El “apoyo incondicional” norcoreano a Rusia es clave para afianzar la ofensiva rusa en el norte de Ucrania y lanza un aviso a Occidente sobre la expansión del conflicto.
El líder norcoreano, Kim Jong-un, manifestó esta semana su “apoyo incondicional” a Rusia durante la visita a Pyongyang del secretario del Consejo de Seguridad ruso, Serguéi Shoigú, y apostó por el pleno cumplimiento del tratado de defensa mutuo en unos momentos claves de la guerra de Ucrania, donde Corea del Norte participa con miles de soldados y abastece al ejército de Moscú con ingentes partidas de misiles y munición para artillería.
El viaje de Shoigú, una de las figuras más destacadas del círculo más interno del Kremlin y hombre de plena confianza del presidente Vladímir Putin, se produjo cuando no se habían apagado los ecos del ataque ucraniano con drones contra la aviación estratégica rusa en lugares tan alejados como el Ártico o Siberia. Esta operación no podría haberse completado con éxito sin apoyo de la inteligencia militar de países de la OTAN y así lo dejó subrayado Moscú, sin mayores aspavientos, pero con una ominosa llamada de atención. La respuesta sería asimétrica, como siempre hace Rusia.
Con la oportuna visita de Shoigú a Pyongyang, Rusia ha querido dejar claro que también dispone de sus propios amigos en la contienda, con una participación incluso más directa que la occidental, como dio a entender el propio líder supremo norcoreano.
Apoyo incondicional norcoreano a Rusia, también en Ucrania
Corea del Norte “apoyará incondicionalmente la postura de Rusia y su política exterior en todos los asuntos políticos internacionales cruciales, incluida la cuestión ucraniana”, afirmó Kim este jueves. Su país, subrayó, “observará con responsabilidad los artículos del tratado” de alianza estratégica y militar firmado por el propio Kim Jong-un y Putin el 18 de junio de 2024 en la capital norcoreana.
En algo más de dos meses, Shoigú, hasta muy recientemente ministro de Defensa de Rusia y una de sus principales autoridades en materia de seguridad, ha visitado dos veces Pyongyang, lo que ha llevado a especular a los medios rusos sobre un posible incremento de la ayuda norcoreana a Moscú en la guerra de Ucrania. El pacto militar entre los dos países contempla un apartado de asistencia mutua en caso de agresión a sus respectivos territorios.
Esta cláusula levanta mucha alarma en Occidente y en los aliados asiáticos de la OTAN, como Japón o Corea del Sur, y de poco sirve subrayar su ilegalidad internacional por las sanciones o los embargos de armas que ambos países sufren. El acuerdo no solo compromete ayuda militar norcoreana al ejército ruso en su invasión de Ucrania, sino que traza una línea roja ante cualquier intento de esos dos países o de Estados Unidos de atacar Corea del Norte.
En Seúl se teme también que la experiencia que ha conseguido Pyongyang en la guerra de Ucrania pueda ser aplicada en su confrontación con Corea del Sur. A cambio de nueve millones de rondas de artillería y centenares de misiles norcoreanos, cien de ellos balísticos, para ser empleados en esa contienda, Rusia está aportando tecnología militar de última generación a las fuerzas norcoreanas, especialmente a su armada naval, incluida la propulsión nuclear de sus navíos, su fabricación de satélites y el perfeccionamiento de sus sistemas de misiles.
Posible cumbre entre Putin y Kim Jong-un
La renovación de la alianza estratégica entre Rusia y Corea del Norte, podría concretarse aún más antes de que acabe el mes con una posible reunión entre Putin y Kim Jong-un, casi en coincidencia con la anunciada cumbre de la OTAN en La Haya los próximos 24 y 25 de junio. En el encuentro del bloque militar euroatlántico está previsto que se aborden las implicaciones de esa entente entre Rusia y Corea del Norte que en el último año de guerra en Ucrania ha ido más allá de las meras palabras.
Más de 14.000 soldados norcoreanos combatieron en la contraofensiva lanzada por Rusia contra las fuerzas ucranianas que en agosto de 2024 entraron y se hicieron fuertes en la región rusa de Kursk, fronteriza con Ucrania. Su aportación fue clave para recuperar Kursk y arrebatar así a Kiev un elemento clave ante un eventual proceso de negociaciones con Moscú.
Los incipientes contactos entre rusos y ucranianos, impulsados por el presidente estadounidense, Donald Trump, no han tenido mucho éxito hasta el momento. La retórica falsa de ambas partes a favor de una negociación se ha visto superada una y otra vez por sus acciones bélicas. Rusia sigue avanzando en sus ofensivas de Donetsk, Zaporiyia y ahora en Sumi, en el norte ucraniano, y el duelo con oleadas de drones es diario entre ambos contendientes.
Los ataques contra los bombarderos estratégicos rusos el domingo pasado, en vísperas de la segunda reunión directa entre representantes de Rusia y Ucrania en Estambul, terminó de hundir todas las expectativas para alcanzar un alto el fuego o encaminar ese proceso de negociación.
En la noche del jueves al viernes, Moscú lanzó una brutal lluvia de más de 400 drones y 40 misiles de crucero contra diversos puntos de Ucrania; este sábado disparó otros 206 drones y una decena de misiles. Rusia deja así claro que la guerra continúa y que no aceptará esa tregua de un mes en la que insiste el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski.
Kiev tiene la vista puesta en la cumbre de la OTAN y de conseguir mucha más ayuda militar en unos momentos en los que Rusia sigue llevando la voz cantante en el campo de batalla, incluso pese a acciones ucranianas como el ataque a los aeródromos rusos, más efectistas que eficaces.
Preocupación ucraniana y surcoreana
Ahora, tras el viaje de Shoigú a Pyongyang y la profusa declaración de respaldo sin condiciones a Rusia que le hizo Kim Jong-un, la preocupación de Ucrania y sus aliados se centra en la forma en que Corea del Norte podría prestar más ayuda a Moscú.
Las fuerzas norcoreanas podrían ser claves para profundizar la brecha que Rusia ha abierto en la región ucraniana de Sumi y avanzar también en la vecina Járkov. Rusia ya ha indicado su intención de crear una franja de seguridad que se adentre en esas dos regiones ucranianas para evitar una nueva incursión de las tropas de Kiev como la ocurrida en agosto de 2024.
En este sentido, el ejército ruso podría destinar un nuevo contingente norcoreano a cubrir esa futura área, un sucedáneo de la Zona Desmilitarizada que separa ambas Coreas desde la firma del armisticio de 1953 y que, en realidad, es una de las demarcaciones más erizadas de armas del planeta.
La inteligencia surcoreana, que ejerce la mayor presión en la confrontación ideológica, política y de seguridad con Corea del Norte, ya ha indicado a través del Ministerio de Unificación de Corea del Sur, que, entre los asuntos tratados por Kim Jong-un y Serguéi Shoigú, pudo estar el envío de una segunda mesnada de miles de soldados norcoreanos a luchar contra el ejército ucraniano, la posibilidad de una próxima visita del líder norcoreano a Rusia y la conjugación de las posturas de los dos países aliados ante un posible alto el fuego en Ucrania.
En Seúl se sigue con mucha atención el pacto entre Rusia y Corea del Norte. La estrategia ante esta alianza ruso-norcoreana será una de las tareas más destacadas de la política exterior y de seguridad del nuevo presidente surcoreano, Lee Jae-miung, quien asumió su mandato también esta semana.
La reunión entre Shoigú y Kim Jong-un también tenía el objetivo de enviar una advertencia al nuevo Ejecutivo surcoreano que, de momento, parece menos belicista que la anterior Administración liderada por el ya expresidente Yoon Suk-yeol. Este llevó la confrontación con Corea del Norte a uno de sus peores momentos en la última década, azuzado además por el entonces presidente estadounidense, Joe Biden, predecesor de Trump.
Entre los miembros de la renovada cúpula de poder surcoreana está Lee Jong-seok, como nuevo responsable del Servicio Nacional de Inteligencia (NIS). Lee fue reconocido por sus políticas de acercamiento a Corea del Norte cuando fue ministro de Unificación. También será clave la figura del nuevo asesor de Seguridad Nacional, Wi Sung-lac, quien fuera embajador en Rusia y partidario de aproximar posturas con Moscú y Pekín, sin deteriorar la alianza con EEUU.
Trump conoce bien las estrategias norcoreanas, pero de momento calla
La más absoluta calma rodea la posición de la Casa Blanca, con Trump al frente, ante la alianza entre Moscú y Pyongyang. El nuevo presidente estadounidense se ha mostrado más favorable con Putin que con Zelenski en el conflicto ucraniano y considera a China el mayor rival geopolítico de EEUU, no así Rusia, especialmente si se llega a algún pacto favorable a Moscú en el asunto ucraniano.
Además, la diplomacia de Trump en su anterior mandato (2017-2021) estuvo abiertamente orientada a reducir la tensión con Corea del Norte, con tres cumbres celebradas con Kim Jong-un y un tenso respeto mutuo desde aquel entonces entre los dos líderes.
Aunque para la Casa Blanca la amistad con Corea del Sur es uno de los pilares de su política exterior en la cuenca de Asia Pacífico, una relación correcta con Pyongyang con la intermediación de Moscú, podría también ayudar a reducir las tensiones con Pekín, el gran protector de los norcoreanos en la arena internacional, en estos momentos en plena batalla de aranceles, con tiras y aflojas, con Washington.
07/06/2025
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