Bombardeos masivos, asesinato de civiles, miles de desplazados y crímenes de guerra. Esta es la estrategia de Israel en el Líbano, donde sigue paso por paso el genocidio de Gaza.
24/09/2024. El mantra utilizado por Israel contra los palestinos de Hamás en Gaza ahora lo está repitiendo contra los chiíes de Hizbulá en el Líbano: la única garantía de paz para Israel pasa por la aniquilación total de sus enemigos, aunque eso pase por asesinar a miles de civiles. Casi 600 muertos y dos mil heridos desde el lunes, los bombardeos israelíes del valle de la Bekaa y otras zonas del este y sur del Líbano evidencian la estrategia de exterminio de Tel Aviv, caiga quien caiga.
En poco más de una semana, Israel ha pisoteado en el Líbano todas las convenciones de la guerra y el derecho internacional, desde el bombardeo masivo de un país con el que no está enfrentado, el asesinato de trabajadores de la ONU y periodistas, el ataque a hospitales e incluso el terrorismo de estado, detonando electrónicamente dispositivos de comunicación, como buscapersonas o walkie talkies, para eliminar a combatientes de Hizbulá y a cualquiera que esté cerca, niños incluidos.
Medio centenar de muertos fue el resultado de ese ataque electrónico hace una semana. Sobre todo fue una forma de bloquear las comunicaciones de Hizbulá, cuyos miembros desconfían de los teléfonos “inteligentes” y prefieren usar tecnología más antigua, pero menos detectable. Esta táctica de cegar al enemigo suele utilizarse en los conflictos bélicos en vísperas de una operación militar a gran escala, que es la que podría estar gestando Israel.
El bombardeo masivo lanzado después sobre el Líbano confirmó esa percepción de que Israel ha cruzado ya una línea roja y está decidido a ampliar al país vecino el conflicto de Gaza, donde la invasión israelí ha causado ya cerca de 41.500 muertos palestinos, la inmensa mayoría civiles.
Si fuera cierto, como afirma Israel, que ha roto la cadena de mando en Hizbulá, no tendría sentido que se hayan incrementado los bombardeos indiscriminados en el este y sur del Líbano, y en el propio Beirut, ni que se esté forzando a decenas de miles de libaneses a dejar sus hogares.
El Ministro de Salud Pública libanés, Firas Abiad, acusó este martes a Israel de bombardear “deliberadamente” centros sanitarios y ambulancias para “difundir el terror” y obligar a los civiles a arrojarse al camino.
El Líbano, segunda fase de la cruzada de Netanyahu
El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, ha convertido ya el Líbano en el nuevo escenario de lo que ya parece una guerra total, que va desde Gaza a Yemen, pasando por el Líbano, Siria e Irán.
El plan oficial de Netanyahu alude a la creación en el sur del Líbano de un cortafuegos que elimine la amenaza de Hizbulá para el norte de Israel, donde también han sido evacuadas decenas de miles de personas para evitar los cohetes de las milicias chiíes.
El argumento de Israel es que Hizbulá, aliado de Hamás y de Irán en el Líbano, con representación política en Beirut y un ejército superior al de algunos países árabes, amenaza la existencia del pueblo israelí. No se menciona que el nacimiento de Hizbulá fue consecuencia de la invasión israelí del Líbano en 1982 y que su agresividad hacia Tel Aviv es la reacción a la paulatina desintegración de Palestina llevada a cabo por los dirigentes judíos casi desde el mismo momento en que nació el Estado de Israel, el 14 de mayo de 1948.
En 2006, Israel volvió a invadir el sur del Líbano. Al igual que en 1982, la resistencia de Hizbulá y la presión internacional llevaron a la retirada del ejército israelí. Ahora, Israel quiere borrar de una vez por todas a Hizbulá de esa ecuación y, gracias al apoyo de Estados Unidos, redibujar el mapa de Oriente Medio.
La anexión de Palestina en mente
El método empleado, sangriento, desproporcionado y en una escala que no se veía desde 2006 en el Líbano, apunta a esas intenciones, como ya sucedió con los Altos del Golán en Siria, que acabaron siendo anexionados por Israel en 1981.
Es la misma estrategia militar aplicada en Gaza, donde los bombardeos masivos preceden a un ataque terrestre que garantiza que todos los bastiones del enemigo sean eliminados. En el caso de Gaza, arrasada por Israel, hay un valor añadido como territorio para una eventual colonización judía, tal y como defienden casi todos los miembros del Gobierno de Netanyahu.
En el otro territorio palestino, Cisjordania, el robo de tierras por parte los colonos judíos es un hecho desde hace muchos años. El respaldo militar por Tel Aviv hace imparable esta progresiva política de anexión por hechos consumados.
Resetear Oriente Medio con el beneplácito de EEUU
La Administración del presidente estadounidense, Joe Biden, ha mostrado mucha ambigüedad en torno al genocidio lanzado por Netanyahu en Gaza y, en el caso del Líbano, se ha alineado sin fisuras junto a Israel ante cualquier amenaza que pudiera provenir de Hizbulá o Irán contra el Estado judío. Este martes, ante la Asamblea General de la ONU, Biden reiteró el derecho de Israel a defenderse y culpó a Hizbulá y Hamás de la crisis.
Con las elecciones presidenciales estadounidenses a la vuelta de la esquina, el próximo 5 de noviembre, ni Biden ni ninguno de los candidatos a esos comicios, la actual vicepresidenta, Kamala Harris, del Partido Demócrata, y el expresidente Donald Trump, por los republicanos, parece que tenga intención alguna de arriesgar el jugoso voto judío.
En sus palabras en la ONU, Biden dijo que la paz es la única salida a esta crisis, insistió en que “una guerra a gran escala no interesa a nadie” y remarcó que EEUU está haciendo todo lo posible “para lograr una solución diplomática”.
Sin embargo, horas antes Israel ya había desautorizado a Biden. “Aceleraremos las operaciones ofensivas y reforzaremos los arsenales. La situación requiere acciones intensivas en todos los frentes”, dijo el jefe del Estado Mayor israelí, Herzi Halevi.
“Seguiremos golpeando a Hizbulá”, sentenció después Netanyahu.
Por eso no hay muchas esperanzas de que las reuniones que esta semana tienen lugar en Naciones Unidas, con la Asamblea General en pleno para tratar éste y otros conflictos, vayan a tener mucho efecto a la hora de detener la marcha bélica israelí.
EEUU tiene la potestad de imponer su veto en el Consejo de Seguridad de la ONU a la hora de que este organismo adopte alguna resolución ordenando el fin de los ataques. En todo caso, Israel se ha caracterizado por ignorar reiteradamente cualquier mandato de la ONU que no le dé la razón.
Borrell: el camino hacia la paz pasa por Gaza
Desde Nueva York, donde asiste a las sesiones de la ONU, el alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y de Seguridad, Josep Borrell, pidió a los líderes mundiales allí reunidos que medien ante Israel y Hizbulá. La alternativa, afirmó el político español, es “una guerra completa”.
Borrell abordó el núcleo del problema, la guerra de Gaza, desatada el 7 de octubre de 2023, después de que milicianos de Hamás incursionaran en Israel y asesinaran aquí a cerca de 1.200 personas y se llevaran cautivas a otras 250. Quedan aún un centenar de rehenes entre las ruinas de Gaza, de los cuáles la mitad podrían estar muertos.
La ofensiva militar desencadenada por Israel ha destruido la mayor parte de la Franja y provocado el éxodo de casi la totalidad de sus 2,3 millones de habitantes. Algunos de los ministros de Netanyahu reconocen abiertamente que el objetivo final no es solo la aniquilación de Hamás, sino la expulsión de los palestinos y la ocupación de Gaza por miles de colonos judíos protegidos por el Ejército israelí.
“El camino hacia la paz (en Oriente Medio) empieza con un solo paso, el alto el fuego en Gaza”, dijo Borrell. “Lo que ocurre en Gaza está desencadenando otros escenarios de guerra en el Líbano, en el Mar Rojo (…) y en Cisjordania, llamada Judea y Samaria abiertamente por las autoridades israelíes”, agregó Borrell.
El jefe de la diplomacia europea se refería a esa voluntad de la mayoría radical en el Gobierno israelí de “asimilar” también Cisjordania gracias a los 600.000 colonos israelíes ilegales y finalmente anexionarla, al igual que Gaza, para construir el Gran Israel. Un plan incluido, por cierto, en el programa político del Likud, el partido de Netanyahu. Otros líderes más radicales reclaman incluso partes de Jordania y del Líbano.
Como refuerzo a las palabras de la UE, los ministros de Exteriores del G7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia y Japón) advirtieron en una reunión paralela a la Asamblea General de la ONU del alto riesgo “de magnificar esta peligrosa espiral de violencia y arrastrar a todo Oriente Medio en un conflicto regional más amplio con consecuencias inimaginables”.
Alertan del riesgo de convertir Líbano en otra Gaza
El temor a un conflicto regional es evidente. El presidente iraní, Masud Pezeshkian, pidió a los países reunidos en la ONU que impidan que el Líbano “se convierta en otra Gaza en manos de Israel”. Teherán acusa a Tel Aviv de empujarle a una guerra con el asesinato selectivo de altos cargos iraníes en Siria y Líbano, o de líderes de Hamás en el propio territorio iraní.
“Esta peligrosa escalada representa un ataque flagrante a la soberanía libanesa y amenaza con hacer estallar la situación regional de una manera cuyas consecuencias serán dolorosas para todos”, aseguró por su parte el secretario general de la Liga Árabe, Ahmed Abulgheit.
Las potencias internacionales deben “detener este desastroso deslizamiento hacia una guerra regional que los dirigentes israelíes están impulsando con fines personales y políticos”, dijo Abulgheit, quien se sumaba así a las voces que acusan a Netanyahu de utilizar la guerra de Gaza y ahora la del Líbano para apuntalarse en el poder.
Por eso insistió: “La tragedia de Gaza no puede repetirse en el Líbano”.
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