Sobre política y religión


La legitimidad religiosa de la Corona española en Hispanoamérica había sido reafirmada por Pio VII en la encíclica Etsi longissimo, publicada en 1816. El Papa reformuló el apoyo tradicional del Vaticano al trono de España y urgió a los hispanoamericanos a que depusieran las armas y se sometieran al poder de Fernando. De esta manera el grito de la independencia del 20 de julio de 1810, a los ojos de Vaticano constituía un desacato a la autoridad del monarca español. En 1820, después de la batalla de Boyacá la Iglesia tenía que renunciar a un arreglo de vieja data con la Corona española
 Bolívar envió los delegados a Europa, allí se encontraron con Andrés Bello, quien escribió una carta dirigida al Papa: “No es difícil cuanta autoridad y poder están investidos los reyes como resultado del patronato, que es ahora la infeliz causa del desconocimiento del pueblo y sus pastores, el combustible pernicioso de la guerra civil del que nuestros enemigos han abusado”. En el escrito se muestra como la guerra civil ha sido apoyada por la Iglesia, pues la institución eclesiástica no estaba de acuerdo con la independencia. Bello considera: “El sistema republicano que tuvieron que adoptar choca con el principio de la sagrada religión”. En 1824, el gobierno británico anunció su intención de reconocer a Buenos Aires, México y Colombia como Estados


Pero Fernando no aceptaba la independencia y recurría al Vaticano intentando recuperar lo perdido. El papa León XII lanza la encíclica Ante Etsi iam diu en la cual pide a los obispos: “Estamos firmemente convencidos de que usted, con la ayuda de Dios, sabrá cómo llevar a cabo esta difícil tarea si le muestra al rebaño las virtudes augustas y distinguidas de Nuestro hijo más querido en Cristo Ferdinando, Rey Católico de España, para quien nada es más querido que la religión y la felicidad de sus súbditos; y si, con el celo necesario, estarás ante los ojos de todos los ilustres e inmortales de españoles residentes en Europa, que no han dudado en sacrificar, fortunas y vidas para mostrarse siempre fieles a la religión y al poder legítimo. ”. Ante esta encíclica Servando Teresa de la Mier escribió Discurso sobre la encíclica del papa León XII. Acusa a los españoles de crear divisiones entre los hispanoamericanos. Reta a la Santa Alianza para que venga junto con el Papa, como príncipe temporal a impedir la independencia de estos países. Así se llegó a que el Vaticano aceptara la independencia de los países hispanoamericanos y nombrara los obispos para las nuevas formaciones políticas.


Una república sui generis en la que se cambia el régimen monárquico pero no se toca para nada el aspecto religioso. Como bien se sabe, el Vaticano había concedido las tierras americanas a la Corona española con la condición de la evangelización de sus habitantes. Pero, cuestión curiosa, si bien la Nueva Granada deja de ser colonia para pasar a ser república, no abandona la religión oficial de la monarquía. Si bien se terminó la relación con la monarquía española no se abandonó la religión oficial. No se hizo posible la libertad de cultos. No se formó una república laicista pues se siguió en la religión católica, unida con el Vaticano. José María Cordovez Moure, en Reminiscencias de Santafé y Bogotá menciona: “El presidente de la República acompañado de los ministros de Estado y de los altos funcionarios civiles y militares con brillantes uniformes. Desde el general Santander hasta Obando, asistieron los presidentes a solemnizar estas procesiones…De todos los balcones caían inagotable lluvia de flores y al concluir la estación, en cada altar se quemaban fuegos artificiales.”


 Como parte de esta contradicción, a lo largo del siglo XIX se dieron diferentes tendencias a la cuestión educativa en los gobiernos conservadores y liberales. Por ejemplo, en 1839 se origina la primera guerra después de la independencia. La guerra de los Supremos se origina al suspender los conventos con menos de ocho frailes, para convertirlos en centros de instrucción. Ante la ley del Congreso, se resistió el catolicismo de Pasto que se unió a la sociedad católica de Bogotá. La guerra se prolongó por tres años. En 1844, el presidente Ospina Rodríguez volvió a la orientación religiosa y, una vez más la tendencia liberal, en 1850, estableció la libertad de enseñanza. Años más tarde, en Rionegro, municipio antioqueño, se promulgó la Carta política de 1863. Esta Constitución inició los Estados Unidos de Colombia. Desde el liberalismo clásico, estableció la autonomía de cada estado y, la separación de la Iglesia y del Estado.

De esta manera, al instaurar la secularización se trazó el proyecto educativo de formar el hombre republicano, diferente a la formación del hombre preocupado por la cuestión económica, la familia y fiel a la religión católica. El Decreto Orgánico de la instrucción pública, (1, noviembre de1870) pretendía organizar la educación desde la enseñanza primaria. El proyecto pedagógico tenía como fin: ”formar hombres sanos de espíritu y cuerpo, ciudadanos para una república libre”. El Emilio, de Rousseau, era la obra clave. Creó la Dirección General de Instrucción Pública dependiente del Ministerio del Interior, que diez años después se convertiría en el Ministerio de Instrucción Pública. Sin embargo, el clero no estuvo de acuerdo con el laicismo. Uno de los obispos. Carlos Bermúdez, obispo de Popayán, consideró que la religión era parte esencial de la educación. La secularización era una conspiración liberal y masónica para arruinar a los niños y aniquilar a la iglesia”. En 1872, mediante una pastoral, se prohibió a los católicos de su obispado matricular sus niños en las escuelas públicas, bajo pena de excomunión”.


El proyecto federalista feneció en 1886. La nueva carta restableció la unidad nacional y organizó la educación en concordancia con la religión católica. El Estado pasa de laico a confesional, al declarar el catolicismo como la religión nacional (artículo 38). El preámbulo de la Constitución de 1863 exponía “en nombre y por autorización del Pueblo y de los Estados Unidos Colombianos que representa”, mientras el inicio de la Constitución 1886 invoca: “En nombre de Dios, fuente suprema de toda autoridad…”. Y el artículo 38: “La religión católica, apostólica, romana, es la de la nación; los poderes públicos la protegerán y harán que sea respetada como esencial elemento del orden social”.


Pero en 1936, con la reforma constitucional que estableció la libertad de cultos y la laicización de la educación, resaltó la oposición al gobierno de López debido a los enfoques del liberalismo en relación con la educación, el matrimonio y el divorcio.  Con la llegada de Laureano Gómez en 1950 a la presidencia un grupo de conservadores y Laureano Gómez redactan la propuesta de una constitución de corte corporativista. Ésta se erige en torno al nacionalismo, el catolicismo y la hispanidad.  Buscaba organizar el Estado en corporaciones constituidas por la Iglesia, gremios, asociaciones profesionales, intelectuales, académicos, sectores sindicales. Las decisiones del Estado serían tomadas por el Ejecutivo, apoyadas por los sectores gremiales. En dicho proyecto de reforma se eliminaban los procesos electorales.  Pero Rojas Pinilla desplazó a Laureano Gómez y así naufragó la propuesta de reforma, cuyo objetivo era el nacionalismo católico y la hispanidad. 


Pocos años después, en 1956, el pacto de Sitges, entre Laureano Gómez y Alberto Lleras, dio origen al Frente Nacional, por medio de un plebiscito, cuyo encabezamiento decía: “En nombre de Dios, fuente suprema de toda autoridad, y con el fin de afianzar la unidad nacional, una de cuyas bases es el reconocimiento hecho por los partidos políticos de que la Religión Católica, Apostólica, y Romana es la de la Nación, y que como tal, los poderes públicos la protegerán y harán que sea respetada como esencial elemento del orden social y para asegurar los bienes de la justicia, la libertad y la paz, el pueblo colombiano, en plebiscito nacional”.  


Este acuerdo político lo es de reparto del poder entre liberales y conservadores que fue apoyado, casi, unánimemente por el episcopado y clero católicos que estaba en contra de la libertad religiosa. Sin embargo, los cambios de la sociedad colombiana en materia de mayor pluralismo religioso y pérdida de la posición monopólica de la Iglesia católica, hizo cada vez más obvio, como aparece en la nueva Constitución de 1991 que puso fin al régimen de confesionalidad por un Estado “aconfesional”: Un Estado que proclama su laicidad, omitió el reconocimiento del catolicismo como religión nacional e instauró el régimen de igualdad religiosa.


Ante la Sentencia No. C-568/9. Sentencia No. C-568/93, de la Corte constitucional: “Al haber desaparecido el preámbulo de la Carta que fuera aprobado en 1957, se consolida la igualdad de religiones, cultos e iglesias de manera plena. Como contrapartida, se estableció el laicismo de Estado, que otorga a éste una función arbitral de las referencias religiosas, de plena independencia, frente a todos los credos.  En especial, la autonomía estatal para expedir las regulaciones laborales de los días festivos, eliminando la posibilidad de que la Iglesia, como antaño, pudiese intervenir en dicho proceso, ”Con tal legislación hay independencia del Estado de la religión católica”.


Un avance, sin embargo, en diversos sectores de la sociedad se desconoce la Constitución política de 1991, que en su artículo 19 dice que se respeta la libertad de culto en Colombia y que toda persona tiene derecho a profesar libremente su religión, pues hay instituciones en que está ausente el laicismo.


Bibliografía
– Antonio Cussens, Bello y Bolívar. F.C.E. México. 1998.
– Christofer Abel. Política, la iglesia, y los partidos en Colombia, 1.886-1.953”, Universidad Nacional. Bogotá.1987
– Jane Meyer Loy, Los ignorantistas y las escuelas. La oposición de la reforma educativa durante la federación colombiana. Revista Colombiana de educación Numero 9. Bogotá. 1982.
– José María, Cordovez Moure. Reminiscencias de Santafé y Bogotá Aguilar. Madrid. 1967.
– Miguel Ángel Vera, Yury Francisco Cabezas, Nancy Millán. Laureano Gómez y la propuesta del Estado Corporativo. Trabajo monográfico. Universidad Pedagógica Nacional. Bogotá. 1987.

Información adicional

Autor/a: Silvio E. Avendaño C.
País: Colombia
Región: Suramérica
Fuente: Periódico desdeabajo Nº236, septiembre 18 -octubre 18 de 2023

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