Home » A propósito del coronavirus: ¿Amenaza de epidemia en Colombia? ¿está preparado el país?

A propósito del coronavirus: ¿Amenaza de epidemia en Colombia? ¿está preparado el país?

A propósito del coronavirus: ¿Amenaza de epidemia en Colombia? ¿está preparado el país?

“En Bolonia (Italia) las escuelas están cerradas desde el 23 de febrero y progresivamente muchas actividades ya se habían detenido. Desde esta semana, también detuvimos por completo las reuniones con algunas personas y trasladamos todo a Skype u otros medios de comunicación […] la preocupación no es realmente el contagio en sí, sino principalmente la sobrecarga en la que se encuentran los hospitales, ya que el 20 por ciento de las personas infectadas necesitan hospitalización y el 10% necesitan cuidados intensivos […] Mis preocupaciones están con mis padres, que viven en otra ciudad y muy cerca del epicentro del brote, a quienes no puedo visitar. Espero que todos los países adopten medidas pronto, porque nos llevó un tiempo darnos cuenta de que eran realmente necesarias”.
Chiara Bodini, médica italiana, comunicación personal

 

Desde el día 31 de diciembre de 2019 la oficina de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en China, informó de varios casos de neumonía de causa desconocida, identificados en la ciudad de Wuhan. Para el 3 de enero de este año 2020, las notificaciones eran de 44 pacientes con neumonía de etiología desconocida, de los cuales 11 están gravemente enfermos. Dada la expansión rápida de la enfermedad, ya para el 30 de enero la OMS hacía la declaratoria de emergencia internacional de salud pública por el brote de coronavirus, con lo que reconocía la envergadura del problema y ubicaba su riesgo de expansión global. Para el 11 de marzo la OMS declara la pandemia, en tanto se ha confirmado que, en más de dos países la ocurrencia de la mayoría de los casos se ha dado ya por transmisión autóctona y no por casos procedentes de otro país.

Dos meses después de iniciado el brote en China, el día 6 de marzo, el Ministerio de Salud de Colombia declara la presencia del primer caso de una persona infectada con coronavirus en el país y tres días después, el 9 de marzo, reconoce otros dos y para el 11 ya son 9 los casos. Los tres casos importados desde Europa y los otros seis por transmisión secundaria.

Para la fecha, se han diagnosticado en el mundo más de 114.000 casos de contagio en 103 países. La gran mayoría de ellos localizados en China (más de 80.000), donde se han registrado 3.139 muertes por esta causa. La cifra de muertes en todo el mundo supera los 4.000. 

 

 

Esta situación ha desatado multitud de análisis y críticas, que van desde cuestionar que hay una epidemia, pasando por sostener que ha sido producto de una manipulación en laboratorio del virus para afectar la población china y su economía, que es una forma de expandir el miedo para el control de las poblaciones, que se quiere producir pánico mundial como cortina de humo frente a otros problemas, que la industria farmacéutica se lucra de estas epidemias con las altas ganancias derivadas de la venta de los medicamentos que se usan y con las vacunas que se producen, entre otros asuntos. Y claro, varias de estos análisis son válidos.

En este artículo partimos de reconocer que la epidemia es real, que es de carácter global y que se requiere actuar frente a ella para su control. En este sentido, nos interesa analizar cuál es la amenaza real de esta epidemia y si las medidas que el país toma frente a ellas son adecuadas y suficientes, lo que a su vez se constituye en un lente crítico para discutir si el país está preparado para enfrentar situaciones de salud que pueden comprometer de manera generalizada la salud y la vida de la población.

 

Comparando situaciones similares

 

Recientes investigaciones del Centro Chino para el Control y la Prevención de Enfermedades (Ccdc) indican que cerca del 80 por ciento de las infecciones por el nuevo coronavirus se clasifican como leves, el 14 por ciento como graves y solo el 4,7 por ciento como críticas. En relación con la tasa de mortalidad general, se indica que se encuentra alrededor del 2,3 por ciento, siendo las personas mayores de 80 años las que corren más riesgo, con una tasa de mortalidad del 14,8 por ciento.

Al comparar el riesgo de muerte en las epidemias registradas en los últimos años se observa que en la epidemia de Sars (Síndrome Respiratorio Agudo Grave) ocurrida en el 2003, fue mucho mayor con una tasa general de mortalidad del 10 por ciento (de los más de 8.000 casos, hubo 774 muertes); mientras que en la epidemia de Mers (Síndrome Respiratorio del Oriente Medio) fue entre el 20 y el 40 por ciento, dependiendo del lugar; para el caso de la epidemia por influenza AH1N1 en el 2009, se estima que pudo causar la muerte de 151.700 a 575.400 personas en todo el mundo, en 16 meses de propagación del virus, y en el caso de otras enfermedades virales como la rabia y el ébola, la tasa de mortalidad es del 100 y 50 por ciento respectivamente.

Tabla 1. Comparación tasa de mortalidad general, últimas epidemias

Epidemia xxx Tasa de mortalidad (%)
 SARS  10
 MERS  20 – 40
 Ébola  50
Covid – 19 2,3

Fuente: elaboración propia.

 

Respecto a la transmisión, estudios realizados a partir de los datos disponibles hasta el momento, se observa que el Covid-19 no se transmite tan eficientemente; en relación con el número promedio de casos nuevos que se generan a partir de un caso infectado (capacidad de transmisión), se ha descrito que este promedio es de 1,4 a 3,8 personas (entre 2 a 3 personas en promedio). Este es bajo si se contrasta con otras enfermedades infecciosas cuyo promedio es de 15 a 20 personas, la tos ferina que es de 15 a 17 personas, las paperas que es de 4 a 7 personas, el Sars que es de 2 a 5 personas y la gripe común que es de 1 a 3 personas; esto indica que la capacidad de transmisión de Covid-19 es relativamente similar a la de gripa común y muchísimo menor a la del sarampión, una de las enfermedades infecciosas con mayor capacidad de transmisibilidad.

Ahora, si se compara el tema de la mortalidad con la influenza, pese a que el número de muertes por Covid-19 registrado a la fecha es mucho menor al número de muertes que se registran anualmente por influenza, en Estados Unidos por ejemplo, la tasa de mortandad por influenza es muchísimo menor (0,05%), y a nivel global del 0,01 por ciento, lo que indicaría que hasta el momento la mortalidad observada por Covid-19 es mayor a la que podría observarse para influenza, pero mucho menor a la de otras enfermedades infecciosas como el ébola, por ejemplo.

Ante este panorama, y con la información disponible, tanto clínicos como epidemiólogos coinciden en que no es posible realizar predicciones y que el comportamiento de la enfermedad, al tratarse de un virus nuevo, puede cambiar, sin embargo, el comportamiento de la epidemia registrado en las últimas semanas podría indicar que la situación no es tan alarmante. El número de nuevos infectados detectados en China en las últimas semanas ha disminuido considerablemente, al igual que en los primeros países de Asia en los que la epidemia tuvo registros, países en los cuales cada día se reportan menos casos nuevos. Surge preocupación por el número de casos detectados en Italia y España, sin embargo, en otros países de Europa como Alemania y el Reino Unido, el número de casos es bajo.

 

Los medios de comunicación y la amenaza del Covid-19

 

Si bien los datos disponibles indican que la enfermedad por Covid-19 no es tan grave y letal como se pensó al inicio, los medios de comunicación han favorecido la generación de miedo en la población. La rapidez y facilidad con la que viajan las noticias a través de los medios de comunicación y principalmente en las redes sociales, son un elemento fundamental para difundir y diseminar todo tipo de información que puede confundir y generar una preocupación desbordada ante la situación. Asunto que, a su vez, en Colombia ha logrado opacar información de gran importancia nacional relacionada con la muerte de líderes sociales y corrupción en la elección presidencial. Y que también contrasta con la escasa información de problemas más relevantes de salud que hoy tenemos, como son los casos de la endemia de dengue y la muerte infantil por desnutrición.

Son este tipo de circunstancias las que recuerdan, como es connatural a su ética y labor, que los medios de comunicación deben jugar un rol responsable en la difusión de información en general, con mucho mayor encono en casos como el que nos ocupa, donde de por medio está la convivencia, tranquilidad, salud, economía y vida de la gente, por lo cual debe saberse difundir las noticias, todas mediadas con análisis estructurales, para así preparar a las sociedades, a conciencia, para enfrentar este tipo de coyunturas, lo que realmente permitiría, de darse, contener epidemias. Actuar por vía contraria representa un riesgo que favorece el pánico en la población y la instrumentalización de los problemas de salud, al servicio de intereses particulares.

 

¿Son suficientes las medidas tomadas por MinSalud?

 

No existe, a la fecha, tratamiento para esta infección. Varios grupos de investigación se encuentran en desarrollo de vacunas para este nuevo virus, lo cual no se obtendrá de forma inmediata y de conseguirse, habría que ver cuál sería el comportamiento de la industria farmacéutica, en tanto suelo lucrarse de este tipo de situaciones, donde la gente de menores recursos termina siendo la más afectada ante la falta de acceso a este tipo de tratamiento. Una vacuna, registrada como bien de la humanidad, sería lo deseable y así lo deberían proponer e imponer las mayorías en Naciones Unidas.

Por ahora, y ante las epidemias por virus respiratorios se difunde el uso de tapabocas. Es importante aclarar que el uso de mascarillas quirúrgicas debe estar limitado a personas con síntomas respiratorio para evitar contagiar a otras personas, su uso no evita la infección por este y otros virus respiratorios. El uso de respiradores N95 debe limitarse a los equipos de salud y personas que cuidan a personas enfermas o con síntomas respiratorios. Esa falta de claridad ha generado el uso indiscriminado de estos dispositivos y con ello el aumento de sus precios en el mercado. Los precios de esos productos han aumentado desde el inicio de la epidemia de Covid-19. El precio de las mascarillas quirúrgicas se ha multiplicado por seis; el de los respiradores N95 por tres, y el de las batas por dos.

En relación a las medidas tomadas en Colombia, hay que decir que afortunadamente la infección tardó un par de meses para llegar, lo que dio tiempo para actuar. Desde los inicios de la epidemia, el Ministerio de Salud y Protección Social ha monitoreado su comportamiento y dinámica global y se han realizado evaluaciones del riesgo sectoriales e intersectoriales, para estimar el nivel del mismo y definir los planes de preparación ante la introducción del virus en el país. Las acciones se han concentrado en la aplicación de filtros a la llegada de personas procedentes de países con transmisión autóctona sostenida y la intensificación de campañas de información en salud con mensajes de prevención enfocados al lavado de manos e higiene respiratoria. El Instituto Nacional de Salud con los equipos de salud locales, principalmente en las ciudades de Bogotá, Cali y Medellín, han desarrollado acciones de investigación y caracterización de casos sospechosos, dando inicio a acciones de preparación de la respuesta a nivel local. Para este tipo de procederes ha sido importante lo realizado en experiencias anteriores, por ejemplo ante los casos importados de sarampión detectados durante 2018 y 2019, que ha servido como parte de los aprendizajes del país en preparación y contención de enfermedades transmisibles.

La pregunta que surge es, ¿son estas medidas suficientes? Tal vez en Bogotá, Cali y Medellín, ciudades con una mejor infraestructura y con capacidad de respuesta, la detección de casos sospechosos pueda ser más eficiente, sin embargo en ciudades con menores recursos y capacidades pueda que esta respuesta no lo sea. De otro lado, es importante mencionar la crisis actual en los servicios de salud y la congestión permanente de los servicios de urgencias ¿cuál sería el panorama nacional ante una transmisión sostenida, con múltiples casos que requieran valoración y atención en estas condiciones, como viene ocurriendo en Italia? ¿Están las instituciones de salud realmente preparadas para la contención y para adecuar los servicios de urgencias para evitar la transmisión y propagación del virus?

Ahora, en relación a la salud de los y las trabajadoras de la salud, profesionales y técnicos, dado el estado actual de precarización laboral, en donde entre otros asuntos las medidas de salud y seguridad en el trabajo, en los centros de salud, en los hospitales y clínicas, gozan de una enorme debilidad, lo que hace de la misma una población especialmente vulnerable a la infección por este virus. Si no se cuida la salud de los que deben cuidar la salud de la población, ahí se tendrá un enorme problema para la contención de este tipo de epidemias.

 

Se requieren cambios

 

Esta nueva epidemia que se está viviendo en el mundo, debe servir para encarar un conjunto de reflexiones que permitan tomar las mejores decisiones sociales e institucionales.

Si bien es cierto que aún no se comprueba que el virus del Covid-19 proviene de animales, lo cierto es que la manera como la humanidad está tratando, confinando y reproduciendo a diversas especies de animales, para su comercialización y consumo, ha favorecido el intercambio de virus y sus mutaciones, lo cual representa un enorme peligro; así lo evidenciaron el Ébola y el AH1N1. Si esto no se detiene, podremos llegar a situaciones totalmente catastróficas.

Con relación al comportamiento de la enfermedad por Covid-19, los esfuerzos deben concentrarse en contener la transmisión del virus desde el inicio y evitar su propagación, ya que una vez diseminado, es más difícil su contención, de ahí la importancia de la detección oportuna de los primeros casos y de abordar de manera inmediata a sus posibles contactos; entre más bajo el número de personas infectadas, menor el número de casos graves y críticos y el número de muertes.

Debe ser también claro, en relación a la respuesta que deben dar los sistemas de salud frente a situaciones como estas, primero, que lo central está en prevenir y contener y luego contar con una adecuada capacidad técnica operativa para atender al total de personas que lo requieran; segundo, que la contención de las epidemias es mucho más difícil si quienes están entrenados para ellos y les corresponde esta tarea, no tienen protegida su salud.

En un contexto como el colombiano, en donde existe una crisis estructural del sistema de salud, preocupa que a pesar del interés y esfuerzos institucionales para enfrentar una epidemia como la acá tratada, ello se vea impedido por los graves problemas de acceso, oportunidad y calidad de la atención (como lo analizamos en el artículo, “Dengue: pobreza y crisis del sistema de salud”, desdeabajo febrero 20-marzo 20 de 2020) y por la precarización de las condiciones laborales del personal de la salud. Sin equivocación, desafortunadamente, de llegar a tener el país una situación como la que registra hoy Italia sería francamente funesta, evidencia de lo desastrosa que ha sido la privatización de los sistemas de salud.

Es una realidad que no puede pasar desapercibida. Debemos liderar, con urgencia, un acuerdo de la sociedad para configurar un sistema de salud que tenga realmente la capacidad de enfrentar los diversos problemas de salud de la población, tanto los no epidémicos, como los epidémicos.

 

* Médica Epidemióloga MSc(c) en Salud Pública. Las opiniones expresadas por la autora son de índole personal y no comprometen las instituciones donde labora.
** Mauricio Torres-Tovar, Médico PhD(c) en Salud Pública, profesor Departamento de Salud Pública, Universidad Nacional de Colombia.

 


¿Qué puede hacerse frente a esta situación?

 

Debemos reconocer que, para enfrentar una epidemia de este tipo, se requieren tanto la acción decidida institucional, como también el involucramiento consciente de la población.

En este sentido, es importante que la población refuerce las medidas básicas para la prevención de las enfermedades respiratorias, las cuales son sencillas y de fácil aplicación.

 

• Lavado de manos frecuente, que no es simplemente echarse agua y jabón, sino restregar muy bien todas las superficies de las manos
• Cubrirse bien la boca (etiqueta) al toser y estornudar
• Limitar contacto frecuente mediante besos y abrazos, asunto que no es fácil por las costumbres culturales, pero que por ahora así debe ser.
• El uso de mascarillas quirúrgicas debe ser obligatorio para personas con síntomas respiratorios, dado que están diseñadas para impedir que se contaminen a otros.
• Uso obligatorio y exclusivo de respiradores N95 para el personal de salud o para personas que atienden o prestan cuidados a personas con síntomas respiratorios.
•Es muy importante generar acciones en la familia y la comunidad para prevenir la infección en la población adulta mayor y en personas que ya tienen enfermedades como hipertensión arterial, enfermedades cardiovasculares y diabetes.
• Si hay una persona con síntomas respiratorias en casa, reducir el contacto social con ellas y reforzar el lavado de manos, la etiqueta de la tos y el estornudo y mantener el uso de mascarilla quirúrgica.
• En la comunidad educativa y población confinada o cerrada, se debe difundir información de manera permanente y favorecer la práctica de lavado de manos y la institución debe
• Una herramienta clave es la difusión de información y la comunicación del riesgo en el marco de la ética, cuyo centro debe ser la divulgación de medidas preventivas y prácticas, clave para el manejo básico de enfermedades respiratorias y para la reducción del riesgo de infección y limitar la difusión de información que genere pánico y alerta.
• El Ministerio de Salud y Protección Social, el Instituto Nacional de Salud y las Secretarias de Salud, han habilitado líneas telefónicas para que las personas con antecedente de viaje a países en los que se han detectado casos con síntomas respiratorios puedan recibir información y atención telefónica para valorar el riesgo y definir si se requiere o no consulta a los servicios de salud, evitando así el incremento del riesgo de trasmisión a otras personas en caso de tener infección por Covid-19 y de otro lado, no colapsar los servicios de salud.

Para consultas: Bogotá: +57 (1) 330 5041 / Resto del país: 01 8000 955 590


 

 

Para suscripción:

https://libreria.desdeabajo.info/index.php?route=product/product&product_id=179&search=suscri

Información adicional

Autor/a: Angélica Rojas-Bárcenas y Mauricio Torres-Tovar
País:
Región:
Fuente:

Leave a Reply

Your email address will not be published.