El filósofo y actual senador de la república por el Polo Democrático, Iván Cepeda, habló con desdeabajo sobre los temas centrales del proceso de paz en Colombia y del panorama regional y nacional de la izquierda.
Héctor Arenas (HA): Comencemos con la verdad. Existía una gran expectativa con el informe de la Comisión de Verdad que se presentó en La Habana, pero los medios masivos de comunicación no acompañaron la divulgación de algunas verdades esenciales que fueron reveladas en él, ¿qué opina sobre eso?
Iván Cepeda (IC). Coincido con el Alto Comisionado de Paz, Sergio Jaramillo, y en con dicho por la propia delegación de las farc: la verdad es la pieza maestra que puede abrir una época histórica nueva en Colombia, porque, sin lugar a dudas, uno de los aspectos más graves del régimen anti-democrático que hemos padecido en Colombia es esa sistemática desfiguración y ocultamiento de la realidad. La realidad del conflicto armado, la realidad del manejo del poder político y económico, nuestra historia toda está plagada de secretos celosamente guardados, que podrían estremecer los cimientos de la representación que tenemos de la realidad social del país.
I.C. Coincido con el Alto Comisionado de Paz, Sergio Jaramillo, y en lo que ha dicho la propia delegación de las Farc; en que la verdad es la pieza maestra que puede abrir una época histórica nueva en Colombia, porque sin lugar a dudas uno de los aspectos más graves del régimen anti-demoratico que hemos padecido en Colombia es precisamente esa sistemática desfiguración y ocultamiento de la realidad.
La realidad del conflicto armado, la realidad del manejo del poder político, la realidad del manejo del poder económico, nuestra historia esta plagada de secretos, celosamente guardados, y que podrían estremecer los cimientos de la representación que tenemos de la realidad social del país.
Desde esa perspectiva, los mecanismos que diseña y que esta diseñando la Mesa de Conversaciones son fundamentales. Esta Comisión de Esclarecimiento Histórico del Conflicto y de sus Víctimas es novedosa, es una experiencia inédita en el proceso de escritura de nuestra historia y de las vicisitudes de la violencia en el país, porque es la primera vez en que realmente tenemos unas visiones contrastadas de la realidad del conflicto armado. No es la primera comisión que se ha creado, existen otras que se han hecho en distintos momentos de la realidad política del país, pero es la primera vez en que tenemos realmente dos visiones que tienen puntos contradictorios. Una, una visión ceñida al relato oficial que reproduce una serie de estereotipos que se han intentado convertir en el sentido común de la comprensión de nuestra historia del conflicto armado; y otra, una visión critica, una visión que no había sido protocolizada a través de una de estas comisiones de esclarecimiento, y es la visión en la cual aparecen elementos y importantes que han sido ocultados, negados, silenciados, desconocidos; reprimidos, sobre temas substanciales: la intervención de Estados Unidos en el conflicto armado del colombiano, el papel de la economía política en el conflicto, el papel del Estado y la controversia sobre esa tesis de que el Estado colombiano es un Estado débil y que ha sido victima prácticamente de factores ilegales y de violencia, la visión mucho mas histórica y sociológica o social del fenómeno insurgente, el papel del campesinado y su rol histórico en Colombia, las discusiones sobre la violencia de estado, la criminalidad política; todos esos son aspectos que están ahí en controversia.
Y por esto es tan interesante este nuevo informe que se ha presentado al país y la manera como han reaccionado los medios ante el mismo. Los medios, que en Colombia han jugado un papel de ser transmisores de la ideología, de la visión de los círculos gobernantes y de las elites, por supuesto no han tenido mucho interés en que se popularice este informe. Pero, este es un primer paso, porque el segundo paso en esta dirección, de buscar que la paz se haga con verdad, es la creación de la Comisión de Esclarecimiento y no repetición, o sea la Comisión de la Verdad que está discutiendo en este momento la Mesa de Conversaciones, y que va a tener unas tareas colosales y también inéditas; al parecer se va a tratar de un ejercicio público en el que se va a tener que expresar todo lo concerniente a las responsabilidades y a la manera en como se han presentado los hechos de la violencia en el país; y por supuesto esa verdad hecha pública va a interpelar a sectores que han querido a toda costa negar siempre cualquier tipo de responsabilidad con lo que ha acontecido y que se han presentado más como víctimas, o como espectadoras de este conflicto. Así que esa comisión va a tener un papel clave, fundamental en el proceso de democratización y reconciliación en Colombia.
Igualmente el tratamiento del problema del paramilitarismo es un capitulo obligado del cierre del conflicto armado, y por supuesto de la creación de un mecanismo, que entre otras cosas comience por dejar muy firmemente establecida la responsabilidad sobre el fenómeno paramilitar y sobre la manera como ese fenómeno ha permeado a la sociedad colombiana.
Así que ese también va a ser otro mecanismo, pero no sé si integrado a la propia Comisión de la Verdad, o un mecanismo independiente de esa Comisión, pero que va a tener que jugar un papel también, es decir, una instancia, un órgano encargado de generar toda clase de estrategias para eliminar el fenómeno paramilitar y buscar su no repetición; así que ese también va a ser un momento clave.
E igualmente todos los mecanismos que se adopten en la mesa y todos los acuerdos relativos al punto de las víctimas y sus derechos. Así que para resumir esta idea, lo que podría ocurrir con los acuerdos de paz en Colombia, es que se desencadene un proceso no visto, inédito también, de expresión pública de muchos aspectos que se han guardado en el silencio y en la sombra con relación a la guerra que ha acontecido en el país.
H.A. Uno de ellos ha sido la intervención del Gobierno de los Estados Unidos en toda la región, en América Latina, y con especial fuerza en Colombia, por diversas circunstancias, ha sido determinante en nuestro devenir, pero este nivel de incidencia en los asuntos de nuestra población no se conoce….
I.C. Lo primero que considero se debe decir es que es sustancial la designación del señor Aronson como delegado del gobierno de Estados Unidos al Proceso de Paz, porque eso muestra el nivel de desarrollo del proceso, y se constituye en un paso esencial para que el acuerdo de paz pueda tener un contenido pleno y serio. Los Estados Unidos, no se puede desconocer, han sido parte de la confrontación en Colombia, este papel precisamente debe ser esclarecido, en distintas etapas, en todas las formas que ha acontecido, y el hecho de que el Gobierno Obama decida nombrar un representante en estas conversaciones muestra que tanto el proceso es considerado un proceso viable, serio, como también la disposición a discutir cuál va a ser la nueva etapa de las relaciones con Estados Unidos en una eventual post guerra.
Ahora, las modalidades que adquieren estas conversaciones son reservadas, por lo menos hasta ahora, no podemos tener claridad sobre todos los alcances que tienen esas conversaciones, sabemos ya de algunos de los aspectos, pero seguramente en la reserva y en la confidencialidad de esas conversaciones habrá muchos temas relacionados con la realidad del país, con el manejo del problema del narcotráfico, con relación a cómo generar unas relaciones de respeto y de soberanía para Colombia, y también unas relaciones diplomáticas y de carácter político y económico con este país tan poderoso de nuestro hemisferio y de nuestro continente y, del mundo, que correspondan a una nueva situación en la que por fin exista punto final al conflicto armado.
Ahora, por supuesto, aquí no hay que llamarse a ningún tipo de ingenuidades: Estados Unidos sigue teniendo intereses geoestratégicos y económicos en Colombia, por supuesto que participa de este proceso de paz con la mira de sus propios intereses, pero en este caso creo que, repito, es necesario valorar esta designación, más porque está en contradicción con lo que quieren sectores militaristas y armamentistas en Estados Unidos, mas cercanos a lo que se llama el complejo militar industrial, que se expresan en el Congreso de Estados Unidos. Precisamente, a raíz de la visita que hizo Álvaro Uribe con algunos de sus colegas congresistas a Estados Unidos (en representación de su partido), se pudo evidenciar por lo menos una parte de ese sector guerrerista, algunos de los congresistas republicanos provenientes del estado de Florida, como el señor Marco Rubio, que considera que el Proceso de Paz es inconveniente, que no se está llevando de la forma en que ellos quisieran, y que no corresponde a ese esquema tan regresivo que se impuso en EE.UU. de la llamada guerra contra el terrorismo.
Así que, por supuesto, ahí en el plano internacional también se libra un intenso forcejeo o lucha por lograr que el Proceso de Paz sea objeto de respaldo, y yo creo que se viene avanzando en esa dirección, por eso, repito, hay que valorar esa designación, y así lo ha hecho la guerrilla de las Farc y así lo ha hecho la Mesa de Conversaciones.
H.A. Estamos a las puertas de un proceso de democratización represado desde el segundo lustro de los años cuarenta, ¿ hay un partido político alterno al bipartidismo y capaz de encarnar el decoro, la visión , la unidad que exige el horizonte inédito que se está abriendo paso en Colombia?
I.C. La finalización del conflicto puede desencadenar una apertura democrática. Creo que eso está reflejado en los alcances que tiene el acuerdo sobre el punto de apertura política y democrática, segundo punto que fue abordado en la agenda de La Habana. Podría ocurrir que la finalización del conflicto también implique una segunda transformación, es decir, no solamente de la guerra, a un estado de finalización de la misma, sino también de un estado anti-democrático a un estado en el que se construyan condiciones de vida política democrática, eso supone e implica múltiples cosas, no solamente el hecho elemental de que se deje de asesinar a los opositores políticos, y que se deje de perseguir con métodos ilegales, o también legales arbitrarios, a la oposición y a los movimientos sociales, sino, también implica la irrupción de nuevos actores y sujetos políticos en la escena del país.
En el segundo acuerdo de La Habana está prevista la irrupción en condiciones de equidad para los movimientos sociales, y para sectores que han sido históricamente perseguidos en las zonas rurales; implica la posibilidad de la participación equitativa en las justas electorales y en la vida pública, en los debates, en las decisiones; la constitución de nuevos mecanismos de participación, junto a los que quedaron plasmados en la constitución del 91, mecanismos que permitan una participación real de muchos sectores sociales.
Esto, por supuesto, siempre y cuando se cumplan los acuerdo, se respete la vida de quienes dejan las armas y se desmantele el paramilitarismo, como ya lo dijimos. Pero también implica el hecho de que se desencadena un proceso constituyente. –creo que es evidente que es necesaria una nueva institucionalidad para la paz, es decir que con esta institucionalidad que tenemos hoy no se puede construir un escenario político nuevo, porque las instituciones, sabemos, y lo hemos dicho y denunciado, están corroídas por la corrupción, por el clientelismo, por, precisamente, conductas y atavismos políticos anti-democráticos.
Entonces, en ese escenario nuevo, por supuesto, todas las organizaciones, los movimientos de izquierda y los nuevos movimientos deben buscar una convergencia, y deben protagonizar esos procesos democraticos; ya venimos viendo que aparecen nuevos factores políticos, venimos asistiendo al surgimiento de nuevas expresiones del movimiento social, como la Marcha Patriótica, El Congreso de los Pueblos, la aparición de La Cumbre Agraria, Ètnica y Popular, la configuración del Frente Amplio, la expresión unificada de los estudiantes a través de la Mane, la aparición del Movimiento Nacional Carcelario. En la marcha del pasado jueves nueve de abril fue impactante contemplar el surgimiento de Juventud Rebelde, y también la fuerza de las nuevas ciudadanías que la alcaldía de Gustavo Petro ha estimulado.
Todas esas son expresiones que se están anticipando desde mi punto de vista a una nueva realidad política, y, ya que se menciona al Polo que es el partido que tiene hoy representación parlamentaria, que ha cumplido un papel que a mi modo de ver no puede ser desconocido en estos años, y lo que pensamos ad portas del IV congreso nacional de esta colectividad, es que se debe producir en ese congreso un debate que concluya en una estrategia renovada del Polo para ponerse a tono con esta realidad de la que vengo hablando, es decir, del Polo volcado hacia la constitución de la paz, de los acuerdos de paz, hacia la congruencia de todos los sectores que pueden generar una transformación política, involucrado muy seriamente en un proceso constituyente, y, como lo han hecho hasta hoy, intrínsecamente ligado a las luchas sociales y populares, esa es a mi modo de ver la responsabilidad, pero también la oportunidad que tenemos que cumplir en este IV congreso; por supuesto habrá intensos debates sobre la visión que tenemos de la realidad política, pero yo creo que esta línea es la que debería primar.
H.A. La economía del narcotráfico. El país lleva décadas involucrando su economía en el narcotráfico, y uno diría que la captura del Estado, o de una buena parte del Estado por el narcotráfico, obedeció a esa realidad de base. ¿Como variar esta realidad si se mantiene la prohibición internacional?
I.C. Aquí es necesario profundizar en el acuerdo sobre el cambio de un paradigma en el tratamiento de la cuestión del narcotráfico. Esa es parte de la novedad que tiene los acuerdos a los que se ha llegado en La Habana. Implican, por una parte, un cambio de economía. El problema del narcotráfico no es un problema de derecho penal, o de una política criminal, sino que es ante todo una realidad económica, a la cual hay que responder con otra realidad económica.
La realidad económica con la que se debe responder a la sustitución de la economía del narcotráfico es la economía democrática, que es la que plantea el acuerdo de La Habana: una sustitución voluntaria de los cultivos de uso ilícito por programas (que deben ser financiados por el Estado) con la construcción de infraestructura y con una reforma rural integral que acompañe ese proceso, esa es la solución del problema, o por lo menos parte de la solución.
La otra tiene que ver con la discusión de cómo cambiar ese esquema de política criminal por una política que cada vez se discute y se adopta más en el mundo, empezando por EE.UU. que es la de la legalización, o por lo menos, la de la despenalización progresiva de las drogas de uso ilícito, y también de un tratamiento en materia de salud pública, en materia de una política social destinada a resolver los problemas que ha generado el narcotráfico; y digo que hay que desarrollar esos acuerdos porque, en “el congelador” – como se ha llamado metafóricamente la figura donde están las salvedades que hay en la discusión de los acuerdos- está prevista la realización de la conferencia internacional para discutir no solamente estos temas, sino otros, como es el papel del capital financiero y de la banca en toda la economía del narcotráfico, y los problemas que tienen que ver precisamente con esa relación entre la política y el narcotráfico, todos esos asuntos que hacen parte de esta realidad.
H.A. Aparece ahí un tema que también es decisivo y que está en este momento en el escenario y es el tema de la justicia transicional.
I.C. Bueno, yo en este tema me atengo a la circunstancia de que es en La Mesa de Conversaciones de Paz donde se está desarrollando esta discusión y esta búsqueda de acuerdo, como se sabe La Mesa de Conversaciones realizó o auspició la entrega de propuestas desde las organizaciones de víctimas, desde las organizaciones de DD.HH., también desde grupos de expertos internacionales sobre esta materia, y hay toda clase de propuestas que se hicieron en los foros con la Universidad Nacional, y con las Naciones Unidas, que se hicieron a través del congreso y de las Mesas Regionales de Paz, miles de propuestas. También está la elaboración que hizo el Congreso y que tramitó la Corte Constitucional del llamado Marco Jurídico para la Paz; en fin, hay numerosas posiciones sobre este tema. Y por supuesto también la posición del Gobierno y de la guerrilla, la visita que hicieron las víctimas a La Habana, por lo menos unas muy representativas que presentaron allí también sus posiciones; así que tenemos un amplio conjunto de propuestas.
También tenemos una realidad, y es que el Estado colombiano ha aplicado una política criminal contra la guerrilla, en las cárceles de este país hay miles de combatientes de la guerrilla que están siendo procesados o que han sido condenados, y también, otro tanto hay miles de miembros de las Fuerzas Militares que están, por distintos delitos, acusados o condenados, especialmente por los mal llamados falsos positivos. Hay propuestas que se han hecho con relación a la responsabilidad de aquellos que precisamente todavía no han sido involucrados: los políticos, los empresarios, y hay también una discusión que, como dije anteriormente, se está haciendo sobre la Comisión de la Verdad.
Así que desde ese punto de vista confluyen múltiples dimensiones de esta discusión, que tendrá que plasmarse en el acuerdo al que llegue la Mesa de Conversaciones, y que tiene que ser un acuerdo satisfactorio, tiene que satisfacer a la sociedad colombiana, a las víctimas, tiene que satisfacer la propia visión que tienen los combatientes.
Así que para saber cuál será ese modelo de verdad, justicia y reparación creo que lo que se requiere ahora es trabajar, y creo que es en eso en lo que están trabajando las delegaciones de la guerrilla y del Gobierno.
H.A. Ya que menciona el tema carcelario, sería valioso conocer las novedades que hay en ese ámbito en el que usted ha bregado tanto por lograr la defensa de los derechos elementales de la población reclusa.
I.C. Bueno, yo en esto acostumbro a referirme a esa idea de Foucault de que la cárcel es un espejo, una imagen que muestra la sociedad, es un microcosmos donde aparece claramente plasmada la tecnología del poder que se utiliza en una sociedad. Esa expresión de Foucault, quien escribió mucho sobre la realidad de las cárceles, nos lleva a pensar en cuál es el modelo de cárcel que se aplica actualmente en Colombia, y la realidad es que es un sistema vetusto, anacrónico, profundamente inhumano el que ha existido en Colombia, con grandes niveles de hacinamiento. Además, hacia el comienzo de este siglo, especialmente en el gobierno o en los gobiernos de Uribe- se vino a superponer una nueva realidad, que es el diseño de cárceles de EE.UU importado a nuestra realidad por el Plan Colombia.
Las cárceles llamadas Eron, es una sigla para estas nuevas prisiones, diseñadas con el propósito de convertirse en un mecanismo que tiene tres aspectos esenciales y que, a mi modo de ver, es el que plasma hoy la realidad de las cárceles en Colombia. Uno, la cárcel como tortura, como aparato destinado a denegar completamente todos los derechos y la dignidad de la persona, sea a través del hacinamiento, de la negación del servicio de salud, de los maltratos, de la forma en como se procesa al ser humano para hacer de su estadía en la cárcel una estadía lo más dolorosa, cruel e inhumana posible. Dos, la cárcel como sistema de información, es decir, convertir a la cárcel en una fuente de delación y de extracción de datos que le sirvan al Estado para desarrollar la confrontación armada o aspectos de la confrontación armada o también de sus políticas represivas de cara al resto de la sociedad. Y tres, la cárcel como un símbolo de sumisión o de búsqueda de dominación de la inconformidad social, y de la protesta social, y de la oposición política que es amenazada con la cárcel, y las prisiones. Así que ese mecanismo que se ha estructurado, es uno de los eslabones de esa cadena que especialmente se incentivó con la aplicación de la seguridad democrática y con las políticas posteriores al 11 de septiembre en Colombia. La realidad es que la cárcel en Colombia, las penitenciarias, son uno de los aspectos más preocupantes en materia de DD.HH. y que reflejan, repito, cuál es el estado general del tratamiento de los problemas y de los conflictos sociales en Colombia.
H.A. Es posible que nos brindes un horizonte temporal posible del Proceso de Paz es posible?
No soy amigo de hacer este tipo de cálculos, pero lo que sí se puede decir es que esos ritmos no son ni tan veloces como se quiere hacer ver, pero tampoco tan lentos como los enemigos del Proceso quieren hacer ver. Yo creo que La Mesa ha llegado a un punto de discusiones, de dinámica del trabajo, del método del trabajo que se está implementando, se está realizando, que permite avanzar de una manera eficaz y muy dinámica hacia un acuerdo general.
Sé que estamos en el momento en que se están discutiendo los temas más álgidos, pero también es evidente, y en esto hay que juzgar no por los discursos, sino por los hechos, que se está avanzando, que hay disposición y voluntad para hacerlo, y que tanto el Gobierno como la guerrilla han puesto ‘todos sus restos en la Mesa’, es decir, aquí ya es evidente que tanto el Gobierno como la guerrilla están apostando de una manera muy seria a la terminación del conflicto, y eso se evidencia por los múltiples gestos que ha emprendido las Farc, se evidencia también por las reacciones o muchas limitaciones que ha tenido el Gobierno; se evidencia en la creación de las subcomisiones que trabajan de manera paralela a la Mesa, se evidencia en que se están avocando los temas más difíciles sin traumatismos, es decir, está transcurriendo una deliberación sobre estos temas de una manera serena, independientemente de los sobresaltos que generan declaraciones públicas y de todas las circunstancias que pueden haber paralelamente a las discusiones que se están dando.
Pero bueno, para responder a tu pregunta como tal, yo diría que no está a la vuelta de la esquina, pero tampoco creo que el Proceso vaya más allá de los primeros meses del 2016, es mi opinión y es además lo que yo considero, digamos, puede soportar el proceso mismo.
H.A. ¿…y la inclusión del ELN?
I.C. Ese es el aspecto tal vez más preocupante de todo este Proceso de Paz, el hecho de que no comiencen todavía esas conversaciones… Yo creo que es urgente, imperativo que comiencen. Y como siempre lo hago aprovecho también esta entrevista para reiterar el llamado al Gobierno y al ELN a que cuanto antes comiencen este proceso de conversaciones, que no son conversaciones fáciles, que no están exentas de problemas, de dificultades, pero que deben de fortalecer y complementar el proceso que se está dando con las Farc.
H.A. Hay una pregunta con la que me gustaría cerrar y es la siguiente: En América Latina hay un mosaico de una nueva dirigencia de izquierda. Está el ejemplo del presidente Mujica, que es un referente de las juventudes, está Correa, está lo que está pasando en Bolivia, que también es muy interesante, con unos avances legislativos en los que por ejemplo se reconoce el carácter viviente de la Madre Tierra, y uno te ve a ti y a Alirio Uribe como hombres que encarnan esos valores, llamémoslo del post acumulación, de una sociedad post capitalista, con una extraordinaria laboriosidad y un proceder decoroso que infunde animo y formidable aliento ¿cómo contemplas tu oficio en este escenario latinoamericano y colombiano?
I.C. Yo creo que en general nosotros debemos hacer mayores esfuerzos para integrarnos a toda esa corriente política novedosa y tan importante que se está dando en nuestro vecindario, no solamente por razones de profunda convicción política y ética, sino porque eso es estar a la altura de la historia, más cuando se denuncia que hay un intento de lo que se ha llamado una restauración conservadora, es decir, de una mimetización de la derecha y de la extrema derecha que busca con métodos un poco más matizados y discretos, pero igualmente violentos y reaccionarios, echar al traste esos procesos.
Entonces aquí la solidaridad no debe ser simplemente de palabra y simbólica, la mejor contribución que nosotros podemos hacer a ese contexto latinoamericano es culminar de manera exitosa esta tarea del Proceso de Paz; y también denunciar y desenmascarar a los sectores de la extrema derecha que utilizan a Colombia como un trampolín para intervenir e intentar desestabilizar los procesos políticos en Venezuela, por ejemplo. Toda esa animadversión que se quiere generar en torno a Nicaragua, desde Colombia, e incluso esa intención cada vez menos velada de generar una situación muy conflictiva. Así que nuestro deber, nuestro imperativo es también enfrentar esas fuerzas no solamente desde nuestra perspectiva doméstica, sino también como parte de una contribución a que se fortalezca el proceso de integración entre los pueblos y los gobiernos progresistas de América Latina.
H.A. Hay una tarea largo tiempo postergada con relación a nuestra niñez y nuestros jóvenes, está pendiente hacer efectivos sus derechos, ofrendar amor que sea cuidado integral, volcar los presupuestos destinados a la muerte, al cuidado de la vida …
Sí, yo creo que esa es parte, por supuesto, de esa tarea. Nosotros creemos que en ese proceso de construcción de la post- guerra, del ejecutar los acuerdos es, en esos territorios, con esas fuerzas sociales, con las que hay que construir la paz, precisamente; con las grandes víctimas del conflicto armado, y de lo que ha significado el conflicto armado, y aprender de esa sabiduría popular y de esas relaciones comunitarias que están, las lecciones necesarias para construir una convivencia de un signo distinto.
Y hay que buscar precisamente las fuerzas sociales para eso; una de esas fuerzas es el campesinado, por supuesto, y los sectores más deprimidos en términos sociales en las grandes urbes, pero también los jóvenes. En las comisiones de paz estamos discutiendo ahora un proyecto para crear el servicio social para la paz, que implicaría por primera vez en el país involucrar a los jóvenes ya no en la guerra, ya no en el servicio militar, sino en labores que tengan que ver con los DD.HH., con la construcción de la paz, de los acuerdos de paz; así que hay que diseñar muchos mecanismos novedosos para que esos sectores puedan desarrollar o seguir desarrollando ese tipo de experiencias de una manera mucho más pública y con más repercusión sobre otros sectores de la sociedad.
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