías que se compran y venden, maquinas que producen bebes para ser masacrados y vendidos. Esta es una apuesta por reconocer y actuar ante las relaciones de poder que perpetúan el antropocentrismo ya que generalmente cuando se habla de las violaciones y embarazos forzados, masacres, torturas, y asesinatos masivos a animales no humanos, se cree que son violencias que no importan o que son necesarias y que no se pueden evitar. Sin embargo, hace años se consolida en el mundo un movimiento político amplio y complejo alrededor de la lucha contra el especismo como estructura social y cultural por la liberación de los animales de las cadenas que les atan a la violencia, opresión y explotación. Es posible alimentarnos de comida vegetal y no de los músculos de los animales o de la leche que producen para sus bebes cuando están embarazadas o los huevos que ponen.

Veganismo y soberanía alimentaria

 Cada vez más personas accedemos a la información científica, nutricional, ambiental y política que nos da herramientas para tomar la decisión de no seguir apoyando esas industrias de opresión, esos sufrimientos y muertes injustificadas de millones de animales, por lo que es necesario que las apuestas por la vida digna y el bienestar de nuestras comunidades necesita articularse a una perspectiva que se ha denominado soberanía alimentaria. Mediante esta apuesta se plantea la necesidad de garantizar alimentación a toda la población, especialmente al evidenciar que la pobreza y el hambre son problemáticas muy graves en nuestras comunidades locales, así como a nivel mundial.

No solo es vital desarrollar estrategias para atacar el hambre y que todas las personas tengan alimento, sino que la alimentación debe reconocerse como una práctica cultural que las comunidades han garantizado mediante el cuidado de las semillas y las prácticas de cultivos tradicionales, mientras la industria alimenticia global ha promovido la destrucción de estas para implantar un modelo de producción capitalista, masivo, para enriquecer a las multinacionales de alimentos procesados.

Algunos estudios plantean que actualmente la producción de alimentos es más que suficiente para surtir a toda la población mundial, sin embargo, más de la mitad de la población del mundo se encuentra en situaciones de miseria, pobreza y hambre. Es por ello que es necesario evidenciar las actuales prácticas de producción capitalista y su objetivo de hacer de la alimentación un negocio en donde prefieren desechar la comida que no logran vender, en vez de garantizar el alimento para la gente. Además, vale la pena decir que gran cantidad de los cultivos de granos y cereales en el mundo están destinados a la alimentación de ganado y su engorde para posteriormente asesinarles; con esos sembrados podría alimentarse la gente que lo necesita y se evitarían las muertes y torturas producidas por la industria ganadera.

Si evidenciamos la importancia de analizar y cuestionar las prácticas alimenticias dominantes y la manera en la que las grandes industrias proponen una alimentación contraria a las necesidades de nutrición, salud y bienestar para toda la gente, entendemos la necesidad de generar estrategias de alimentación a partir de comida producida en lo fundamental en territorios cercanos, evitando así las consecuencias ambientales del transporte en grandes distancias, y facilitando al mismo tiempo producción limpia, orgánica, con acceso popular a la misma.

De ahí el reto de que el veganismo deje de ser visto como una moda de/para personas privilegiadas, o solo para quien pueda pagar restaurantes o productos procesados más costosos, reconociendo que la alimentación vegana o vegetariana se fundamenta en productos como granos, leguminosas, cereales, verduras, frutas y hortalizas que gracias a los climas y territorios que habitamos son generalmente abundantes y de menor precio que los procedentes de la industria de explotación y consumo animal.

Veganismo, lucha decolonial por la tierra y soberanía popular

 Los modos de alimentación se transforman constantemente y no son universales, así las grandes industrias multinacionales quieran vender hamburguesas y gaseosas en todas las ciudades del mundo mediante comida que no alimenta.

Hace 500 años en estos territorios no se consumían ni vacas, ni cerdos, ni cabras, ni gallinas, ya que esas especies fueron traídas por los invasores españoles. De manera que una apuesta decolonial tiene el reto de reconocer los saberes de las culturas que habitan y habitaban estos territorios, al tiempo de generar procesos de autonomía que pasa por analizar la alimentación prehispánica que gran cantidad de comunidades, aunque explotaban algunas especies animales, estaban principalmente basadas en vegetales como maíz, frijol, quinua, amaranto, papa, calabaza y otra gran variedad de vegetales y frutas producidas gracias al cultivo en múltiples pisos térmicos de los territorios.

Incluso, solo 50 años atrás el consumo de alimentos producidos por la industria de explotación animal era mucho menor; sin embargo, la alianza de las industrias ganaderas con la publicidad y con sectores económicos, políticos y militares ha generado que la gente fundamente su alimentación en el consumo de animales a costa incluso de la destrucción de ecosistemas, bosques y selvas, así como del desplazamiento del campesinado para implantar la ganadería como única posibilidad económicamente rentable y falsamente imprescindible en detrimento del acceso a la tierra y a la soberanía alimentaria de las comunidades.

De esta manera, es vital reconocer que el vegetarianismo es una lucha social y política que nos permite desnaturalizar las violencias y opresiones hacia los animales no humanos, que le apuesta a enseñarnos que podemos alimentarnos sin consumir y explotar animales mientras luchamos por el acceso a una alimentación digna para las comunidades. Una lucha que implica un mejor aprovechamiento de la agricultura no industrial, ya que la economía campesina necesita ser apoyada así como valorado el trabajo en la tierra que mediante el cultivo de alimentos puede garantizar la nutrición de nuestras comunidades en medio de estos contextos de empobrecimiento, hambre, deforestación, agricultura de monocultivo, minería, sequías, destrucción de ecosistemas y de vidas animales y vegetales, contaminación de fuentes de agua, privatización de semillas, consumismo insostenible, concentración en la propiedad de la tierra y poco acceso de la población a tierras productivas replanteando así nuestra relación con la naturaleza y los animales.

Podemos y debemos generar estrategias para enfrentar esas problemáticas, podemos alimentarnos con productos vegetales mediante preparaciones ricas en sabor y nutrientes. Podemos aportar acciones para que la alimentación deje de ser vista como una industria y un negocio basado en la explotación y masacre masiva. Podemos alimentarnos sin oprimir a otros animales y así trabajar colectivamente para construir vida digna en nuestras comunidades, tanto para los animales humanos como para los animales no-humanos.

Información adicional

PARA DEJAR DE EXPLOTAR A OTROS ANIMALES, MIENTRAS ATACAMOS EL HAMBRE Y LA POBREZA
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