Entre el deseo y la realidad

“La paz es nuestro sueño, los cambios nuestro camino”, reza la declaración de Waraira Repano, emitida el lunes 22 de noviembre entre las delegaciones de paz del Gobierno y del Eln, una vez instalada la Mesa de negociación en Caracas-Venezuela.

La declaración, es el primero de los acuerdos entre las partes. Otros muchos serán necesarios alcanzar para que el fruto de su labor se extienda a lo largo y ancho del país en beneficio de sus más de 50 millones de pobladores.

Un acuerdo previo, retomar las negociaciones de paz, definir Venezuela como primera escala de este proceso y reunir a las delegaciones plenipotenciarias que asumen este reto se logró semanas atrás.


Una voluntad que más allá de los buenos propósitos debe acompasar con la realidad misma. ¿Hasta dónde aflojarán en sus privilegios los terratenientes? ¿Qué hará el sector financiero, real dominador de la economía nacional? ¿Existirá voluntad plena en las Fuerzas Armadas para dejar atrás su añeja doctrina del enemigo interno y pasar a compartir poder y mando con exguerrilleros –de llegar a firmarse la paz–?


Otros muchos interrogantes pueden plantearse, y la inquietud por las respuestas estarán en las mentes de muchos y muchas, todos, unas y otros, anhelantes de un buen resultado en el proceso de negociación recién retomado.
Por ejemplo, ¿estará dispuesta la fuerza insurgente a reconocer que el proceso insurreccional ya no fue posible y que otros escenarios y retos se abren para sus fuerzas?, ¿estarán de acuerdo con lo dicho por Roy Barreras el 7 de agosto interpretando el resultado electoral como un mensaje inexorable sobre la lucha armada como conducto para llegar al poder, ahora pavimentado por la vía electoral.


Un reconocimiento que pasa por aceptar que una guerra de guerrillas prolongada como la vivida en Colombia, más allá de todo cálculo y deseo insurgente, termina por desgastar el mismo alzamiento armado, además de anular el factor sorpresa y despertar de utopías que porta en sus inicios. Una realidad con alto costo social, político, ético y moral, como lo evidenció el desgaste de las Farc, hoy denunciada por crímenes de lesa humanidad y otras barbaridades que ninguna persona que se reclame impulsora de un mundo en justicia, libertad, igualdad, solidaridad, democracia plena, puede imaginarse sucederán en sus huestes, ni aceptarlas.


Con ese antecedente, más el de seis décadas de lucha elena, ¿existirán en los territorios bajo su control, o por donde sus milicias han cruzado, denuncias de excesos, irrespeto de los derechos humanos y actuaciones similares? Pero también, ¿se mantendrá en esos territorios el reconocimiento y apoyo a una propuesta de país impulsada con las armas? Es decir, ¿pervivirá el elogio y afecto que despertaron sus primeras acciones entre la población?


Una realidad, un sueño insurreccional que en su momento, estando en funciones la Coordinadora Nacional Guerrillera, diferenciaba a profundidad la propuesta insurgente liderada por el M-19, cuyo ideario está hoy en cabeza del Presidente del país, y las defendidas con ardor por el mando eleno, entre ellos el cura Pérez, Gabino y otros. Un factor que distanció a las dos agrupaciones, una impulsora de una guerra de decisión rápida (M-19) y la otra de un proceso insurreccional que implicaba un cerco a las ciudades. La una basada en la espectacularidad de la propaganda armada y el dispositivo de guerra de movimientos y la otra soportada en el esfuerzo de conciencia, identidad ideológica y doctrina voluntarista.
Los tiempos de aquello han pasado, 40 años lo menos, y hoy ambas propuestas se vuelven a encontrar en una Mesa, ahora no para compartir estrategias y discutir posibles acciones mancomundas, sino para discutir y buscarle canales a la utopía, esta vez minimizada, sin revolución de un país al alcance y para el goce de todas y todos.


El tiempo para ello empieza a correr, y las presiones que se sentirán en los meses por venir por parte del establecimiento, para llegar a acuerdos prontos, serán muchas. La mala imagen construida por los medios de comunicación de la inflexibilidad del Eln en las negociaciones es mucha, culpando a esa fuerza de los pocos resultados logrados en los no menos de 4 intentos de negociación política de los que ha sido partícipe. Le correspondería al actual Gobierno, para evitar que esto suceda, darle espacios suficientes a los insurgentes para que expliquen a la nación su propuesta de país y la agenda por debatir en la Mesa, para que así sea comprensible algo sustancial: que entre Farc y Eln cruza un río de diferencias ideológicas, políticas, éticas, morales, y de otros órdenes, otras lecturas de la realidad y de los tiempos, que impiden que los insurgentes ahora en la Mesa de negociación se acojan a lo ya firmado por las fuerzas lideradas durante décadas por Marulanda Vélez y llevadas a su límite por los mandos que heredaron los frutos de décadas de lucha.
Tal vez comprendiendo esas diferencias, el gobierno Petro diseñó la reforma a lo hoy conocido como Ley de Paz Total, y en ella la posibilidad de acordar y poner en marcha Acuerdos parciales, una ingeniosa y flexible medida para impedir que la Mesa se desgaste en años de discusiones, y sí construya entre la población resultados concretos, medibles, tras los cuales la voluntad de paz se ahonde.


Medida acompañada de la conformación de una delegación por parte del Gobierno que de alguna manera sintetiza –aunque en pequeño– al país nacional, ahora en diálogo abierto, una exigencia del Eln en todas las negociaciones sostenidas.


Escenarios, apuestas, diseños, sueños, realidades, todas puestas la fuego de un sancocho nacional, como el que ahora está a fuego lento en Waraira Repano, Venezuela.


Declaración de Waraira RepanoLa paz es nuestro sueño, los cambios nuestro camino


Las Delegaciones de Diálogos del Gobierno de la República de Colombia y del Ejército de Liberación Nacional, ELN, reunidas en la República Bolivariana de Venezuela, en la cima del Cerro Ávila, lugar sagrado del pueblo indígena que aquí habitó, hoy conocido oficialmente como Waraira Repano, en el Parque Nacional que lleva este nombre, mirando al Mar Caribe y a la ciudad de Caracas, nos hemos encontrado con disposición, optimismo, certeza y esperanza para:

  1. Reanudar con plena voluntad política y ética, como nos lo demanda la gente de los territorios rurales y urbanos que padecen la violencia y la exclusión, y otros sectores de la sociedad, el proceso de diálogo político entre el Gobierno Nacional y el ELN.
  2. Construir la paz a partir de una democracia con justicia, y con cambios tangibles, urgentes y necesarios que esta Mesa acuerde dando la mayor participación posible y eficaz de la sociedad, priorizando a los sectores históricamente marginados y abandonados, para un presente y futuro de dignidad con derechos plenos y democracia auténtica, para que Colombia sea potencia de la vida humana y cuidado de los bienes comunes.
  3. Agradecer la persistencia, el compromiso y presencia en este escenario de encuentro de la razón y los sueños, de los países Garantes: la República de Cuba, el Reino de Noruega y de la República Bolivariana de Venezuela, hoy país sede y anfitrión; así como de la Misión de Verificación en Colombia de la Organización de las Naciones Unidas, y de la Iglesia católica a través de la Conferencia Episcopal de Colombia. Todas y cada una de sus acciones nos han dado un respaldo moral, político, jurídico, que realza la responsabilidad que tenemos.
  4. Compartir que la construcción de la paz como política de Estado trasciende la temporalidad con compromisos permanentes y verificables que siembren certeza de una nueva cultura de paz, fundada en cambios reales que permitan la superación de la violencia política y sus causas.
  5. Asumir los valores que hoy en el mundo son básicos e imperiosos, el respeto de todas las formas de vida y su dignidad. En este diálogo y negociación somos conscientes de la necesidad de responder a las diversas dimensiones de la vida colectiva, que implican nuestros deberes para el cuidado del planeta, nuestra Casa Común.


Delegación de Paz                                                                         Delegación de Diálogos

Ejército de Liberación Nacional, ELN Gobierno de Colombia

Información adicional

Negociaciones de Paz, Gobierno - Eln
Autor/a: Equipo desdeabajo
País: Colombia
Región: Suramérica
Fuente: Periódico desdeabajo

Leave a Reply

Your email address will not be published.