Francesca Gargallo y el pensamiento en América Latina*

Presentamos en el presente artículo algunas consideraciones sobre el legado de la pensadora Francesca Gargallo (1956-2022), su método de trabajo, su defensa de la filosofía en el continente y su apuesta por un feminismo comunitario.

Su método de trabajo: la historia de las ideas

En el blog de Francesca Gargallo, donde se puede encontrar casi toda su obra (https://francescagargallo.wordpress.com/) hay un epigrafie que dice: “la calle es de quien la camina, las fronteras son asesinas”. Esta inscripción refleja claramente lo que fue su vida: un caminar, no sólo físicamente por Nuestra América, sino ponerse en el camino del pensar, tal como decía Heidegger.

Francesca Gargallo nació en Sicilia y estudió filosofía en Roma. Posteriormente se trasladó a América Latina instalándose en México donde realizó el Doctorado en Estudios Latinoamericanos en la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam), donde trabó una fuerte amistad con el filósofo Horacio Cerutti Guldberg quien la introdujo en el método de la Historia de las ideas, una forma de historiar el pensamiento en la región que tiene su origen en el historicismo alemán, las pesquisas de Arthur Lovejoy y el circunstancialismo orteguiano mediado por José Gaos y Leopoldo Zea.

Estamos ante una apuesta epistémica que parte de la idea fundamental de que las ideas surgen como respuestas a las necesidades de las sociedades, de los pueblos, esto es, que el pensamiento no es algo abstracto, producto del mero divertimento intelectual, sino que obedece a las circunstancias específicas, históricas de quien lo produce. En este sentido, las ideas son enraizadas y buscan ascender a la universalidad, lo cual depende de las herramientas metodológicas y conceptuales con que se trabaje, por eso, en el logro de esa universalidad es necesaria la claridad, la precisión y la fuerza expresiva. Como decía Darío Botero Uribe en su libro Manifiesto del pensamiento Latinoamericano: “El pensamiento es siempre pensamiento de una particularidad, que por su profundidad, calidad y relación con la verdad puede acceder a la universalidad”.

Pues bien, de la mano de Cerutti, Andrés Roig, Arturo Ardao, entre otros, Francesca acogió estos presupuestos. Por ello hablaba de la necesidad de: “una historia de las ideas como punto de partida para reconocerse y lanzarse en cuanto latinoamericanos a la radicalidad de pensarse como interlocutores válidos e indispensables en la reconstrucción del logos filosófico, desde la propia pluralidad y heterogeneidad cultural. No hay pensamiento universal si no recoge las experiencias reflexivas de los sujetos pensantes, que son tales en cuanto ubicados, comprometidos, en tensión con la realidad concreta que piensan”. El estudio de las ideas latinoamericanas, su rescate, su ponerlas a funcionar en el presente, también orientan la praxis colectiva: “Conocer las historias implica volver a narrarlas, no tanto para imponerlas como metarrelatos explicativos e incuestionables de los sucesos del pasado que rigen necesariamente nuestro presente, sino para a incorporarlas a nuestro quehacer filosófico, entendido como guía racional de nuestras prácticas subjetivas”.

Con esa metodología en la mano Francesca echó a andar por Latinoamérica y produjo obras tan interesantes como Ideas feministas latinoamericanas (Ediciones Desde Abajo, 2004), Antología del pensamiento feminista nuestroamericano (2010), Feminismos desde Abya Yala. Ideas y proposiciones de las mujeres de 607 pueblos en nuestra América (Ediciones Desde Abajo, 2012). Igualmente, escribió más de 50 ensayos sobre feminismo, todos ellos atendiendo a la particular situación de las mujeres y sus múltiples opresiones, pues: “el feminismo no surgió de mujeres abstractas”. Su actuar en este campo fue, pues, tanto teórico como práctico pues perteneció y militó en los movimientos sociales dedicados a estas causas.

Especial mención merece, también, la reedicición de su novela La decisión del capitán (primera edición de ERA –1997), publicado en enero de 2022 por el Fondo de Cultura Económica, un texto de gran valor literario, recien publicado en la mejor editorial del continente, una editorial que Ortega y Gasset quería denominar Fondo de Cultura Ecuménica, lo que encaja muy bien con las pretensiones de Francesa de pensar situadamente pero con alcances de universalidad, de ecumenicidad. Es decir, de un pensar que se presenta con pretensiones de alcance universal encaminado a la liberación de la mujer racializada, enclasada y domeñada por la matriz colonial patriarcal de poder, responsable de las múltiples dominaciones a las que son sometidas las mujeres del mundo.

Su defensa de la “filosofía femenina” y su apuesta por el feminismo comunitario

Francesca pensaba que normalmente se dudaba de la existencia de las mujeres filósofas, pero que “las hay, las hay”. Por eso afirmaba: “Desde que hace unos cuarenta años el movimiento de liberación de las mujeres planteó la necesidad de revisar las fuentes del pensamiento para encontrar los aportes y las disidencias de las mujeres a la cultura oficial, se ha empezado a registrar un marcado interés científico, unido a un fuerte interés de las investigadoras, para revisar la historiografía de la filosofía y sus estructuras epistemológicas con el fin de desechar interpretaciones acríticas que desde la academia pasaban a la cultura popular y que se resumían en un tajante: las mujeres no piensan, se dejan vivir por sus emociones”. De ahí que en sus investigaciones rescatara la obra de pensadoras como Flora Tristán, de la cual tradujo, a dos manos con Gabriela Huerta Tamayo el clásico “Unión obrera”, y la biografía de Flora, desconocida hasta ese momento en español, escrita por Éleonoré Blanc (Ediciones Desde Abajo, 2019), Alejandra Kollantai, sobre la cual también escribió, plasmando sus reflexiones en obra publicada por Ediciones Desde Abajo, 2018): sus investigaciones también rescatan a pensadoras latinoamericanas del siglo XX como Carmen Bohórquez, Carmen Rovira, Vera Yamuni, entre otras.

En esta perspectiva, Francesca distinguió entre la modernidad emancipada y la modernidad a secas. A su parecer, la modernidad emancipada acogía de manera simplificada los logros de la modernidad individualista, racionalista, que de la mano del capital contribuía a la explotación económica de la mujer, a la vez que permitía la explotación de la naturaleza y la desvinculación del ser humano de la comunidad y de sus lazos con el territorio. Esto la llevó a defender una versión barroca de la modernidad, a lo Bolívar Echeverría. O, lo que con Adolfo Chaparro podemos denominar modernidades periféricas. Este rescate de las modernidades posibilita visibilizar las distintas apuestas de las mujeres de Nuestra América, especialmente, sacar a flote las luchas, demandas, las formas organizativas comunales, productivas, etcétera, propias de las mujeres de nuestras comunidades raizales e indígenas. Al respecto, Francesca hablaba con pleno conocimiento de causa pues en sus investigaciones caminó de Norte a Sur y de Oriente a Occidente este continente dialogando con las mujeres y sus cuerpos territorializados. Este diálogo enriquecía las visiones del mundo y se inscribe en lo que autores como Walter Mignolo o Fornet-Betancourt llamaron diálogo intercultural. Solo de esta manera era posible tejer la solidaridad entre las mujeres, potenciando sus formas de praxis colectiva, alternativas y emancipatorias. Esto es claro en su monumental investigación Feminismos desde Abya Yala. Ideas y proposiciones de las mujeres de 607 pueblos en nuestra América, publicado por Ediciones Desde Abajo en el año 2012, reimpreso varias veces después. Su obra, pues, forma parte de eso que en América Latina, desde la segunda mitad del siglo pasado, se dio en llamar Ciencias Sociales Críticas. Unas ciencias al servicio de la emancipación y la transformación radical de la sociedad capitalista y su hegemónica ley del valor de cambio.

Francesca Gargallo, con quien tuve el placer de compartir en el XVII Congreso Internacional de Filosofía Latinoamericana, realizado en la Universidad Santo Tomás, en Bogotá, donde fue ponente central junto con Enrique Dussel, Carlos Cullen, Santiago Castro-Gómez, Eduardo Mendieta, entre otras figuras claves del pensamiento latinoamericano, fue una mujer apasionada, de carácter fuerte, franca, luchadora, comprometida, lúcida y solidaria. Una de esas personas donde la vida y la verdad parecen haberse unido, fusionado, una persona donde teoría y práctica estaban felizmente unidas. Fue una mujer creativa, sensible, que nos dejó un pedazo de sí en múltiples ensayos, libros, cuentos, novelas, narraciones, poemas…en fin, una de esas mujeres que rara vez se encuentran en el propio camino, en el sendero del pensar.

* Una versión del presente artículo fue publicado en El Espectador. Enlace: https://www.elespectador.com/el-magazin-cultural/la-suma-de-las-voces/mujeres-y-filosofia-en-america-latina-fallece-la-pensadora-francesca-gargallo/
** Profesor Universidad Industrial de Santander/Sociedad Colombiana de Filosofía.

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Información adicional

Autor/a: Damián Pachón Soto
País: Colombia
Región: Suramérica
Fuente:

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