¿El momento o el techo de la izquierda?

La elección del 19 de junio presenta por primera vez la oportunidad para el país de experimentar una efectiva alternancia política. El presente artículo explora los significados de las dos candidaturas y las reacciones que de cara a la segunda vuelta tienen parte de las fuerzas vivas del país.

A 30 años de la firma de la Constitución, el país experimenta por primera vez una segunda vuelta sin la presencia de un candidato cuya carrera política provenga de los partidos tradicionales y que sin un claro ganador, somete a la sociedad a experimentar la incertidumbre sobre el resultado, principio básico de la democracia electoral. Pero más importante aún, por primera vez existe una posibilidad real de que la izquierda alcance la victoria electoral y que se materialice otro gran principio de la democracia, la alternancia, esta vez de la mano de un ex integrante de una de las fuerzas vivas firmantes de dicha carta.

A su modo, las dos candidaturas representan partes del espíritu de la Constitución: Rodolfo Hernández, es el producto de la apertura democrática subnacional, componente fundamental de la descentralización y en la ciudad de Bucaramanga fue el causante de la derrota de las estructuras locales de los partidos tradicionales y ejemplo de la apertura de la competencia política a grupos alternativos.

Gustavo Petro representa con su trayectoria política los esfuerzos y transformaciones de una parte de la izquierda electoral por ampliar su base social y acceder por vía democrática al poder político. En su tercer intento por la presidencia ha logrado construir un frente amplio al que se han sumado una combinación de liderazgos nacionales tradicionales, especialmente provenientes del partido Liberal y del gobierno de Juan Manuel Santos (2010-2018), la izquierda electoral excluido el MOIR ahora devenido en Dignidad, y una amplia expresión de movimientos sociales, incluidas organizaciones feministas, fuerzas afrocolombianas e indígenas.

Los resultados, imprevistos tanto por la llegada de un real outsider (Hernández) como por la efectiva victoria en primera vuelta de la izquierda electoral (Petro) nos han abocado a unos días intensos de campaña de cara a la segunda vuelta, en donde los sectores tradicionales buscan su reacomodo en un escenario en el que ya no son protagonistas y a la sociedad en una discusión profunda sobre si lo que se espera es el cambio o el castigo. En este artículo espero plasmar mis lecturas personales de lo que ocurrió en primera vuelta y lo que podemos esperar tras la segunda vuelta.

Los candidatos y sus campañas

Las candidaturas a segunda vuelta representan antípodas en términos organizativos y un golpe profundo a las formas electorales que han regido al país desde la Constitución. El Gustavo Petro de 2022 es un candidato maduro que ha entendido a la fuerza la necesidad de construir una organización partidista competitiva para el legislativo, no solo para el distrito nacional del Senado, tradicional espacio de la izquierda, sino también en la Cámara de Representantes, expresión de un intento por construir arraigo en el nivel territorial.

Más allá de la discusión sobre las capacidades, merecimientos o coherencia ideológica de quienes integran la lista elegida, la misma, así como la configuración de la organización denominada “Pacto Histórico” revelan dos cosas. Por un lado la generación de una organización amplia construida con integrantes de partidos políticos que respaldaron el acuerdo de paz así como, el intento por reconfigurar las bases del otrora mayoritario Partido Liberal, agrupación política que por momentos logró agrupar las mayorías políticas del país y hacer convivir con base en milimétricos acuerdos de distribución del poder a facciones que iban desde la centro derecha hasta la centro izquierda.

Ese esfuerzo pragmático trae problemas. Para una parte de la sociedad personas como Roy Barreras, Armando Benedetti o Alfonso Prada son cuestionables por ser políticos profesionales y pertenecer a las estructuras que han gobernado este país en los últimos 20 años. No obstante, justamente el cambio constante de gobernantes es una señal de lo indispensables que son para la construcción de gobernabilidad de los mandatarios y que a falta de partidos las carreras políticas se convierten en una sumatoria de individuos más que de proyectos políticos.

Para otro sector, resulta problemático el que personas como Piedad Córdoba, quien para esta elección ha sido el centro de actuaciones tan polémicas que han terminado con el llamado de Petro para retirarse de la campaña, hayan pertenecido a la lista del Pacto. Pero justamente, una coalición amplia por la paz incluye a esas figuras que desgastaron todo su capital político en momentos en los que la lucha por la paz implicaba el odio generalizado ante un estado de opinión guerrerista. Por lo que a pesar del sentido estratégico electoral, resulta complejo el que “Comunes” siga siendo una fuerza denostada.

Retomando el hilo del carácter “liberal” de Petro, su campaña estuvo hasta la primera vuelta centrada justamente en emular el discurso del liberalismo de masas. La confianza excesiva en “la plaza” de las capitales y grandes centros poblados como espacio público político, no es más que una reminiscencia de lo que ya no existe: del partido de Gaitán y de los partidos de masas.

De ahí que la cara al otro país y de la política identitaria moderna haya recaído en Francia Márquez. A pesar de que por años Petro habló una y otra vez de las “ciudadanías libres” como forma de organización, es en el liderazgo de la candidata a la vicepresidencia donde recaen ahora parte de las fuerzas sociales post materialistas contemporáneas: movimientos afro comunitarios,comunidades rurales periféricas, movimiento indígena, ambientalistas, feministas, barrismo social y organizaciones de jóvenes.

Liderazgo que en su praxis intenta solventar a nivel colombiano parte de la crisis de la izquierda global: la desconexión entre los partidos de izquierda y los reclamos de sus bases sociales. No obstante, los resultados electorales muestran que una parte del movimiento social, especialmente el conectado a los oficios y profesiones más tradicionales: pequeños productores agrícolas, pequeños mineros y trabajadores de la industria energética, pequeños transportistas y trabajadores informales, grupos sociales componentes de la población centro andina, se sienten ajenos a este proyecto.

Por el otro lado, Rodolfo Hernández, ha hecho campaña solo, apoyado en una constante difusión de mensajes a través de redes sociales, visible para los medios tradicionales gracias a su popularidad en la red de videos cortos “Tik Tok”, pero cimentada en un sólido y constante ejercicio de transmisión de en vivos a través de Facebook desde su ejercicio como alcalde de Bucaramanga y la construcción de una red de apoyo y difusión por vía de la red social Whatsapp. Resalto estas dos redes porque ellas están a disposición de cualquier usuario de telefonía móvil, con un bajo consumo de datos y precargadas en sus equipos celulares, por eso no es de extrañar que el candidato haya acumulado una buena votación justamente en las regiones centrales. Años de acumulación de redes de difusión menospreciadas por analistas y la academia.

El de Hernández es el primer proyecto personalista capaz de disputar de forma efectiva la presidencia. Figuras como la de él sí han existido antes a nivel local, por ejemplo el proyecto de Mockus e incluso el diseño inicial de la candidatura de Petro en la ‘Bogotá Humana’ eran también carreras personalistas en las que la estructura era o indeseable o innecesaria, pues el eje de la campaña descansaba no en un proyecto de ciudad sino en la crítica radical a las viejas prácticas políticas.

La alcaldía de Hernández logró romper el control tradicional de la política bumanguesa de manos de miembros del Partido Liberal y de la estructura corrupta que Iván Moreno diseñó y luego su hermano replicó en la ciudad de Bogotá. Expresó a nivel local el hastío frente a esos grupos y una resistencia local ante el dominio departamental del “clan de los Aguilar” y la descolorida figura de Horacio Serpa, quien a nivel local preservó la red de clientelas partidistas.

Para el 2022 Hernández no logró consolidar una estructura política propia, por una parte por su abierta disputa con su sucesor, Juan Carlos Cárdenas, a quien acusa de traición, aunque las investigaciones periodísticas locales señalan que el fondo de la discusión se centra en la disputa por el uso o no de recursos públicos en favor de los intereses que como desarrollador inmobiliario tiene Hernández. Por otra parte, la accidentada construcción de su lista al Congreso pasó por el escándalo en torno al cobro de elevadas cuotas para ocupar el escaño, lo que demoró la conformación de la lista cerrada que presentó para Cámara y que, aunque la más votada, logró dos escaños en el competido distrito de Santander.

Como candidato personalista, su campaña no se ha centrado en propuestas sino en su imagen personal como figura anticorrupción. Apoyado inicialmente por equipos cercanos a la candidatura de Nayib Bukele en El Salvador, cedió el espacio a Ángel Becassino, gran conocedor de la cultura política colombiana y responsable de importantes victorias de la izquierda y los alternativos en Bogotá.

Mérito también merece su equipo de comunicaciones, logrando construir una máquina de difusión en redes capaz de segmentar eficientemente los mensajes para distintos públicos, lo que a la larga ha construido un candidato atractivo tanto para sectores identificados con la izquierda como con la derecha.

Pero también merece el mérito la actitud que mantuvo Hernández durante el paro nacional. A contramano de otras figuras políticas que por prudencia u oposición se abstuvieron de ser retratadas con la movilización, él salió en varias oportunidades a fotografiarse con los marchantes. En sus en vivo se refirió en respaldo a las críticas al gobierno central hechas por las calles y para magnificar su alcance mantuvo un contacto directo con influenciadores de redes sociales, los cuales fueron fundamentales con sus transmisiones en vivo para difundir las movilizaciones.

La reacción de la clase política ante el nuevo escenario

Los resultados electorales han obligado a las diversas fuerzas vivas del país a reaccionar cada una a su tiempo y a su manera. En primer lugar, las candidaturas derrotadas han buscado mantener su relevancia tras las elecciones. Federico Gutiérrez, un candidato del que nada se esperaba pero que tras su inscripción como independiente aglutina el respaldo formal de los partidos tradicionales, incluido el Centro Democrático, rápidamente adhirió sin compromisos visibles a la candidatura de Hernández.

Y es que para el uribismo Hernández no resulta una figura incómoda. Si bien, a nivel territorial se enfrentan por el control del departamento, ambos proyectos tienen la facilidad de converger por la identidad personal entre sus líderes. Estas cercanías entre sí no deben buscarse en el proyecto de país ni en una lógica principal-agente que tan ramplonamente se usan para caracterizar al uribismo.

Más bien en el intenso y persistente trabajo de creación de redes con liderazgos locales que ha desempeñado Uribe a lo largo de su extensa carrera profesional, lo que le permite conocer a profundidad la política subnacional, pero también por pertenecer al grupo de élites políticas periféricas, por tiempo excluidas del poder nacional concentrado en las mismas familias bogotanas.

Esas coincidencias personales, en conjunto con el miedo a que la izquierda llegue a la presidencia, arrojaron de plano al uribismo en esta candidatura. Y no es para menos el miedo, más allá de las diferencias ideológicas con la izquierda el uribismo se enfrentará a partir del 20 de julio a un Congreso en el que la comisión de acusaciones puede estar en control de los sectores alternativos.

También el que un gobierno sin el interés de protegerlos con un manto de impunidad permita el ojo que el gobierno de EE.UU tiene sobre ese partido después de su indebida intromisión en las elecciones presidenciales de ese país con los resultados de La Florida, los que estuvieron a punto de favorecer la reelección de Donald Trump. El malestar de la Casa Blanca es tan notable que solo fue la crisis Ucrania-Rusia la que permitió la anhelada reunión Biden-Duque.

Algunas casas políticas se la habían jugado ya por Hernández. Es claro que la estructura de los Ramírez en Boyacá había desertado ya para engrosar esta campaña, al igual que lo habían hecho las estructuras de Amaya, líder del Verde. Seguramente en reconocimiento del avance que por la región tenía esta candidatura debido a las fuertes conexiones culturales y económicas que atan al departamento de Boyacá con Santander.

Los patriarcas de la costa al parecer estuvieron en pausa, quizás esperando a segunda vuelta o quizás imposibilitados de mover “la maquinaria” ante el ojo avizor de los observadores electorales del Petrismo. De cara a la segunda vuelta, por declaraciones a La Silla Vacía, parecen manifestar su adhesión a Hernández bajo la confianza de que “el ingeniero” no aspira a construir un movimiento nacional y los deje acumular su poder regional sin competencia en las regionales de 2023.

Por su parte, las casas de Bogotá y la tecnocracia está dividida en su aproximación. Por un lado la presencia de sectores tradicionales en la campaña de Petro es símbolo de tranquilidad para unos sectores que en el fondo saben que la alternancia de partidos no es equiparable al desastre político que ocurrió en Venezuela. Además, la firma de Petro puede ser clave en las ambiciones por el poder local de Bogotá y para ocupar los cargos técnicos del Estado. Otras, en cambio, avizoran más cómodo darle legitimidad a Hernández, quizás con el prejuicio centralista de creer que como técnicos pueden controlarlo y también de saber que por más equipo cercano con que cuente el volumen de cargos nacionales a proveer es tan amplio como para caber allí.

Una realidad aún más compleja. La coalición Centro Esperanza implosionó. Luis Murillo y Mabel Lara abandonaron a sus colectividades, conscientes de que a futuro el oponerse a Francia Márquez sería costoso para sus carreras políticas. Sergio Fajardo replicó la lógica tecnocrática centralista ofreciendo a Hernández gobernar bajo su nombre, mientras que Amaya fingió meditar su decisión de voto aunque desde la primera vuelta estaba con él. Por su parte, Dignidad por primera vez optó por la libertad para sus militantes, señal de que la disputa interna es intensa.

Un último sector jugará por el blanco, posicionándose como tercería para relanzar a futuro sus carreras y por sobre todo, llegado el momento intentar ocupar los lugares que hoy Petro y Hernández ocupan como líderes de la izquierda y la derecha respectivamente.

Los escenarios de la segunda vuelta

De cara a la segunda vuelta Gustavo Petro abandona por fin la tarima y se está acercando a las fuerzas vivas que han sido cooptadas por otros movimientos: campesinos, mineros, transportistas e informales en ciudades intermedias. Una tarea compleja que en pocos días queda corto para lo que debió ser un trabajo de años, pero que marca un camino para que la izquierda recupere los sectores sociales del interior del país.

Rodolfo Hernández en cambio, opta por mantenerse refugiado en las redes, escenario que conoce bien y que le sirve para contrarrestar los temores que la exhibición pública de su figura puede generar. Aunque partió con la ventaja, de por sí regalada por Petro al señalar que ganaría en primera, ahora se enfrenta a ser una figura sujeta al escrutinio de las redes sociales.

Por ahora, a pesar de sí mismo, Hernández mantiene una ventaja alimentada en el odio engendrado hacia la izquierda, así como en las múltiples redes de desinformación que desde la época de la negociación de paz inundan el debate político y crean sospecha frente a todo lo que se relacione con la transformación del país. Ese temor social lo convierte en una figura presidenciable, a pesar de los desplantes públicos a la clase política y las citas secretas con las casas políticas, pero el escenario sigue abierto y la izquierda puede lograr llegar por fin al gobierno y empezar a aruñar el poder.

* Docente investigador, Instituto de Estudios Políticos, Universidad Autónoma de Bucaramanga. IEP-UNAB. [email protected].

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Información adicional

Autor/a: Camilo Cruz Merchán
País: Colombia
Región: Suramérica
Fuente:

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