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Érase una vez lo inevitable

Nadie detenta el poder si no es endosado por otros
Humberto Maturana, en “La democracia es un arte”.

 

Erase una vez un gobernante
y érase una vez
un gobernado
El gobernante: hábil, acucioso
El gobernado: dócil y dudoso
–diríamos que casi perezoso–

Transcurrían los días dulcemente
entre las leyes, perspicacias
y dobleces del uno
y los trámites, las quejas,
los reclamos
del otro

Entre los lujos, los negocios, las ganancias
y las alianzas
las deudas, ignorancias, pretensiones
y las culpas
comúnmente matizadas por fiestas y reuniones
visitas al doctor, rezos constantes
–por miedo y por estrés–
y los cumpleaños
puntualmente
algunas exigencias del gobernado al gobernante

–Por costumbre y para medir fuerzas–
un poco más de sueldo, un poco más de tiempo
audazmente
promesas de
estudiar la situación
y un último modelo de automóvil
–ofrece el gobernante–,
una cuenta de ahorros
nominales
y un crédito para
ahogarse
en pequeños
porcentajes
¡Qué tunante!

Y ahora la exigencia del gobernante
para el gobernado
trabajar un poco más
de lo hasta ahora estipulado
–garantizar la producción,
así el empleo–
y ahorrar para el futuro
–de quién, bien no se sabe–

Así será un alegre jubilado
y pagar tan solo un poco más
para que alguien le cuide
lo ganado

¿Un tercero en escena?
Complicado
¡Tampoco es suficiente!
Se necesita un cuidador
para el que cuida
¿Quién lo contratará?
El gobernante por supuesto
¡Qué talante!

Y ¿quién lo pagará?
El gobernado
¿Qué cuidará el cuidador?
–que no se entere nadie–
“Cuidará que el gobernado
No se gaste tan solo en él
Lo poco que ha ganado”
–el gobernado ha dado el queso
para que lo cuide el gato–
Tontamente

“Estoy muy ocupado, estoy cansado,
que alguien me ayude no está mal
y para eso son los gobernantes
–¿para eso?–
Para que pongan orden
para que me defiendan
Así ha sido siempre
por los siglos de los siglos
–Amén, yo agregaría–

Y si cobran por eso pues que cobren
si yo tengo trabajo
si yo ahorro…y hay crédito
todo va bien seguro”
¿Y si ya no hay trabajo?
No, ¡No me tiente!

¿Por qué la duda así tan de repente?
El gobernante me dará trabajo
A él no le conviene… yo lo voto…    
yo…

¿Y si el cuidador se lleva
lo ganado?
Para eso está el que cuida
al cuidador
–nosotros sabemos
que para eso no está–
¿Y si se juntan?
¿Quiénes?
El que cuida
y el cuidador
Para eso está el
gobernante
¿Y si se juntan?
¿Quiénes?
Ah, ya sabe usted
pues…
pues para eso…
Veo que duda
Para eso…
nosotros…

¡Un momento!
El gobernado es usted, no yo
Pues para eso…
finalmente
para eso está Ud.
¡y sus cojones!

Información adicional

Autor/a: Julia Pacheco
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