Rusia golpea los puertos ucranianos y perfila la decisiva batalla de Crimea
Imagen de satélite que muestra el tramo dañado del puente de Crimea en el estrecho de Kerch, el 17 de julio de 2023.

El bombardeo de la ciudad portuaria de Odesa desplaza la iniciativa rusa hacia la costa de Ucrania, con Crimea como la gran plaza a defender en una batalla que podría sentenciar el curso de esta guerra.

La contraofensiva lanzada por el Ejército ucraniano hace cinco semanas se está estrellando contra una dura resistencia rusa, con buena parte de la línea del frente infranqueable con minas y trincheras. Los rusos no se han quedado quietos ante los intentos ucranianos de romper sus líneas en Zaporiyia y el Donetsk, y están atacando incluso en zonas que se creía ya a salvo de la iniciativa militar rusa, como la región de Járkov, en el norte de Ucrania, donde decenas de miles de soldados rusos amenazan la ciudad de Kupiansk.

Pero lo que más preocupa en el estado mayor ucraniano y entre sus aliados occidentales, especialmente Estados Unidos, es el bombardeo que en las últimas jornadas está lanzando Rusia sobre Odesa y otros puertos de Ucrania en el Mar Negro. Esta acción reduce las posibilidades de que esa ciudad portuaria, antaño rusófona, pueda servir en un futuro como cabeza de puente para liberar la península de Crimea, la joya de la corona en manos de Rusia.

Los bombardeos rusos contra infraestructuras portuarias y silos de cereales de Odesa y Chornomorsk, a 30 kilómetros de aquella ciudad, han firmado con misiles y drones la decisión de Moscú de no renovar el acuerdo para el transporte seguro de cereales ucranianos por el Mar Negro.

El Kremlin ha dejado claro, al suspender el acuerdo, que los pocos puertos que aún le quedan en Ucrania en el Mar Negro se han convertido de nuevo en objetivos bélicos, con Odesa como blanco prioritario en una guerra que no evoluciona como querría Occidente.

La Casa Blanca, nerviosa

No es de extrañar así la preocupación revelada por responsables de la Casa Blanca al diario The Washington Post esta semana y en la que se subraya que Ucrania no está utilizando todo el potencial que ofrecen las armas y el entrenamiento aportado por Occidente y Estados Unidos en particular desde que comenzó la guerra.

El Gobierno del presidente Volodímir Zelenski alega que Ucrania necesita más armas para lanzar el tipo de ofensiva que querría Washington. Pero lo cierto es que el Ejército ucraniano apenas está obteniendo avances significativos en su contraofensiva, mientras que las fuerzas armadas rusas se mantienen en sus defensas e incluso avanzan ahora por el norte.

En Kupiansk y Limán, en la región de Járkov, los rusos tratan de asegurarse para golpear a las fuerzas ucranianas que avanzan sobre Bakhmut, más al sur. Kupiansk es un nudo ferroviario muy importante, por lo que parece obvio el objetivo de los cerca de 100.000 efectivos que, según el estado mayor ucraniano, está agrupando Rusia en la zona.

Más de 100.000 soldados rusos, al asalto de Limán-Kupiansk

El portavoz del comando oriental de las fuerzas armadas ucranianas, Serguéi Cherevati, indicó esta semana que Rusia ha desplegado en el área de Limán-Kupiansk a sus unidades de élite de infantería motorizada. “El enemigo ha concentrado un grupo muy poderoso: más de 100.000 tropas, unos 900 tanques, 555 sistemas de artillería, 370 lanzacohetes”, dijo Cherevati en una comparecencia televisiva.

Cherevati puede que esté inflando las cifras de ese contingente ruso para reclamar más y más armamento occidental o alguna otra incierta medida de sus aliados. Si no es así, la situación es más que preocupante y por ello muy comprensible la preocupación de Estados Unidos.

Lo malo es que la información de Cherevati fue compartida por el comandante de las fuerzas terrestres ucranianas, Oleksandr Sirski, quien este lunes reconoció también la ofensiva rusa en el entorno de Kupiansk.

¿Podrá romper Ucrania las líneas rusas?

La pregunta para el Pentágono, tal y como la refleja The Washington Times interpretando a sus informadores, es si el Ejército ucraniano puede moverse lo suficientemente deprisa para hacer coincidir el suministro contado de municiones y armas con el avance.

Y la sospecha es que el Ejército de Zelenski puede que no sea capaz de asestar el golpe poderoso que se precisaría para que la contraofensiva tenga las mínimas expectativas de éxito.

Uno de los funcionarios consultados por el diario estadounidense indicó que “es primordial” que los soldados ucranianos limpien de minas la ruta por la que han de avanzar y subrayó que los militares han sido entrenados para ello. Sin embargo, reconoció que ese avance está sufriendo intensos ataques con dispositivos antitanque y drones rusos.

Una situación muy difícil, dicen los estadounidenses

Los militares ucranianos consideran que han sido desoídas todas sus demandas de una mínima fuerza aérea, con los requeridos F-16 estadounidenses, para acompañar esta contraofensiva.

También insisten en que sus efectivos no pueden desperdiciarse en un ataque masivo, al contrario que los rusos, que disponen de una continuada llegada de reclutas y que, según los ucranianos, están dispuestos a enviarlos a una muerte segura para garantizar que nadie cruce sus defensas.

Esta semana, la Cámara Baja del Parlamento ruso aprobó el incremento de la edad de los reservistas hasta los 55 años. Esta medida, que se aplicará de modo escalonado desde 2024 a 2028, muestra con toda su crudeza que Moscú se prepara para una guerra muy larga.

“No podemos emplear tácticas de picadora de carne como hacen los rusos”, explica el ministro ucraniano de Defensa, Oleksii Reznikov. Por ello, señalan los ucranianos, solo han utilizado cuatro de una docena de brigadas entrenadas para esta campaña.

Y esto no parece gustar demasiado a sus aliados en el Pentágono, que también conocen la capacidad de los rusos y no entienden que Zelenski quiera reservarse tan gran número de unidades sin entrar en combate.

Salvo que el presidente ucraniano crea en milagros o en una intervención de la OTAN a tiempo que le permita conservar un Ejército desmesurado en el este de Europa tras una eventual tregua o negociación de paz con Rusia. Aunque esto también sería casi un milagro.

Esa intervención de la Alianza, sin poner soldados propios sobre el terreno, podría plasmarse en el suministro sin limitaciones de misiles de largo alcance y de la aviación requerida por Zelenski, que, sin duda, seguirá utilizando políticamente la “velocidad” de su contraofensiva para implicar más y más a Occidente en la guerra.

El comandante en jefe del Estado Mayor Conjunto del Ejército estadounidense, general Mark Milley, se ha expresado sobre lo que la evolución de la contraofensiva va a deparar: “Creo que queda mucha lucha por delante y sostengo lo que ya dijimos. Esto va a ser largo. Va a ser difícil. Va a ser sangriento”.

Y una de esas batallas que, sin duda, tendrán lugar será la batalla de Crimea.

La guerra en el Mar Negro

No han sido los rusos los primeros en retomar los ataques en torno a Crimea, la parte más sensible y codiciada de los territorios arrebatados por Rusia. El ataque de esta semana contra el puente de Kerch, que enlaza la península con territorio ruso, o las incursiones en el puerto de Sebastopol, el mayor bastión ruso en el Mar Negro y también localizado en Crimea, han sido efectuados con drones acuáticos, un artefacto bélico que tienen los ucranianos y que está mostrando una gran eficacia, por su invisibilidad y su rapidez.

El presidente Zelenski lo ha reiterado una y otra vez: el Ejército ucraniano no descansará hasta que Crimea vuelva al control de Kiev.

Crimea no es solo un objetivo simbólico. Si Ucrania lograra tomarla, además de apoderarse de la base de Sebastopol y asestar así un golpe a la marina rusa del que no podría recuperarse, el Ejército ucraniano cortaría de un tajo las principales líneas de abastecimiento a las fuerzas rusas desplegadas en el este de Ucrania. La ocupación de los territorios orientales tendría los días contados.

Rusia dispuesta a defender Crimea… con armas nucleares

Por eso, el Kremlin promete que conservará la península de Crimea a cualquier coste, incluso si ha de utilizar el armamento nuclear táctico para asegurar ese propósito. Esto ya lo prometió en su momento el vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, Dmitri Medvédev.

Algunos analistas ucranianos nada sospechosos de su cercanía a Moscú, como Vadim Karasev, exasesor del que fuera presidente de Ucrania Víctor Yushenko, han indicado que los esfuerzos bélicos de Ucrania deberían centrarse en la recuperación de los territorios invadidos por Rusia desde el 24 de febrero de 2022 (las regiones de Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón) y dejar, por ahora, Crimea.

Con esta opinión el político ucraniano se separa notablemente de la apuesta del presidente Volodímir Zelenski de recuperar de un solo golpe hasta el último centímetro de Ucrania tomado por Rusia.

El precio de la guerra y de la victoria es muy alto. Por eso yo creo que debemos tener un criterio claro de la victoria: primero, los territorios de la invasión; después, intentar recuperar (Crimea) en una nueva Guerra Fría. A fin de cuentas, la Unión Soviética no cayó por una guerra activa, sino por la Guerra Fría, por causas económicas y políticas”, agrega Karasev en una entrevista con RTVE.

Información adicional

Autor/a: Juan Antonio Sanz
País: Rusia
Región: Euroasia
Fuente: Público

Leave a Reply

Your email address will not be published.