En la fase pos-Ucrania –cuando el alineamiento geopolítico de los astros se acomoda contra el comediante jázaro (https://amzn.to/2MR0PfM) Zelenski: desde el cese de la ayuda multimillonaria en el nuevo presupuesto del Congreso de EU, pasando por el ascenso del premier prorruso Robert Fico en Eslovaquia, hasta el distanciamiento de Polonia–, el secretario de Estado, también jázaro, Antony Blinken externó que China es la real “amenaza” a EU y al “orden (sic) mundial liberal” –en entrevista con su correligionario Jeffrey Goldberg ()–. A juicio de Blinken, “China tiene mayor habilidad que Rusia (¡megasic!) para intentar configurar el sistema internacional”.
Al unísono de los también jázaros –Jake Sullivan, asesor de Seguridad Nacional del catatónico Biden, y la omnipotente subsecretaria de Estado Vicky Nuland, organizadora del desastre en Ucrania–, Blinken repite lo mismo sobre China que el secretario de Defensa Lloyd Austin expuso el año pasado en el documento de EU sobre la guerra global (): “China es el único país con la intención de reconfigurar el orden internacional y con el poder tecnológico, militar, diplomático y económico para hacerlo”.
Dos días antes de la diatriba de Blinken, China publicó su Documento blanco sobre sus “Propuestas y acciones para construir una comunidad global de futuro compartido ()” que constituye una diferente cosmogonía al “pensamiento hegemónico de ciertos (sic) países que buscan la supremacía” –en alusión a EU– y fustiga la “obsesión con un poder superior y la mentalidad “suma-cero” que están en conflicto con las necesidades de nuestros tiempos” que subrayan a que “una nueva era llama a nuevas ideas”.
No se trata de “sustituir un sistema o una civilización con otra” cuando “algunos (sic) países buscan desacoplarse de China encerrándose en “patios pequeños y vallas altas”. El Documento blanco expone el paradigma de la ruta de la seda, al unísono de las Iniciativas de Desarrollo Global/Seguridad Global/Civilización Global, como “crucial piedra de toque para construir una comunidad global de futuro compartido”.
Ahora en la fase pos-Ucrania, China y Rusia profundizan su G-2 (), además de miríficos corredores neoeconómicos () e inversiones colosales en infraestructura, por lo que vale la pena sopesar la hermenéutica del analista Timur Fomenko, de Russia Today: “La alternativa china: Pekín revela su visión del mundo” que llama “a la unidad humana, aduciendo que la humanidad enfrenta desafíos comunes para su supervivencia y futuro y por consecuente debe unirse y cooperar ()”.
Según Fomenko, “la cosmogonía china es un manifiesto alternativo a la unipolaridad de EU” que nunca cita el documento.
Para Fomenko, las dos cosmogonías contrastantes “forman una coyuntura crítica para el futuro del mundo”, cuando “finalmente el ascenso de China será vital para que el mundo multipolar (sic) pueda tener éxito” o para que “EU conserve su dominio eternamente”.
Esto del “dominio eterno” de EU, que alucinó Brzezinski en su libro El gran tablero de ajedrez mundial, de 1997 (), ya no es válido cuando EU implosiona con sus pleitos domésticos de toda índole, de todos contra todos, en un sistema que hace agua.
Fomenko interpreta que el mensaje de EU al “sur global” es que “ningún país será permitido enriquecerse o desarrollarse al menos que firme los términos y condiciones de Washington”.
Según Fomenko, “China entiende, como se ve en Europa, que la estrategia primaria de EU es incitar a la división entre países con el fin de promoverse como el garante y salvador” y así “obtener ganancias mediante su complejo militar-industrial”, en claro contraste con China que promueve una integración “ganar-ganar”.
Por cierto, Elon Musk recomendó el libro Declive y caída del imperio romano, de Edward Gibbon, cuya implosión se debió, entre otros factores, a la inflación () y ().
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