Voces de una cultura política súbdito-parroquial, antidemocrática y autoritaria*

“Sorpresas te da la vida, la vida te da sorpresas” dice el cantar bailable. Y el establecimiento tuvo la suya con el triunfo de Gustavo Petro. Su elección los descolocó y no lograron reaccionar de manera cohesionada, con iniciativa. Descolocados, ante la ausencia de acción coordinada, la posta de la oposición política de derecha la asumieron los grandes medios de comunicación, escritos (El Tiempo y diarios regionales), televisivos (RCN, CaracolTV) y particularmente radiales (LaFm, BluRadio, Caracol6AM, WRadio). Esto ha sido más que evidente durante los primeros dos años de este gobierno.

Entre los radiales, LaFM, toda su mesa. BluRadio en segundo lugar con más de la mitad de sus periodistas y editorialistas. Y Caracol 6AM, en espacial con su director, un par de editorialistas y el comentarista de La Luciérnaga, sentando con ello una línea para las emisoras regionales de cadena o independientes.

En todo su despliegue de oposición política, estos medios se han presentado como fuentes de información “objetiva, neutra e imparcial”, pero no hay tal. En realidad, despliegan desinformación sistemática y manipulación de la opinión pública, tanto en la presentación y perspectiva de las noticias como en sus opiniones editoriales.

Regularmente su proceder se escuda en la libertad de expresión –que por supuesto todos defendemos sin cortapisas–, arguyendo su imparcialidad y pluralidad, proceder que realmente esconde ante sus audiencias, su posición y distorsión ideológica sobre y de la información, su real oposición política, y la defensa de intereses históricos de la derecha en Colombia.

Torcerle el cuello a la realidad, cuando se cuenta para ello con las cuerdas de las grandes cadenas comunicativas –papel, radio y televisión-, no es difícil, pero sus consecuencias son complejas y delicadas, toda vez que, en vez de contribuir a consolidar una cultura pluralista y democrática y potenciar opinión pública crítica, lo que hacen en es ahondar lo contrario, una cultura autoritaria, fincada en valores tradicionales, afanada por el status quo. Un proceder político que, además, incentiva tendencias retardatarias, antidemocráticas y desinstitucionales.

Esto desnuda una terrible tensión para la democracia, en especial en un país como Colombia, en el que por primera vez accede al poder la izquierda democrática: la tensión entre la libertad de expresión detentada por grandes medios de comunicación bajo el control de poderes económicos nada desdeñables, blindados de concepciones contrarias al cambio, a la democratización de la sociedad en todos sus aspectos, y el derecho de la ciudadanía a una información imparcial e integra.

En esa línea, la hipótesis de trabajo que orientó la investigación que da pie a este artículo y que busca ilustrarlo, plantea:

Los medios de comunicación tienen la función social de garantizar un manejo de la información integral, imparcial y equilibrada en orden a crear en sus audiencias flujos de opinión pública suficientemente ilustrados que no sean usufructuados por actores y grupos de interés que distorsionen sus juicios autónomos, permitiendo así una cualificación democrática de la cultura política colombiana que permita superar las tensiones que la inclinan a asumir posturas y salidas autoritarias de poder.

Estudio de casos

Después de la primera vuelta electoral a finales de mayo de 2022, con la elección de los dos candidatos que disputarían en segunda vuelta la presidencia del país en junio y que llevarían a Gustavo Petro al poder, hasta el día de hoy, inclusive, la oposición política de la derecha ha sido liderada por los grandes medios de comunicación privados.

El seguimiento realizado inició el día 30 de mayo (un día después de la primera vuelta) y se ha continuado hasta el 7 de agosto del año en curso, abarcando la presentación de noticias y los respectivos comentarios de la franja entre 6.00-8.00 AM de lunes a viernes, sustancialmente, de las cadenas raciales noticiosas de mayor audiencia en el país, a saber: BluRadio, Caracol 6AM, La FM y W Radio.

Se aplicó el instrumento descrito en el recuadro enfatizando en el Factor de Factualidad las subvariables de verificabilidad, fuentes externas, espectro de cobertura, paradigma implícito de democracia, sensacionalismo, selección de noticias; y en el Factor de Imparcialidad las subvariables de valoración imparcial, acceso proporcional, omisión, parcialidad y lenguaje (que incluye modulación de la voz, entonación, gestualidad) y presentación de la noticia.

El resultado del seguimiento arrojó las siguientes particularidades de cada uno de los medios observados:

BluRadio que se presentó inicialmente, desde septiembre del 2012, como una alternativa a la radio noticiosa, alejada y crítica del poder, fiscalizadora del statu quo, paulatinamente, bajo la conducción de Néstor Morales, pasó de este eslogan que casi nunca cumplió, a ser el programa de noticias que más defendió al gobierno de Iván Duque, cuñado de Morales, relación que nunca se puso de presente ante la audiencia, como éticamente tenía que explicitarse. Bajo el disfraz de una defensa de la institucionalidad, se le dio una recepción muy favorable y poco crítica al cubrimiento de las noticias que involucraban al gobierno Duque, sin darle espacio ni a la oposición ni a expertos e incluso afectados en el tema específico, convirtiéndose en la práctica en una oficina de prensa bis de la presidencia.

La mesa, además, tanto en sus periodistas como en sus comentaristas, casi siempre estuvo dominada por adscripciones de derecha. Sin hablar de Morales que no ocultó jamás su antipatía hacia una candidatura de izquierda como la de Petro, y que presentó siempre las noticias sobre el gobierno de Duque sin un mínimo sesgo crítico y fue un enconado opositor de la protesta social tomando partido sistemáticamente contra el movimiento popular y sindical. Sus entrevistas a lideres sociales y sindicales siempre tuvieron un claro sesgo confrontacional, en contraste con los afectos al gobierno o los oficiales de la fuerza pública.

Morales, junto a Zuleta Lleras, con el que en vano intentó emular el exitoso y equilibrado dúo de WRadio de Julio Sánchez-Alberto Casas, fueron siempre el eco exacerbado del partidismo duquista y conservadurista (por no denominarlo de derecha), sin aportar más que un lenguaje de odio y sesgo politizado a sus intervenciones. La columna de Zuleta en El Espectador, además, da cuenta de su talante “periodístico”, cuyas intervenciones iniciaban con un “yo de esto no se nada, pero creo…” para enseguida presentar su opinión, siempre en defensa de las posturas restrictivas, gobiernistas o contra todo lo que fueran manifestaciones del movimiento popular y después sistemáticamente contra el gobierno de Petro, como una posición “cuasi-oficial” de la mesa.

Ricardo Ospina, que en un primer momento era el contrapeso periodístico de Morales, dando una información ponderada, mínimamente imparcial e integra, pareciera haber sido llamado al orden y en lo que fue la campaña y el primer año del gobierno Petro, perdió esas virtudes y adoptó la más monolítica postura antigobiernista. Periodistas jóvenes, como María Camila Orozco que en un primer momento se pensó refrescaría la perspectiva noticiosa parcializada, poco a poco se fue mostrando plegada a la línea de la dirección y, una vez auto-declarada al aire como partidaria de Fico, optó por la misma postura oficial de sus superiores. Sin hablar de que es también abiertamente mariana y su presentación de noticias de género o aborto, obviamente, refleja sin recato sus posturas religiosas.

Los comentaristas de la mesa han sido siempre mayoritariamente uribistas o de ultraderecha. Luz María Sierra, después directora de El Colombiano, se destacaba entre los formadores de opinión, mimetizando con su trayectoria de periodista destacada lo que al final terminó evidenciándose también como una posición de derecha en la línea de Morales. La reemplazó otra ultra-uribista, Consuelo Araujo, que también ha sido en el periodo de cubrimiento una enconada opositora a la candidatura y después a todas las ejecutorias del gobierno, así como antes era una acérrima defensora de Duque y, por supuesto, de Álvaro Uribe, de quien fue su canciller.

Paola Ochoa es la neoliberal a ultranza de la mesa (frustrada candidata a la vicepresidencia del ingeniero Hernández) y sus comentarios económicos igualmente son de defensa cerrada del statu quo económico neoliberal colombiano, defensora a ultranza de los grandes gremios económicos y un rechazo total a cualquier medida económica de contenido social, sin hablar de sus posturas antisindicalistas, antifeministas e incluso racistas contra Francia Márquez.

Esa línea, aunque pálida y desteñida, la ha seguido Daniel Mejía, que debe ser mejor profesor que comentarista, exfuncionario de la alcaldía de Peñalosa que, igualmente, jamás tiene un juicio equilibrado ni contra Petro ni antes contra Claudia López y se luce con sus opiniones insulsas y reactivas. Aurelio Suárez, de la línea política de exsenador Robledo y el Moir, optó también por asumir una postura de “nada es reivindicable en el actual gobierno” y, pese a su militancia de izquierda, hoy es un decidido opositor a Petro. La sindéresis que siempre lo caracterizó se convirtió en una diatriba de principio, hermanándose con las posiciones de derecha de la mesa.

La voz disonante de BluRadio la constituyen las posturas moderadas y progresistas de Héctor Riveros, Álvaro Forero Tascón y Luis Ernesto Gómez. Hay que reconocer que con este ultimo se equilibró un tanto la derechización de la mesa. Por supuesto, Riveros por ser abogado, tiene siempre una posición garantista que Morales incluso confronta al aire y Forero Tascón, el más académico de todos, ha sido a veces cortado abruptamente por Morales cuando sus opiniones han confrontado las del director.

Capítulo aparte, sin duda, es el exsacerdote Alberto Lineros que, pese a su adscripción católica (que no debería ser tan publicitada en un medio de comunicación), es uno de los periodistas más demócrata, progresista y tolerante de la mesa. Contrastan sus opiniones generalmente con el conservadurismo a ultranza de Morales (egresado de una universidad del Opus Dei) y las posturas antidemocráticas y sectarias de Zuleta, o antifeministas de algunos y algunas de las integrantes del panel.

Caracol Radio 6 AM, despertó ciertas expectativas con el cambio de su anterior director Darío Arizmendi y la salida de algunos de sus anteriores integrantes que, sin embargo, no redundaron en una verdadera democratización del panel. En el periodo registrado, los “editoriales” de Gustavo Gómez, su nuevo director, han sido panfletos sesgados y politizados, asumiendo un ataque de principio primero a las propuestas del candidato Petro y después a todas las iniciativas de su gobierno.

La mesa quiso renovarse con la salida de Erika Fontalvo (directora después de El Heraldo de Barranquilla) y Darcy Quinn, y sus reemplazos Diana Saray Giraldo (directora de Vanguardia Liberal de Bucaramanga), Vanessa De la Torre, Jorge Espinosa, Juan Fraile lograron cierto equilibrio en la presentación democrática de las noticias, en especial los dos últimos que indudablemente se destacan, pues Diana Giraldo e incluso después Vanessa de la Torre dejaron traslucir las posturas conservadoras propia de sus regiones de origen.

El lunar, además de las “editoriales” politizadas de Gómez y su presentación bufonesca de las noticias que le resta trascendencia a muchas de ellas, es Hernando Herrera, abogado rosarista, cuya antipatía antipetrista, excesivo formalismo jurídico y posiciones antiprogresistas desdicen de su postiza solidez constitucional; Juan Carlos Echeverry, aunque ya no es un comentarista de temas sustanciales, es el neoliberal del grupo y su sesgo económico y político ha sido muy obvio, y Alejandro Santos que por querer ser “imparcial” termina muchas veces de critico de principio de toda iniciativa del gobierno, perdiendo la posibilidad de una opinión menos sesgada y más integral y desapasionada.

La emisora LaFM, prácticamente no merece análisis. En la práctica es la voz monolítica de la (ultra)derecha en Colombia, con una mesa totalmente alineada en una sola postura política. Luis Carlos Vélez, que parecía ser el heredero elegido de Arizmendi, quien sacó a Gustavo Gómez para La Luciérnaga (donde calaba mejor por su estilo bufonesco), y que en Caracol se modulaba sus inclinaciones políticas, como director de la emisora LaFM está desbocado. Su parcialización en la presentación noticiosa y conducción de la mesa es absolutamente congruente con la política institucional de derecha de RCN, aunque nunca es tan represivo al aire como Néstor Morales.

Los editoriales de Luis Carlos Vélez, sus comentarios, sus entrevistas, la supuesta “participación” de la audiencia a través de mensajes de whatsapp preseleccionados que, obviamente, siempre son contra Petro y su gobierno, continúa la orientación histórica politizada de derecha, excluyente, superficial e intolerante de Claudia Gurisatti.

La mesa compuesta por Darcy Quinn, que aquí encontró sin duda su nicho político ideal, Juan Lozano, William Calderón (uribistas pura sangre), Santiago Ángel y el “profe” Fernando Quijano (conservador, estudios superiores en universidades del Opus Dei, director de La República) es un corifeo unísono que no desentona en su postura antidemocrática y antigobiernista.

La emisora W Radio, por último, ha tenido un giro interesante, primero con el intento de reclutar a María Jimena Duzán que no duró mucho, segundo con la salida de la ultraderechista María Isabel Rueda, enconada uribista, y después con el Reporte de Daniel Coronell, que consolidó una línea investigativa crítica e imparcial que ya venía pronunciándose con otros y otras periodistas, al menos inicialmente. Recuperó con esto una línea no solo investigativa sino más plural, menos institucionalista y derechizada por principio y ha logrado un equilibrio en la presentación de las noticias políticas que contrasta con las emisoras que comparten el liderazgo en audiencias.

Frente a las charadas de Néstor Morales y su supuesta consulta a los oyentes, y de Luis Carlos Vélez y sus whatsapp pre-seleccionados, W Radio mantiene la posibilidad de una audiencia participativa sin restricciones. El cubrimiento de sus periodistas estrella, Julio Sánchez, Alberto Casas, Juan Carlos Calvás, Félix de Bedout, Lucas Pombo y algunas voces jóvenes femeninas como Paola Herrera, en el periodo cubierto, han sido una óptica refrescante frente a la postura extremadamente politizada de las otras emisoras.

En síntesis, y pese a lo anotado, existe una alta tendencia a adjetivar y a incluir calificativos peyorativos que prejuician la noticia y sus protagonistas, no solo en la información política sino, ahora también, en la presentación de las noticias jurídicas y económicas que antes, al menos, se presentaban de forma más técnica.

La diversidad de fuentes es escasa. No se buscan fuentes alternativas y se replican las posturas de oposición (Katherine Miranda, Catherine Juvinao, Jennifer Pedraza, permanentemente). Es esporádica la participación de analistas y ópticas especializadas, y ya ni siquiera en temas económicos, de salud e, incluso, internacionales hay garantía de perspectivas mínimamente neutras.

La relevancia otorgada a cada noticia es caprichosa, según lo que se quiera destacar negativamente contra el gobierno: hay hechos que merecen un mejor despliegue, mientras otros hechos tienen un despliegue excesivo dada su menor relevancia con tal de desprestigiar al gobierno. De ahí que la tendencia a caer en el sensacionalismo es constante, a través no solo de las imágenes que pretenden manipular la emotividad del lector (acudiendo a la página web o a X) sino en los mismos tonos de voz y gestualidad de los presentadores, periodistas y comentaristas.

El instrumento de medición

La posibilidad real de una democracia amplia y deliberativa que complemente una democracia liberal secuestrada por una cultura política súbdito-parroquial dominante1, reside en una esfera de opinión pública plural de públicos hegemónicos y contrahegemónicos, públicos y contrapúblicos2. Esto concreta lo que se ha denominado democracia semiótica y para ello el papel de los medios de comunicación como vehiculizadores de opinión y voluntad de opinión pública es esencial y la fiscalización y veeduría ciudadana sobre los medios condición sine qua non3. En esa línea Habermas retoma el código ético sugerido por el periodismo independiente en USA para garantizar que el cubrimiento informativo cumpla con unos mínimos que satisfagan una comunicación pública no distorsionada, a saber4:

“1. Vigilancia sobre el entorno sociopolítico, informando sobre desarrollos que probablemente repercutirán, positiva o negativamente, en el bienestar de los ciudadanos;

2.  una buena configuración del orden del día, identificando los asuntos claves de cada día, incluyendo las fuerzas que les han dado forma y que tienen capacidad para resolverlos;

3.  plataformas para una defensa inteligible e iluminadora de las cuestiones que fuere por parte de los políticos o por parte de los portavoces de otras causas y de los portavoces de grupos de interés;

4.  diálogo a todo lo ancho de un espectro variado de puntos de vista, así como entre personas que ocupan posiciones de poder (en la actualidad o prospectivamente) y el público de a pie;

5.  mecanismos para hacer que quienes ocupan o han ocupado cargos públicos den cuenta de cómo han ejercido su poder;

6.  incentivos que empujen a los ciudadanos a aprender, a escoger, a implicarse y no limitarse simplemente a seguir y a tironear el proceso político;

7.  una resistencia de principio contra los intentos, por parte de fuerzas externas a los medios de subvertir la independencia, integridad y capacidad de estos para servir a su público;

8. un sentido de respeto por cada miembro del público, en tanto que potencialmente concernido y capaz de buscar y dar un sentido a lo que ve en su entorno político”5.

Este código apunta a que un cubrimiento que garantice mínimos de exhaustividad debe incluir al afectado, el oficial, el experto y la oposición para ofrecer los elementos que permitan a la audiencia formarse un juicio fundamentado sobre la noticia y tomar una posición no coaccionada y suficientemente ilustrada sobre el particular. De ello depende pasar de un espacio político público intolerante a un espacio político público democrático, de una audiencia pasiva y manipulada a una audiencia activa y crítica, de un público hegemónico único a un contrapúblico plural contrahegemónico, de una democracia electoral a una democracia participativa (ver esquema “Cubrimiento integral de la noticia”).

Integralidad de la información

Si bien la “objetividad” es subjetiva6, lo cierto es que los estudios especializados han logrado definir parámetros que permiten registrar el mínimo de exhaustividad en el tratamiento de la noticia que un medio debe garantizar para ofrecer una información integra ante su audiencia que posibilite cualificar su cultura política en términos democráticos y no autoritarios7. El estudio de McQuail definía unas variables que permitieran registrar el grado de objetividad alcanzado por un medio cualquiera, al menos como un ideal regulador (que podría también asimilarse a la exhaustividad de la noticia), inferido de la literatura especializada8.

Como dije, en lo esencial el instrumento intentaba evaluar dos factores, a saber: el de factualidad, a su vez dividido en dos variables, verdad y relevancia; y el de imparcialidad, a su vez dividido en otras dos variables: equilibrio y neutralidad9. El siguiente cuadro ilustra las diferentes variables y subvariables que el estudio de McQuail permitía inferir10.

Una somera explicación de los diferentes indicadores de medición pondría de presente lo siguiente, en la perspectiva de evaluar los parámetros de objetividad en los medios:

A. Medición de la variable de
Factualidad

a. Subvariable Verdad

Indicadores de medición:

Factualidad

      • Verificabilidad

      • Valor informativo

Exhaustividad

      • Registro de sucesos

      • Espectro de cobertura

Exactitud

      • Externa (fidelidad fuentes)

      • Interna (coherencia noticia)

b. Subvariable Relevancia

Indicadores de medición:

Enfoques normativos:

      • Democracia

      • Indicadores reales

      • Sensacionalismo

Enfoques periodísticos:

      • Selección noticias

      • Valor noticias

      • Significación vs. intereses

B. Medición de la variable de
Imparcialidad.

a. Subvariable de Equilibrio

Indicadores de medición:

Acceso proporcional

Valoración imparcial

            • Selección

            • Omisión

            • Parcialidad

b. Subvariable Neutralidad.

Indicadores de medición:

No valorativa

No sensacionalista

            • Lenguaje

            • Presentación

            • Connotación

El cuadro “Observatorio de medios” lo resume someramente, subrayando los factores que se tuvieron más en cuenta en la medición:

Dos derechos en pugna

La percepción general de los principales medios radiales es que las mesas están alineadas con posturas políticas tradicionales de derecha, sustancialmente, y presentan una información sesgada de las noticias. La actitud de “todo está bien” en el gobierno de Duque, contrasta ahora con “todo va mal” en el gobierno de Petro. Incentivan así en sus audiencias valores de intransigencia, fanatismo, exclusión y unanimismo de corte autoritario frente a los de tolerancia, inclusión y pluralismo de corte democrático.

Estimulan más una percepción afectivo-carismática que privilegia al líder que crítico-racional de defensa de las instituciones y contra la corrupción. Propician así, como tendencia dominante, una cultura política súbdito-parroquial inclinada hacia el autoritarismo y la intolerancia antes que a la democracia y reconocimiento de la diferencia. Y lo es, precisamente, porque no garantizan una información exhaustiva, integral y equilibrada que le permita a sus audiencias hacerse un juicio pleno y no sesgado sobre las situaciones políticas abordadas.

El dilema moral, político y jurídico que se le presenta hoy a la ciudadanía democrática y que ojalá la Corte Constitucional algún día quisiera abordar entre el derecho a la libertad de expresión irrestricta, sustancialmente de grandes medios de comunicación privados vinculados a poderes económicos significativos, y el derecho ciudadano a una información integral y equilibrada.

1   Jürgen Habermas, “Sobre el papel de la sociedad civil y de la opinión pública” en Facticidad y validez, Madrid: Trotta, 1998, pp. 407-468.

2   Nancy Fraser,  Iustitia interrupta, Bogotá D.C.: Siglo del Hombre, 1997 y Michael Warner, Publics and Counterpublics, Cambridge: Zone Books, 2002.

  Paul Virilio, El arte del motor, Buenos Aires: Manantial, 1996, pp. 11-44.

4   Jürgen Habermas, íbid., pp. 407-468.

5   M. Gurevitch y G. Blumler, “Political Communication, Systems and Democratic Values” en J. Lichtenberg (ed.), Democracy and the Mass Media, Cambridge, Mass, 1990, p. 270.

6   Nick Stevenson, Culturas mediáticas, Buenos Aires: Amorrortu, 1998, pp. 125-180.

7   Blanca Muñoz, Cultura y comunicación, Madrid: Fundamentos, 2005, pp. 33-70.

8   Roger Silverstone, Televisión y vida cotidiana, Buenos Aires: Amorrortu, 1996, pp. 17-93.

9   J. Martin-Barbero y German Rey, Los ejercicios de ver, Barcelona: Gedisa, 1999, pp. 51-88.

10 Denis McQuail, La acción de los medios, Buenos Aires: Amorrortu, 1996.

*    El artículo se basa en publicaciones anteriores del autor que pueden ser consultadas públicamente. El autor reivindica expresamente la reutilización de sus textos publicados, parcial o totalmente, en la medida en que NUNCA ha firmado la cesión de derechos de autor de ninguna índole y su creación es propia.

**   Profesor Titular del Departamento de Derecho de la Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Colombia. Filósofo (UNC), M.A. en Filosofía Moral y PH.D. en Filosofía Política (P.W.U., USA). Adelantó su segundo Doctorado en Filosofía del Derecho (UNC) bajo la dirección del Profesor Guillermo Hoyos. Es también Posdoctorado en Derecho de la misma universidad. Correo electrónico: [email protected].

Suscríbase

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Información adicional

Radionoticeros en Colombia:
Autor/a: Oscar Mejía Quintana**
País: Colombia
Región: Suramérica
Fuente: Periódico desdeabajo N°317, 20 de septiembre - 20 de octubre de 2024

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