Corea del Norte es un enigma en muchos sentidos, pero la decisión de su líder, Kim Jong Un, de enviar tropas a la guerra de Rusia contra Ucrania ha sorprendido a mucha gente en Corea del Sur y en todo el mundo. La gente se pregunta por qué razón ha decidido Kim llevar a su país a este desastroso callejón sin salida. La respuesta está en las diversas dinámicas que intervienen en la crítica situación del noreste asiático.
Tratado entre Rusia y Corea del Norte
En junio, Kim firmó un amplio tratado de asociación estratégica con el presidente ruso, Vladímir Putin, ratificado después, el 24 de octubre por el parlamento ruso, y el 6 de noviembre, por el senado norcoreano. Sin embargo, el despliegue de tropas fue anterior a dicha ratificación: el 8 de octubre salió una expedición de 1.500 soldados y una semana después, otro contingente de tamaño similar. Se calcula que para finales de año habría hasta 12.000 soldados, incluidos tres generales y 500 oficiales, luchando con Rusia. Las tropas de élite forman parte de cuatro brigadas de las Fuerzas de Operaciones Especiales del ejército popular norcoreano. Aunque están bien entrenadas, carecen de experiencia de combate. Rusia y Corea del Norte siguen negando su presencia, pero varios informes indican que están luchando en el frente de Kursk, en el interior de Rusia.
La inteligencia militar surcoreana cree que fue Corea del Norte la que propuso el despliegue militar y que, ante la acuciante necesidad de contar con un aliado fiable, Putin aceptó la oferta. Las especulaciones sobre lo que podría obtener a cambio Corea del Norte hablan de tecnología de misiles balísticos intercontinentales, aviones de combate de última generación y otros equipamientos militares, como también de ayuda económica. Pero nada de esto se ha confirmado.
¿Una puñalada en la espalda de China?
Estos hechos, que también permiten la presencia de tropas rusas en Corea del Norte, han incomodado mucho a Pekín. Tomadas sin consultar, las medidas han sido recibidas por China como una enorme afrenta, pues considera que Corea del Norte es estratégica para su defensa militar. Al mismo tiempo, Corea del Norte está cada vez más molesta con China, particularmente desde que se han dado a conocer informes de que Pekín ha elaborado planes para el caso hipotético de un colapso súbito del régimen norcoreano. Expertos militares y analistas de internet chinos han afirmado que si esto ocurre, el Ejército del Norte chino entraría en Corea del Norte a fin de bloquear toda iniciativa similar por parte de Corea del Sur y EE UU. Pese a no tratarse de una política oficial del gobierno, chino, esta especulación ha enfurecido a Kim.
Esto no hace más que reforzar la posibilidad de que la relación incómoda se enrarezca todavía más en cualquier momento. Según un rumor muy extendido, Kim declaró una vez que mientras Japón ha sido enemigo de Corea durante 100 años, China lo ha sido durante 1.000 años. Sea cierto o no, estos sentimientos reflejan la actitud del liderazgo norcoreano ante China: oficialmente un Estado hermano con el que se forjó una amistad especial durante la Guerra de Corea, China no deja de ser una vecina no fiable a la que se mira con suspicacia.
Un régimen en crisis
A finales de 2023, Kim anunció que Corea del Norte renunciaba oficialmente a su política de reunificación nacional [de las dos Coreas] y calificaba a Corea del Sur de Estado antagonista. Este cambio estuvo motivado, en gran medida, por factores internos, al considerar que el aislamiento voluntario era la única manera de salvar el régimen. Por entonces ya se habían dado pasos en este sentido, al implementar el Partido de los Trabajadores de Corea (PTC), a partir de 2020, una serie de leyes encaminadas a reforzar el control sobre la juventud. Entre estas leyes cabe mencionar la “ley de rechazo del pensamiento y la cultura reaccionarias” (2020), la “ley de garantía de la cultura juvenil” (2021), la “ley de protección del lenguaje cultural de Pyongyang” (2023) y la “ley de protección de los secretos de Estado” (2023).
En enero [de 2024], la BBC Korea informó de que dos muchachos habían sido condenados a 12 años de reclusión en un campo de trabajo por mirar y distribuir obras dramáticas surcoreanas, una condena extremadamente severa, destinada a enviar un mensaje claro a toda la juventud. De tanto en cuanto se han conocido noticias sobre castigos similares, pero nada de esto ha logrado contener la creciente influencia de Corea del Sur, de manera que Kim decidió renunciar a la política de reunificación preconizada por su padre y su abuelo.
Pese a no poder reconocerlo públicamente, Kim sabe que Corea del Sur le ha ganado la partida: la población surcoreana duplica la del norte, su economía alcanza un volumen 50 veces mayor y su ejército es muy superior. Hoy en día, Corea del Sur figura entre las diez primeras economías del mundo, mientras que Corea del Norte no deja de ser un Estado paria relegado a la última fila. En esta situación, el régimen norcoreano considera que la absorción por Corea del Sur es altamente probable. Por ello, inclusive con su armamento nuclear, trata constantemente de garantizar su supervivencia. Cortar lazos con el mundo exterior y bloquear la mala influencia del Sur capitalista es uno de estos medios.
Instalado en el poder tras la muerte de su padre en 2011, Kim ha consolidado su posición a base de purgas, asesinatos y ejecuciones. Es sabido que ejecutó brutalmente a su tío y hacedor de reyes, Jang Sung-taek, y asesinó a su hermano, Kim Jung Nam. Pero a pesar de haber eliminado a los rivales y enemigos del interior, el poder de Kim no está asegurado, ya que el apoyo popular no se puede comprar mediante amenazas y sobornos. Sin tener zanahorias que ofrecer al pueblo, la única opción de Kim es el palo.
La generación del mercado
Pese a ser una sociedad cerrada a cal y canto y controlada desde arriba, Corea del Norte ha experimentado cambios significativos. El colapso de la Unión Soviética y las réplicas subsiguientes supusieron un punto de inflexión histórico para el país. En medio de una crisis alimentaria a mediados de la década de 1990, el régimen puso fin al sistema de racionamiento y permitió que la gente comprara los alimentos en el mercado. Desde entonces, el mercado capitalista ha crecido y desempeña un papel más importante.
Los mercados no solo pasaron a ser espacios de actividades económicas y de aparición de una forma de capitalismo rudimentaria, sino que también se convirtieron en lugares en que se distribuían ampliamente canciones, películas y obras de teatro surcoreanas, importadas a través de China. En este proceso emergió una nueva generación que nunca había conocido el sistema de racionamiento estatal y se volvió cada vez más individualista. Esta nueva generación no confía en Kim, el PTC o el régimen norcoreano. Su experiencia personal le lleva a dar prioridad a su propia supervivencia. A resultas de ello, la base de apoyo de Kim es actualmente muy débil, y la única manera de permanecer en el poder para por la represión y la coerción.
Emigración norcoreana
Los números crecientes de emigrantes norcoreanos y norcoreanas también han contribuido a este cambio de valores sociales. La primera ola migró al norte de China en busca de alguna fuente de ingresos para mandar dinero a casa. La mayoría se fue sin plantearse en ningún momento la posibilidad de ir a Corea del Sur, pero una vez en el mundo exterior, muchas de estas personas comenzaron a descubrir las realidades del capitalismo avanzado surcoreano.
La frontera entre China y Corea del Norte es un hervidero de espías surcoreanos, así como de proselitistas cristianos que buscan vías para atraer a conversos del interior de Corea del Norte. Aunque al principio desconfiaban de esos misioneros que ofrecían ayuda material y adoctrinamiento religioso, algunos emigrantes norcoreanos acudieron finalmente a ellos para pedir ayuda. Lo que comenzó como una serie de casos individuales de gente que escapaba de Corea del Norte se convirtió pronto en toda una industria, organizada y coordinada sistemáticamente por contrabandistas profesionales de personas.
La emigración norcoreana representa ya una patata cliente para China. Su alianza con Corea del Norte implica que el gobierno chino se niegue oficialmente a prestar ayuda a la gente refugiada y a cooperar con Corea del Sur en esta cuestión humanitaria. Así, quienes desean trasladarse a Corea del Sur han de emprender largas y peligrosas travesías a través de los países vecinos de China en el sureste, como Tailandia, Laos y Camboya. En septiembre pasado habían entrado en Corea del Sur un total de 34.259 emigrantes norcoreanos desde 1998, formando allí su propia comunidad y luchando por sobrevivir dentro del sur capitalista.
Combatir en la guerra de Rusia
El despliegue de tropas norcoreanas podría parecer una decisión improvisada, adoptada por puro capricho de un dictador, pero visto en el contexto complicado en que se halla la península coreana, forma parte claramente de una estrategia planificada para la supervivencia del régimen. Los beneficios económicos derivados de la compensación recibida por cada soldado muerto no son un asunto nimio para un país que necesita desesperadamente divisas fuertes debido a las sanciones internacionales. Sin embargo, el propósito principal es minimizar el peligro de una posible intervención de China en lo que considera un Estado tampón imprescindible. Para Kim, China representaba la principal amenaza para la supervivencia de su régimen, y ha actuado en consecuencia. Pero ganarse el corazón y la mente del pueblo sigue siendo una tarea difícil.
Desde octubre han aparecido noticias ocasionales en los medios sobre la muerte de soldados norcoreanos en el frente, aunque los números exactos no han podido verificarse. El presidente ucraniano, Volodímir Zelensky, afirma que han muerto nada menos que 3.000 soldados norcoreanos en el campo de batalla, pero el servicio de inteligencia militar surcoreano rebaja la cifra a un millar. Cualquiera que sea el número exacto, el peaje de muertes crecerá inevitablemente, ya que estas tropas norcoreanas no están preparadas para la hipermoderna guerra de drones o para comunicarse con los militares rusos.
El retorno de Donald Trump a la presidencia de EE UU hará que la situación en el noreste de Asia se vuelva más precaria e impredecible. Es demasiado pronto para decir si estamos entrando en una nueva guerra fría o una era de multipolaridad, pero la incertidumbre sobre el futuro no deja de aumentar. Esto implicará inevitablemente una mayor inestabilidad y crecientes dificultades para los pueblos de esta región.
24/12/2024
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