Home » La transformación del escenario en un templo ritual contra la violencia de Estado

La transformación del escenario en un templo ritual contra la violencia de Estado

La transformación del escenario en un templo ritual contra la violencia de Estado

Durante la semana de la “Cumbre Mundial de Arte y Cultura para la Paz”, desarrollada entre el 6 y el 12 de abril pasados, el teatro jugó un rol primordial. Diecisiete grupos latinoamericanos se movilizaron como parte de la Cumbre para ofrecer a un público masivo una mirada múltiple sobre el conflicto. Artistas que apostaron juntos a partir de la convicción de Patricia Ariza –directora de la Corporación Colombiana de Teatro e iniciadora del festival– de que “El arte puede transformar el dolor en fuerza”.

La obra de la mexicana Violeta Luna, “Vírgenes y diosas”, fue una de las puestas en escena. Una ilustración punzante en un momento en que su país sufre más que nunca la violencia de Estado, cuyo más reciente hecho aún no deja de concitar a la opinión pública nacional e internacional: la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa.

Pero, ¿cómo explicar esta obra? Las palabras hacen falta para describir tanta belleza mística. Violeta Luna hizo suya la estética mexicana de la muerte y la feminidad azteca para crear, frente al espectador fascinado, un ritual sincrético mezclando lo divino y lo profano para evocar la memoria de los desaparecidos.
Transfigurándose de diosa en diosa, por un juego impresionante de trajes. Mostró vida y muerte de la muerte misma.

El primer cuadro aparece con una falda negra tradicional, sentada en el centro del escenario, divina y espantada, el pecho pintado, su abundante pelo blanco cargado de flores rojas y los brazos y las piernas heridas por pinzas que la aprietan.

El inquietante silencio que ronda el escenario es roto por una música jadeante que acompaña su extraña invocación, como un acto sexual oculto y violento –los combates quizás– que la lleva a parir ante nuestros ojos atemorizados ante la muerte furiosa –el crimen quizás–: un cráneo dorado de ojos rojos, que sale de sus piernas, como vivo, para amenazar al público.

Luego, impera la calma. El cráneo depositado en el suelo, la diosa, en un gesto ritual, viene a encerrarlo en un círculo de tierra. La muerte da espacio al duelo y ahora es una diosa-madre la que tenemos al frente de nosotros. Ella contiene toda la tristeza del mundo en sus ojos y bajo un velo –de mentiras– viene a descubrir la verdadera imagen de la muerte: un cráneo con la figura de cada uno de los desaparecidos.

-¿Alguien tiene una piedra?, pidió.

Y con toda la gravedad de una ceremonia mortuoria, algunos entre el público se levantan para ir a depositar consecutivamente, y en silencio, las piedras blancas en su falda –en memoria de los desaparecidos.

En fin, agotada, se limpia de sus pinturas de guerras y de la sangre en su mano, recitando los nombres de los desaparecidos. La muerte expiada, la diosa se va, retira su corona y su vestido majestuoso, y deja espacio al mundo de los vivos, a una mexicana que se queda cuando los otros son muertos, y desaparece en la sombra dejando hablar el silencio de la muerte.

La obra se acaba, o mas bien se acaba el ritual, y la artista aparece por fin después de sus transfiguraciones. La obra no le ha quitado el dolor que llevaba en sus ojos pero que supo apozar en este dolor con una fuerza artística vibrante, y estéticamente maravillosa, al servio de un acto purgatorio de memoria colectiva contra la violencia de Estado.

 

De forjadores de sueños

 

Yolanda Puyana Villamizar

 (Profesora de la Escuela de estudios de género, Universidad Nacional)

“Los artistas pueden mirar mil prismas y mil posibilidades para poder construir, crear y tener relaciones productivas, especialmente con los jóvenes para que cambien de proyectos de vida, en los que no sea simplemente la guerra sino que se planteen otras salidas distintas en la vida. Se han hecho pruebas muy bonitas en las comunas de Medellín, que vale la pena seguir promoviendo y profundizando”.

 

Soraya Bayuelo

(Coordinadora del Colectivo de Comunicaciones de los Montes de María)

“La creación audiovisual, en la construcción de la paz, es fundamental, desde el punto de vista de la comunicación transformadora, la comunicación para el cambio social, por que desarrolla un papel mediador que visibiliza la voz política-pública de la gente que está en este concepto de comunicación para el cambio social.

Diferente a la comunicación tradicional, masiva, que a veces no le da la autonomía al sujeto que está haciendo la transformación, y ya eso es un principio de autonomía para construir la paz. Cuando tienes el derecho a la palabra, cuando quieres contar a través de los medios, llámese prensa, televisión, radio o cualquier otro medio alternativo, lo que tu crees, lo que tu piensas para transformar esa realidad, y eso se da en ese ciclo comunicativo, es un papel fundamental de la comunicación. Creo que es clave, absolutamente, para construir la paz, para construir valores, para construir una nueva sociedad.

Información adicional

VÍRGENES Y DIOSAS DE VIOLETA LUNA
Autor/a: Justine Festjens
País:
Región:
Fuente:

Leave a Reply

Your email address will not be published.