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La lucha por la dignidad de la mujer trabajadora

La lucha por la dignidad de la mujer trabajadora

Desde la condición de mujer, la reclamación de nuestros derechos ha sido más difícil, debido a una concepción sobre nuestro propio ser, aprehendida desde percepciones religiosas, culturales o diferencia de clases. Pero tenemos en nuestras raíces históricas una memoria por recuperar y la tarea pendiente de hacer de ella, patrimonio en la búsqueda de la equidad en nuestra propia época.

 

Es así como encontramos, al soplar sobe la bruma con que han ocultado nuestra memoria, el legado de María Betsabé Espinal, una voz y un ejemplo perdido en el tiempo; su ofrenda en la lucha nos muestra un camino de solidaridad en el que evidenciamos que sí es posible persistir en el sueño de un mundo mejor.

 

Betsabé Espinal fue la primera mujer que lideró en Colombia una huelga de obreras (1920). Nació en el municipio de Bello (Antioquia) en 1896; concebida bajo el sello de hija natural, marca social a la que tuvo que enfrentarse en una época en que la mujer era considerada como un ser sin derechos, y en la misma igualdad de importancia a un “animal de carga”. Su condición social le negó el acceso a una educación ilustrada, pero su irrenunciable convicción sobre la dignificación del ser, inspiró un “puñao” de obreras y obreros que lograron la reivindicación de sus derechos.

 

Trabajó como hilandera en la Fábrica de Tejidos Medellín, en los comienzos de la industrialización en Antioquia. Allí, las niñas eran convertidas en obreras desde los 10 o 12 años, obligadas a trabajar descalzas, sufriendo el acoso sexual por parte de los capataces. Sus horarios de trabajo eran de sol a sol, sometidas, además, a un sistema de multas que consistía en restar días de salario al jornal semanal por faltas consideradas por el patrono contra la moral o la obediencia. Como aún sucede en no pocas ocasiones, los salarios de las mujeres – por el sólo hecho de su condición femenina– eran aún más miserables que el percibido por los hombres: semanalmente podían devengar 25 centavos, cuando en la época un salario de obrero podía llegar a los 3 ó 4 pesos.

 

Betsabé Espinal lideró una huelga que comenzó el 11 de febrero del año 1920 y culminó el 9 de marzo del mismo año. Su determinación rompió el silencio bajo el que se fortalecía la injusticia, creando un sentimiento de solidaridad al que se allanó la sociedad de la época. La lucha liderada por Betsabé logró la reivindicación de todas las peticiones ante la fábrica de hilados: las mujeres obtuvieron un aumento en sus salarios, la libertad de calzarse y los capataces acosadores renunciaron a sus cargos.

 

Sin duda, su convicción cuestionó y propició la reflexión de una sociedad acomodada en una posición de opulencia a costa de la esclavitud disimulada de las mujeres.

 

La gran lección de la huelga fue mostrar que la condición humana es superior a lo que sus manos puedan llegar a producir, rescatando el valor de ser libre pensante, renunciando al miedo de ejercer el derecho a la palabra.

 

La vida de esa gran mujer, se desvaneció en un trágico accidente en el año de 1932, pero su corto trasegar por la existencia cobra sentido en su legado.

 

No podemos perder el despertar de la conciencia que mujeres como Betsabé Espinal nos heredan. Nuestra memoria histórica es colectiva, y es nuestra la responsabilidad de recuperarla. Ningún hombre o mujer es ajeno a la pervivencia o el olvido de la identidad de un pueblo.

 


 

 

Recuadro

Somos el resultado del trasegar de hombres y mujeres

 

No podemos recordar lo que nunca hemos conocido. Los pequeños o grandes esfuerzos por construir el país que vivimos han sido, en nuestra memoria reciente, dolorosos, pero también han tenido matices de una grandeza refundida tras una cortina que acorta la inspiración de las nuevas generaciones. Cíclicamente repetimos vivencias, desconocemos nuestra memoria histórica. Colombia debe dejar de ser un país sin memoria.

 

No somos la consecuencia de una generación espontánea, somos el resultado del trasegar de hombres y mujeres, que desde su lucha individual despiertan su propia conciencia, para atreverse a soñar un mundo en el que puedan vislumbrar oportunidades que les permitan el desarrollo de las dimensiones humanas, con el derecho a pensar y a expresar libremente, a vivir bajo la igualdad, la justicia y el respeto a la dignidad humana.

Información adicional

MARÍA BETSABÉ ESPINAL
Autor/a: YANETH DEL PILAR MARTÍNEZ MUÑOZ
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