Yo te quiero libre

Carmen Sofía es psiquiatra, Iralis es ginecóloga, Areagbi es psicóloga, Patricia es psicoterapeuta y comunicadora, Nancy es contadora pública, Yanelín es cantante lírica, Carolina es educadora especial, Yraima no llegó a tiempo porque estaba de viaje, ella es administradora.

Este grupo de mujeres pertenece a un innovador proyecto llamado entre nosotras sororidad, donde participan cerca de 138 mujeres, que predica el lema de la no competencia entre ellas y la ayuda mutua. La reunión estaba pautada para las 8 am, el día de mercado en un pueblo pequeño, lo que significa que verás a gran parte de la población sin distinción de raza, credo, posición económica o social.

Tipo ocho, que significa en venezolano un rango entre las 8 am y ocho y tanto, ya estaban reunidas a la entrada del supermercado La Amistad, el más grande y mejor abastecido del pueblo, cosa nada despreciable en un país que sabe de escasez y devaluación ininterrumpida a través de los años.


El sábado 25 de noviembre la reunión fue para concretar una actividad nunca vista por aquí. San Juan de Colón es un pueblo bastante pequeño ubicado estratégicamente entre San Cristóbal y Cúcuta, y por primera vez un grupo de mujeres se dan a la tarea de hacer activismo en un tema tan neurálgico como lo es la prevención de la violencia contra las mujeres y niñas. Neurálgico, sí, porque existe la violencia, pero existe como un fantasma aceptado por una sociedad de estructura machista, y solapada por las mujeres que al mirarte parecen sentirse avergonzadas de saber que la violencia está en sus hogares, pero no tienen aún la capacidad de aceptarlo.

Desde el día anterior los afiches y pendones preparados para la actividad, estaban ya ubicados en los establecimientos que autorizaron los espacios para ello, también trajeron volantes para repartir y así aprovechar de dar el pequeño discurso instructivo, acerca del violentrómetro y el ciclo de la violencia. El primer objetivo es meramente informativo, que las mujeres puedan reconocer e identificar si experimentan violencia en alguna de sus relaciones: de pareja, trabajo, familia o cualquier otro ámbito. Los instrumentos; primero el violentrómetro, mide la violencia como un termómetro que va desde leve hasta la agresión más intensa “el femicidio”. El otro instrumento es el ciclo de la violencia, muy gráfico y explícito que les permite ver como hay ciclos que se repiten: violencia, luna de miel (reconciliación y arrepentimiento), calma-tensión y una nueva explosión de violencia que repite el ciclo.

El impacto de la actividad tal vez tarde en hacerse evidente, sin embargo, este pequeño primer movimiento ya deja atisbar una nueva mirada de cambio en la misma sociedad venezolana, tachirense, colonense, que es la decisión de realizar actividades sin directrices institucionales, ideas y pensamientos desligados de los entes de los que generalmente la población espera, o ya sabe que no debe esperar, que inicie pautas, infraestructura para los cambios necesarios.

Esta actividad se concreta porque en Venezuela hay un silencio compartido, generalizado, de casi todo se sabe poco, en cada estado se vive de manera distinta, con monedas y recursos distintos, nunca el país estuvo tan fragmentado, es difícil saber cómo resuelven los temas cotidianos en cada región del país, y para colmo la movilidad y los costos para realizarla, suelen ser bastante inaccesibles para gran parte de la población. Por lo tanto, el tema de violencia de género no tiene actualizado los registros y las cifras publicadas están muy lejos de la realidad. Aún más en pequeños municipios como el que nos ocupa: Ayacucho, los registros son inexistentes, independientemente que hayamos tenidos femicidios macabros y escalofriantes.

Aunque lento se están gestando cambios, tal vez unos favorables y tal vez otros no, pero en definitiva se inicia un despertar, tal vez acciones que ya se realizaron en otros lugares del mundo, pero el despertar se refiere más a las ganas de intentar ser agentes de cambio, como individuos, a la unión de individualidades, hacer punto de quórum para fracturar un sistema que arrebata la dignidad, en este caso a las mujeres y su derecho a vivir en una sociedad que no las agreda, que no les arrebate la vida.

Aunque lento se están gestando cambios, tal vez unos favorables y tal vez otros no, pero en definitiva se inicia un despertar, tal vez acciones que ya se realizaron en otros lugares del mundo, pero el despertar se refiere más a las ganas de intentar ser agentes de cambio, como individuos, a la unión de individualidades, hacer punto de quórum para fracturar un sistema que arrebata la dignidad, en este caso a las mujeres y su derecho a vivir en una sociedad que no las agreda, que no les arrebate la vida.

Información adicional

Venezuela
Autor/a: Olga Patricia Restrepo
País: Venezuela
Región: Suramérica
Fuente:

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