Una vez pasadas las elecciones presidenciales en Venezuela, la inflación mensual –según cifra del Banco Central– saltó de la menor a un punto en octubre y noviembre a 3.5 en diciembre, con 5.7 en el aumento del precio de los alimentos y, la magnitud del grave padecimiento del Presidente venezolano, quedó escueta en su real tamaño. Aún con el ‘recurso’ “hiperbárico”, el manejo de la enfermedad no aseguró la presencia de Chávez el 10 de enero para su posesión. ¿En cuánto tiempo podrá el Presidente tener movilidad y recuperación?, y evitar así una nueva elección que podría darle ventaja a la oposición.
…El cristianismo no decide respecto de la corrección de las instituciones, porque no conoce ninguna distinción entre ellas. Enseña cómo tiene que hacer la religión: «Someteos a toda autoridad, porque toda autoridad es ordenada por Dios»…
(Karl Marx. En carta al Kölnische Zeitug, núm. 179)
Dados por una parte los polémicos efectos políticos de la enfermedad y ausencia del Presidente en la silla del Palacio de Miraflores, por otra, de la elección de gobernadores el 16 de diciembre de 2012 –iniciativa y ‘renovación’ opositora con los triunfos de Capriles (Miranda), Henry Falcon (Lara) y Guarulla (Amazonas) que elaboran un margen de distancia con de los viejos partidos AD, adecos y COPEI copeyanos–, en medio del triunfo y recuperación de los estados Zulia y Táchira por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), que debilita el grado de injerencia que tejen sectores desde de derecha de Colombia con oxígeno para las fuerzas paramilitares, y con incógnita, asimismo, por las secuelas de las operaciones para tratar el cáncer, cómo, evitar una nueva elección. Máxime, en las circunstancias en las que a la par que el triunfo, hubo un estancamiento numérico electoral de la fuerza de gobierno, que sin obtener un punto más siquiera de porcentaje, no superó la cantidad de sus millones de votos en los últimos 7 años.
En el marco de los intereses de Estado y la contradicción revolución-oposición, los hechos son testigos de un manejo ya real, disimulado en un lado o, interesado, con sesgo, y en casos inmisericorde; en el opositor. Para el manejo de la situación, bajo un parámetro con muy pocas horas en la construcción de decisiones colectivas, tanto en el gabinete, como en la dirección política y social, y la edificación de los movimientos sociales; en la Revolución dominan como aspectos –con dejo propagandístico, agitacional y no analítico–:
– Preocupación estratégica. Consideración humana junto con usos del mito sobre la omnipotencia del liderazgo amén –reelección sin límite–, los clamores de milagro y oraciones y penitentes diarios. Con descalificaciones y epítetos a granel, sin rubores, discurso bajo la presión de la necesidad de votos pasados y futuros. En el cercano 26 de mayo, están programadas las elecciones municipales: alcaldes y consejos legislativos.
Con eje en la capital Caracas, constituye novedad un debate público que trasciende fronteras. Debate y lucha política acerca de la interpretación constitucional de las razones y circunstancias del 10 de enero, fecha en la cual el primer mandatario –reelegido el pasado 16 de diciembre– debía juramentar su cargo. Así consta en el artículo 231 de la Constitución: El elegido candidato o candidata tomará posesión «…el diez de enero del primer año de su período constitucional, mediante juramento ante la Asamblea Nacional. Si por cualquier motivo sobrevenido el Presidente o Presidenta de la República no pudiese tomar posesión ante la Asamblea Nacional, lo hará ante el Tribunal Supremo de Justicia.»
Como sucede con toda interpretación constitucional y de leyes en el mundo, su contenido está marcado por los intereses del poder y las justificaciones que exhiba. El Estado y el Gobierno en un proceso institucional –sin victoria estratégica ni «poder popular» auténtico–, tenían una necesidad: impedir a toda costa que a partir de ese día diez, el país y la oposición comenzaran la cuenta de 180 días para determinar una incapacidad o “ausencia parcial” o la ausencia definitiva del Presidente. Un hecho que implica realizar unas nuevas elecciones en los treinta días siguientes, tal como obliga la Constitución Nacional, según el artículo 235: «…Cuando se produzca la falta absoluta del Presidente electo o Presidenta electa antes de tomar posesión, se procederá a una nueva elección universal, directa y secreta dentro de los treinta días consecutivos siguientes […] Cuando se produzca la falta absoluta (…) durante los primeros cuatro años del período constitucional, se procederá a una nueva elección universal y directa dentro de los treinta días consecutivos siguientes […]»
Ancianidad, enfermedad y liderazgos no colectivos
Eran otros días, lejanos ya, mucho antes del 14 de diciembre de 2007, cuando el presidente Chávez decía que en sus deseos “no permanecería en el poder sino hasta 2012”. Para entonces, añoraba un tiempo libre de responsabilidades para contemplar desde una hamaca los atardeceres en la sabana del llano. Un querer que trae a la memoria de muchos, frases similares de Jaime Bateman y Carlos Pizarro quienes en reflexiones sobre el poder, los “socialismos reales” y sus patrones de jefes vitalicios, afirmaban que lucharían porque en su organización (M-19) aprobaran que los dirigentes “no mantuvieran poder después de los 60 años”.
En aquel diciembre de 2007, el Presidente elevó en magnitud su reelección que alcanzó con el 62 por ciento, en el 92 por ciento de los municipios de Venezuela. Tronó en su voz “no nos caigamos a mentiras […] esos votos son de Chávez, esos votos no son de ningún partido,” y ordenó construir un “partido único” de izquierda. Y con menos acento dijo: “El nuevo Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) será el partido más democrático […] elegirá por la base a los verdaderos líderes. Ya basta del dedo, y muchas veces es el dedo mío”. Agregó que algunos partidos socialistas “copiaron el modelo bolchevique de partido porque tuvo éxito relativo en el nacimiento de la revolución soviética”, pero…, “terminó siendo todo el poder para el partido […], y vean el resultado 70 años después”.
La repetida orientación al PSUV de “victoria perfecta”
Ausente en la campaña por las gobernaciones desde el 27 de noviembre, que tuvo fecha el 16 de diciembre 2012, por supuesto, con una multiplicada presencia emocional, el Presidente Chávez con su convicción a todo ímpetu que le es característica, arengó que su enfermedad no era más que “una de tantas dificultades” y que “nada ni nadie podrá evitar la nueva gran victoria del 16 de diciembre”. Aunque se lo propuso, una premonición que no consiguió derrotar a Capriles, quien con reánimo para la oposición resultó fortalecido en su expectativa de jefe. Un golpe.
Un llamado a la autocrítica y el sentido colectivo en la conducción revolucionaria, ante el espacio político que, aun con deuda histórica para los pobres y sin ofrecer alternativa al capitalismo, la oposición venezolana incide con proyección. Es el caso, en las elecciones del 16 de diciembre obtuvo mayoría en las ciudades capitales de 10 Estados: Puerto Ayacucho (Amazonas), Maracay (Aragua), Barinas, (Barinas), Ciudad Bolívar (Bolívar), Coro (Falcon), Barquisimeto (Lara), La Asunción (Nueva Esparta), Mérida (Mérida), San Cristóbal (Táchira) y Maracaibo (Zulia).
Con estos resultados, sin duda, la oposición, mantiene espacio en Venezuela, y sus posibilidades inmediatas y mediatas dependen del giro que tome la salud del Presidente.
Le digo a Dios, ¡dame vida!, llameante, dolorosa, no importa,…más vida para dedicarla al pueblo…
Hugo Chávez. Jueves Santo 2012.
En misa de acción de gracias por su salud. Ofició el capellán de la 93 Brigada y Guarnición de Barinas.
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