
La nueva entrega por parte del Dane de su encuesta sobre pobreza multidimensional permite visualizar la urgente necesidad de declarar el acceso a internet como derecho humano fundamental. En el país contamos con empresas aún públicas que facilitarían dar este paso de inmediato.
El Dane publicó durante la semana del 7-11 de septiembre los datos de la pobreza multidimensional, que ofrece una mirada más amplia que la pobreza monetaria, e incluye 5 dimensiones: educación, condiciones de la niñez y la juventud, trabajo, salud y vivienda.
Indica el informe del Departamento de Estadísticas, que entre 2019 y 2020 la incidencia de la pobreza multidimensional pasó de 17,5 a 18,1 por ciento. Este porcentaje es inferior al de 2018, que fue de 19,1. Estos cambios ligeros muestran que la pandemia no tuvo una repercusión significativa en el índice total.
El número de pobres aumentó de 8,5 millones a 9 millones. El mayor incremento se presentó en la zona Pacífica, donde pasó de 26,3 a 30,9 por ciento. Las diferencias entre regiones son significativa. La menor pobreza se observa en Bogotá, que entre 2019 y 2020 creció de 7,1 a 7,5 por ciento.
El aumento de la pobreza multidimensional fue menor que el de la pobreza monetaria. El impacto no fue tan grande porque los indicadores que componen la medición de la pobreza multidimensional son más estructurales, y no fueron tan golpeadas por la pandemia como sí lo fue el ingreso. La mayoría de los indicadores no son tan sensibles al ciclo como el ingreso. Incluso, algunos componentes mejoraron, como el material del piso.
El cuadro muestra la diferencia (puntos porcentuales) de la incidencia de la pobreza entre 2020 y 2019. Se desagregó la variación para cada uno de los indicadores. Algunos de los componentes mejoraron (los de signo negativo).
El componente que más aumentó fue la inasistencia escolar. Con toda razón, el Dane consideró que en estos meses de pandemia, además de la matrícula se tienen que incluir en la medición otros factores como la conexión a internet y la existencia de aparatos (celulares, computadores, tablet, etc.) en el hogar. Si el hogar no tiene conexión se supone que está privado en materia educativa, y entonces se dice que presenta privación en la variable inasistencia escolar. En el área urbana, la incidencia aumentó 10,3 pp, y en la rural subió 25,5 pp. La diferencia es significativa y muestra que la brecha urbano/rural se ha ampliado. Los resultados no dejan duda sobre el deterioro de las condiciones educativas y, además, pone en evidencia la ampliación de la brecha urbano/rural.
Para corregir este daño estructural se requiere un cambio radical en la política educativa del país. Con razón, a nivel internacional se comienza a insistir en la necesidad de que el acceso a internet se considere como un derecho universal. Debe existir una conexión básica garantizada por el Estado. El acceso a internet cada vez adquiere mayor relevancia, y ello se hizo más evidente con la pandemia.
A nivel nacional, el porcentaje de hogares con inasistencia escolar de alguno de sus miembros pasó de 2,7 a 16,4 por ciento. En las ciudades los hogares que tuvieron inasistencia escolar pasaron del 2,1 al 12,4 por ciento, y en el campo del 4,6 al 30,1. Los problemas de conexión impidieron el acceso a la educación, sobre todo en las áreas rurales. Es inaceptable que la brecha continúe profundizándose.
El otro componente que más creció fue el desempleo de larga duración, que en las zonas urbanas subió 1,6 pp, y en las rurales 2,1 pp. El desempleo aumentó porque la pandemia obligó a cerrar la economía, con impactos negativos en la inversión y el empleo.
En la zona rural empeoró el cuidado de la primera infancia, pero mejoró en las ciudades. El resultado favorable podría explicarse porque en virtud de la pandemia los padres permanecieron en sus hogares. Los demás indicadores mejoraron entre el 2020 y el 2019, ya que no fueron impactados por la pandemia.
Brecha por regiones
No solamente existe una brecha entre lo urbano y lo rural, sino que también se constatan diferencias sensibles entre regiones.
La inasistencia escolar aumentó de manera relevante en las regiones Caribe y Pacífica. La inasistencia escolar llegó, respectivamente, a 27,9 por ciento y a 27,4 por ciento. El panorama fue menos crítico en Bogotá, donde la incidencia fue de 6 por ciento.
La medición más exigente que hizo el Dane de la inasistencia escolar puso en evidencia las enormes desigualdades existentes en el país en materia digital. La situación no solamente empeoró por la pandemia. Desde antes ya era notoria la falta de acceso a internet, y la ausencia de equipos en los hogares, sobre todo en los más pobres.
La diferencia entre regiones muestra que la política pública tiene un margen de maniobra importante, y que es posible contrarrestar, así sea de manera parcial, los efectos negativos derivados de la pandemia. Si los hogares hubieran tenido conexión a internet y equipos adecuados, el deterioro de la calidad educativa habría sido menor. En el futuro inmediato el acceso digital debería ser un derecho fundamental, como el agua.
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14 de septiembre de 2021
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