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«Lula: ¿una oportunidad desperdiciada?». Elecciones en Brasil

Su principal opositor es Geraldo Alckmin de la Coalición de los partidos Social Demócrata Brasilero y Frente Liberal y antiguo gobernador del estado de Sao Paulo. Los demás candidatos, entre ellos la fuerza izquierdista representada por la senadora Heloísa Helena están lejos de alcanzar una gran votación.

 

¿Qué balance se puede hacer de la administración de Lula? ¿Qué se puede esperar de un segundo mandato? A continuación se presentan fragmentos de la entrevista al teólogo franciscano de la liberación y militante social. Leonardo Boff.

 

P: Casi ya cuatro años del gobierno Lula, con las próximas elecciones presidenciales en vista… ¿Qué deja esta experiencia?

 

R: Fui uno de los más entusiastas cuando se dio la elección de Lula. Escribí más de diez artículos sobre la revolución brasileña que sería inaugurada por él. Fue mi ilusión y desilusión.

 

Nunca hay que olvidar que estamos sentados sobre el pasado colonial; sobre el genocidio de los indígenas; sobre el esclavismo; y sobre una elite que tiene, según datos del Banco Mundial, los más altos niveles de acumulación del mundo. Un rico común en Brasil es mucho más rico que un inglés o un norteamericano. Al lado de todo esto, existe una masa enorme de “empobrecidos” que sólo a partir de la mitad del siglo pasado logró organizarse en movimientos sociales y sindicatos libres, que fueron acompañados por sectores importantes de la Iglesia Católica. Lula, a mi juicio, no tenía la consciencia suficientemente clara de su misión histórica. Su preocupación inicial fue la de salvar al país de un desastre económico inminente en detrimento de las grandes reformas estructurales que podrían, éstas sí, salvar la nación del desastre. El pertenece a la parte más izquierda del sistema imperante, pero no deja de ser un elemento del sistema. Cambiar esta realidad histórica tan condicionante exigiría una revolución.

 

P: ¿Esta reflexión implica un balance más negativo que positivo?

 

R: A pesar de estos límites, Lula ha hecho lo que ningún gobierno antes había intentado: dar mucho más énfasis a los temas sociales. Con estos planes se han beneficiado cerca de once millones de familias lo que equivale a unas cuarenta millones de personas. Pero hay que ver este avance en el contexto de la política global. Mientras transfiere diez mil millones de reales –un dólar equivale a 2,12 reales– a los proyectos sociales, otorga ciento cuarenta mil millones de reales al sistema financiero que le presta el dinero necesario para llevar adelante su política y le permite pagar las cuentas gubernamentales. Esta contradicción es dolorosa y muestra como la macroeconomía neoliberal sigue chupando la sangre del pueblo, mientras selectivamente atiende sólo las exigencias de una pequeña porción de la población.

 

P:¿En qué medida una experiencia de esta naturaleza fortalece o debilita al movimiento social en su conjunto, en sus apuestas estratégicas de cambio?

 

R: A mi juicio, una de las limitaciones del Gobierno Lula fue descolgarse de los movimientos sociales que eran su base real de sustentación y apoyo. Prefirió optar por una base de apoyo parlamentaria articulada con partidos que no tenían nada que ver con el ideario del PT. Hay que reconocer que Lula no criminalizó a los movimientos sociales como se hacía sistemáticamente antes, aunque no les dio la importancia que les correspondía porque consideraba que ya estaban de su lado. Entre ellos hay mucha decepción y hasta rabia.

 

  • Colaboración E-CHANGER, ONG de cooperación solidaria.

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