25 razones para no votar en estas elecciones (ni en ninguna más)

Imagina que el día de las elecciones nadie se aparezca a votar. ¿Qué pasa al día siguiente? Si necesitabas una buena razón para ese día quedarte en casa o salir a comerte un helado, aquí te entregamos veinticinco, y te damos ñapa, encime y vendaje.

1

La democracia representativa implosionó hace tiempo. Está más que demostrado que los elegidos no representan en absoluto la voluntad de quienes los eligen sino a sus propios intereses.

2

La corrupción es la regla que gobierna entre quienes llegan a los cargos de elección popular (ni se diga los de nombramiento directo). Donde hay dinero hay corrupción.

3

No existe un sistema eficiente de responsabilidades en donde los elegidos respondan directamente a sus electores por su gestión u omisión, Las llamadas rendiciones de cuenta son parte del espectáculo, las revocatorias de mandato un saludo a la bandera.

4


La base de electores está desconectada de sus elegidos. Toda la cercanía y empatía impostada por los políticos durante la campaña electoral desaparece al día siguiente, una vez conseguido el resultado deseado: ser elegido.

5


Nadie es ya garantía de probidad, seriedad o incorruptibilidad. La linterna de Diógenes sigue sin encontrar a alguno.

6


La compra de votos es práctica indestructible, un mal endémico. Los innumerables procesos contra los barones y baronesas electorales así lo demuestran, las condenas parecen fortalecer y hacer reverdecer la práctica de maneras más ingeniosas.

7


El florido discurso de promesas y compromisos dejó de generar cualquier credibilidad. “Puentes donde no hay ríos”.


8

Votar es legitimar el sistema enquistado en el poder, podrido, corrupto, y a la vez endeble y que hace agua por toda parte.

9

Las propuestas sociales o progresistas no tienen cabida dentro del opresivo modelo hegemónico del gran capital, pues van en contra de la esencia misma del modelo. Este es torpe, abusivo, aprovechado, pero no suicida.

10

Votar en blanco es una protesta inútil pues legitima todo el sistema imperante bajo el sofisma que le permite al ciudadano expresarse.

11

Exactamente lo mismo sucede con el voto nulo. El sólo hecho de acudir a las urnas es una señal que valida y legitima un sistema inoperante.

12

No votar es darle una bofetada al sistema, a los candidatos, a los políticos; es decirles ¡se acabó la fiesta!; pero antes, ¡no me invite y engúllase su pastel rancio hasta intoxicarse, es apostarle al aceleracionismo, uno, entre múltiples caminos existentes para que el sistema se autodestruya inevitablemente, como ya lo estamos viendo.

13

El cambio social no se hace en las urnas, se logra en las calles, en el paro, en la resistencia, en la movilización, como lo demostró el estallido social del 2021. Allí se logró más que en doscientos años de una república supuestamente democrática. Por eso el pánico que genera la protesta social a las elites. Ellas saben de su alcance.

14

La acción anterior se complementa –sin acudir a las urnas– con la construcción de otra economía posible, sustentada por múltiples y extensas redes que asocien voluntades, entretejiendo: saberes, destrezas, disposiciones, capacidades, infraestructura, ahorros, imaginación, mercados y consumos de otro orden.

15

En lugar de votar hay que fortalecer la democracia directa: asambleas de productores y consumidores de todo tipo, para abordar temáticas de su interés y que decidan sobre las mismas, aterrizándolas en la vida cotidiana de cuadras, barrios, localidades, veredas, corregimientos, municipios…

16

Más allá de quien salga elegido (si no, mirar las ultimas presidenciales), en las alcaldías, gobernaciones, congreso, asambleas o concejos, el país no cambia nada y no cambiara por ese medio. Insistir en un error es señal inequívoca de torpeza.

17

Los partidos políticos salen cada día al escenario de su espectáculo con nuevos ropajes, maquillajes, máscaras y estribillos, pero todos sabemos que representan la misma casta política que ya conocemos.

18

Cada día aparecen nuevos delfines, hijos, hijas, descendientes que portan un apellido como garantía de una imagen supuestamente digna y que genera confianza, cuando es todo lo contrario. Ellos encarnan el nepotismo, la plutocracia, y perpetúan la desigualdad, que es el principal problema de la humanidad.

19

Los candidatos progresistas carecen de cualquier margen de maniobra dentro del asfixiante sistema que controlan las élites a través de la llamada institucionalidad, los medios, y el gran capital.

20

La democracia, como institución política es la gran mentira que muchos insisten ciegamente en volver dogma; ya no es ni legitima ni atractiva, ni brinda garantías de ser lo que dice ser: el gobierno de todos o del pueblo.

21

El llamado libre juego democrático es una pantomima, un sainete, un entremés, para distraer y embaucar a la multitud por quienes ejercen la dominación más absoluta, recalcando que hay que jugar dentro de las reglas de juego. El juego es otro.

22

Cualquier acto, gesto o expresión como votar, seguir las encuestas, presenciar los debates, discutir sobre uno u otro candidato o candidata, es un espaldarazo a que el sistema siga operando; quien piensa críticamente lo sabe y por eso se abstiene de validar lo insostenible.

23

Es hora de espetarle al sistema, a la cara y mirándole a los ojos, “¡no creo en usted, no me representa!”.

24

No votar es el grito más sublime de rebeldía, de no dejarse arrastrar por la corriente dominante de los aullidos –que no cantos– de las sirenas que promulgan las falsas bondades del sistema. Hay que taponarse los oídos con cera.

25

No votar es la dulce melodía de protesta que más lejos se oye.

•  Ñapa: El noble intento del pueblo chileno hace medio siglo, de llegar al poder, por las urnas, se le devolvió de la forma más brutal e inexplicable.

• Encime: Los progresismos latinoamericanos de este siglo, gobiernos legítimamente elegidos, fueron neutralizados rápidamente y cayeron en las prácticas que ellos mismas atacaban. De su gestión queda poco, solo lecciones.

• Vendaje: Como dice la comedia de Francisco de Rojas Zorrilla, del Siglo de Oro español: ¡Abre el ojo!  

Información adicional

Autor/a: Juan Jacinto Chagualá Lame
País: Colombia
Región: Suramérica
Fuente: Periódico desdeabajo N°307, 18 de octubre - 18 de noviembre de 2023

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