¿Por qué Oxfam se olvidó del libre comercio?

Organizaciones sociales y civiles de todo el mundo se han resistido durante décadas, y siguen resistiendo, a los tratados de libre comercio (TLC), mejor llamados de libre despojo. Por ejemplo, hoy día en América Latina nos resistimos a los embates de la Unión Europea por un tratado con el Mercosur o por la “modernización” de sus tratados con Chile o México (“Riesgos en la renegociación del TLC con la UE”, La Jornada, 2/8/21).

Hasta principios de este siglo la agencia de desarrollo Oxfam –en la que trabajé varios años– fue piedra angular para la lucha de los pueblos contra los TLC. Oxfam ayudó a vencer el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), promovida por George Bush; apoyó manifestaciones ante las fallidas negociaciones de la OMC en Cancún, adonde incluso llevó al famoso cantante del grupo británico Coldplay, Chris Martin, quien se tatuó en la mano las dos barras del logo de la difunta campaña de Oxfam “Comercio con Justicia”, la cual acompañó muchas luchas más; trabajamos en Centroamérica contra el imperialista Cafta, impuesto antidemocráticamente, junto con Berta Cáceres, quien participaba en estas luchas y fue asesinada en Honduras por sicarios de empresas extractivas en 2016. Oxfam promovió en la cumbre social ante la Cumbre de las Américas en Quito en 2004 el “hacer bulla” contra el libre comercio, rentando coloridas “chivas” con las que marchamos por las calles. El haber contado con Oxfam, a pesar de que sus posturas en torno al comercio fueran más reformistas que radicales, fue importante para OSC del hemisferio, y a la inversa para que Oxfam dotara sus agendas aprendiendo de movimientos sociales.

Comparto las observaciones de un colega salvadoreño, Francisco Álvarez, quien también trabajo en Oxfam: “Oxfam y las ONG que trabajan en el campo del desarrollo necesitan de sus aliados en el sur, las organizaciones y movimientos sociales, no al revés, porque las luchas por la democratización de las sociedades y los cambios económico-estructurales siempre han sido y seguirán siendo emprendidos por los pueblos y sus organizaciones, no por la ONG” (http://tinyurl.com/mrxk4vpp).

Sin embargo, hoy, cuando cumplimos 30 años del TLCAN, y crece la urgencia de desmontar tratados de inversiones (contenidos en los TLC y tratados bilaterales de inversiones) que provocan que América Latina sea la región más demandada y amordazada por corporaciones especialmente extractivas (pero de toda índole), este acompañamiento ya no existe.

Hace bien Oxfam en denunciar la inequidad y la creciente concentración de la riqueza en México y el mundo. El reciente informe de Oxfam-México, El monopolio de la desigualdad, atina que la excesiva concentración del poder económico guarda estrecha relación con el poder político y “que los ultrarricos en México lo son, sobre todo, por décadas de gobiernos que han renunciado a regular su acumulación de poder e influencia”. El documento expone cómo la privatización de bienes públicos y una laxitud fiscal han provocado en las cuatro décadas de neoliberalismo que los 14 ultrarricos (que poseen más de mil millones de dólares) amasen 8.18 por ciento de la riqueza nacional (http://tinyurl.com/22j42tfe), y uno solo, Carlos Slim, 4.48 por ciento.

Oxfam-México es parte del consorcio Oxfam Internacional, que a su vez recién publicó el reporte Desigualdad SA (http://tinyurl.com/ua29n7eu), en el cual se denuncia que “una enorme concentración de poder empresarial y monopolístico está exacerbando la desigualdad en la economía mundial”. En el documento se asevera que “podremos lograr un mundo más igualitario siempre y cuando los gobiernos regulen y reinventen eficazmente el sector privado”.

De acuerdo con lo anterior. Pero me pregunto: ¿cómo pueden los gobiernos regular al sector privado estando sujetos a las reglas de tratados que se lo impiden?, y ¿por qué en las 14 páginas del informe de Oxfam México o las 72 del de Oxfam Internacional no se hace mención una sola vez del “libre comercio”? Parece que Oxfam olvidó lo que pregonaba hasta hace un par de décadas en la campaña Comercio con Justicia: que las reglas del comercio estaban tildadas contra millones de personas en los países pobres. Por ejemplo, en 2005 Oxfam Intermón (de España) decía que “los países ricos se han valido del FMI y del Banco Mundial, así como de agresivos acuerdos comerciales bilaterales, para abrir los mercados de los países pobres a las inundaciones de arroz. Ahora tratan de aprovechar las normas de la OMC para echar las puertas abajo de forma definitiva. Mientras, millones de campesinos en los países en desarrollo no pueden vivir de lo que producen debido a la competencia de estas importaciones baratas de alimentos” (http://tinyurl.com/m48uz7z7). Ante la ronda de Davos de 2005 Oxfam decía que “la liberalización comercial hundiría más en la pobreza a las naciones en desarrollo” (http://tinyurl.com/5n96dxas).

En Desigualdad SA, Oxfam dice de manera categórica que “el desplome de los impuestos a las empresas y sus propietarios en las últimas décadas es en parte el resultado de una agenda neoliberal más amplia promovida por las corporaciones y sus ricos propietarios, a menudo junto con los países del norte global e instituciones internacionales como el Banco Mundial”. En esa “agenda neoliberal más amplia” están precisamente los TLC, como Oxfam lo decía en el pasado (http://tinyurl.com/5bc9k8pv), y los tratados bilaterales de inversión (TBI), los cuales despojan a los gobiernos de su capacidad de regular y perpetúan relaciones neocolonialistas y el modelo neoliberal. Sería bueno que Oxfam Internacional considere reincorporar en su agenda la crítica al libre comercio para alcanzar análisis, con enfoques de economía política, más completos.

Por, Manuel Pérez Rocha L., investigador del Institute for Policy Studies www.ips-dc.org y Asociado del Transnational Institute www.tni.org

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Autor/a: Manuel Pérez Rocha L.
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Fuente: La Jornada

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